Mosaico 3

Lucas me pidió que lo ayudara a erguirse un poco para poder tomar mate. Me senté en la cama a su lado, cruzada de piernas, y vaciamos el termo mientras lo interrogaba. Tal como yo esperaba, respondió a todas mis preguntas. Completó los huecos que yo tenía en su historia como exorcista y como Caído, habló de su vida humana, de su incertidumbre para el futuro. Y mientras hablábamos, su herida seguía cicatrizando a una velocidad asombrosa. A las tres de la mañana sólo quedaban unas manchas oscuras donde los colmillos se hundieran en su carne. Yo trataba de manejar la sensación de incongruencia absoluta de escuchar a Raziel sosteniendo la mirada de Lucas. Nunca la iba a superar del todo.

Al fin se terminó el agua del termo, y mis preguntas más urgentes.

Lucas se cerró la camisa y cambió de posición con un suspiro.

—Dijiste que tenías mi

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