Leah
Estaba emocionada por comenzar a trabajar en el nuevo prototipo de móviles de alta gama con pantallas plegables, sin mencionar los avances que habíamos realizado para aumentar la duración de la batería de los móviles hasta 4000 y 5000 miliamperios por hora.
Pero por muy inquietante que fuesen los nuevos proyectos, nada me aceleraba más el corazón que el mensaje que me había enviado mi mamá:
«Frederick iba hacia tu casa, cariño. No sé exactamente qué hora llegará, aunque supongo que esperara que se disipe la horda de periodistas». Por mucho que tratara de racionalizar la idea de que en algún momento deberíamos hablar, firmar papeles y llegar a un acuerdo en persona, la realidad era que sabía que la noticia lo había tomado por sorpresa y luego de la conversación que sostuvo con el abogado de mi familia, entendí que ofrecería al menos un poco de resistencia. Lo que me sorprendia, esperaba que estuviese ansioso por recuperar su libertad.
Entre por una puerta lateral, que me llevaba al salón y llamé a Parker para hacerle algunos recados, no solo se encargaba de la casa, sino que además era un excelente asistente cuando así lo necesitaba.
—Señora Leah, necesito decirle algo con urgencia.
—Lo que sea puede esperar. Necesito que anotes lo que te digo y llames a mi secretaria para que se ocupe de todo, de inmediato.
Parker abrió el anotador digital que le había regalado hacia un par de semanas y comenzó a tomar nota. Verlo trasteando con el aparato me causó bastante ternura.
—Necesito que Breton venga mañana por la mañana para revisar algunas cuentas, los prototipos necesitan ajustes antes de salir al mercado, me urge saber cuánto tiempo y capital tenemos —le dije quitándome el abrigo y dejándolo de forma despreocupada sobre una silla —. Por favor cancela la cena que tengo prevista con Marcus para hoy en la noche, mis papas quieren hablar conmigo y llama a Madison para pedirle un informe completo de cómo va el lanzamiento a la bolsa de la compañía.
—Entendido señora, pero necesito informarle…
—Ah, me olvidaba. También pídele a Madison un informe de las ventas de Untech, escuché rumores sobre una abrupta caída de sus ventas durante el último trimestre. No creo que sea adecuado hacer una oferta cuando estamos tan cerca de ir a oferta pública.
—¡Señora! —exclamó y fruncí el ceño ante su reacción.
—¿Anotaste lo que te dije? —Me detuve ante la puerta de la biblioteca—. Pensándolo bien, dile a Madison que mañana venga temprano, creo que trabajaré desde casa un día más.
—Pero, señora, el señor…
—Te dije que cancelaras la cena con el señor Walder, y no te preocupes por el menú, cenaré con mis padres. —Abrí la puerta y me di cuenta de que Parker seguía allí, sin moverse con el semblante pálido. Me volví hacia él —. ¿Qué pasa? ¿Qué es eso tan importante que querías decirme?
—Señora Leah. Se trata de...
—Se trata de mí —dijo una voz profunda desde el interior de la biblioteca.
Di un respingo de asombro y por poco cai por tierra.
Era la voz de Frederick.
Durante un largo momento de estupefacción, lo primero que pensé era en que bueno que no había usado en el email que le envié por la mañana la excusa de que tenía cólicos o algo por el estilo por segundo día consecutivo. Luego no pude pensar nada en absoluto. El dolor de cabeza desapareció, sustituido por el demencial aflujo de sangre que me inundó el cerebro. Sentí calor y luego frío. El aire a mi alrededor se volvió casi irrespirable.
Distraídamente, le hice un gesto a Parker con la mano.
—Puedes ir a realizar lo que te pedí…
Parker vaciló, como si temiese dejarnos solos. Entré en la biblioteca y la pesada puerta de roble se cerró tras de mí, dejando fuera ojos y oídos curiosos, dejando fuera al resto del mundo.
Frederick estaba tan increíblemente guapo como siempre, tan alto e imponente que de medir unos cuantos centímetros más tendría un par de lunas orbitando a su alrededor.
Llevaba una camisa blanca que se ajustaba demencialmente a su abdomen trabajado. Se veía dos grados más sexy de lo era hacía un par de días.
—Leah…
—Frederick… —las palabras parecían atacarse en mi garganta y negarse a salir. —Imagino que estarás aquí para firmar los documentos. —Levanté el mentón intentado mostrarme fuerte, cada vez que me repasaba con la mirada sentía que las piernas me temblaban sin importar cuantos años habían pasado. —. Llamaré a mi abogado para que venga de inmediato.
—No te molestes —Pasó su dedo por la vitrina de cristal que contenía el primer ordenador que había armado en la cochera de mis padres —. Este fue tu primer ordenador, ¿no es así?
No pude evitar sonreír.
—Sí, use demasiados cables y el sistema peto en unos cuantos minutos. —Él comenzó a reír —. ¿Lo recuerdas? Esa noche nos vimos en una fiesta de la madre de Serena y te burlarte de mí por horas…
No pude evitar sentir una punzada de celos nuevamente al pensar en que en aquel momento, él me veía como la amiga friki, mientras botaba la baba por Serena.
—Sí lo recuerdo, esa noche estabas particularmente radiante, no había funcionado como esperabas, pero aun así habías construido un ordenador de cero. —Lo fulminé con la mirada al ver que sonreía, y podía imaginar por quien—. Eran buenos tiempos.
—Eso es verdad, tú estabas con la mujer que amabas… —le corté. —¿Entonces para qué viniste, Frederick?
Solo basto que mencionara a Serena para ponerme de malas.
—Vine a discutir las condiciones que tengo si deseas que firme el acuerdo de divorcio.
—¿Condiciones? —Me lanzó una mirada—. Te ofrecí cien millones de dólares además de las acciones que acordamos en el acuerdo pre matrimonial. ¿No te es suficiente?
—Creo que eso es lo más inteligente que me has dicho jamás. No me es suficiente y deberías saber que soy un hombre insaciable.
—No, para mi suerte no estaba enterada en lo absoluto y no sé cómo podría haberlo adivinado.
—Señora Sheffield, usted es una mentirosa consumada. Hasta donde recuerdo tuviste el placer de comprobarlo—Sentí el calor apoderándose de mi cuello y subiendo por mi rostro. —Sí, la verdad es que sí que deberías haberlo adivinado antes. ¿No esperabas que firmara tan alegremente? O que me parase ante un juez a decirle que nunca te había tocado cuando ambos sabemos que eso no es verdad. Es más aún tengo vagos recuerdos de esa noche en un hotel despues de un congreso, imagenes de cuando me arrancaste la camisa, mientras te…
—¡Cállate!—Le grité furiosa. —¿Por qué estás haciendo esto? ¿Creí que éramos amigos? Que habíamos olvidado nuestras diferencias.
Frederick estuvo a mi lado en dos zancadas y me tomó del mentón.
—Curiosamente, creí lo mismo, hasta que tu abogado me lanzó los papeles del divorcio en la cara, Leah. ¿Dime que hay de amistoso en eso?
Sentí que las lágrimas se agolpaban en mis ojos, pero me las tragué sintiendo su amargo sabor.
—Quiero ser libre, Frederick…quiero volver a comenzar, no sé, enamorarme. Aún no es tarde para que ambos volvamos a comenzar. Tú puedes volver con Serena o elegir a alguna de las mujeres con las que te acostabas en cuanto me volteaba y yo puedo conocer a alguien nuevo, quiero creer que no soy tan desagradable como tu me dijiste.
Su semblante se oscureció.
—¿Y con quién piensas volver a comenzar? —Su mandíbula se tensó y giré mi rostro para evitar su dura mirada. —¿Estás intentando ligar con alguien, Leah? Si lo que quieres es un amigo con derechos puedo darte algunos consejos y no tenemos que divorciarnos.
—¡Ja! Paso —contesté, meneando la cabeza—. Dudo de que alguna vez necesite tus consejos. Pero, claro, en cuanto necesite saber cómo convertirme en una zorra o una pendona, te llamaré.
—Deja un mensaje de voz. Si es que estoy ocupado.
Me di la vuelta frustrada.
—Está bien, ten por seguro que eso haré —me aparté de su lado bruscamente —. ¿Me estás castigando? ¿Esto es por Serena? ¿Es que acaso quieres un castillo para llevar a tu princesa? dime donde y te lo daré.
—Eso ha sido un golpe bajo —me contestó acercándose nuevamente para tomarme del brazo —. Incluso para tratarse de ti. ¿De verdad crees que me negaría a darte el divorcio por algo que ocurrió hace cinco años?
—Puedo creer y decir cosas mucho peores, te lo aseguro. —Lo empujé ligeramente porque no soportaba su cercanía —. Quizás solo has sido amable todo este tiempo para camuflar tu rencor.
—¿Sabes qué? estás loca, cariño. Yo fui quien me acerqué a ti en son de paz en primer lugar, yo comencé a tratarte bien en primer lugar, esto que teníamos, esta amistad —me apunto con el dedo y sentí deseos de arrancarlos, tanto como deseaba arrancarle la cabeza a su noviecita. Pero no lo hice y antes de que me diese cuente me tenía acorralada contra una pared. —Fue el sacrificio de una sola persona de nosotros. Cuidado, que viene spoiler: no has sido tú. Cuidado, que viene doble spoiler: no seré yo quien siga esforzándose después de esta noche.
—No hay necesidad de ser amable cuando eres en gran parte la razón de que yo esté pudriéndome en soledad aquí —repliqué, sintiendo las bilis subir por mi garganta. Él se mordió el labio y me sostuvo del mentón, sin embargo me mantuve firme—. Y el hecho de que alguna vez aceptará un consejo de alguien que presume de que su lema es «un coño por noche, repetir cae mal » es prueba de mi desesperación.
—Yo nunca he dicho que «un coño por noche». —Se inclinó y su dedo se apoyó en mi labio que había comenzado a temblar ligeramente, su pecho firme estaba pegado a mi cuerpo, por lo que me sentía hiperventilar —. Puede que haya dicho «estaré allí no importa lo tentador que sea el coño» unas cuantas veces, pero eso fue una broma de mal gusto para hacerte reír. ¿Sí te sentías sola por qué nunca me lo hiciste saber?
Su pulgar acarició mi barbilla y sentí mi cuerpo volverse de gelatina en cuestión de segundos. Maldito Frederick, por qué mi cuerpo le seguia respondiendo de esa forma.
—Porque no tengo que decirte nada. Vidas separadas, ¿lo recuerdas? —Me pegué más a la pared a la defensiva —. Tengo que darme prisa y ducharme, no sea que haya pillado una de tus enfermedades venéreas durante este corto contacto. Así que dime de una vez que es lo que quieres.
Apartó su cuerpo del mío, lo que me permitio respirar a grandes bocanadas.
—¿Sabes qué? A la m****a con la amabilidad—. Dijo furioso. —¿Sabes por qué te sientes tan sola? ¡Porqué eres como uno de los ordenadores que construyes! Eficiente claro, pero imposible de descifrar. Cada vez que alguien intenta acercarse, te colocas esa coraza impenetrable.
La mandíbula me llegaba al suelo. ¿Cómo podía ser tan cruel? ¿Acaso no sabía que él era el culpable de aquello? Él me había roto el corazón cruelmente luego de la noche en que nos acostamos por primera vez, al decir que había sido un error y que seguía queriendo a Serena, que por mucho que me esforzará nunca sería como ella. Ni tan hermosa, ni tan interesante.
Esa mañana me había hecho añicos mientras recogia los pedazos de mi ropa avergonzada.
—¡Qué te den, Frederick! ¡¿Crees que puedes venir a mi casa a insultarme como si nada?! — Le di un empujón y fui hasta la puerta, la abrí para él e hice un ademán para que saliera.
—No me iré, Leah. Vine a hablar de mis condiciones y eso haremos.
—No, gracias. Lo hablaras con mi abogado —le lancé una mirada asesina. —Así que por favor vete a limpiar tu piso que huele a coño insatisfecho.
—¿Y tú qué vas a saber? Ni siquiera puedes encontrar el tuyo.
Arggg… quería arrancarme el cabello a puñados.
—¿Qué es lo que quieres de mi Frederick? ¿Qué más quieres? Dilo ya por favor. Necesito que me dejes en paz. —Me froté la frente al borde del colapso. —Sí lo que deseas es mi primogénito, ya te aviso que no tengo ninguno.
Su rostro se iluminó.
—¡Ves qué eres brillante! Después dicen que los ingenieros no tienen intuición… —se acercó y me tomó nuevamente de la barbilla para obligarme a que lo mirase a los ojos. —Eso es exactamente lo que quiero de ti…dame un hijo, Leah y te firmaré el divorcio.
Leah La mesa del consejo estaba alterada por las nuevas cifras que alentaban el lanzamiento que se avecinaba. Lo estábamos haciendo bien y todos participaban activamente realizando diferentes propuestas para los nuevos lanzamientos, la oportunidad de llevar todo al siguiente nivel en la oferta pública era solo la culminación de un objetivo estratégico a largo plazo. Para muchos de los allí sentados, significaba una recompensa que nos brindaba prestigio y visibilidad frente a otros jugadores del mercado. Todos parecían emocionados, excepto Frederick que no me sacaba la vista de encima. Se encontraba inclinado sobre la mesa observándome de tal forma que no lograba decidir si quería hablar conmigo o despedazarme en ese instante. No paraba de buscar mi mirada y por desgracia yo no lograba desprenderme de esa tonalidad café sensual que hacia babear a más de una de las que estaban allí sentadas. Llevaba un traje de tres piezas gris que se le ajustaba a la perfección, en sus bíceps, se hab
Frederick Siempre hay una primera vez para todo y aquella era la primera vez que íbamos juntos al trabajo. Mi esposa se subió refunfuñando al Aston Martin, para luego limitarse a mirar por el cristal la gran parte del viaje. Haciendome saber que estaba allí contra su voluntad. Me limité a ver hacia el frente porque odiaba encontrarme con la mirada furiosa de Leah sobre mí. Después desde ocurrido en el estacionamiento, simplemente me evitaba o me miraba como si desease asesinarme. —¿No vas a volver a hablarme durante el resto de tu vida? —La repasé lentamente, deteniendome en la curva de sus pechos. No sabía exactamente qué era, pero desde hacía algunas semanas se veía diferente, ya no usaba como siempre vaqueros gastados y camisetas universitarias. Últimamente, llevaba algunos vestidos entallados o pantalones que se ajustaban perfectamente a ese culo perfecto que tenía. Aunque ese repentino cambio de look no hacía más que complicarme las cosas, porque tenía que sumarle a todos
Frederick —¿Estás seguro de invertir en Untech? Los informes fueron desalentadores. Sus ventas fueron malas el último trimestre tal como señalaban los rumores. —Dijo Leah dejando una carpeta sobre el escritorio de mi despacho. —Es posible, aunque tengo un buen presentimiento con respecto al movimiento del mercado, creo que sería una jugada proporcional a nuestras necesidades. Ni siquiera levantó la mirada del ordenador, se había comportado extraña desde que nos encontramos con el idiota de la limusina, en la calle, aunque no me reclamó por la escena de celos fuera de lugar que le realice. Parecia concentrada en el trabajo como siempre una maquina sin emociones. —Es necesario que conozcamos las últimas predicciones del mercado al menos tres semanas antes del lanzamiento de la oferta pública. —No te preocupes tanto el Touch 6 ha pulverizado oficialmente el récord de reventas. —Sabes que mi trabajo es preocuparme, Frederick. Este es legado de mi padre y no podemos confiarnos. Él n
Frederick No veía a Leah beber desde… Ni siquiera lograba recordar desde cuando. Sin embargo, allí estaba con un pedo monumental y bailando sola en medio de una colección de botellines de champaña y comida. Solo en sujetador, un sujetador rojo, que hizo que me olvidase de respirar. Incluso borracha, estaba tremendamente atractiva. Se había quitado las gafas y llevaba el cabello suelto. Me apenaba que hubiese estado bebiendo por mi culpa, aunque en mi defensa todo había sido un mal entendido. —¿Te has estado emborrachando? —le pregunté cuando estuve lo suficientemente cerca para que me escuchara por encima de la música. Ella me miró como si hubiese visto un fantasma, luego me observó furiosa un instante, pero enseguida le causo bastante gracia y comenzó a reír. —¡Deja de gritarme, no eres mi mamá! —Se burló. —La única que está gritando eres tú. —La corregí, antes de reír al ver el puchero que me dedicó. —Es que me estás juzgando solamente por beber un poquito y tú no tien
Leah No podía creer que hubiese bebido tanto. No, me corregía: era una locura pensar que hubiera bebido tanto por el idiota de Frederick. Después de tanto tiempo supuse como una buena tonta que verlo con ella no me afectaría; sin embargo, allí estaba con una resaca de muerte por culpa de ese par. Odiando el momento que había decidido quedarme simplemente porque quería quedarme un momento más a su lado. ¿Y por qué? Porque otra vez había caído en sus juegos. —Ay, por qué —gemí, y me di la vuelta para mirar por la ventana. El cielo se veía azul, y el sol ya estaba alto. Se me partía la m*****a cabeza, porque el corazón ya lo tenía absolutamente hecho pedazos. A mi lado, sobre la mesilla de noche, había una de zumo de naranja frío, aspirinas y una nota escrita a mano. «Voy a estar trabajando en la cocina, cuando estés repuesta, ven a desayunar y podremos discutir el asunto que dejamos pendiente. Frederick». «¿Frederick trabajando aquí? ¡Un momento! ¿Qué hora era?... Y eso ni siquiera
Leah —¿Y qué estás esperando? ¡Acéptalo, Leah! ¡Esta misma noche dale su merecido, mujer! —¡Shhh! ¡No quiero que se entere todo mi equipo de mi vida, Catriona! —Bueno, ya…—susurró—. ¿Por qué no puedes aceptar el acuerdo? Creí que te gustaba muchísimo, es más, estaba segura de que… —No lo digas, eso está fuera de discusión, lo odio—la interrumpí y ella rodó los ojos—¿Por dónde empiezo? —Me di un par de golpecitos en la barbilla. —No tengo una objeción, tengo varias: el primer punto es; solo me está usando porque de tener un hijo de un segundo matrimonio su título pasaría a alguien más o algo así. En segundo lugar, está Serena dando vueltas a su alrededor como una mosca, una que no tiene nada que hacer, él dice que son únicamente amigos, pero estoy segura de que es su forma de engatusarme, y claro que está el insignificante detalle de que su familia me odia, a excepción de mi cuñado. Si me quedase embarazada, me declararían la guerra, estoy segura. —Considerando que estamos en el si
Leah Respondí a otra pregunta sobre el diseño y desarrollo de las nuevas tecnologías que implementábamos y me sorprendí cuando me guiñó un ojo al tiempo que se servía otro vaso de agua cuando terminé. Traté de mantener la mirada apartada de él, aunque no lo conseguí. Era demasiado atractivo y esa nueva actitud de cazador que había implementado, era halagadora. Me alegré de haber perfeccionado hacía años mi cara de póquer; era toda una experta en no mostrar mis sentimientos. Aunque me gustaba su coqueteo, no quería que lo notase. —¿Señora Shefield? —El señor Davis me arrancó de mis pensamientos. —¿Sí? Miraba el reloj cada cinco segundos, esperando que la reunión llegara a su fin para poder largarme. Tenía que parar con aquello. No era normal que estuviera teniendo fantasías con un hombre que se creyó todas las mentiras de su noviecita y me lastimo. —Señora, ¿ha traído usted los datos en papel para poder compartirlos? —El Project Manager volvió a sacarme de mi ensimismamiento—.
Leah Escribí algunas notas y suspiré: Me encanta mi trabajo…, me encanta mi trabajo… Por muchas veces que me lo repitiera, seguía odiando que me subestimaran a pesar de haber llevado durante años la empresa con la exactitud el mejor de mis ordenadores. Desde que trabajaba para mi padre como desarrolladora en el campo de sistemas inteligentes creando aplicaciones para el sector industrial, nunca había cometido un solo error y aun así debía soportar la falta de eficiencia. Cogí otro montón de propuestas para campañas publicitarias para el nuevo producto que lanzaríamos y las puse encima del montón de las de «Debe ser una broma». Y ese era solo la mitad del problema, mis desarrolladores parecían hacer lo que se les venía en gana. Decidí escribir otro mensaje para inspirarles, a ver si se les ocurría tener algo de iniciativa y atreverse al menos que analizar el código fuente antes de liberarlo, pero en ese momento apareció un correo electrónico urgente en mi bandeja de entrada.