Temprano en la mañana, una mañana soleada y brillante, Georgina entró a una tienda exclusiva de ropa, y la dependienta, al verla, la saludó cordial, reconociéndola como una clienta muy importante. En su mente, las palabras de Heather daban vueltas y vueltas. ¿Cómo hacer para conquistar a Phillip? No creía que en su caso pudiera usar el término “reconquistar”, ya que entre los dos nunca había habido romanticismos.
Miró una blusa especialmente hermosa de color rojo. No sabía si en ella se vería bien. Le habían enseñado que a las rubias como ella ciertos colores la hacían parecer escandalosa.
Elevó su mano para examinar la textura de la tela cuando entraron dos mujeres a la m
—¿Y bien? –Le preguntó Raphael a Jed Smith—. ¿Algo importante?Jed sólo se encogió de hombros y se sentó frente a Raphael en la misma mesa de siempre. Esta vez no arrojó sobre la mesa ningún sobre amarillo lleno de fotografías, sólo se sentó tranquilamente y dejó salir un poco el aire.—Le contaré, además de lo que encontré, cómo lo encontré.—¿Necesito saberlo?—Sólo escúcheme, no tomará mucho tiempo.—Está bien –contestó Raphael, un poco impaciente. Jed tomó aire y empezó.
Phillip entró a la habitación, y Georgina lo sorprendió de nuevo. Esta vez, por su pijama. Era diminuta, de encaje negro, ceñido a su… aún esbelto cuerpo.¿Cuántos años tenía su esposa?Cuarenta y tres.Había parido una hija hacía veintitrés. Se había casado con él a los diecinueve. Era virgen la noche de bodas.Ah, suspiró Phillip. Se le estaban viniendo muchos recuerdos justo ahora.Miró a Georgina con la intención de sonreírle y decirle que recordaba cuando, la primera noche, ella había salido del cuarto de baño
— ¿En serio amas tanto tus libros que prefieres cargar con ellos que volverlos a comprar? –le preguntó Tess a Heather, viéndola poner en un pequeño maletín, muy caro, por cierto, un libro tras otro—. ¿No habías dicho que ahora los tenías en digital? Heather sonrió.—Cambié de opinión. Y no sólo porque los ame, que sí, los amo; es más bien porque tengo ediciones tan viejas y tan bonitas que ya no han vuelto a salir. Muchas de estas obras dejaron de circular hace tiempo, así que me llevaré mis libros a casa.— ¿No decías antes que no querías invadir el espacio de Heather y no sé qué más?
Richard vio a su hijo caminar hasta las tumbonas dispuestas alrededor de la piscina. Caminaba como un zombi, con las llaves del auto en la mano, sin mirar nada. Desde la ventana, vio que se sentaba y le daba vueltas a sus llaves en las manos con mirada perdida.Sonrió y caminó hasta él. Se sentó en la tumbona de al lado y le puso la mano sobre una de sus rodillas para atraer su atención.—Me llamó Phillip. Me dijo que en tres meses te casarás con su hija. ¿Es eso cierto? —Él no contestó, sólo se pasó la mano por la nuca, masajeándose—. ¿Te lo estás pensando? ¿Te arrepentiste?—No, yo… tengo un poco de pánico, supongo…
—Definitivamente tus raviolis tenían algo afrodisíaco –dijo Raphael, un par de horas después, en su habitación. Heather se echó a reír.—Escupí encima de ellos.— ¡Pobre papá! –Heather rio a carcajadas, y de repente él se sentó en la cama, con el rostro iluminado por una idea.— ¿Qué? –preguntó ella, un poco cautelosa.—He pensado que… Nunca has esquiado. ¿No te gustaría?— ¿Esquiar? ¡Pero es verano!—Hay lugares con nieve pe
— ¿Qué te crees que haces, Phillip Calahan? –Exclamó Georgina, mientras Phillip la llevaba casi arrastrada a la zona de parking—. ¿Con qué moral vienes a reprocharme el venir a una cena con Adam Ellington?— ¿Entonces no vas a negar que es tu amante?— ¡Tú, estúpido! Traes a tu amante, le compras ropa de diseñador, la enseñas en lugares públicos y ¿me reprochas a mí? ¿Por qué puedes tú tener un amorío y yo no? –Phillip se detuvo en su caminata y la tomó de ambos brazos con tanta fuerza que ella tuvo que soltar un quejido.— ¡Dime! ¿Es Adam tu amante?— ¿Y qué
Phillip entró a la casa, subió las escaleras de a dos escalones por vez y caminó directo a la habitación sabiendo que allí la encontraría; pero estaba vacía. Caminó hasta el cuarto de baño. Sus cosas estaban allí, pero ella no.— ¿Georgina? –llamó.Bajó de nuevo las escaleras, buscándola por toda la casa, hasta que preguntó al servicio y le dijeron que estaba en el jardín.Phillip la halló en la oscuridad, con una botella en la mano, y mirando el vacío.—Georgina –dijo él suavemente—. Tenemos que hablar.—Sí, supongo que sí –ell
Adam Ellington conducía un Mercedes Benz e200 azul oscuro; fino, caro, confiable, aburrido… Tal como él.Deambuló por la ciudad hasta que llegó a un sitio que venía frecuentando los últimos días; más específicamente, desde el día que la volvió a ver en la fiesta de Heather Calahan.Era ella, no había duda. Ahora tenía otro apellido, pero era ella: Tess.Hizo una mueca al recordarlo. Ella ni siquiera había dado muestras de recordarlo. Lo había mirado sin preguntarse siquiera si lo había visto antes. Pero claro, la última vez que se vieron fue hace casi quince años, y él había cambiado mucho desde entonces, ¿cómo lo iba a recordar?