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Loco por Ella
Loco por Ella
Por: Aura Cathartes
1 | Un prólogo con sabor a derrota

Cuando Rossana Regiés se percató de que la segunda raya violeta tomaba fuerza en la prueba de embarazo casera que se había comprado para salir de dudas, de una vez por todas, supo que todo había terminado.

–No puedo creerlo –dijo en voz alta y al vacío, porque estaba sola en el baño de su casa: en el baño de su familia–. Estoy embarazada de Jared Cavalier.

–¡Rossie! –gritó su hermana, Annelise, desde la habitación de al lado–. ¡Tienes que venir a ver esto! ¡Rossie!

«Dos meses contados», pensó Rossana, al recordar la fecha exacta en la que ocurrieron los hechos. «Y, en todo este tiempo, ni siquiera me di cuenta».

Tiró la prueba del delito en la basura y la tapó con papel de tocador. Nadie debía sospechar, por el momento.

–¡Rossie! ¡Te lo estás perdiendo! –esa era Annelise, otra vez. Más valía atender su llamado, antes de que llamase a la puerta.

Salió corriendo del baño y se dirigió expectante hacia la habitación de su hermana. Era necesario fingir un mínimo de interés en el llamado de Annelise.

–¿Qué pasa? –preguntó Ro, casi gritando.

–¡Mira! –Annelise señaló a la tele.

Se trataba de Pop-e-tears, el programa musical de pop más visto de MTv. Y, en esa ocasión, el invitado estrella era el padre de su futuro hijo. A Rossana se le erizaron los vellos de la nuca. Se sentó al filo de la cama como embobada.

–Dicen que Jared va a hacer un anuncio especial esta noche –dijo su hermana.

–Shh… –le calló la boca Rossana.

Jared tomó la palabra, al otro lado de la pantalla.

–Bien, creo que llegó el momento de participar a mis fans de una gran noticia –dijo él, mirando hacia la cámara. Detrás de él y la VJ del programa, se encontraba una pantalla gigante que se encendió para mostrar una fotografía a todo color. Se trataba de un par de bebés recién nacidos, idénticos, vestidos cada uno con un monito de diferente color: celeste para el niño y rosa para la niña, como era de suponer.

–¡Qué! –gritó su hermana, pero no parecía muy contenta que digamos.

–¡Cómo! –Rossana se levantó de la cama, como un resorte y con las manos en la cara. Y, enseguida, sintió una punzada aguda en el bajo vientre.

–Les presento a mis mellizos –dijo Jared, mientras señalaba a la pantalla con las dos manos, en gesto teatral–: Nathan y Nathie.

La conductora del programa lo abrazó efusivamente y le dio sus felicitaciones. Jared Cavalier sonreía y se dejaba abrazar, cosa muy rara en él.

–¡Esto es imposible! –las lágrimas rodaban de sus mejillas cuando lo decía. Pero no se trataba de Ro, sino de Annelise.

–Pero, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿por qué? –es todo lo que se preguntaba Rossana, en voz bajita y mientras se sostenía el vientre, que ya comenzaba a dolerle en serio.

–¿Y se puede saber quién es la afortunada madre de este par de bellezas? –preguntó la VJ, luego de tomar asiento, de nuevo, en el plató de entrevistas.

–Su nombre es Adalyn Fernández. Mi esposa.

–¡¿Esposa?! –gritaron, al unísono, las hermanas.

–Ya iba siendo hora de sacarlo a la luz –continuó Jared–. Tanto mis fans como yo hemos madurado con los años. No tenía caso seguir escondiéndolo.

Mientras Annelise lloraba y dirigía maldiciones hacia la mujer de su amor-platónico-crush-de-la-adolescencia-pop-star-favorito, Rossana se contrajo en un gesto de dolor que ya le fue imposible de disimular.

–¡Llévame al hospital! –fue lo único que avanzó a decir a su hermana, antes de casi perder el conocimiento.

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