Birgrem miraba con procuración al llyffant caminar delante de él arrastrando una pierna, él no era tan anciano para estar en aquel estado, la última vez que lo vio fue hace 250 años, era un renacuajo el equivalente a un adolescente humano, en este momento debía ser el equivalente a un humano alrededor de sus treinta años, no lucir como un anciano de ochenta. Glulk caminaba en silencio de regreso a las ruinas de la sala de la ofrenda, ese era el único hogar que le quedaba en aquel momento y estaba un poco nervioso, no quería que el karhu viera donde vivía, pero ya estaba ahí, además pronto iba a amanecer y no tenía a donde más ir. Cuando Birgrem vio hacia donde se dirigían frunció el ceño confundido y volteó su mirada hacia el muelle y la costa más allá, ¿Por qué se están alejando del mar? — Renacuajo, ¿Por qué nos alejamos del mar? ¿Ocurre algo con los barcos en el muelle? — Vamos, pronto va a salir el sol y sabes que a mi gente no nos gusta broncearnos. Birgrem siguió c
Hyllen caminaba arriba y abajo en la habitación del hotel, todos habían regresado después del amanecer como estaba acordando, todos menos Birgrem, al principio estaba furioso por la falta de colaboración del oso, pero cerca de medio día ya comenzaron a preocuparse. — ¿Creen que los del 'Sarhafer' fueron por él? preguntó uno de los cazadores. — No,... respondió Hyllen con firmeza. — ... el capitán Samaki es de confianza y ellos vieron la fuerza de Birgrem, no creo que se arriesguen a ser golpeados por el oso. La puerta se abrió y otro de los cazadores entró por su semblante traía malas noticias, al parecer encontraron el cuerpo carbonizado de una persona en un callejón poco transitado, lo que más había llamado la atención es que sobre el cuerpo habían pequeñas llamas de color rosa intenso que parecían no querer apagarse. El ya se había encargado de apagar aquel fuego mágico, por qué no era otra cosa que fuego fatuo abismal, entre los humanos se cuenta que en alta mar
Glulk se dio prisa y con mucho esfuerzo logró voltear a Birgrem, el oso lucía fatal, cuando Glulk despertó se encontró en el fondo del mar, sus branquias funcionaban otra vez y el dolor de su pierna había desaparecido, miró sus manos y vio que ya no estaba enfermo. ¿Cómo era posible? ¡Birgrem! ¿Dónde estaba el karhu? él debió de hacer algo en lugar de acabar con su miserable existencia como se lo pidió. El padre de Glulk siempre decía que el oso era un ser especial, no solo por su naturaleza sino por sus secretos, decía que el oso posiblemente tenía tantos misterios y secretos como el fondo del mar. Glulk escuchó muy lejos en la superficie voces humanas que llamaban al oso por su nombre, ¿Estaba el karhu en peligro por su culpa? odiaba a los humanos, los odiaba por todo lo que le hicieron y se odiaba por no haber tenido la fuerza de defenderse cuando fue atrapado y torturado. No iba a permitir que le hicieran lo mismo al viejo oso, él ya había decidido morir, no sabía que
Birgrem chasqueó la lengua y se encogió de hombros, su estómago gruñó con fuerza después de todo llevaba tres días sin comer, una vez había intentado morir de inanición, estuvo tres meses sin comer ni beber, su cuerpo apenas podía moverse, cuando pensó que finalmente lo lograría ya que todo se apagó, sintió un correntazo eléctrico y abrió los ojos, seguía vivo. La última imagen que vio fuera de la ventana era la nieve comenzando a caer, en ese momento el olor del verano empezaba a extenderse por el lugar, «Demonios» había gruñido poniéndose en pie, al parecer lo más cercano a la muerte que la maldición le permitía estar era entrar a un estado de hibernación, al igual que los osos comunes. En ese momento afuera de las ruinas del salón de ofrendas el estómago de Birgrem se estaba quejando con bastante vehemencia, el oso volvió a chasquear la lengua y se puso en pie, con la voz un poco molesta dijo: — Capitán iré a comer a la ciudad, mi estómago alertará a cualquier enemigo a kilóm
Birgrem vio la emoción en el rostro de Zinnia antes de que ella rápidamente cambiara de expresión por una algo falsa de desden, al oso le encantaba ver como la dura y firme loba aún era una cachorra en su interior. — ¿Qué es esto? preguntó Zinnia mirando con recelo el hermoso paquete. — Un pequeño obsequio. — No creas que recibiré algo tuyo, te lo he dicho mil veces, no somos NADA. — Yo solo te lo estoy entregando, el capitán del 'Sarhafer' es quien te lo envía. dijo Birgrem medio divertido. — Oh... la voz de Zinnia sonó desilusionada, al darse cuenta enseguida cambió su tono y dijo: — ... Samaki es un buen amigo, ¿Te dijo la razón del regalo? Zinnia estaba estirando sus manos para recibir el presente, su loba había gemido bajito cuando escuchó quién era en realidad el que le enviaba el presente, la loba se reprendía mentalmente por haber creído y anhelado que fuera de parte del karhu. — Por supuesto, es un regalo por nuestra unión. Las manos de Zinnia se detuvi
¡¡BOOOOM!! Los cazadores se cubrieron la cabeza al escuchar la explosión, los restos de piedras, maderas, vidrios y metales volaban por todas partes, el suelo tembló de tal manera que grandes grietas empezaron a extenderse por el suelo, debían salir de ahí o estarían perdidos. El tigre de Shmaut apareció de entre una enorme nube de tierra y polvo verde, con un rugido empezó a serpentear por entre la lluvia de escombros, los cazadores se sujetaban con fuerza a su pelaje cuando pasaba junto a ellos sin disminuir la carrera. El lobo plomo azulado de Zinnia aulló con fuerza dando la señal de retirada, el lobo empezó a correr, al igual que con el tigre de Shmaut los cazadores se sujetaban de la loba, debían salir de ahí antes de que toda la estructura se viniera abajo. ¡¡GROOAAARRRGG!! El rugido del oso de Birgrem resonó sobre el sonido de las explosiones y los escombros al caer, con un último ¡BOOOOM! todo se vino abajo, la tierra se empezó a separar como si quisiera tragarse todo
Los cazadores empezaron a avanzar después de recuperar el aliento, el olor de sulfuro en el aire había sido tan fuerte que Zinnia cuyo olfato de lobo era más fino que el de los demás tuvo arcadas y los ojos se le llenaron de lágrimas. Zinnia quería morirse, ella se había negado a traer a Birgrem en su grupo y ahora la veía en ese estado, la vergüenza le hacía un nudo en la garganta, si el oso se reía estaba segura de que se pondría a llorar ahí mismo. Birgrem por supuesto no pensaba reírse, el olfato de un oso es siete veces más fino que el de un lobo, incluso después de haberse tapado la nariz sentía náuseas por el olor, la situación de Zinnia no la encontraba para nada graciosa. Cada uno de ellos optó por colocar una media máscara sobre su rostro, estaba hecha de un tejido especial que absorbía únicamente el aire de su entorno, normalmente la usaban bajo el agua y les permitía respirar, pero en aquel lugar les venía como anillo al dedo. Birgrem sintió tanto alivio con la
El equipo de Shmaut caminaba por un corredor sumamente angosto, era tan angosto que el maoren no hubiera podido cambiar con su tigre en caso de ser atacados. Todos los madhoo entre los cazadores recibían el mismo entrenamiento que los humanos, todos ellos aprendían a pelear en sus formas humanas con dagas y combate cuerpo a cuerpo, de esa manera si no podían hacer uso de sus bestias o sus habilidades como sobrenaturales inferiores no estarían tan indefensos. Pero el hecho de que Shmaut no pudiera usar su tigre los ponía en una clara desventaja ante el enemigo, habían avanzado varios metros por aquel angosto corredor cuando escucharon un lamento venir de unas puertas más allá. Al abrir la puerta encontraron a una mujer sentada al pie de una ventana mirando hacia el exterior, tenía el tobillo encadenado a la pared y sus ropas lucían viejas y desgastadas. Harlee se acercó con cuidado y le dijo: — Estamos aquí para rescatarte, ¿Cuál es tu nombre? La mujer apartó la mirada de la