- ¿Ya me puedes decir que fue todo eso?- me pregunto Alonso sin despegar su vista de la carretera. Ibamos a medio camino, todo estaba en silencio pero no uno incómodo, el problema era que ninguno sabía que decir, así que nadie hablaba, hasta que Alonso decidió hablar con su pregunta. - Podría pero...mejor no- una leve risa salió de sus labios mientras negaba con la cabeza, sin darme cuenta tomó su mano con la mía y me miró por un rápido momento. - Por favor- suplicó con un puchero y yo me rendí. - Bien, cuando las chicas y yo salimos a comer empezaron a hablar sobre sus fantasías... sexuales... contigo y eso me molestó mucho - dije cruzando me de brazos, lo miré de reojo y pude ver que en su cara aparecía una sonrisa. - ¿De que te ríes? - pregunté con un tono enfadado - Estas celosa- me confirmó y yo sólo abría en grande mis ojos ante su confirmación - Claro que no!- - Claro que si!- - Que no!- - Que si!- -No- -Si- -No!- - No- - ¡Que Sí! y punto- grité desesperada y
-Soy yo, Alan Nava ¿quién me llama?- su voz se notaba con mucho ego, - Soy Andrea la secretaria de Alonso Máximo - no iba a permitir que nadie me hablara de esa forma así que respire profundo y hablé sin temor. - Claro, la incompetente que no me localizó- sus palabras salían golpeadas y serias, que hombre tan insoportable. - Perdón ahora es mi culpa que Usted! no tenga una buena secretaria que atienda su teléfono - lo contra ataqué con coraje. - Pero ¿quién se ha creído para hablar me así? siendo una simple empleada - cada vez se enojaba más pero a mí no me importaba en lo absoluto. - Una secretaria con mucha valentía para decirle sus verdades señor malhumorado- - Sabe quién soy yo, ¿acaso? ¡Con un simple movimiento de manos puedo hacer que la despidan!- empezó a gritar a travez de la línea. - Intentelo pero aún así estaré cercana a la empresa y de Alonso- eso era cierto no me podía alejar por que la empresa es de mi Esposo. - Entonces TÚ debes de ser una de esas secretaria que
Caminamos hasta el café ya que no quedaba muy lejos, fuimos en silencio hasta llegar y elegimos una mesa con una ventana cerca y vista hacia la calle, Alan me ayudó con la silla y esperamos a que el mesero tomara nuestra orden. - Buenos Días mi nombre es Rocío y seré su mesera, les dejo la carta y cuando estén listos me llaman- la mesera no era tan grande de edad tendría unos 20 o 22 y se veía simpática, le sonreí en agradecimiento pero Alan pareció ignorarla leyendo el menú. - Sólo pediré un café - informó bajando la carta y viéndome le hice señal a la mesera la cual miraba directamente a Alan pero él estaba en su semblante frío y controlador. - Un café, sin azúcar - Alan le tendió en menú a la chica y ella sólo asintió vacilante, creo que había logrado intimidarla. - Para mi una malteada de chocolate y unas galletas por favor- la chica tomó nota y se fue con la cabeza agachada por temor a Alan. - Ahora podemos hablar mejor, quieres que comience? - le pregunté a Alan el cual tení
Una vez que Alan se había ido me dedique a archivar las cosas que Alonso me había dado ayer, media hora después ya habían llegado las chicas, las saludé amablemente pero ellas sólo me dieron una sonrisa tímida y agacharon la cabeza, tal vez aún estaban apenadas por lo de ayer. Siempre había trabajado solo, nunca en una oficina pero no creí que habría problemas cómo esté, ¿Que diría la vieja yo sí me encontrará en este situación?Terminé de archivar todos los documentos cuando escuché que alguien venía subiendo por el elevador, dirigí mi vista hacia el sonido y pude ver a un Alonso muy enojado, caminó dando grandes pasos hasta su oficina y cerró la puerta con un gran azote, nadie parece mirarlo pero todos nos sobresaltáramos por sus actos, dejé todo lo que estaba haciendo y entré a su oficina, lo encontré tirando algunos libros del estante y rápidamente corrí hacia él, todo aquí era una desorden.- ¡¡Hey, Hey!! - grité abrazándolo desde atrás para calmarlo, sentí su respiración irregu
Alonso y yo nos habíamos levantado demasiado temprano para poder ir a la oficina donde iba a ser la junta. En el camino a la empresa pude ver a Alonso demasiado distraído y nervioso, cuando llegamos a la oficina empezamos a preparar los documentos que se iban a mostrar y cosas así, una hora después todo estaba listo y únicamente esperábamos la llegada de Alan. - Si sigues caminando por toda la oficina harás un hoyo en el suelo, Alonso- dije mientras me sentaba en su silla. - Estoy demasiado nervioso - estaba tratando de amarrar su corbata pero las manos le temblaban, así que me paré a ayúdarlo. - Descuida, sé que lo harás bien, confío en ti- le di un beso en la mejilla y sólo sonrió, me iba a decir algo pero el teléfono nos interrumpió. - Joven Alonso, el joven Nava ha llegado, lo está esperando en la sala de juntas- informó Mia al otro lado del teléfono. - Llegó la hora- Alonso me besó rápidamente y tomó mi mano guiándome con él. - ¡Espera! Iré a recoger unos documentos con Fre
Una vez que vi salir a Alan y Fernanda de la sala de juntas salí de la oficina directamente al baño tratando de retener mis lágrimas pero peor me sentí cuando me di cuenta que Alonso no venía tras de mi para ver que me pasaba, abrí la puerta del baño bruscamente y para mi fortuna no había nadie, cerré la puerta con seguro y me apoyé en el lavabo, me miré un segundo al espejo y ni siquiera me reconocí, mis ojos estaban rojos y húmedos, mi piel más palida de lo normal y mis labios lucían resecos, esa no era yo, ¿dónde había quedado aquella Andy fuerte y valiente que se enfrentaba a todo? ahora solo está ésta insegura y tímida niña que jugaba a la casita con un exitoso empresario. Pero no me iba a dejar pisotear por nadie, si había caído me volvería a levantar como tantas veces lo había hecho, tal vez estoy exagerando las cosas y Alonso ni siquiera la miró como tanto imaginé, quité los rastros de dudas en mi cabeza igual que los rastros de lágrimas sobre mis mejillas, respiré ondo tres v
Mi cuerpo dolía, mis párpados pesaban una tonelada y mi cabeza dolía aún más que mi pesado cuerpo, como si la hubieran martillado, estaba pérdida en una oscuridad y sólo podía oír unos lejanos pitidos iguales a los de una máquina de hospital, unas voces me distraen de mis pensamientos... - No se ha despertado aún doctor, llegó en un muy mal estado- alguien dijo y parecía ser la voz de una mujer.- La radiografía mostró unas contusiones en la parte baja del cerebro, si no despierta pronto la tendremos que inducir a un coma, es demasiado joven, con suerte resistirá- una voz masculina le contestó para después quedar en silencio y sólo oí como cerraban la puerta. ¿Donde estaba? y ¿Por qué no podía abrir los ojos? en ese momento flashes de recuerdos inundaron mi memoria, Alonso besándose con Fernanda y después, yo, cayendo por las escaleras hasta perder el conocimiento. - Sólo puede estar aquí un momento, joven- volví a oír la que creo es mi enfermera mientras cerraba la puerta, pero hab
Ciento ventiuno, ciento veintidos, eran los pitidos que había escuchado desde que volví de ese hermoso sueño con mi madre hasta que oí la puerta abrirse y después un fuerte sollozo - Andrea, amor perdoname- oí la voz quebrada de Alonso y después unas gotas tocaron la piel de mi brazos, estaba llorando. - Perdoname por no venir a verte en estos días pero estuve muy mal ¿sabes?..- ¿días? ¿Cuanto tiempo llevaba dormida? - Cuando los doctores me dijeron que te estabas muriendo me sentí morir contigo, fui un cobarde al no quedarme a tu lado y lo único que hice fue dejarte sola mientras yo me emborrachaba en la casa, Recordándote... hice una tontería y me arrepiento de eso, pero por suerte Fanny estaba ahí y me ayudó, ahora te prometo no dajerte sola, estaré aquí día y noche te lo juro.- Que había hecho, que era tan grave? Ahora si me estaba asustando, sentí una mano recorrer mi mejilla pero su muñeca nunca hizo contacto con esta y en vez de eso sentí una tela un poco rasposa como una...