Manolo

Manolo siempre fue un hombre incapaz de concebir la idea de perder, en lo que fuera, siempre tenía que ser el vencedor. Siempre le gustó aprovecharse de muchachitas ilusas y sus soñadoras aspiraciones para poder jugar con ellas a su antojo, pero lo de Marisa fue diferente… Porque se obsesionó. Nunca la vio ni a ella ni a ninguna como una persona, sino como simples piezas ocupantes de su tablero que podía mover a su antojo. De eso se trataba, un juego enfermizo

Cuando la conoció quedó encantado, no le importó el hecho de que fuera una madre soltera muy joven y sin demasiada experiencia laboral, es más, lo percibió como una situación de la cuál poder sacar provecho cuando llegara el momento adecuado

Disfrutó cada segundo enamorarla, para luego romperla por completo y desenmascararse frente a sus ojos, era obvio que para Marisa lo más importante siempre sería su

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