—Hola Mandy ¿cómo estás?
Mi amiga Vera que hacía meses no sabía de ella me escribió y me dio tanto gusto leerla.—¡Hola, que gusto saber de ti!—A mi también me da gusto, pero mejor te llamo ¿va?Enseguida entró su llamada y comenzamos a charlar como si nos hubiéramos dejado de ver ayer.—No sabía que estabas de regreso, yo ando ahora en San Luis, pero en un par de semanas iré a la boda de una prima, me encantaría verte.—A mi también, me dices y nos vemos para comer o algo.—Dime cómo te ha ido, Mandy. Asumo que si estás en Valladolid de nuevo es porque tú y Arturo se separaron.—Así es Vera, hace unos meses lo dejé —suspiré recordando aquel momento en el que al fin me armé de valor para ir a recuperar mi vida —tomé a mi hijo y me vine a casa, entré a trabajar y han pasado cosas —le dije en un tono que dejaba ver que mi vida iba muy bien.—¡Hija de la chingada! —Me dijo emocionada y no pude evitar reír, ella fue la persona que me corrompió y gracJulián me anunció que sus padres estarían en la ciudad y aprovecharía eso para que nos conociéramos. —¡Ay Dios! Esto me pone de unos nervios.—No hay motivo, es solo una comida y ya.Para mi era mas que una simple comida, era conocer a mis futuros suegros y dada mi experiencia anterior era que temía ese suceso.Recuerdo la madre de Arturo cuando me conoció, me miró de arriba a abajo con total desprecio, le estaba robando a su bebé de veinticinco años y quien ella asumió que se quedaría a su lado por siempre y luego vine yo con un hijo en camino y fue como si representara la mas grande amenaza para ella. Recordaba sus constantes ataques e intrigas y me dio pavor pensar en otra persona así, especialmente cuando yo no era una mujer precisamente sin compromiso, tenía un hijo que no era de Julián y me aterró pensar en la sola posibilidad de enfrentarme otra vez a lo mismo. Él se dio cuenta cuando guardé silencio y dejó el sarten con los huevos en la mesa, se acercó a mi y me abrazó.—Te as
Me tomó de la mano y me llevó hacia el centro de la habitación y me besó con posesión, con desespero y yo solo me dejé hacer, comenzó a desnudarse, lo escuché luchando con los botones de su camisa y luego el silencio seguido de sus manos sobre mi, acariciaba con delicadeza cada parte de mi cuerpo y yo me derretía con cada roce de sus manos en mi piel, me empujó suavemente a un diván que alcancé a ver cuando di una rápida inspección a la habitación, me ayudó a recostarme y con su boca fue recorriendo cada parte de mi cuerpo, había una humedad increíble en mi piel que su boca iba dejando a su paso. Se me escapó un gemido que no supe si estaba permitido o rompía la segunda regla, pero no me iba a preocupar de ello porque de hacerlo estaría rompiendo la primera, así que solo disfruté cada caricia que su boca me regalaba, lo sentí avanzar sobre mi ligeramente y me abrió las piernas con delicadeza, estaba cerca del sitio que él amaba explorar y que a mi me enloquecía al sentirlo, se detuvo
El orgasmo me arrastró sin contemplaciones y creí que todo había terminado, nada mas alejado de la realidad, él apenas estaba comenzando, lo supe en cuanto sus dedos comenzaron a abrir camino en el orificio mas pequeño, me encantaba tenerlo dentro en todas las formas posibles, pero simplemente me sentía débil luego de tantas veces que me hicieron venir esa tarde, y ahora venía Julián con su tamaño imponente y sus vigorosas estocadas, y yo que no sabía negarme a ese tipo de placer, ese que por años solo podía soñar.—Amo verte tan deseosa, tan libre, tan puta y tan mía.—No, espera… —un hilo de voz salió de mis adentros cuando sentí la punta presionar en medio de mis nalgas y no esperó, se dejó ir sin clemencia, me tomó las manos y me obligó a levantarme para quedar de rodillas delante de él, sus movimientos fueron mas pausados, casi románticos, pero mantenían un ritmo y yo estaba a su merced, parecía estar crucificada y sufriendo, salvo que el gozo era lo único que me podía describir
—Amor —me dijo un día mientras íbamos de regreso a casa —tenía planeado un fin de semana por tu cumpleaños, ir a donde tú quisieras, pero ¿Qué crees? —¿Qué pasó? —Pensé en algo malo, un problema en la universidad o el despacho.—La abuelita te quiere festejar en su casa, dice que veinticinco no se cumplen siempre.Nos ganó la risa y a mi las lágrimas, mi abuelita era el ser mas amoroso y tierno, siempre cuidando de mi y ahora también de Julián y de Emilio.—Ay mi amor, perdón, es que ella siempre me organiza algo con toda la familia, me hace una comida y un pastel.—No, está bien —me respondió con una sonrisa hermosa, de esas que me mataban de amor, mi hombre comprendía todo —me encantará ser parte de algo así, tenemos toda una vida para ti y para mi.Si eso no era amor yo no sabía entonces qué era, un hombre comprensivo, atento, respetuoso, educado, que cuidaba cada momento de nosotros, que aceptaba a mi hijo como suyo, que compartía conmigo su vida de principio a fin, bueno y malo,
—Puta madre.Me levanté corriendo y fui al baño, mi estómago estaba furioso conmigo y me obligó a devolver todo lo que había ingerido en el último mes, o al menos esa impresión me dio al ver aquello tan escandaloso.Tomé el bolso y salí sin avisarle, iría por algo a la farmacia para calmar ese mounstro que me hacía estar así. —Necesito algo para mi estómago, hace días que no me deja en paz.—¿Tiene alguna receta?—No, es solo el estrés y algo de irritante en exceso. —No puedo darle nada, pero tenemos doctor en la planta alta, puede subir y él le dará un tratamiento adecuado.Quise matarla, me haría esperar por un maldito antiácido o algo similar. Subí las escaleras y por suerte el hombre no tenía a nadie en espera, la puerta estaba entreabierta y me asomé. —Pasé, tome asiento por favor. Confesé mis pecados ante él y me miró comprensivo, me hizo una revisión general y rápida y se colgó el aparato ese por el cuello, arrastró la silla y mi cabeza estaba a punto de estallar.—¿Qué tal
El auto no estaba en la cochera, de manera que estaba en camino aún, subí a la habitación y me quité todo lo que llevaba encima, me puse solo un camisón ligero de satín y encaje que él adoraba. Caminaba descalza por el pasillo que llevaba desde la cocina hasta la escalera que daba a la terraza, subí con un vaso con agua en mi mano y totalmente despreocupada, me senté en el sofá que estaba mas allá del asador, me recargué ligeramente sobre mi brazo y me fui quedando dormida.—Corazón —le escuché muy a duras penas, estaba agachado frente a mi y acariciaba sutilmente mi pierna con su mano derecha y con la otra me colocaba el cabello atrás de la oreja.—Hola —le sonreí con flojera, no de verle, eso me daba un gusto siempre, así hubieran pasado solo un par de horas —me quedé dormida.—Te amo, te amo mucho mi cielo.—Yo a ti, con todo mi ser.Me abracé a él y me recibió como siempre y diferente a la vez, sentí su abrazo mas protector, mas dulce, mas amoroso y lo atribuí a la serie de cambio
—¡¿Qué?! ¿Estás loca? —Su asombro casi podía verlo.—Embarazada solamente. —Y me lo dices así, me va a dar algo. ¿Cuánto tienes? Y eso de que Julián te engaña ¿Qué onda? ¿De dónde sacas eso?—Tengo como dos meses y de Julián lo se y ya, una se da cuenta, Vicky.—No, Julián no te sería infiel jamás. No entendía qué chingados le dio ese hombre a mis amigas para que no quisieran creerlo capaz de serme infiel, y no me preocupaba que se cogiera a veinte tipas mas, me preocupaba que les tomara cariño, que les contara sus cosas, que confiara en ellas, que compartiera ese tipo de intimidad que guardábamos solo para la pareja, eso de saber su comida favorita, la película que lo hace llorar, los recuerdos mas hermosos de su infancia, que era adicto al chocolate, todo eso no quería que fuera de nadie mas, esa era para mi la verdadera infidelidad, el sexo lo daba cualquiera, esa conexión única y mágica entre dos almas no se daba tan fácil. —¿Sabes qué? Voy a buscarlo, estoy segura que lo encon
—¡¿Qué?! ¿Estás loca? —Su asombro casi podía verlo.—Embarazada solamente. —Y me lo dices así, me va a dar algo. ¿Cuánto tienes? Y eso de que Julián te engaña ¿Qué onda? ¿De dónde sacas eso?—Tengo como dos meses y de Julián lo se y ya, una se da cuenta, Vicky.—No, Julián no te sería infiel jamás. No entendía qué chingados le dio ese hombre a mis amigas para que no quisieran creerlo capaz de serme infiel, y no me preocupaba que se cogiera a veinte tipas mas, me preocupaba que les tomara cariño, que les contara sus cosas, que confiara en ellas, que compartiera ese tipo de intimidad que guardábamos solo para la pareja, eso de saber su comida favorita, la película que lo hace llorar, los recuerdos mas hermosos de su infancia, que era adicto al chocolate, todo eso no quería que fuera de nadie mas, esa era para mi la verdadera infidelidad, el sexo lo daba cualquiera, esa conexión única y mágica entre dos almas no se daba tan fácil. —¿Sabes qué? Voy a buscarlo, estoy segura que lo encon