—Puta madre.Me levanté corriendo y fui al baño, mi estómago estaba furioso conmigo y me obligó a devolver todo lo que había ingerido en el último mes, o al menos esa impresión me dio al ver aquello tan escandaloso.Tomé el bolso y salí sin avisarle, iría por algo a la farmacia para calmar ese mounstro que me hacía estar así. —Necesito algo para mi estómago, hace días que no me deja en paz.—¿Tiene alguna receta?—No, es solo el estrés y algo de irritante en exceso. —No puedo darle nada, pero tenemos doctor en la planta alta, puede subir y él le dará un tratamiento adecuado.Quise matarla, me haría esperar por un maldito antiácido o algo similar. Subí las escaleras y por suerte el hombre no tenía a nadie en espera, la puerta estaba entreabierta y me asomé. —Pasé, tome asiento por favor. Confesé mis pecados ante él y me miró comprensivo, me hizo una revisión general y rápida y se colgó el aparato ese por el cuello, arrastró la silla y mi cabeza estaba a punto de estallar.—¿Qué tal
El auto no estaba en la cochera, de manera que estaba en camino aún, subí a la habitación y me quité todo lo que llevaba encima, me puse solo un camisón ligero de satín y encaje que él adoraba. Caminaba descalza por el pasillo que llevaba desde la cocina hasta la escalera que daba a la terraza, subí con un vaso con agua en mi mano y totalmente despreocupada, me senté en el sofá que estaba mas allá del asador, me recargué ligeramente sobre mi brazo y me fui quedando dormida.—Corazón —le escuché muy a duras penas, estaba agachado frente a mi y acariciaba sutilmente mi pierna con su mano derecha y con la otra me colocaba el cabello atrás de la oreja.—Hola —le sonreí con flojera, no de verle, eso me daba un gusto siempre, así hubieran pasado solo un par de horas —me quedé dormida.—Te amo, te amo mucho mi cielo.—Yo a ti, con todo mi ser.Me abracé a él y me recibió como siempre y diferente a la vez, sentí su abrazo mas protector, mas dulce, mas amoroso y lo atribuí a la serie de cambio
—¡¿Qué?! ¿Estás loca? —Su asombro casi podía verlo.—Embarazada solamente. —Y me lo dices así, me va a dar algo. ¿Cuánto tienes? Y eso de que Julián te engaña ¿Qué onda? ¿De dónde sacas eso?—Tengo como dos meses y de Julián lo se y ya, una se da cuenta, Vicky.—No, Julián no te sería infiel jamás. No entendía qué chingados le dio ese hombre a mis amigas para que no quisieran creerlo capaz de serme infiel, y no me preocupaba que se cogiera a veinte tipas mas, me preocupaba que les tomara cariño, que les contara sus cosas, que confiara en ellas, que compartiera ese tipo de intimidad que guardábamos solo para la pareja, eso de saber su comida favorita, la película que lo hace llorar, los recuerdos mas hermosos de su infancia, que era adicto al chocolate, todo eso no quería que fuera de nadie mas, esa era para mi la verdadera infidelidad, el sexo lo daba cualquiera, esa conexión única y mágica entre dos almas no se daba tan fácil. —¿Sabes qué? Voy a buscarlo, estoy segura que lo encon
—¡¿Qué?! ¿Estás loca? —Su asombro casi podía verlo.—Embarazada solamente. —Y me lo dices así, me va a dar algo. ¿Cuánto tienes? Y eso de que Julián te engaña ¿Qué onda? ¿De dónde sacas eso?—Tengo como dos meses y de Julián lo se y ya, una se da cuenta, Vicky.—No, Julián no te sería infiel jamás. No entendía qué chingados le dio ese hombre a mis amigas para que no quisieran creerlo capaz de serme infiel, y no me preocupaba que se cogiera a veinte tipas mas, me preocupaba que les tomara cariño, que les contara sus cosas, que confiara en ellas, que compartiera ese tipo de intimidad que guardábamos solo para la pareja, eso de saber su comida favorita, la película que lo hace llorar, los recuerdos mas hermosos de su infancia, que era adicto al chocolate, todo eso no quería que fuera de nadie mas, esa era para mi la verdadera infidelidad, el sexo lo daba cualquiera, esa conexión única y mágica entre dos almas no se daba tan fácil. —¿Sabes qué? Voy a buscarlo, estoy segura que lo encon
Me abrió la puerta y en cuanto estuve dentro cerró y fue a su sitio, los cristales eran totalmente obscuros y sabía que no nos miraban, apenas puso los seguros y su boca se lanzó a mis tetas.—¡Por Dios, Amanda! Deja de usar pantalones, me complicas todo.—Y tú deja de decir que quiero una cogidita suave porque no es así.Se detuvo en seco y me miró fijamente esperando una explicación.—¡Maldita sea, Julián! Que sí me gusta y lo disfruto, pero necesito que seas salvaje, rudo, necesito que me poseas de la forma en que a ambos nos encanta.—Eso no pasará corazón, no en tanto no seas sincera conmigo.Tenía el descaro de voltearme los papeles, hombre al fin. Me hizo enojar tanto su atrevimiento que me importó poco que esa fuera nuestra primera pelea intensa.—¡¿Qué dices?! Ahora resulta que la infiel soy yo. ¡Vete al diablo, Julián!Bajé del auto y me regresé caminando, ni los tacones ni nada me impidió andar a prisa y dejarlo en el auto solo. Fui a la oficina y me encerré a revisar unas
Me levanté al instante y me despojé de la ropa, y lo ayudé a él con su pantalón, se sentó a orilla de la cama y me subí a horcajadas en él, sus dedos se clavaban en mis caderas con fuerza, estaba evitando que tomara el control y me aventurara a algo mas agresivo, pretendía con su "cogidita suave" calmar mis ansias y eso simplemente no pasaría.—Déjame bajar mas, por favor.—No, si quieres hacerlo tú será así.Yo sentía el fuego alojarse en mi y la única manera de apagarlo era justamente con Julián dentro de mi y él se negaba.—Dime que no lo deseas —le acerqué mis senos a la boca y ansioso los besó y lamió, lo sentía temblar para evitar clavarse por completo en mi —solo dime que no y me detengo.—Cierra la boca, no me ayuda mucho el escucharte así —me pidió entre jadeos, yo aproveché para levantarme un poco mas y sentí su miembro salir de mis adentros.—Por favor, Julián.Negó con la cabeza y yo no iba a conformarme con una negativa, busqué con mis movimientos su miembro y traté de si
¿Qué mas le pedía a la vida? Ya lo tenía todo, Arturo parecía haber dejado de molestar, mi madre ya no se metía en mi vida y pude hablar con Alberto; le hablé con sinceridad de mis sentimientos por Julián y le conté que estaba embarazada y me deseó lo mejor.—Mi pequeño ya tiene dos meses, se llama Mateo —me mostró fotos y era idéntico a él, tenía sus ojos y su risa.—Oye, es tan bello.—Lo es, y muy tranquilo eh, nada de llorar por las noches, solo despierta a comer y ya.—Me da gusto que seas feliz, Alberto. Yo no podría estar tranquila si no fuera así.Me tomó las manos y sentí su tacto distinto, no se si era porque yo ya no lo veía con los mismos ojos o porque en verdad algo en él había cambiado.—Mandy, tengo una familia hermosa. Ya te digo que mi esposa es una mujer extraordinaria y mi hijo es nuestra razón de ser; sin embargo, debo decirte que podrá pasar toda una vida y yo seguiré amándote, y sabré esperar a si un día tú decides hacerme el hombre mas feliz del mundo —sus ojos
Al despertar lo primero que hice fue llamarlo, estaba adormilado aún cuando atendió la llamada.—Hola mi amor, buenos días.Escucharlo fue casi como tocar el cielo, volver a la vida.—Julián, te extraño mucho, tuve pesadillas sin ti.Rió un poco y le conté lo sucedido, me tranquilizó al decirme que hoy mismo estaría en casa con nosotros y que no iría a ningún lado, que solo fue un sueño, un mal sueño.Lo dejé prepararse para su audiencia y mientras yo me puse a trabajar desde casa, tanto me hacía falta que no tenía ganas de salir, llamé a la oficina y pedí me enviaran todo por correo para no dejar atrasar nada.Estuve hasta las dos en la laptop y al teléfono, justo a las dos con veinte llegó mi amiga con comida china, nos sirvió a cada uno, ya que Emilio no fue a la guardería, no le vi el caso si yo estaba en casa.—Amo esa salsita de chile de árbol en aceite —le dije saboreando un rollito de queso bañado en salsa agridulce y la de árbol súper picante.—No abuses o te darán agruras.E