La pista para la carrera no existía. Era simple, en cuanto llegamos al estacionamiento en el cual nos citaron, lo comprendí todo. Correríamos, sí, pero al parecer no en un terreno alejado, solitario y seguro; si no en la maldita ciudad con automóviles y personas circulando como cualquier día normal. Debimos alejarnos, dar media vuelta y huir, estoy segura de que podríamos arreglar este asunto de otro modo, pero Mateo negó con la cabeza cuando le comenté mi inquietud, al parecer, a fuerza tenía que quedar zanjado hoy.Le creí, confié en él, pues estaba totalmente segura de que jamás me haría daño; Mateo me protegía y cuidaba, no me pondría en peligro innecesario, así que no hice más preguntas, me concentré en controlar mis respiraciones y tomé mi pulso: 60 latidos por minuto, sin problemas. Mis crisis de pánico hoy no harían de las suyas.Después del incidente en el antro hace varios meses, me puse a entrenar como loca. En cuanto acepté ser novia de Mateo, me contó acerca de la organiz
Me levanto y casi aviento la computadora. Siento mi rostro arder de ira, siento mi respiración volverse rápida y pesada. Mi pulso se dispara y puedo sentir palpitaciones. Siento el mareo y dos segundos después aparece la náusea. No logro llegar al baño, justo en el umbral tengo una arcada y luego vomito. Estoy temblando, ni siquiera puedo pararme. Siento frío, calor, dolor y la cabeza está por reventarme. Aparece el ya conocido dolor en mi pecho, me oprime hasta que está a punto de acabar conmigo. Trato de llegar a mis medicinas, junto la fuerza de voluntad necesaria para moverme un poco, pero no lo logro. Malditos ataques de pánico, odio esto. No puedo respirar, mi corazón late demasiado; sé que voy a morir. Lo último que pienso antes de que todo se vuelva negro es que si lo que dice la religión es cierto, al menos veré de nuevo a mi mamá.Un rayo de luz cae sobre mi rostro. Quema. Es molesto, pero no tengo la fuerza suficiente como para abrir los ojos, menos aún para moverme. Un gru
Una vez que estoy lista, me miro en el espejo: Me veo bien, el vestido azul y largo contrasta con mi piel, enmarca mi figura y me hace lucir elegante. Deshecho el pensamiento de que fue con ese vestido que jugué con Germán a la princesa y el paje, mejor termino de maquillarme y salgo con papá y dos amigos suyos (que jamás vi) hacia el jardín donde se llevará a cabo la celebración de matrimonio.Durante los preparativos, nunca me inmiscuí mucho debido a que no estoy del todo de acuerdo con esta boda, pero sobre todo porque no me interesaba un pito. Y ahora que el día llegó, que estoy parada en la entrada del enorme jardín adornado con miles de arreglos florales, la estatua de hielo gigante junto a la fuente del centro y veo un espacio acondicionado para cuando lleguen los del registro civil; me doy cuenta de que esto es en serio, se va a llevar a cabo y aunque quise evitarlo y fingir que nada pasaba; se volvió realidad.Gracias al cielo, me tomé doble dosis de medicamento (después de a
Tomé el volante con fuerza, mis nudillos perdieron el color hasta volverse pálidos, mi pulso iba a mil por hora, sin embargo, controlé mis respiraciones. No temblaba, lo que fue buena señal, tampoco vi manchas blancas o borroso, mi visión se volvió más nítida. Tragué saliva, así me aseguré que no tenía la boca seca, probé un poco el clutch en la línea de salida y recité una plegaria silenciosa para que Mateo no hiciera una tontería mientras me metía en la peor carrera de mi vida.Alguien tocó mi vidrio y volteé. Era Mateo y al lado de él estaba Emma quien me miraba inexpresiva. Si no la conociera y fuera mi enemiga, esa chica gótica me pondría los pelos de punta. Bajé la ventanilla y junté mi fuerza de voluntad para no lanzarme hacia Mateo y pedirle que me despertara de esta pesadilla. Porque, amigos, me moría de miedo y lo único que me impedía salir corriendo era la idea de que la chica pálida se iría con los tipos raros y también yo. Y no solo eso, si no que Mateo moriría porque no
—Está hecho, déjanos ir —dije mientras el otro coche enfrenaba—. Fue una buena carrera.Pero antes de que alguien pudiera decir algo, el conductor saltó hacia fuera, me gritó perra puta y disparó. Entonces comenzó el caos. Me agaché y caí al suelo junto al coche, me cercioré de que no estuviera herida de gravedad, pero ni siquiera estaba herida. Las balas comenzaron a volar. Oí un grito, luego un quejido. Yo no traía arma, sabía disparar, pero nunca me dejaba llevar una. Levanté un poco la cabeza y alcancé a ver un cuerpo tirado boca arriba, posiblemente estaba muerto. Un automóvil quiso salir del estacionamiento, pero entre Flavio y Emma le dispararon a las llantas, chocó contra una columna y entonces explotó. ¿Qué verga? Pegué un brinco del susto y volví a agacharme. Cuando oí que alguien gritó mi nombre, me levanté y vi a la chica de tez pálida con una herida en el abdomen, Emma la auxiliaba. Mateo corrió hacia mí, mientras Flavio peleaba cuerpo a cuerpo con un tipo, el que despren
Me lanzo hacia allá y tomo el teléfono. Entonces veo un cadáver cerca; se trata de Franco, el policía. Tiene una herida de bala en la cabeza y mira sin ver hacia la carpa. Claro, no trae pistola porque no estaba de servicio, el pobre no tuvo oportunidad. No veo cerca a su esposa, pero espero que esté bien. Corro de vuelta hacia donde está papá mientras marco el número de emergencias.Estoy a dos pasos de papá cuando alguien se me avienta encima y me manda a volar hasta colisionar con una mesa. Escucho el sonido del arreglo florar al caer y romperse y entonces siento que se me corta la respiración. M*****a sea, definitivamente hoy no es mi día. Aspiro una bocanada de aire antes de ver que alguien me apunta con un arma.Justo en la cara. Tenemos al ganador que matará a Dinaí. Al menos moriré junto con papá.—No más refuerzos —el tipo que me tacleó es un joven de mi edad de cabello oscuro, ojos azules y una nariz delgada, tiene varias pecas casi invisibles en la nariz —, perra.Cierro los
MateoMateo Payró, eres un imbécil de mierda.Actué de forma precipitada cuando vi que Dinaí apuntó directo a Catarina quien se hallaba en el suelo molida a golpes y con el rostro ensangrentado. Dinaí la habría matado, no habría dudado un segundo en disparar. Lo vi en su mirada desquiciada, desesperada y segura.Por mucho que intenté disuadirla de tal error que mancharía sus manos de sangre, fue insuficiente. No es la primera vez que Dinaí asesina a alguien, anteriormente salvó mi vida a expensas de quitarle la vida a otro; a un matón, sicario, secuestrador. Y se lo agradecí y agradeceré cada día de mi existencia. Me prometí a mí mismo amarla y cuidarla de cualquier daño físico y emocional, porque en el momento que accionó el arma y se deshizo de quien estuvo por asesinarme, entendí que era ella con quien quería pasar el resto de mi vida.Y entonces me rompió el corazón. La misma noche en que salvó mi vida, Dinaí se enfadó, me dijo que jamás quería volver a verme si aún estaba obsesio
El olor es vital, el aroma nos guió, sé que Gustavo estaba cerca del mafioso y por eso usamos a Aiden (de quien no sabemos casi nada útil) y las carreras de excusa para infiltrarnos.Sin embargo, el padre de Dinaí está limpio, fuera de la muerte de su esposa, no hay algo fuera de lugar en su expediente. Aunque ni siquiera terminamos de revisarlo, pues alguien robó los documentos de Dinaí y su padre antes de poder completar la investigación. Dejé de sospechar y entonces dieron el pitazo del mafioso en la boda.Al final, ya no importa, mi instinto me dicta que Dinaí es inocente, que verdaderamente no tenía idea de nada. Porque efectivamente ella nació y vivió aquí, es su casa, su pueblo y acá pertenece.—Será sospechosa, pero no evitará que la cuide.—La amas —Catarina me mira irritada y enojada—. Admítelo y date paz. Nunca la superaste. Entiendo que nunca tuvimos nada serio y que el show de la pareja fue más para guardar apariencias; pero debiste haberlo mencionado.Y aquí vamos otra v