El mundo se derrumba a mí alrededor, una pesada cortina se desbarata frente a mí y siento como la ira que constantemente trato de apaciguar cobra fuerza a cada momento. Sandro es un enfermo, un hombre con algún trastorno; es un maldito psicópata. No sé nada de psiquiatría, pero estoy segura de que mi tío está mal de la cabeza. Mi respiración se acelera en un intento de evitar esta sensación de ahogo que me embarga.Las crisis son de lo peor y cada vez que se presentan siento que me muero.Por suerte, mi espalda está recargada en la pared, mis piernas flaquean y siento como caigo al suelo. Jadeo de dolor, no sé de donde proviene, solo siento que me recorre de cabeza a pies. Sabía que mamá no se sentía real, algo en ella es artificial, pero el verlo, presenciar el momento en que Sandro la asesinó... es otro golpe duro. No es un dolor de pérdida, ese lo superó la Dinaí de 16 años, este dolor es distinto, es decepción, sorpresa y más que nada me siento mal por la mujer que tiene los recue
Dado que he ganado todas las carreras de la una de la mañana, tengo pase directo a la competencia final. Elisa es la encargada de hacer mis apuestas, tiene buen tino para eso o es solo que agarró experiencia en El Arco. Mientras llega la hora de hacer rugir el motor, me dedico a echar un vistazo por los alrededores. Nada sospechoso, nada fuera de lugar. Si Elisa me falla, me enojaré con ella. Gibrán, como siempre, se acerca a charlar y a mandar indirectas y directas sobre irme con él después. Me vale madre, solo quiero competir, pues creo que Elisa se equivocó y la persona a la que quería ver no vendrá. Debí quedarme para matar a Sandro.La esperada carrera llega, entre vítores y aplausos, nos reciben. Llego a la línea de salida con el Audi y le sonrío a una chica que me saluda desde fuera. Casi siempre elijo el carril de la izquierda, de alguna forma me hace sentir mejor. Volteo a la derecha y veo a Ramón, uno de los que siempre ganan, pero yo siempre le gano. Más allá hay un autom
La mirada de Mateo se clava en la mía. Sus ojos color ámbar son tan familiares que entre tanta frialdad es como una corriente tibia. Si rostro no refleja emoción alguna, él siempre ha tenido el talento de esconder muy bien sus sentimientos.Me desestabilizo por un breve momento, debo admitir que por poco dejo caer una lágrima, pero él no es el único que sabe disfrazar las emociones. Tomo el broche de mi madre, la verdadera y no el experimento, lo admiro una vez más y una máscara de inexpresividad cae en mi rostro.Siento el ferviente deseo de sacar la cocaína, hacer una línea y metérmela aquí mismo. Los dedos de mis pies juguetean nerviosos, espero que nadie se percate de mi creciente ansiedad. La frecuencia cardíaca incrementa, puedo sentirlo, intento disimular mis respiraciones agitadas, pero la crisis es inevitable, la siento tan cerca.—Tranquila, Dinaí —su voz es pausada y su rostro adopta expresión preocupada—. Respira, solo concéntrate en el aire. No pasa nada, estoy bien, está
Las puertas se abren y entro casi corriendo, pulso el botón con el número 5 marcado, por alguna extraña razón, estoy impaciente por llegar a mi destino. Pero también siento el deseo ferviente de inhalar. Podría hacerlo, estoy sola en el elevador... no, no es correcto. Solo me hago más daño del que ya me he hecho. Culpas a Aiden por bullearte, pero te haces el mismo daño. Es mi vida, si me quiero hundir, lo hago. Pero nadie tiene derecho a hundirme. Y por favor, desaparece, no te necesito. Claro que necesitas de mí, soy tú. Estos últimos meses gracias a mí has resistido. Gracias a mí mataste a Catarina, gracias a mí te uniste a Sandro. Así es, lamento informarte que esto se acabó.Llego a la puerta indicada, el número 512 está en lo alto. Trago saliva, ¿qué tal si esto es una trampa? Me podrían matar o torturar. Y es viable, le jodí la vida a Mateo después de que accidentalmente me la jodiera a mí. No, Mateo no es así, me hizo daño, le hice daño, pero sé que no lo hará de nuevo, porque
—La razón por la que lo hiciste es válida, no digo que me agrade, pero es mejor tener sexo que quitar una vida —¿lo es?—. Si te preocupa no poder controlar tus impulsos, podemos trabajar en ello, podemos ver a un doctor, así como te llevé con uno cuando te dio la crisis de pánico.Si no estuviera tan segura de que estoy viva, pensaría que este es el cielo mismo. Estoy tan segura de que me enamoré del hombre correcto en el momento correcto. Porque no me pienso engañar, así como admito que empezaba a enamorarme de Joel, debo admitir que una parte de mí siempre perteneció a Mateo. Pero irme con él no es lo correcto.—Emma está aquí —digo para cambiar de tema—. La vi en una carrera, casi me mata, pero no la culpo.—También vinimos por ella, está perdida, triste; es nuestra amiga. Mañana hablaremos con ella, estoy seguro de que nos odia por dejarla, pero debemos hacer el intento.Bien, eso me tranquiliza. Al menos Emma estará en buenas manos, la cuidarán, serán un grupo de amigos unido y t
La esposa de Erik me sonríe y abraza alegando que ansía convertirse en mi hermana y no sé qué. Todo es halagos, cumplidos e hipocresía.Al final nos sentamos a la mesa (obviamente y como era de esperarse, me ponen al lado de Benjamín). Tiene unos modales exquisitos, pero no me imagino casada con él. No es mi tipo.—Haremos un imperio envidiable —Erik alza la copa cuando vamos por el plato fuerte—. Seremos intocables, nos respetarán y temerán. ¡Brindo por una nueva era!Sandro y Erik se llevan de maravilla, parecen amigos de toda la vida. Alzo la copa junto a los demás y bebo, preferiría agua natural, pero me conformo con el vino. Apenas lo he tocado. Benjamín me hace la plática, es patético que nuestros temas de conversación sea o el negocio o cosas como automóviles, vinos y armas. Mi madre, Alenna y la esposa de Erik charlan de lo lindo, seguramente se halagan entre ellas. Las otras chicas tienen cara de aburridas, resulta que son hermanas Falcón y aunque se ven inocentes, todos sabe
Mateo aún tiene fe en mí, aun piensa que soy buena persona o al menos que puedo serlo. Siempre vio en mí más rasgos buenos que ninguna otra persona. Si él pudo perdonarme y yo a él... a veces uno comete errores que te voltean la vida de cabeza, pero todos merecemos una segunda oportunidad. Un nuevo comienzo.Suelto un grito de frustración, a veces detesto esa parte de mí que se niega a escuchar el sentido común. Rápido, no puedo perder más tiempo.Llego al séptimo piso y corro hacia la habitación en donde se queda Elisa. Más vale que esté ahí. Aporreo la puerta con fuerza hasta que me abre, preocupada.—¿Qué pasa, Di? —abre los ojos en sorpresa—. No me digas que la cena salió mal.Entro a la habitación y tomo una maleta del armario, la abro y comienzo a meter lo que encuentro.—No hay tiempo, tienes que salir de aquí —ella se acerca y me mira confusa—. ¡Deja de verme así! Empaca lo indispensable y sal de aquí.—¿Qué te pasa, amiga? —la palabra amiga me hace detenerme en seco—. Tranquil
Recorría, tambaleante, el oscuro pasillo repleto de gente que se apartaba con asco en cuanto notaba mi presencia. Las luces de colores que parpadeaban al son de la música me provocaban una jaqueca terrible. Ahí caí en la cuenta de la caótica sabiduría que nace de la decadencia, pues con cada paso que daba, revivía las malas decisiones que había tomado a lo largo de mi vida. No son malas, Di, son terribles. Y es que fue fácil reprocharme las acciones que me trajeron hasta aquí, definitivamente debí pensar en las consecuencias.Tenía náuseas, pero reprimí el vómito, lo que menos necesitaba era hacer enojar a la gente que me rodeaba; pues podrían echarme a patadas del sótano maloliente y perdería lo último que me quedaba de dignidad. Estar ebria y drogada sin compañía es de lo más peligroso que pude hacer.Supe que me estaba dando el bajón porque mi visión se volvía opaca y borrosa, además, pude sentir mareo, una punzada en el interior del cráneo, la típica dificultad para respirar y las