El olor es vital, el aroma nos guió, sé que Gustavo estaba cerca del mafioso y por eso usamos a Aiden (de quien no sabemos casi nada útil) y las carreras de excusa para infiltrarnos.Sin embargo, el padre de Dinaí está limpio, fuera de la muerte de su esposa, no hay algo fuera de lugar en su expediente. Aunque ni siquiera terminamos de revisarlo, pues alguien robó los documentos de Dinaí y su padre antes de poder completar la investigación. Dejé de sospechar y entonces dieron el pitazo del mafioso en la boda.Al final, ya no importa, mi instinto me dicta que Dinaí es inocente, que verdaderamente no tenía idea de nada. Porque efectivamente ella nació y vivió aquí, es su casa, su pueblo y acá pertenece.—Será sospechosa, pero no evitará que la cuide.—La amas —Catarina me mira irritada y enojada—. Admítelo y date paz. Nunca la superaste. Entiendo que nunca tuvimos nada serio y que el show de la pareja fue más para guardar apariencias; pero debiste haberlo mencionado.Y aquí vamos otra v
AidenCuando logré llegar a la mesa principal después de esquivar balas, golpes y fuego, Di ya no estaba. A quien sí hallé fue a su padre; el señor Macías estaba tan pálido como la maldita nieve, pero al revisar el pulso lo sentí apenas, fue suficiente para traerlo conmigo. Me quitaron a Di, seguramente la policía o los otros se la llevaron, pero iré por ella. Tarde o temprano voy a rescatarla. Más vale que sea temprano que tarde.—¡Señor Macías! —grita la doctora una y otra vez—. ¿Me escucha?El pobre hombre ha entrado tres veces a cirugía, no sé ni qué le hacen, pero desde que lo traje conmigo, la gente me ha tratado casi como a un héroe y han hecho lo posible por mantenerlo vivo. No puedo evitar pensar que tal vez el señor ya quiere descansar. Digo, su maldita prometida le encajó el tallo de una copa en pleno brindis y justo después, la mataron con una bala en la cabeza. Todo frente a él, tal vez solo quiere olvidarse de eso. Y qué mejor que la muerte.Cuando me llegó la llamada de
AidenEs imposible, no hay mejor forma de describir el hecho de que la persona encapuchada y con una voz fantasmagórica acaba de agradecerme por salvar a su "esposo" y que espera ver de nuevo a su "hija". La única persona a la que he salvado en mi vida ha sido al padre de Di y eso fue hace dos días. Y ni siquiera lo contaría como salvación pues el señor Macías aún está delicado. Despertó y todo, pero eso no significa que su cuerpo esté en perfectas condiciones; todavía le falta regenerar, evitar las infecciones, cicatrizar y recuperar fuerza. Con que no se muera puedo darme por servido.Y aparte, la mujer habló de una hija. Marido-hija, es fácil sacar conclusiones. Pero cuando doy media vuelta y volteo hacia la mujer, lo único que puedo asegurar es que definitivamente la hermosa mujer de piel tan blanca como la nieve, ojos claros almendrados y cabello negro rizado; no es la madre de Dinaí. Pudiera tener un ligero y casi imperceptible parecido (sobre todo por la edad), pero no es. Cual
—El asunto es que jamás me llevé bien con mi familia —comienza Rosanna, no logro asimilarla como la mamá de Di, ayuda—. La familia Quijano siempre fue vista en el vecindario como una familia ejemplar, con integrantes amables y el matrimonio perfecto. Pero era pura habladuría, pues bajo la fachada de perfección aguardaba un secreto oscuro: Los padres eran traficantes de cocaína. Y tenían su pequeña "empresa" con la cual sacaban lo suficiente y no se metían con los grandes, pero como siempre, surgió la ambición y empezaron a crecer. Mi solución fue largarme, fui a la universidad y después me mudé a Sores; era mi pueblo ideal. Sin problemas y sin tener que ver sobre mi hombro. Conocí a mi marido quien casi me obligó a invitar a mis padres a la boda porque quería conocerlos. Ese fue el primer gran error. Mis padres y mi hermano —señala a Sandro—, asistieron a la boda. Se mantuvieron apartados y con bajo perfil, pues para entonces ya estaban inmiscuidos en las grandes ligas. Casi ni hablar
MateoEmma está actuando de manera sumamente extraña. Siempre fue una chica gótica y poco amigable, pero la consideraría una verdadera amiga. Ahora no sé qué trama, ni qué piensa, pero sé que tiene que ver con Flavio.Desde que discutí con él porque desvió mi tiro y herí a Dinaí de gravedad, no hemos hablado. Apenas nos encontramos y nos esquivamos. Yo entiendo este lema de: "Hermanos antes que mujeres." Pero que no mame, por poco mato a la mujer que amo y todo por no fijarme que estaba detrás de mí mi mejor amigo. Si hubiese pedido disculpas lo habría aceptado, con un poco de tiempo tal vez las cosas serían las de antes, pero cuando me dijo que hizo lo necesario porque yo no tenía los cojones de hacerlo, quedó claro que no se arrepentía.Y sí, me enfadé.No he podido despegarme de Dinaí. Después de que me enteré de que el detective Serrano la mandó matar por medio de Germán, he hecho guardia a su lado. Apenas he dormido. Y por eso desconfío de Emma, pues está aquí, sin decir gran cos
Si la gente supiera el daño que ocasionan las palabras, seguramente tendrían más cuidado al pronunciarlas.A las palabras se las lleva el viento, pero provocan sentimientos; escuchar desencadena una serie de reacciones que culminan en emociones y aunque una acción vale más que mil palabras; uno sigue confiando en letras bien acomodadas.Pero eso se acabó. Confié en cada cosa que los cercanos a mí me decían, creí cada sonido que salía de su boca, pero al final mintieron. Todos y cada uno de ellos.Ahora sé por qué Germán nunca cuestionó ninguna acción descabellada por mi parte. Ahora sé que tal vez todo fue montado. Él dijo ya en sus últimos momentos que nada fue fingido, pero tuvo que serlo, pues era policía y si era infiltrado siempre tuvo segundas intenciones.Ahora entiendo por qué Gustavo me acusó de soplona la segunda vez que fui a El Arco, pues no fui yo quien dio el pitazo de que cayera la policía a El Arco, si no Germán. Y como él se veía tan sincero, tan inocente; nadie sospe
DinaíLanzarse hacia un objeto movible o incluso inmóvil, cuando tienes una herida a medio cerrar, no es buena idea. En primera, la furia anestesia ciertas sensaciones debido a que toda la concentración está en un único fin: lastimar. Pero no significa que la punzada profunda y urente no esté ahí. El dolor recorre como un latigazo desde mi abdomen hasta las piernas e incluso mi pecho. En cuanto hago fuerza, mi cuerpo reclama y no es agradable. Aparte, mis piernas no soportan mi peso, ¿pues cuánto tiempo pasó?Grito y caigo. Estoy débil, estoy tensa, estoy lisiada. Bueno, eso último no cuadra porque me pude mover, pero es casi lo mismo porque ni siquiera puedo sostenerme en pie debido a mis lesiones. Mi lesión; la lesión que ocasionó Mateo quien al verme tirada en el piso, rápidamente se inclina y trata de ayudarme, sostenerme o algo parecido. Es automático, lo repelo con mi brazo derecho, el que no se golpeó cuando caí, aparto bruscamente sus brazos que buscan acogerme y le grito que
Mierda, ahora quiero vomitar. Me centro en respirar profundo, en poner la mente en blanco o en otro color y en no pensar que algo tengo que ver con la mafia. "Tranquila, Dinaí, no más ataques de pánico, por favor."—Mi mamá tenía un amante —suelto de improviso, vaya, de todo lo que pude haber dicho eso sale—. Tal vez se conocían desde antes de mi nacimiento, pudiera ser que yo fuera hija del otro y no de mi papá.Eso sonó estúpido. ¿Soy hija de otro que no es mi papá? Vaya, Dinaí, ahora sí te luciste. Pero parece funcionar, pues Mateo ladea la cabeza y se endereza en su silla de madera. Ha de estar incómoda, ¿desde hace cuánto estará aquí? No creo que estuviese metido aquí durante mi sueño profundo. Obviamente no, él seguro estaba preocupadísimo por la carita bonita de Catarina. Maldita pelirroja, en cuanto su rostro aparece en mi mente, la burbuja de ira que se iba desvaneciendo, cobra fuerza.—¿Quién era el amante?—No soy idiota, Mateo —digo mientras adopto actitud arrogante, prefi