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Negar a mis pensamientos no ayuda a mis sentimientos

Debemos ir a la mezquita a orar, mi padre y mis hermanos pueden entrar a la sala principal, nosotras debemos orar en otro lado ya que somos impuras para entrar a la sala donde los hombres oran, todas las mujeres oramos a parte de los hombres.

Pasamos un tiempo orando, he pedido a Alá de todas las maneras,  no pensar en el soldado israelí pero no he logrado sacarlo de mi mente desde que lo conocí, ¡Ardere en el fuego del infierno si sigo teniendo esos pensamientos impuros!

Después de acabar mi oración salgo de la mezquita, mientras mis hermanas y mi madre siguen dentro haciendo sus oraciones diarias en el pequeño salón. Miró a mi alrededor, algunas veces quisiera tan sólo tener un poco de paz, me sumo en mis pensamientos mirando al horizonte lleno de personas que van de un lado al otro por el mercado de la ciudad.

Sin pensarlo empiezo a caminar sin rumbo fijo, en un deseo indescriptible de alejarme de todo y de todos nace en mí.

No sé cuánto me he alejado de la mezquita, me tropiezo con alguien, miró los zapatos, me doy cuenta que son militares, ¡Oh no! Creo que me fui a meter donde no debo caminé demasiado sin darme cuenta que rumbo tomaba.

Comienzo a caminar en retroceso al darme cuenta de mi error sin levantar la mirada, debo alejarme rápidamente, ahora me doy cuenta que no es sólo un soldado, son varios.

Están en silencio, solo sus rostros gritan molestia y fastidio,  eso me asusta, pueden estar preparando algo en contra mio, no tengo idea de sus intenciones, así que prefiero dar vuelta pero me doy cuenta que están rodeando, así que tengo a varios que no me dejan pasar ni dar un paso atrás,  ésto no irá bien, me desespero pero no puedo pasar por ningún lado, estoy bloqueada por varios soldados.

-¡Déjenla pasar! - esa voz, levanto la mirada, es el soldado, ¡es él!, que ordena con fiereza que me dejen ir.

Me tapo mejor el rostro con mi velo para que no me vea, mientras me abren paso para que pueda salir. El soldado se acerca a mí y comienza a caminar a mi lado como si intentará cuidarme.

-...Creo que te asustaron - empieza a hablar mientras camina.

-Sí...un poco...- respondo con voz nerviosa.

-Te alejaste demasiado...

-...No me di cuenta donde estaba yendo.

-Te reconocí ni bien te vi.

-¿Cómo, si nunca viste mi rostro?

- Tus ojos son únicos, podría reconocerte en una multitud...- responde mientras sonríe, puedo notarlo cuando levantó tímidamente la mirada para observarlo.

-¡Creo que es mejor que me vaya...! - exclamo nerviosa mientras acelero el paso pero el soldado sigue a mi lado.

-Te acompañaré un momento más, prefiero estar seguro de que llegues bien a tu destino.

-No...- me niego - no está bien que lo hagas, si te ven conmigo habrá muchos problemas y lo sabes muy bien.

-¿Y? - pregunta relajado sin darle importancia a mi advertencia.

-No es correcto - respondo mortificada bajando la mirada más nerviosa todavía.

-No estamos haciendo nada malo...solo te estoy acompañando por seguridad...

-...Pues yo creo que sí...

-Está bien, - da un largo suspiro deteniéndose - no quiero alterarte, me iré pero con la condición de que me digas tu nombre.

-No puedo, ni debo hacerlo...- respondo mortificada y un poco asustada.

-...El mío - hace caso omiso a lo que le respondí y procede - es Yahil...

Yo no respondo, ahora mis pensamientos tienen nombre "Yahil"...Sé que no me dejará ir, así que prefiero decirle mi nombre y así poder irme.

-El mío es Nadhid... - respondo rapidamemte y empiezo a caminar intentando alejarme de él - debo irme, mis hermanos deben estarme esperando...

Yahil se queda parado y yo prosigo mi camino en dirección opuesta de donde se queda él.

-Mucho gusto en conocerte, Nadhid - escucho que me dice, pero yo no respondo ni doy vuelta, no debo acerco, nunca le debería haber dicho mi nombre pero ya no puedo dar marcha atrás lo único que en estos momentos me importa es dirigirme a mi casa lo más pronto posible, tendré problemas sí se dan cuenta que no estoy con ellos.

Me apresuró lo más que puedo, estoy nerviosa, si Yahil no hubiera estado ¿Que habría sucedido conmigo? No quiero ni imaginarlo.

Ahora estoy más preocupada por lo que me sucederá, si mis padres se dan cuenta de mi ausencia, sé que tendré muchos problemas, creo que corro por las calles, me tropiezo con mis pies por lo rápido que voy, con la desesperación y el terror que tengo, por fin llegó a casa, no sé ni cuánto tiempo tarde en hacerlo, antes de entrar meto aire para verme tranquila, así que, me acomodó el velo y el vestido después abro la puerta, adentro escucho a mi familia muy alterada, mi padre da gritos que retumban en toda la casa, es un caos y mi corazón late muy fuerte, sus gritos me dan mucho miedo.

-¿Donde estabas? - Karim me ve cuando sale al recibidor y empieza a dar zancadas en mi dirección con el ceño fruncido, está furioso.

- Salí a caminar...- respondo rápidamente, tratando de quitarle importancia al hecho de mi ausencia.

Karim me aprieta el brazo con fuerza cuando se acerca a mi y me lleva de un jalon hasta el medio de la casa, donde está mi padre gritando a sus esposas, especialmente a mi madre.

-¡Dice que salió a caminar!-  exclama Karim mientras me suelta y me lanza al piso con fuerza.

-Disculpe padre,  es que tan sólo me alejé, sólo quería caminar - respondo, bajando la mirada intentando explicar lo mejor que puedo mi ausencia - estaba viviendo a casa pero tarde más de la cuenta.

Mi padre me mira con el ceño fruncido, se lo nota molesto, tan molesto que su mirada me asusta demasiado, sé que no aceptará mis excusas, lo sé, así que debo estar lista para mí castigo.

-¡Trae la vara, Karim! - ordena, ya sé lo que se me viene encima.

Mi madre sé queda en silencio, abrazando a mi hermana pequeña, mi familia en pleno está en la sala mirando como mi padre empieza a azotarme con la vara de madera, intento aguantar pero los azotes me lastiman demasiado la espalda, siento como mi piel se lacera con cada golpe que me da, pero intento no llorar, creo que es mi manera de demostrar un poco de rebeldía.

No conté los azotes que mi padre me dio, sólo siento cómo las heridas en mi espalda queman cada vez más fuerte cuando él por fin se detiene.

-¡Eso te enseñará a no salirte sin permiso! - grita autoritariamente soltando la vara en el piso - ni tú, ni tus hermanas tienen permitido salir de está casa, sin mi permiso ¡Entendido!

-Sí, padre... - respondo atragantándome con las lágrimas que estoy intentado que no salgan de mi ser.

-¡Ahora vete a tu cuarto!

Me intento parar del piso haciendo mucho esfuerzo, estoy muy lastimada tanto que casi tengo que arrastrarme hasta las gradas sin decir una palabra, después me ayudó con la primera grada para ponerme en pie y subo hasta mi cuarto.

Al verme sola, mis lágrimas empiezan a correr por millares, me duele mucho, he evitado que mi padre me dé, de azotes con esa vara por mucho tiempo pero esta vez no pude evitarlo, lo peor es que mis heridas no sanarán por mucho tiempo, son muy profundas; me saco la ropa con suavidad para no hacerme más daño, mi cuerpo me duele demasiado, además mi ropa está manchada de sangre de las heridas abiertas que me dejó la vara, así que hace más difícil deshaserme de la ropa que está pegada a mi cuerpo.

Después me entró a la ducha, hago correr el agua para que la sangre se pierda en el agua, salgo del baño, y veo a mi hermana Samira parada en la puerta que se acerca a mi con una botella de desinfectante en las manos y algodón.

-Date vuelta, te curaré - ordena mientras hago lo que me pide.

- Sí nuestro padre te ve, te castigará Samira - comento con preocupación - no puedes curarme me tengo que arreglar to sola, lo sabes muy bien.

- No importa, no voy a dejar que estás heridas se infecten, además nuestro padre ya se fue con Karim...- mientras me cura  siento el ardor del líquido en toda mi espalda, duele pero después el medicamento ayuda a hacer desaparecer ese ardor- ¿Dónde te fuiste Nadhid? Salimos de la mezquita y tú madre comenzó a buscarte, en eso salió Karim y al ver a tu madre tan preocupada le contó a nuestro padre, te buscamos por todas partes, como no te encontramos vinimos para acá, suponiendo que estabas en casa, al no encontrarte nuestro padre explotó en rabia, estaba mandando a buscarte cuando tú entraste por la puerta.

-Tan sólo me fui a caminar un momento.

- Sabes que no puedes salir sin Karim ninguna de nosotras puede salir sin un hombre a no ser que nos manden a comprar algo y eso es muy medido, lo sabes muy bien, son órdenes de nuestro padre.

- Él me deja en frontera cuando voy a la academia...no me acompaña como le dice a nuestro padre.

-...Pero nuestro padre piensa que te deja en la academia.

-Mejor que no me acompañe, es un momento de paz, Karim es igual que nuestro padre, es torpe y malo con nosotras.

- Sí te escucha tendrás más problemas, mejor quédate callada - Samira está asustada se nota en su tono de voz - me preocupas, Nadhid, nuestro padre puede matarte si sigues dándole la contra.

-No te preocupes, Samira - me doy vuelta y sonrío tranquila como para tranquilizarla - no le daré la contra en nada a nuestro padre...no debes preocuparte.

Samira se va, me cambio de ropa y me acuesto en mi cama intentando que mis heridas no me lastime más de la cuenta, miró al techo, Yahil aparece en mi mente, sé que no debe ser.

Si con una salida sin permiso mi padre me hizo esto, si sabe que hablo con un soldado israelí y que le di mi nombre, me romperá la vara en la espalda, y permitirá que mis hermanos hagan lo mismo conmigo.

Por mi seguridad debo negar mis pensamientos y los sentimientos que estén naciendo en mi, esto no debe ser.

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