Año 2015 d.C. 16 d.G. Ciudad Neutral de Gaia.
Eran las cuatro de la mañana cuando Luke bajó de su limosina, sin esperar a que Marco se apersonara a abrirle la puerta, y caminó por el sendero que separaba la calzada de la que era su casa desde hacía un par de semanas, rodeado de césped, y con algunas flores cerca de los escalones de la entrada, de piedra maciza.
La molestia en su cara era visible a lo lejos y, aunque siempre se congraciaba de llegar a este lugar, de dos plantas, fachada lisa forrada de estuco, y grandes ventanales en la planta baja, hoy no era uno de esos días.
Abrió la puerta, de madera gruesa y pintada de blanco, y entró a la casa, dejando el madero abierto, para un Marco que ingresó con prisas, pasó por la entrada, para ver la escalera hacia la segunda planta, y caminó hacia la sala de estar, donde su rubio señor, después de quitarse el saco y dejarlo a un costado, se dejó caer de sentón sobre un gran sofá color gris oscuro.
Marco, el secretario, se detuvo a un metro de distancia del mueble, y vio a una muchacha rubia aparecer desde el pasillo. Ella no tendría más de diecinueve años. Era una humana de aparente inocencia que vestía pijamas ligeros, y que caminó directo hacia el dueño de la casa.
Luke pasó la zurda por su garganta, y gruño. Ese día fue una m****a: tratar con inversionistas humanos que ignoraban la realidad del mundo, escuchar a su secretaria parlar y parlar, tan solo relatando todos los compromisos a los que debía asistir, y todos esos eventos de gente estirada a los que su padre quería que fuera.
Estaba asqueado de no poder deshacerse de esas cadenas, aunque se encontraba tan lejos como podía.
Él se había mudado aquí porque necesitaba estar lejos de Düster, que antaño se llamó Europa por parte de los humanos, y de las garras de su padre, tanto como le fuera posible. Sin embargo, ese perfecto mundo que comenzó apenas semanas atrás, ya se hallaba mancillado por la brutal decisión que su Señor tomó sobre él, y en el destino de la menor de sus hermanos.
Se arremangó la camisa hasta los codos, y tatuajes indistinguibles a la distancia se apreciaron en su brazo izquierdo, hasta el dorso de la mano, esa que extendió a la muchacha.
No tenía demasiada hambre, pero era consciente de sus obligaciones, de la imagen que debía mostrar y el estatus que estaba obligado a mantener. Necesitaba de muchas cosas para mantener un perfil bajo tanto como le fuese posible, hasta que el momento propicio llegara.
Marco sonrió con amabilidad, él se veía como un cincuentón, pero, en su cabellera y barba castañas, no se apreciaba ni una sola cana.
Por supuesto, un secretario no interrumpiría, jamás, la cena de su Señor.
—Ailen… ¿esperaste todo el día por mí? —preguntó Luke a la muchacha con la voz apagada y áspera, llevándola sentarse en su regazo, siendo encerrado entre sus piernas.
La rubia dejó caer su peso, y asintió.
—Así es… Amo Luke —murmuró con ilusión, y él pudo ver el deseo latir en lo profundo de esos orbes avellana.
Alberto fue asignado a recibir el beso, pasar a ser un vampiro y convertirse en un Veneto, y Ailen, una Flabiano nacida humana, familiar lejano de una de sus hermanas menores, se había convertido en su alimentadora semanas atrás. Ella aún no se acostumbraba al trabajo, no sabía controlar sus emociones y deseos, y vivía cada día como una adicta a la espera de su droga.
Con el índice derecho, Luke trazó con lentitud el caminó, desde la oreja, hasta la clavícula de una Ailen que, segundo a segundo se fue hundiendo en el ansia previa, el placer pasajero, y resopló.
Ella era básica a sus ojos, pero no podía culparla. Era una simple niña humana incapaz de controlar sus deseos… Los humanos de ahora eran débiles en ese sentido, resultaba muy difícil entrenarlos para que no se dejaran llevar por el placer.
Se acercó a su cuello y exhaló sobre su piel, lo que hizo a la más joven removerse y gemir, cerrar sus ojos, y subir las manos a tomar los hombros ajenos. Luke pasó la lengua por la zona que esperaba morder y, entre leves jadeos de la alimentadora, por fin, dejó ver sus colmillos, y los hundió en la piel ajena sin aparente compasión.
La muchacha soltó un grito de dolor, y se afirmó con las uñas a los hombros del varón; su cuerpo pegó un tirón de rechazo, pero, con rapidez, ese malestar se transformó en burdo y puro goce.
Luke comenzó a beber de ella en sorbos cortos, y los gemidos de Ailen se volvieron más pronunciados. Ella comenzó a menearse sobre su amo en movimientos sugerentes, y llevó las manos a rodear el cuello del rubio, y empujar su cabeza contra el suyo.
Y es que, aunque la mordida de un vampiro en un humano causaba un dolor tan solo comparable con el de morir, los Flabiano, el clan Veneto, tenían la particularidad de poder controlar eso: podían hacer que doliera tanto como la misma muerte, o que se sintiera como el mayor placer jamás experimentado, tanto para el emisor, como para el receptor.
No por nada se decía que los Flabiano eran fieles defensores del pecado de la lujuria, y quienes mejor la encarnaban dentro de las doce casas vampíricas.
Sin embargo, en medio del éxtasis de Ailen, Luke notó algo. No fue solo su hermana descendiendo las escaleras, para después detenerse y mirarlo con curiosidad mientras se alimentaba, sino cómo Marco, amante amigo joven de su padre, se dirigió hacia la puerta, y regresó con compañía.
—Amo Luke, la persona designada para ser su guardián, ha llegado —anunció el castaño con solemnidad.
Por un instante, al ver de quién se trataba, Luke volvió a hundir sus colmillos en el cuello de una Ailen que gritó, a punto de llegar al orgasmo, y enterró sus dedos en sus hombros.
Ailen llegó al éxtasis, y el rubio la dejó caer en el sofá; ella comenzó a reír, cegada por las endorfinas que la mordida le proporcionaba, y la herida en su cuello se cerró de forma automática.
Luke se levantó, sorprendido, miró a Denisse, a Marco, y al visitante. En ese orden.
—¿Qué haces tú aquí?
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—Wintercearig: Literalmente «dolor de invierno». Un sentimiento de profunda tristeza, relacionado con la naturaleza fría, tranquila y oscura del invierno.
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Gracias por leer.
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—¿Qué haces tú aquí? —exigió saber con dureza, taladrando al recién llegado con la mirada—. Creí haberte dicho que no necesito que nadie me cuide —habló a Marco, volteando hacia él, alto, claro y demandante.Denisse, a un lado del secretario, junto las manos a la altura de su estómago, dispuesta a decir algo, pero Marco intervino primero:—El señor Malcom ha estimado para usted la necesidad un guardián, señor Luke.—¿Por qué él? —Apretó las mandíbulas con fuerza. Sabía que Marco solo cumplía órdenes, pero el deseo de matarlo allí mismo afloró desde la profundidad de sus instintos.—El señor ha evaluado a todos los posibles candidatos y, muy contrario a sus deseos, el señor Blaise, hijo de Lord Kyburg, es el único que cumple con l
«No es lo mismo comer a ser comido…» De aquel exultante despertar, la guerra liberó un hombre dejado y poco deseado, viviente sin querer serlo, hiriente sin tan siquiera desearlo desde lo más profundo de su ser. Fue el mismo hombre, el mismo todo, quien propició que esto comenzara… que esto jamás terminase. Y en lo profundo de la mente, la encontró, cual serena mariposa, muerta, o viviente quizá. ¡Amada Gaia! Hoy estás aquí, hoy estamos aquí… para ser uno solo, para que nuestros pecados se junten en el purgatorio eterno de la vida, de la muerte. De la nada. Fue hace mucho tiempo, miles de años atrás, en un pasado único, cuando las extrañas criaturas que habitaban la tierra entraron en confrontación, hartas de vivir bajo el primitivo concepto de compartir. Las lunas pasaron, y los seres de clases, especies y clanes diferentes se enfrentaron unos contra otros. La muerte y destrucción se regó por doquier y, en ese momento,
—Denisse… no estoy de ánimos para nada como lo que buscas —musitó el rubio, con la mirada fija en el techo. La rubia se separó, y escaló más, apoyando sus brazos en el pecho ajeno para trepar y quedar sentada por encima de su estómago. —Solo quiero hacerte sentir bien —murmuró ella. Pero Luke negó con la cabeza. —En este momento… lo único que me haría sentir bien, también es lo único que no puedo tener —declaró. Para Denisse, venir aquí fue idea de su padre, una imposición y, aunque estar con su hermano era uno de los más grandes deseos de toda su vida, sabía que el amor que él le tenía, no era el mismo que ella le profesaba, y nunca sería así. Sin embargo… le dijo a su padre que haría lo que fuese necesario para que sus objetivos se cumplieran, y justo ahora eso era más que necesario. Puso las manos sobre los hombros de Luke y los apretó, para comenzar a bajarlas y rasguñar apenas la piel de su pecho, terminando de tira
Año 2012 d.C. 13 d.G. Venecia, Territorio de Vitéliu, Düster. Tomsk Habsburg había llegado a territorio de los Veneto, de su buen amigo Malcom, segundo de los Flabiano, la noche anterior, y ahora se dirigía a la oficina del dueño de casa. Este lugar era espacioso, y no escatimaba en lujos: pisos de mármol blanco, paredes pulcras de color crema, y grandes ventanales con filtro, que dejaban pasar toda la claridad del exterior, fuese de día o de noche, reduciendo cualquier expectativa de daños a cero. Los Veneto, como todos los clanes vampíricos, tenían infinidad de sirvientes y miembros que nacían humanos, fruto de la reproducción de miembros menores con estos seres, pero que aún podían servir a la familia. Ellos eran Flabiano, pero no serían Veneto hasta ser levantados, es decir, hasta que sus señores los atrajeran a la vida «inmortal». Era lo mismo para casi todos los clanes, pero cada quien lo hacía a su manera. Para él, los
Año 2015 d.C. 16 d.G. Ciudad Neutral de Gaia. Luke bajó de la limusina, y giró con rapidez para recibir la mano de su hermana. Uno de sus más importantes socios le había insistido mucho para que viniera a este lugar hoy, pues inauguraba una nueva sede de su empresa, y quería ofrecer una fiesta a la altura. La presencia mayoritaria de humanos destacaba; mas licántropos, alquimistas y elfos también estaban repartidos por acá y por allá. Era un gran evento, con un personal de seguridad a la altura; aun con eso, Luke traía a su propio guardián, uno que no le había dirigido la palabra desde su llegada. El encargado de la recepción se apersonó a ellos, en tanto la limusina siguió su curso hacia el estacionamiento, y los recibió con una zalamería a la que el rubio ya estaba más que acostumbrado, guiándolos hacia el personal de protocolo que controlaba las listas. Denisse usaba un vestido ceñido al cuerpo, por encima de la rodilla, y que destacaba su
La visión de los vampiros era precisa y perfecta; sin embargo, los Kyburg añadían un punto más a esa perfección: ellos podían verlo todo en un campo amplio, y detallar a cada individuo.Por eso, los miembros nativos del clan Kyburg fueron muy valorados en la guerra, y salvaron a infinidad de vástagos, incluidos muchos Veneto.♦ ♦ ♦En medio de una noche sin luna, y desde una azotea no muy alejada del edificio donde «su señor» se encontraba, Blaise lo observaba todo con atención.Se sentía frustrado, y no era para menos. Estos últimos días en los que solo había servido como guardián de un vampiro con el que tenía un gran conflicto en todos los flancos posibles, le hicieron entender que esta era una situación bien armada en su contra.Su padre… no sabía que
Cuando el temblor cesó, Luke deshizo el manto de sombras, una manifestación de su magia nativa, y detectó con rapidez algunas presencias, en medio de un paraíso de creaturas hechas pedazos. —Hay cuatro vampiros en la parte trasera, se acercan —dijo con firmeza, y Blaise espabiló, afirmando su arma—. No puedo identificar sus clanes… supongo que eso sería demasiado bueno, pero son vampiros de nacimiento, y uno de ellos es poderoso. Denisse se afirmó al brazo de su hermano, y miró alrededor: el piso había quedado hecho trizas, y solo unas pocas columnas, y la providencia, sostenían el techo sobre sus cabezas, y el resto de la estructura; las mesas se encontraban hechas añicos, así como muchos humanos y algunos elfos que no pudieron protegerse de la explosión. Las chispas del cableado comenzaron a abundar, peligrosas, y, del fuego de la parte de atrás, emergieron cuatro cuerpos sólidos bañados en negrura. Ella volteó, solo para darse cuenta de que estaban atrapad
Denisse se distrajo en medio de la batalla, al ver a Luke volar por acción de su propio atacante, y su rival aprovechó este momento. Sacó un cuchillo de brillante y larga hoja, se movió hacia ella con celeridad, y le asestó una estocada sobre el hombro derecho, hundiendo el arma con fuerza, para bajar, como si rasgara carne de vacuno, atravesando su pecho sobre el seno, y acabó pasado el ombligo. El grito de la Edevane más joven lo colmó todo: su aullido desgarrador pasmó incluso a Blaise, y lo aturdió al punto de hacerlo temblar. La sangre comenzó a brotar, espesa y continua, y más bramidos de dolor siguieron. «Es una hoja de plata», se avisó Blaise con los ojos bien abiertos, concluyendo la razón de sus gritos, y asociándolo con el corte que él mismo había sufrido en la cara. La plata bañada en magia blanca tenía la facultad de infringir daño real en los vampiros, sin importar su edad, clan, capacidades o talentos. Era el arma definitiva para aquel