La luz del sol se colaba por las grandes ventanas de la oficina, iluminaba las sillas perfectamente alineadas frente al escritorio de papá, en la sala de juntas. Me senté en una de ellas, cruzando las piernas y observando cómo él revisaba unos papeles, con esa expresión concentrada que siempre tenía cuando algo ocupaba su mente. No había pasado mucho tiempo desde que llegué, pero ya podía sentir la tensión en el ambiente, como si algo lo estuviera preocupando más de lo que deseaba admitir.De un momento a otro, cerró la carpeta que tenía en las manos y se inclinó ligeramente hacia delante, centrando toda su atención en mí. Una pequeña sonrisa cursi apareció de manera imperceptible en mis labios.—¿Estás lista para el gran día? —cuestionó con una aparente calma; sin embargo, en su mirada se delataba la preocupación que sentía en ese momento.Me quedé en silencio por un instante, jugaba con el borde de mi falda mientras pensaba en cómo responder. Una parte de mí sentía una sensación cál
El ansiado día de la boda, llegó finalmente, el aire en la habitación estaba cargado con una mezcla de nervios y emoción. Me encontraba frente al espejo, observaba con detalle mi reflejo. El vestido blanco se ajustaba perfectamente a mi figura. Tenía detalles delicados que resaltaban una elegancia que nunca pensé que tendría. Mi cabello estaba recogido en un peinado simple, pero sofisticado, dejando algunos mechones sueltos que enmarcaban mi rostro. Por alguna razón, mi mente estaba en todas partes, menos en este momento.El par de víboras entró en la habitación como una ráfaga de energía. Nessa lucía impecable, como siempre, con una sonrisa en su rostro que parecía más calculada que genuina. Teresa, por su parte, estaba radiante en su papel de organizadora maestra, ajustando pequeños detalles y asegurándose de que todo estuviera según su estándar.—¡Te ves preciosa, Kenna! —exclamó Nessa mientras se acercaba para colocar un mechón rebelde detrás de mi oreja—. Realmente estás viviendo
La villa Lancaster tenía un aire inquietantemente silencioso esa noche. Las luces cálidas apenas iluminaban las habitaciones, y el sonido del viento chocando contra las ventanas solo añadía más tensión a mi ya agitada mente. Caminaba de un lado a otro en la sala principal, observando cada pocos minutos por la ventana, esperando ver la figura inconfundible de Arzhel. Pero la espera se hacía interminable.Cada sombra que se proyectaba en el camino me hacía parar en seco, esperando que fuera él. Mis nervios estaban a flor de piel, y el tiempo parecía estirarse en una eternidad dolorosa. Como si cada minuto se convirtiera un año, y una hora, en un mileno.Ciprian no tenía mucho que decirme, no conocía la verdadera razón por la que Arzhel le pidió que me sacara de ahí. Necesitaba respuestas, muchas, pero él no podía darme nada en ese momento.Respiré hondo y me obligué a sentarme en uno de los sofás. Las almohadas eran más blandas de lo que recordaba, pero eso no ayudaba a calmarme. Mi pie
—Escúchame. —Levantó una mano para calmarme; sin embargo, su mirada no se suavizó—. Rune sabe que eres Aideen. Lo sabe desde hace tiempo, y ha estado jugando sus cartas en silencio. Pero ahora se está dando cuenta de algo más importante que, quizá, le impide revelar tu verdadera identidad.—¿Y qué es eso? —crucé mis brazos, no sabía qué pensar en ese momento, por lo que mi mirada reflejaba ese sentimiento de confusión e impotencia que sentía.—Que tienes más poder que Teresa. —Su declaración me cayó como un balde de agua fría.Mis ojos se abrieron con sorpresa mientras trataba de conectar las piezas. Rune, el que siempre se mostraba amable con su constante manipulación y sus miradas llenas de dobles intenciones, ¿era eso lo que realmente estaba buscando?—No entiendo. —Por fin, mi voz salió más baja—. ¿Por qué haría algo tan extremo y tan idiota? ¿Por qué creería que tenía una oportunidad luego de todo lo que hizo? ¡¿Acaso tiene aire en el cerebro?Arzhel lanzó un pesado suspiro, mien
El silencio en el auto era casi sofocante mientras Rune me conducía lejos del supuesto lugar de mi secuestro. Intentaba aparentar calma, pero mis pensamientos eran un torbellino. Sentía su mirada sobre mí cada tanto, intentando medir mis reacciones, analizar cada gesto mío como si fuera un libro abierto. A pesar de mi aparente vulnerabilidad, estaba lejos de sentirme indefensa. La actuación debía ser impecable; no podía permitirme un error.—¿Estás bien? —preguntó finalmente, rompiendo el silencio. Su tono era tan empalagoso que me costó no fruncir el ceño. Quería parecer preocupado, genuino, pero su voz contenía esa nota falsa que solo alguien como él podía manejar con tanta precisión.—Estoy… algo aturdida. —Dejé que mi voz temblara ligeramente, lo justo para que pensara que había logrado conmoverme—. No sé cómo agradecerte, Rune. No sé qué habría hecho sin ti.Rune sonrió. No mostró una sonrisa cálida o tranquilizadora, sino una que revelaba su satisfacción al sentir que estaba gan
La noche cayó con una lentitud casi insoportable. Las horas parecían arrastrarse mientras Rune se movía por el pequeño apartamento, seguro de que su «heroísmo» estaba abriéndole espacio para que poco a poco entrara en lo más profundo de mi ser.Mis pensamientos eran un caos mientras repasaba una y otra vez la situación. El teléfono vibró en mi bolsillo, rompiendo la monotonía de los halagos de Rune. Me disculpé con un gesto para ir al baño, donde podría leer el mensaje sin interrupciones, sin correr el riesgo de ser atrapada en el acto.Cerré la puerta con cuidado y me encontré con un mensaje de Arzhel.«No bajes la guardia. Estamos cerca. Confirma si puedes obtener algo concreto de Rune. Yo me encargo del resto. Cuidate, princesa».Saber que a pesar de que me sintiera sola, no lo estaba, era como una vendita al corazón. Me preocupaba lo que podría pasar si Rune se enteraba de que todo esto era una trampa, pero, debía contestar, por todos los que se vieron afectados por él y las víbor
Al cruzar la entrada principal de la empresa, las miradas de las víboras se posaron en mí al instante. Sus ojos estaban llenos de una mezcla de preocupación que a leguas se notaba que era fingida y una curiosidad que no lograban ocultar del todo. Pude sentir cómo me evaluaban, intentando descifrar qué tan afectada estaba por lo que sucedió.El peso de sus ojos sobre mí era una carga que estaba preparada para llevar, ellas eran esa clase de personas, querían saberlo todo como si se preocuparan, pero en realidad, querían descubrir qué cosas usar en contra de los demás.El papel que debía interpretar requería toda mi calma y concentración. No solo debía hacer que Rune creyera mi agradecimiento y cariño por él, sino que también debía fingir con las brujas de que Rune y yo no teníamos ningún tipo de conexión.Mis pasos resonaban suavemente en el suelo de mármol mientras me acercaba a la sala principal donde tendría que esperar a mi padre. Mi expresión estaba cuidadosamente calculada para m
La noche había caído sobre la ciudad, y el aire dentro de mi antiguo departamento era denso. Durante todo el día estuve pensando en todas las salidas que tenía para matar al ave que sostenía la escopeta, y liberar al cuervo que necesitaba aprender su lección.Las luces de la sala estaban bajas, apenas iluminando la estancia donde Rune y yo estábamos sentados. No podíamos correr el riesgo de que alguien se enterara de nuestras conversaciones, ni las negociaciones que estábamos efectuando. Frente a nosotros, había un par de copas de vino que funcionarían para que Rune accediera más fácil a mi descabellado plan. La que estaba en mis manos, reflejaba el leve temblor de estas.Mi actuación tenía que ser impecable; cualquier error podía significar el colapso de todo lo que había construido. Rune me observaba con esa mirada intensa. Había accedido a venir después de recibir mi mensaje, probablemente intrigado por lo que tenía que decirle. Lo veía relajado, pero había una alerta constante en