El silencio en el auto era casi sofocante mientras Rune me conducía lejos del supuesto lugar de mi secuestro. Intentaba aparentar calma, pero mis pensamientos eran un torbellino. Sentía su mirada sobre mí cada tanto, intentando medir mis reacciones, analizar cada gesto mío como si fuera un libro abierto. A pesar de mi aparente vulnerabilidad, estaba lejos de sentirme indefensa. La actuación debía ser impecable; no podía permitirme un error.—¿Estás bien? —preguntó finalmente, rompiendo el silencio. Su tono era tan empalagoso que me costó no fruncir el ceño. Quería parecer preocupado, genuino, pero su voz contenía esa nota falsa que solo alguien como él podía manejar con tanta precisión.—Estoy… algo aturdida. —Dejé que mi voz temblara ligeramente, lo justo para que pensara que había logrado conmoverme—. No sé cómo agradecerte, Rune. No sé qué habría hecho sin ti.Rune sonrió. No mostró una sonrisa cálida o tranquilizadora, sino una que revelaba su satisfacción al sentir que estaba gan
La noche cayó con una lentitud casi insoportable. Las horas parecían arrastrarse mientras Rune se movía por el pequeño apartamento, seguro de que su «heroísmo» estaba abriéndole espacio para que poco a poco entrara en lo más profundo de mi ser.Mis pensamientos eran un caos mientras repasaba una y otra vez la situación. El teléfono vibró en mi bolsillo, rompiendo la monotonía de los halagos de Rune. Me disculpé con un gesto para ir al baño, donde podría leer el mensaje sin interrupciones, sin correr el riesgo de ser atrapada en el acto.Cerré la puerta con cuidado y me encontré con un mensaje de Arzhel.«No bajes la guardia. Estamos cerca. Confirma si puedes obtener algo concreto de Rune. Yo me encargo del resto. Cuidate, princesa».Saber que a pesar de que me sintiera sola, no lo estaba, era como una vendita al corazón. Me preocupaba lo que podría pasar si Rune se enteraba de que todo esto era una trampa, pero, debía contestar, por todos los que se vieron afectados por él y las víbor
Al cruzar la entrada principal de la empresa, las miradas de las víboras se posaron en mí al instante. Sus ojos estaban llenos de una mezcla de preocupación que a leguas se notaba que era fingida y una curiosidad que no lograban ocultar del todo. Pude sentir cómo me evaluaban, intentando descifrar qué tan afectada estaba por lo que sucedió.El peso de sus ojos sobre mí era una carga que estaba preparada para llevar, ellas eran esa clase de personas, querían saberlo todo como si se preocuparan, pero en realidad, querían descubrir qué cosas usar en contra de los demás.El papel que debía interpretar requería toda mi calma y concentración. No solo debía hacer que Rune creyera mi agradecimiento y cariño por él, sino que también debía fingir con las brujas de que Rune y yo no teníamos ningún tipo de conexión.Mis pasos resonaban suavemente en el suelo de mármol mientras me acercaba a la sala principal donde tendría que esperar a mi padre. Mi expresión estaba cuidadosamente calculada para m
La noche había caído sobre la ciudad, y el aire dentro de mi antiguo departamento era denso. Durante todo el día estuve pensando en todas las salidas que tenía para matar al ave que sostenía la escopeta, y liberar al cuervo que necesitaba aprender su lección.Las luces de la sala estaban bajas, apenas iluminando la estancia donde Rune y yo estábamos sentados. No podíamos correr el riesgo de que alguien se enterara de nuestras conversaciones, ni las negociaciones que estábamos efectuando. Frente a nosotros, había un par de copas de vino que funcionarían para que Rune accediera más fácil a mi descabellado plan. La que estaba en mis manos, reflejaba el leve temblor de estas.Mi actuación tenía que ser impecable; cualquier error podía significar el colapso de todo lo que había construido. Rune me observaba con esa mirada intensa. Había accedido a venir después de recibir mi mensaje, probablemente intrigado por lo que tenía que decirle. Lo veía relajado, pero había una alerta constante en
La oficina parecía más silenciosa de lo habitual. Mi mente estaba dividida entre los detalles del trabajo y el torbellino que se había desatado en mi vida personal. Bueno, para ser honesta, sentía que todo eso estaba ligado a una sola persona y no hay necesidad siquiera de mencionar su nombre en esta ecuación. Estaba inclinada sobre un documento cuando escuché el ruido de unos tacones acercándose.Al levantar la vista, me encontré con Teresa en el umbral de la puerta. Llevaba esa típica expresión de amabilidad que sabía usar y fingir tan bien. Cerró la puerta detrás de sí y avanzó con calma hacia mi escritorio.—Kenna, querida, necesitamos hablar. —Su voz era suave, pero tenía esa nota autoritaria que siempre parecía presente.Dejé los papeles a un lado y la miré con una pequeña sonrisa. Sabía que ella estaba buscando algo, y no le daría la oportunidad de desconfiar de mí. Usaré todos los medios que estén a mi disposición para hacerle pagar por cada cosa que hizo. No solo por la memor
El cielo nocturno estaba despejado, salpicado de estrellas que apenas se distinguían por las luces lejanas de la ciudad. Arzhel había insistido en llevarme a un restaurante pequeño, casi escondido entre colinas fuera del bullicio. El lugar era pintoresco, con luces cálidas y una terraza que ofrecía una vista tranquila del paisaje. Nada llamativo, pero perfectamente elegido para evitar miradas indiscretas.A pesar de todo, mi mente seguía dividida. Desde la conversación con Teresa esa tarde hasta las pruebas que teníamos contra ella y las maniobras necesarias para mantener a Rune en prisión, no había un momento de descanso. Arzhel, como siempre, parecía leerme con facilidad.—Tus ojos están muy serios, princesa. —susurró mientras me ayudaba a sentarme en la mesa que había reservado.—Estoy pensando. —Crucé las piernas y tomando el menú que estaba frente a mí—. Y considerando todo lo que estamos planeando, creo que tengo derecho a estarlo.—Claro que lo tienes, pero también tienes derec
El sonido de mis pasos resonaba en el pasillo mientras me acercaba a mi departamento. Las luces del corredor titilaban levemente, como si el edificio estuviera al borde de caer en el abandono, algo irónico considerando lo caro que era vivir aquí. Sin embargo, no era eso lo que me inquietaba. Era la puerta. Mi puerta.Estaba entreabierta.Mi mente empezó a trabajar a toda velocidad. Cien posibilidades pasaron por mi cabeza en un instante. ¿Era un ladrón? ¿Alguna trampa de Teresa o Nessa? ¿Quizá Rune? Aunque lo último sí era descabellado al considerar que estaba en prisión, quizá era mi paranoia en ese momento.Detuve mi avance unos metros antes de llegar y respiré hondo. No podía permitirme entrar a ciegas. Me aseguré de que no hubiera nadie en el pasillo antes de sacar mi celular y marcar rápidamente el número de Arzhel. Pero la llamada no le entraba.—Perfecto —murmuré con un sarcasmo que, claramente, no me ayudaba a calmarme.Poco a poco me acerqué a la puerta, saqué mi bolso con un
El sol apenas se filtraba por las cortinas cuando me desperté con un aroma inesperado. Café recién hecho. Me tomó unos segundos recordar que no estaba sola en el departamento. Me levanté con el cabello enredado y los pies descalzos, dirigiéndome hacia la cocina mientras intentaba procesar cómo mi vida había llegado a este punto: viviendo con un hombre que había desaparecido de mi vida por más de una década y que ahora volvía con más secretos de los que podía manejar.Cuando llegué a la cocina, encontré a Cristopher inclinándose sobre una sartén. Tenía una espátula en la mano y la camisa ligeramente arrugada, probablemente porque había dormido con la ropa puesta.—¿Qué haces? —me crucé de brazos mientras lo observaba.Se giró con una sonrisa despreocupada y señaló la mesa, donde había dispuesto tostadas, frutas, huevos y el café que había detectado desde mi cama. Debo admitir que el café siempre ha sido mi debilidad, desde que tengo memoria.Recuerdo que, aunque papá no me dejara tomar