El día comenzó con una mezcla de emociones contradictorias. Arzhel, con esa habilidad de trazar planes y llevarlos a cabo, ya había puesto en marcha la primera fase de nuestro plan. Mientras él movía las piezas en el tablero para incriminar a Rune, yo me preparaba para enfrentar otro tipo de batalla: la prueba de vestidos con Teresa y Nessa.Esto sin duda sería una tortura gigantesca, pues, apenas y podía compartir una pequeña charla con ellas, ahora, pasar todo el día, con ellas, era algo desagradable en todo el sentido de la palabra.Arzhel se inclinó hacia mí mientras terminaba de atar su reloj y me rodeó con sus brazos, acercándome más a él.—Recuerda, princesa, mantén la calma. —Su tono era firme, sereno, pero había un toque de preocupación en sus palabras. ¿Se debía a que ellas podrían ser capaces de cualquier cosa o que me podrían llevar al límite y terminaría yéndome del lugar sin ningún vestido?—. No importa lo que digan o hagan, eres más lista que ellas.—Lo sé. —respondí co
La oficina estaba sumida en un silencio que solo era interrumpido por el leve murmullo de teclados y el sonido ocasional de pasos en el pasillo.Yo me encontraba sentada frente a mi escritorio, intentaba concentrarme en los informes que tenía que revisar, pero mi atención estaba lejos de los números y los gráficos que tenía ante mis ojos. Algo estaba sucediendo. Lo sentía en el aire, como si mi sentido arácnido estuviera completamente despierto, esperando que algo sucediera. ¿Qué era? No lo sabía, pero algo estaba a punto de suceder.Y justo como lo pensé, mi intuición no me fallaba. Apenas habían pasado unos minutos cuando vi a Nessa cruzar el pasillo, sujetaba su bolso con ambas manos como si su vida dependiera de ello. Había algo en su postura que llamó mi atención, quizá era el ligero temblor en sus hombros, la rigidez de su cuello, o el esfuerzo que hacía para mantener una expresión neutral; sin embargo, sus microexpresiones la delataban.Dejé mi bolígrafo sobre el escritorio y m
El auto avanzaba con suavidad mientras las luces de la ciudad pasaban como destellos. Mientras Arzhel conducía de regreso a casa, yo iba mirando por la ventana, pensando en lo que se venía. Dos días… Solo dos días para la boda. La idea era emocionante, pero también me daba ciertos nervios. No sabía si era por el evento en sí o por el plan maestro que llevábamos a cabo.—¿Estás nerviosa? —La voz de Arzhel rompió el silencio, me observó por unos segundos.Giré la cabeza y lo miré. Esa típica sonrisa suya, segura de sí misma, estaba ahí, como si todo estuviera bajo control.—¿Por qué lo estaría? —respondí, tratando de sonar despreocupada. Pero la verdad era otra.—Porque en un par de días dejarás de ser libre, princesa. —El tono juguetón de sus palabras no coincidía con la mirada intensa que me lanzó. No pude evitar reír. Su manera de tomarse las cosas siempre lograba desarmarme, aunque fuera por un momento.—Dejaré de ser libre, me ganaré un esposo muy mandón. No sé si es un trato justo.
La luz del sol se colaba por las grandes ventanas de la oficina, iluminaba las sillas perfectamente alineadas frente al escritorio de papá, en la sala de juntas. Me senté en una de ellas, cruzando las piernas y observando cómo él revisaba unos papeles, con esa expresión concentrada que siempre tenía cuando algo ocupaba su mente. No había pasado mucho tiempo desde que llegué, pero ya podía sentir la tensión en el ambiente, como si algo lo estuviera preocupando más de lo que deseaba admitir.De un momento a otro, cerró la carpeta que tenía en las manos y se inclinó ligeramente hacia delante, centrando toda su atención en mí. Una pequeña sonrisa cursi apareció de manera imperceptible en mis labios.—¿Estás lista para el gran día? —cuestionó con una aparente calma; sin embargo, en su mirada se delataba la preocupación que sentía en ese momento.Me quedé en silencio por un instante, jugaba con el borde de mi falda mientras pensaba en cómo responder. Una parte de mí sentía una sensación cál
El ansiado día de la boda, llegó finalmente, el aire en la habitación estaba cargado con una mezcla de nervios y emoción. Me encontraba frente al espejo, observaba con detalle mi reflejo. El vestido blanco se ajustaba perfectamente a mi figura. Tenía detalles delicados que resaltaban una elegancia que nunca pensé que tendría. Mi cabello estaba recogido en un peinado simple, pero sofisticado, dejando algunos mechones sueltos que enmarcaban mi rostro. Por alguna razón, mi mente estaba en todas partes, menos en este momento.El par de víboras entró en la habitación como una ráfaga de energía. Nessa lucía impecable, como siempre, con una sonrisa en su rostro que parecía más calculada que genuina. Teresa, por su parte, estaba radiante en su papel de organizadora maestra, ajustando pequeños detalles y asegurándose de que todo estuviera según su estándar.—¡Te ves preciosa, Kenna! —exclamó Nessa mientras se acercaba para colocar un mechón rebelde detrás de mi oreja—. Realmente estás viviendo
La villa Lancaster tenía un aire inquietantemente silencioso esa noche. Las luces cálidas apenas iluminaban las habitaciones, y el sonido del viento chocando contra las ventanas solo añadía más tensión a mi ya agitada mente. Caminaba de un lado a otro en la sala principal, observando cada pocos minutos por la ventana, esperando ver la figura inconfundible de Arzhel. Pero la espera se hacía interminable.Cada sombra que se proyectaba en el camino me hacía parar en seco, esperando que fuera él. Mis nervios estaban a flor de piel, y el tiempo parecía estirarse en una eternidad dolorosa. Como si cada minuto se convirtiera un año, y una hora, en un mileno.Ciprian no tenía mucho que decirme, no conocía la verdadera razón por la que Arzhel le pidió que me sacara de ahí. Necesitaba respuestas, muchas, pero él no podía darme nada en ese momento.Respiré hondo y me obligué a sentarme en uno de los sofás. Las almohadas eran más blandas de lo que recordaba, pero eso no ayudaba a calmarme. Mi pie
—Escúchame. —Levantó una mano para calmarme; sin embargo, su mirada no se suavizó—. Rune sabe que eres Aideen. Lo sabe desde hace tiempo, y ha estado jugando sus cartas en silencio. Pero ahora se está dando cuenta de algo más importante que, quizá, le impide revelar tu verdadera identidad.—¿Y qué es eso? —crucé mis brazos, no sabía qué pensar en ese momento, por lo que mi mirada reflejaba ese sentimiento de confusión e impotencia que sentía.—Que tienes más poder que Teresa. —Su declaración me cayó como un balde de agua fría.Mis ojos se abrieron con sorpresa mientras trataba de conectar las piezas. Rune, el que siempre se mostraba amable con su constante manipulación y sus miradas llenas de dobles intenciones, ¿era eso lo que realmente estaba buscando?—No entiendo. —Por fin, mi voz salió más baja—. ¿Por qué haría algo tan extremo y tan idiota? ¿Por qué creería que tenía una oportunidad luego de todo lo que hizo? ¡¿Acaso tiene aire en el cerebro?Arzhel lanzó un pesado suspiro, mien
El silencio en el auto era casi sofocante mientras Rune me conducía lejos del supuesto lugar de mi secuestro. Intentaba aparentar calma, pero mis pensamientos eran un torbellino. Sentía su mirada sobre mí cada tanto, intentando medir mis reacciones, analizar cada gesto mío como si fuera un libro abierto. A pesar de mi aparente vulnerabilidad, estaba lejos de sentirme indefensa. La actuación debía ser impecable; no podía permitirme un error.—¿Estás bien? —preguntó finalmente, rompiendo el silencio. Su tono era tan empalagoso que me costó no fruncir el ceño. Quería parecer preocupado, genuino, pero su voz contenía esa nota falsa que solo alguien como él podía manejar con tanta precisión.—Estoy… algo aturdida. —Dejé que mi voz temblara ligeramente, lo justo para que pensara que había logrado conmoverme—. No sé cómo agradecerte, Rune. No sé qué habría hecho sin ti.Rune sonrió. No mostró una sonrisa cálida o tranquilizadora, sino una que revelaba su satisfacción al sentir que estaba gan