El sol de la mañana se colaba por las ventanas de la cocina, bañándolo todo con un cálido resplandor dorado. Yo estaba de pie junto a la isla, batiendo unos huevos mientras Arzhel se encargaba de picar algunas verduras. Su habilidad con el cuchillo era impresionante, aunque su actitud despreocupada me hacía pensar que disfrutaba más de hacerme reír que de cocinar.—¿Sabes? —comentó con su tono casual mientras levantaba la vista de la tabla de cortar con esa sonrisa que solía hacer que mis defensas flaquearan—. Si no fuera porque prácticamente fui yo quien forzó toda esta relación contigo, pensaría que estás intentando conquistarme con tus habilidades culinarias.Rodé los ojos mientras trataba de contener una sonrisa. Era cierto, lo que sucedía a nuestro alrededor de la manera en la que lo hacía, era debido a que él me arrastró a fingir una relación con él. Jamás imaginé que terminaríamos de esta manera, y la Aideen del pasado tendría problemas para asimilarlo.—¿Conquistarte? Por favo
El mensaje llegó en el peor momento. Arzhel y yo aún teníamos las manos cubiertas de tierra cuando mi teléfono vibró de nuevo. Era un mensaje de Christopher, pero lejos de ser tranquilizador, era un aviso de que alguien estaba viniendo a este lugar y que debíamos salir en ese preciso momento.—Tenemos que irnos. —Mi voz sonó más tranquila de lo que sentía. Levanté la vista hacia Arzhel, quien ya había notado mi expresión y asintió con gravedad.—Deja todo tal como estaba. Que no quede rastro. —Ordenó, guardando la pequeña caja de metal bajo su chaqueta.Con movimientos apresurados, cubrimos el hoyo que habíamos cavado junto al roble, tratando de dejar todo lo más natural posible. El corazón me martilleaba en el pecho, cada crujido de las aves regresando a su nido, parecía anunciar la llegada de alguien.—¿Estás segura de que nos siguen? —preguntó mientras regresábamos al auto.—No lo sé, pero no pienso arriesgarme a averiguarlo.Nos subimos al vehículo y salimos del lugar con cuidado,
A la mañana siguiente, lo primero que hicimos fue dirigirnos a la antigua casa de Karl para poder sacar los documentos que necesitábamos de debajo de ese roble; sin embargo, nos sorprendió que el aire tenía un olor metálico y denso a medida que nos acercábamos.Nuestros ojos se abrieron con amplitud al ver que ese lugar estaba hecho un completo desastre. Alguien, quizá las personas que vinieron el día anterior, lo hicieron. Las llamas ya se habían apagado, pero el humo aún se alzaba en columnas grises, cubriendo el lugar con un velo oscuro de destrucción.—No puede ser… —murmuré, llevando una mano a mis labios, en tanto observaba lo que antes era una pequeña casa modesta. Ahora, no quedaba más que una estructura carbonizada y a punto de caerse.Arzhel estacionó el auto a una distancia segura, sus nudillos blancos por la fuerza con la que sujetaba el volante. Teníamos suerte de que los documentos que necesitábamos estaban seguros bajo tierra y lejos de la casa de Karl. Quizá, esa era l
El día comenzó con una mezcla de emociones contradictorias. Arzhel, con esa habilidad de trazar planes y llevarlos a cabo, ya había puesto en marcha la primera fase de nuestro plan. Mientras él movía las piezas en el tablero para incriminar a Rune, yo me preparaba para enfrentar otro tipo de batalla: la prueba de vestidos con Teresa y Nessa.Esto sin duda sería una tortura gigantesca, pues, apenas y podía compartir una pequeña charla con ellas, ahora, pasar todo el día, con ellas, era algo desagradable en todo el sentido de la palabra.Arzhel se inclinó hacia mí mientras terminaba de atar su reloj y me rodeó con sus brazos, acercándome más a él.—Recuerda, princesa, mantén la calma. —Su tono era firme, sereno, pero había un toque de preocupación en sus palabras. ¿Se debía a que ellas podrían ser capaces de cualquier cosa o que me podrían llevar al límite y terminaría yéndome del lugar sin ningún vestido?—. No importa lo que digan o hagan, eres más lista que ellas.—Lo sé. —respondí co
La oficina estaba sumida en un silencio que solo era interrumpido por el leve murmullo de teclados y el sonido ocasional de pasos en el pasillo.Yo me encontraba sentada frente a mi escritorio, intentaba concentrarme en los informes que tenía que revisar, pero mi atención estaba lejos de los números y los gráficos que tenía ante mis ojos. Algo estaba sucediendo. Lo sentía en el aire, como si mi sentido arácnido estuviera completamente despierto, esperando que algo sucediera. ¿Qué era? No lo sabía, pero algo estaba a punto de suceder.Y justo como lo pensé, mi intuición no me fallaba. Apenas habían pasado unos minutos cuando vi a Nessa cruzar el pasillo, sujetaba su bolso con ambas manos como si su vida dependiera de ello. Había algo en su postura que llamó mi atención, quizá era el ligero temblor en sus hombros, la rigidez de su cuello, o el esfuerzo que hacía para mantener una expresión neutral; sin embargo, sus microexpresiones la delataban.Dejé mi bolígrafo sobre el escritorio y m
El auto avanzaba con suavidad mientras las luces de la ciudad pasaban como destellos. Mientras Arzhel conducía de regreso a casa, yo iba mirando por la ventana, pensando en lo que se venía. Dos días… Solo dos días para la boda. La idea era emocionante, pero también me daba ciertos nervios. No sabía si era por el evento en sí o por el plan maestro que llevábamos a cabo.—¿Estás nerviosa? —La voz de Arzhel rompió el silencio, me observó por unos segundos.Giré la cabeza y lo miré. Esa típica sonrisa suya, segura de sí misma, estaba ahí, como si todo estuviera bajo control.—¿Por qué lo estaría? —respondí, tratando de sonar despreocupada. Pero la verdad era otra.—Porque en un par de días dejarás de ser libre, princesa. —El tono juguetón de sus palabras no coincidía con la mirada intensa que me lanzó. No pude evitar reír. Su manera de tomarse las cosas siempre lograba desarmarme, aunque fuera por un momento.—Dejaré de ser libre, me ganaré un esposo muy mandón. No sé si es un trato justo.
La luz del sol se colaba por las grandes ventanas de la oficina, iluminaba las sillas perfectamente alineadas frente al escritorio de papá, en la sala de juntas. Me senté en una de ellas, cruzando las piernas y observando cómo él revisaba unos papeles, con esa expresión concentrada que siempre tenía cuando algo ocupaba su mente. No había pasado mucho tiempo desde que llegué, pero ya podía sentir la tensión en el ambiente, como si algo lo estuviera preocupando más de lo que deseaba admitir.De un momento a otro, cerró la carpeta que tenía en las manos y se inclinó ligeramente hacia delante, centrando toda su atención en mí. Una pequeña sonrisa cursi apareció de manera imperceptible en mis labios.—¿Estás lista para el gran día? —cuestionó con una aparente calma; sin embargo, en su mirada se delataba la preocupación que sentía en ese momento.Me quedé en silencio por un instante, jugaba con el borde de mi falda mientras pensaba en cómo responder. Una parte de mí sentía una sensación cál
El ansiado día de la boda, llegó finalmente, el aire en la habitación estaba cargado con una mezcla de nervios y emoción. Me encontraba frente al espejo, observaba con detalle mi reflejo. El vestido blanco se ajustaba perfectamente a mi figura. Tenía detalles delicados que resaltaban una elegancia que nunca pensé que tendría. Mi cabello estaba recogido en un peinado simple, pero sofisticado, dejando algunos mechones sueltos que enmarcaban mi rostro. Por alguna razón, mi mente estaba en todas partes, menos en este momento.El par de víboras entró en la habitación como una ráfaga de energía. Nessa lucía impecable, como siempre, con una sonrisa en su rostro que parecía más calculada que genuina. Teresa, por su parte, estaba radiante en su papel de organizadora maestra, ajustando pequeños detalles y asegurándose de que todo estuviera según su estándar.—¡Te ves preciosa, Kenna! —exclamó Nessa mientras se acercaba para colocar un mechón rebelde detrás de mi oreja—. Realmente estás viviendo