Mi corazón latía con fuerza mientras observaba el mensaje en mi teléfono, mis manos estaban un poco sudorosas frente a las posibles revelaciones y el peso que todo esto traería consigo. ¿Qué sucedería si lo era?, o peor aún, ¿y si no lo era?«¿Eres Cristopher?», cuestioné luego de tomar un poco de aire y presionar el botón de enviar.«Sí».Su respuesta era corta, pero hizo que una parte de mi peso fuera quitado de mis hombros; sin embargo, al mismo tiempo, el aire se volvió denso a mi alrededor. Esas palabras, tan simples, tan directas, cargaban una verdad que no podía ignorar. Mis manos temblaban mientras escribía de nuevo, sintiendo una mezcla de emociones que apenas podía comprender.Era como si mi yo del pasado, esa de menos de catorce años, estuviera escribiendo en realidad, y no yo, la Aideen del pensante, la que estaba asustada con todo lo que estaba sucediendo, la que se esforzaba por mantener una apariencia de control y seguridad. La que temía que todo esto se tornara en una
La oficina estaba en silencio, apenas interrumpida por el sonido de los papeles que mi padre revisaba con atención. Yo estaba sentada frente a él, con la mirada perdida en el ventanal, observando cómo la ciudad parecía seguir su ritmo frenético, ajena a mis pensamientos.Sabía que pronto llegarían algunos socios para una reunión, pero el tiempo que teníamos a solas me daba una oportunidad que no podía desaprovechar.—Papá… —susurré para que alguna persona que cruzara no lograra escucharnos hablar.Yo estaba jugando con el borde de unas hojas, mientras él se acercaba a mí, al notar la expresión de mi rostro. Yo me encontraba aún demasiado pensativa, y quizá, un poco temerosa de descubrir que papá estuviera más involucrado en todo esto de lo que me gustaría.—¿Qué sucede, Aideen? —indagó en un susurro.Algo me decía que esa era su manera de disipar la gran oleada de pensamientos y suposiciones que me inundaban. Mi rostro, quizá era un libro abierto para él, uno que le decía claramente l
Compartimos un par de miradas y regresamos a nuestra labor. La noche avanzaba, pero el cansancio parecía ser inexistente. Cada hoja que pasaba y cada palabra que leía nos llevaba más cerca de descubrir la verdad, una que había permanecido enterrada durante años. Arzhel estaba a mi lado, su mirada se mantenía fija en la mesa, como si analizara cada detalle para encontrar algo que pudiera atar los cabos sueltos.Por supuesto que juntos éramos un equipo imparable y llegaríamos al fondo de esto, así fuera lo último que en la vida. En cuanto a mi venganza, esa sería mucho más dulce de lo que imaginé, pues, había muchas más víctimas en esto de lo que pensé.Mi teléfono vibró de repente, sacándome de mi estado de concentración. Lo tomé del borde de la mesa y vi el mensaje en la pantalla. Era de un número desconocido, pero ya sabía de quién se trataba. Quizá seguía manteniendo su identidad en las sombras por su propia seguridad. ¿Había alguien que lo estaba vigilando?«Están dando un paso e
El sol de la mañana se colaba por las ventanas de la cocina, bañándolo todo con un cálido resplandor dorado. Yo estaba de pie junto a la isla, batiendo unos huevos mientras Arzhel se encargaba de picar algunas verduras. Su habilidad con el cuchillo era impresionante, aunque su actitud despreocupada me hacía pensar que disfrutaba más de hacerme reír que de cocinar.—¿Sabes? —comentó con su tono casual mientras levantaba la vista de la tabla de cortar con esa sonrisa que solía hacer que mis defensas flaquearan—. Si no fuera porque prácticamente fui yo quien forzó toda esta relación contigo, pensaría que estás intentando conquistarme con tus habilidades culinarias.Rodé los ojos mientras trataba de contener una sonrisa. Era cierto, lo que sucedía a nuestro alrededor de la manera en la que lo hacía, era debido a que él me arrastró a fingir una relación con él. Jamás imaginé que terminaríamos de esta manera, y la Aideen del pasado tendría problemas para asimilarlo.—¿Conquistarte? Por favo
El mensaje llegó en el peor momento. Arzhel y yo aún teníamos las manos cubiertas de tierra cuando mi teléfono vibró de nuevo. Era un mensaje de Christopher, pero lejos de ser tranquilizador, era un aviso de que alguien estaba viniendo a este lugar y que debíamos salir en ese preciso momento.—Tenemos que irnos. —Mi voz sonó más tranquila de lo que sentía. Levanté la vista hacia Arzhel, quien ya había notado mi expresión y asintió con gravedad.—Deja todo tal como estaba. Que no quede rastro. —Ordenó, guardando la pequeña caja de metal bajo su chaqueta.Con movimientos apresurados, cubrimos el hoyo que habíamos cavado junto al roble, tratando de dejar todo lo más natural posible. El corazón me martilleaba en el pecho, cada crujido de las aves regresando a su nido, parecía anunciar la llegada de alguien.—¿Estás segura de que nos siguen? —preguntó mientras regresábamos al auto.—No lo sé, pero no pienso arriesgarme a averiguarlo.Nos subimos al vehículo y salimos del lugar con cuidado,
A la mañana siguiente, lo primero que hicimos fue dirigirnos a la antigua casa de Karl para poder sacar los documentos que necesitábamos de debajo de ese roble; sin embargo, nos sorprendió que el aire tenía un olor metálico y denso a medida que nos acercábamos.Nuestros ojos se abrieron con amplitud al ver que ese lugar estaba hecho un completo desastre. Alguien, quizá las personas que vinieron el día anterior, lo hicieron. Las llamas ya se habían apagado, pero el humo aún se alzaba en columnas grises, cubriendo el lugar con un velo oscuro de destrucción.—No puede ser… —murmuré, llevando una mano a mis labios, en tanto observaba lo que antes era una pequeña casa modesta. Ahora, no quedaba más que una estructura carbonizada y a punto de caerse.Arzhel estacionó el auto a una distancia segura, sus nudillos blancos por la fuerza con la que sujetaba el volante. Teníamos suerte de que los documentos que necesitábamos estaban seguros bajo tierra y lejos de la casa de Karl. Quizá, esa era l
El día comenzó con una mezcla de emociones contradictorias. Arzhel, con esa habilidad de trazar planes y llevarlos a cabo, ya había puesto en marcha la primera fase de nuestro plan. Mientras él movía las piezas en el tablero para incriminar a Rune, yo me preparaba para enfrentar otro tipo de batalla: la prueba de vestidos con Teresa y Nessa.Esto sin duda sería una tortura gigantesca, pues, apenas y podía compartir una pequeña charla con ellas, ahora, pasar todo el día, con ellas, era algo desagradable en todo el sentido de la palabra.Arzhel se inclinó hacia mí mientras terminaba de atar su reloj y me rodeó con sus brazos, acercándome más a él.—Recuerda, princesa, mantén la calma. —Su tono era firme, sereno, pero había un toque de preocupación en sus palabras. ¿Se debía a que ellas podrían ser capaces de cualquier cosa o que me podrían llevar al límite y terminaría yéndome del lugar sin ningún vestido?—. No importa lo que digan o hagan, eres más lista que ellas.—Lo sé. —respondí co
La oficina estaba sumida en un silencio que solo era interrumpido por el leve murmullo de teclados y el sonido ocasional de pasos en el pasillo.Yo me encontraba sentada frente a mi escritorio, intentaba concentrarme en los informes que tenía que revisar, pero mi atención estaba lejos de los números y los gráficos que tenía ante mis ojos. Algo estaba sucediendo. Lo sentía en el aire, como si mi sentido arácnido estuviera completamente despierto, esperando que algo sucediera. ¿Qué era? No lo sabía, pero algo estaba a punto de suceder.Y justo como lo pensé, mi intuición no me fallaba. Apenas habían pasado unos minutos cuando vi a Nessa cruzar el pasillo, sujetaba su bolso con ambas manos como si su vida dependiera de ello. Había algo en su postura que llamó mi atención, quizá era el ligero temblor en sus hombros, la rigidez de su cuello, o el esfuerzo que hacía para mantener una expresión neutral; sin embargo, sus microexpresiones la delataban.Dejé mi bolígrafo sobre el escritorio y m