Adán estacionó su auto junto al borde de un camino de tierra polvoriento, el motor aun rugiendo levemente antes de que lo apagase. Las afueras de la ciudad tenían una atmósfera particular, un silencio extraño que lo ponía en alerta. Frente a él, una casa pequeña y deteriorada se alzaba entre un bosque de árboles altos y enmarañados. Había pasado días siguiendo las pistas sobre Lucas, y todo indicaba que este lugar escondía algo.
Sacó su teléfono y tomó una fotografía de la casa antes de enviar un mensaje a Mateo y Dana.Adán: "Lo encontré. Enviaré la ubicación. Este lugar tiene algo extraño. Necesitamos hablar".Con el teléfono en la mano, se quedó un momento observando la propiedad. No había señales de vida, pero algo en el ambiente lo inquietaba. Volvió al auto, cerrando la puertaEl aire de la noche era denso mientras Mateo, Dana y Adán salían de la casa deteriorada. La escena que habían encontrado en la habitación superior les había dejado más preguntas que respuestas. Sobre el suelo, una serie de objetos extraños: fotografías desgarradas de Lisana y Melina, una muñeca rota cubierta de pintura roja y una nota escrita con garabatos que decía: "El tiempo se acaba".Adán guardó la nota en su bolsillo, su expresión reflejando una mezcla de preocupación y determinación.-Esto va más allá de lo que imaginábamos -dijo en voz baja, mirando a Mateo y Dana-. Lucas no solo está obsesionado con Lisana. Parece que está planeando algo, y no podemos quedarnos esperando.Dana asintió, sus ojos brillando con una mezcla de miedo y furia.-Tenemos que proteger a Melina. Ella es la más vulnerable en esta s
Esa mañana Lisana se acercó a la terraza de su habitación como lo hacía cada amanecer. Admiraba el tapete de vegetación que se alternaba con el naranja de los techos de las viviendas que se asomaban entre tanto verdor. A lo lejos, su mirada se detuvo en la casa de Lucas, aunque no quería acordarse de él, su pensamiento la traicionaba. Romper con su pasado era la decisión más acertada que había tomado en su corta vida, poner tierra de por medio le daría la ventaja que necesitaba para salvar su matrimonio. La luz del sol tenía un brillo inusual que destacaba los reflejos de su larga cabellera. Vestía una elegante bata de seda, aunque no había dormido bien, ya estaba maquillada y peinada, lista para cambiarse de ropa y salir hacia el aeropuerto. Estaba revisando por cuarta vez el equipaje de su esposo cuando su madre entró a la habitación.—Yo te hacía dormida, tu vuelo es en la tarde mi amor, ¿por qué no descansas un poco más? Ustedes dos necesitan despejarse, y además, tu padre y y
El día anterior, el abuelo de Dana estaba en su lecho de muerte y había pedido verlas. Necesitaba pedirles perdón a Vicky y a su querida nieta. Le insistió tanto a su hijo Ángel que este no se pudo negar a cumplir su último deseo a pesar de que estaba consciente de que quizás no accederán ir a verlo. Su padre se había ganado el desprecio de ambas, por la manera en que se comportó en el pasado.—Perdona la hora, hija. Mi padre está muy mal, está muy grave. Te pido que vengas, te lo suplico, Dana. Ya Vicky viene en camino, aunque es tarde ya, dudo que alcance a pasar la noche, ya mañana será muy tarde.Aunque sorprendida por la terrible noticia, no dudó en ir a cumplir con su deber. Pocas veces se había negado a ayudar a los demás y menos podía permitirse quedar con semejante remordimiento. Su corazón era noble, siempre dispuesto a olvidar, y hace mucho que había perdonado los desprecios de su abuelo paterno.—Sí, sí, claro, papá, enseguida voy para allá, hazle saber que en unos minutos
Dana ingresó a la funeraria y fue a la sala de descanso a dejar sus cosas, se detuvo frente al espejo, lucía confundida y con falta de sueño, aunque impecable en presencia: vestida con un conjunto negro, lucía muy elegante. Zoraida siempre sintió un poco de rabia al ver que su hermana era delgada y hermosa de pies a cabeza. Los comentarios siempre eran los mismos, la habían herido en lo más profundo de su corazón, no faltaba quien al conocerlas dijera que no se parecían en nada. No obstante, Zoraida buscó un espacio en el cual destacar. Vivía con un libro debajo del brazo, construyó su propia imagen de mujer inteligente y culta, aspecto que le permitió hacer que sus comentarios y opiniones tuvieran la debida aceptación. —Hermana, ¿cómo te sientes? Yo sé perfectamente bien que este no es el momento para hacerte reproches, pero la verdad es que tú deberías decidir tu vida, no es bueno que vayan tras de ti esos dos hombres. Mira, me tiemblan las manos de solo pensar que en cualquier mo
El corazón de Mateo latía con fuerza, sus labios húmedos deseaban besarla, pero se contuvo, su risa era nerviosa mientras la miraba una y otra vez.—Eres maravillosa, siempre te lo dije, desde el primer día que te vi. —La mirada de Mateo recorrió el cuerpo de su amada con deseo—.—Lo hago por mí, no es lo que piensas, no tiene que ver contigo. No puedo entregarme a otro hombre, es eso —susurraba. —Mi amor, podemos ser felices, déjame demostrarte que es verdad —dijo, en tono de súplica.—No he olvidado lo que me hiciste, sufrí mucho por tu abandono —aclara.—Solo me casé porque esa mujer esperaba un hijo mío, no siento nada por ella, vivimos en cuartos separados.—Yo también estaba esperando un hijo tuyo y no te importó —reclamó, volteando la mirada.—Lo supe después, si solo me lo hubieses dicho, me lo ocultaste.Ella ocultó su embarazo, nunca le dijo la verdad. Mateo se enteró demasiado tarde. Esa noche, en la sala de parto estaban ambas. Se embarazaron en fechas próximas y el desti
Dana salió de la sala del velorio y se dirigió al jardín de la funeraria. El aire fresco le dio un respiro momentáneo, y sintió que su mente se aclaraba. Era un lugar tranquilo, alejado del bullicio de la sala llena de gente. Al fondo, vio a Mateo de pie, con la mirada perdida en el horizonte. Su corazón dio un vuelco. Se acercó lentamente, sintiendo cada avance como un paso hacia lo desconocido.—Mateo —lo llamó, y él se volvió hacia ella, sus ojos llenos de sorpresa y esperanza al verla la conmovieron.—Dana, no pensaba que vendrías. Estaba a punto de irme.—Necesitaba hablar contigo. Mateo la miró con expectación, como si sus palabras fuesen la salvación que había estado esperando. —¿Qué pasa? —preguntó, su voz era suave.Dana tomó aire, sintiendo el peso de cada palabra que estaba a punto de pronunciar. —No puedo seguir ignorando lo que siento —las palabras salían de su boca a la par que se sonreía—. Debo ser honesta contigo.Mateo dio un paso hacia ella, acercándose más. —¿L
Después de romper con Adán, Dana se sintió como si se hubiera liberado su pecho, aunque al mismo tiempo, la tristeza la invadía. Cortar el vínculo con una persona tan importante en su vida era extraño para ella, sabía que su decisión lo había lastimado y no podía retenerlo más por mucho que lo necesitara. Le costó dejarlo ir.Al llegar a casa, se encontró con Zoraida. —¿Cómo te fue? —preguntó su hermana, con una expresión de preocupación.—He hablado con Adán. No voy a casarme con él, rompimos. Zoraida se quedó en silencio, sorprendida. —¿Mateo? ¿Qué pasó? ¿Volviste con él, verdad? —dijo ansiosa—, sin poder ocultar lo mucho que se alegraba de la noticia.—Voy a buscarlo. Necesito hablar con él, quiero contarle.La ansiedad la cegó, no pudo ver lo que era tan obvio. —Dana, ten cuidado. No quiero que te lastimen otra vez. Ve despacio, ya sabes cómo son los hombres, ¿qué sabes tú si ya Lisana lo convenció?—No me digas eso, me muero, te lo juro. No puedes hacerme eso de nuevo. Tengo
El ambiente se tornó tenso mientras Lisana luchaba con sus emociones. Finalmente, se pasó la mano por el rostro, tratando de calmarse. —No puedo creer que esto esté sucediendo. —Su voz era un susurro, casi inaudible. —Lisana, sé que esto es difícil —dijo Mateo, sintiendo que la situación se tornaba más compleja—. No quiero seguir viviendo en una mentira, ¿podemos pasar? —No, es mejor resolver esto acá afuera. ¿Y qué se supone que debo hacer ahora? —preguntó Lisana, sus ojos brillando con lágrimas contenidas. Dana sintió una punzada, la compasión afloró al ver a Lisana tan vulnerable. —No estoy aquí para menospreciar tus sentimientos. Solo quiero que entiendas que no puedo seguir adelante con Adán y que estoy dispuesta a enfrentar lo que venga. Lisana se quedó en silencio, procesando las palabras de Dana. Al fin, pareció resignarse. —Esta es una situación horrible. No sé cómo enfrentar lo que está pasando. Mateo dio un paso hacia Lisana. —No quiero que esto termine en resentim