(…)
Entre abro y cierro mis ojos, hasta acostumbrarme a la iluminación de la habitación.
—Aaaahhh… —me quejo.
¿Qué dolor de cabeza? ¡Oh, por Dios! ¿Qué hice para merecer esto?
—Mi niña —abro los ojos de golpe al escuchar la voz de mi madre.
—Mamá —me levantó de la cama, reprimiendo las pulsaciones de dolor que tengo en mi cabeza—¿Desde cuándo estás aquí?—pregunto con algo de curiosidad.
—¿No recuerdas nada mi niña? —mi madre tira una mirada asombrada.
«BIENVENIDO MÁXIMO PETROV».—¿Y esto? —pregunto.—Has pasado la prueba.—¿Prueba de qué? —tiro la cara de asombro.—Tú sabes que para todo hay una prueba —dice con franqueza, sentándose frente de mí.Oh, eso quiere decir que me han elegido sin que estuviesen seguro de que fuese el ideal para este trabajo. No me enoja, pero no deberían de andar jugando porque esto es serio, aunque los malditos me tienen de los huevos… “Favor con favor se paga”.—Comprendo —exhalo.—En unas horas sale nuestro vuelo hacia Mosc&uacut
Liliam.Llegando a la ciudad de Sicilia y mi cuerpo junto a mis padres nos dirigimos hacia la boutique de Samantha, puesto que no quiero descansar, no quiero postrarme en una cama a llorar lo que ya he llorado, no quiero lanzarme al abismo, puesto que el abismo viene a mí, no quiero seguir sufriendo. Desde hoy me propondré a trabajar y a trabajar, hasta olvidar mis penas.Las mismas penas que hace unas semanas hubiese evitado.Les dije a mis padres que me iría con ellos con la condición de dejarme ir a la ciudad de Sicilia junto a Samanta y Rafael. Quiero ayudarle a Samanta a expandir más su negocio y de paso así ella tendrá más tiempo para su familia y yo así tendré tiempo para mantener mi mente ocupada.Mi coraz&
—Shhh… —me calla cerca de mi oído, haciendo que mi cuerpo se estremezca.Siento como él empieza aspirar el olor de mi loción de Victoria Secret, pero no termino de comprender por qué su toque y su aroma me parecen muy familiares.—Suéltame —balbuceo, aunque es inútil, puesto que la mano del desconocido sigue puesta en mi boca.El desconocido me arrastra hacia uno de los vestidores. Intente resistirme, pero era demasiado estúpido, puesto que él tiene más fuerza que yo, pero no estrategia. Me quedo atenta a lo que hará el desconocido, relajo los músculos de mi cuerpo y me preparo. El desconocido se encarga de poner el se
—Me pierdo ante tu belleza —masculla con voz ronca, haciendo que mi cuerpo se erice por completo.—No me tientes Máximo Petrov —le sentenció—. Ahora salgamos de aquí.Me aliso el cabello y nuevamente me lo vuelvo a recoger, con un poco de nerviosismo quito el seguro de la puerta, la abro asomándome si de casualidad hay alguien cerca.—No tienes por qué avergonzarte y menos si estás junto a mí.Máximo toma de mi mano y ambos salimos del vestidor, ¡sí! Ese vestidor que fue testigo de nuestra fogosa y ardiente pasión. Me apego más al brazo de Máximo y le pido a Dios que nadie sospeche de nuestra suculenta travesura. En ese instante nos dirigimos al hotel. Liliam y Luciana van en la parte trasera mientras que yo voy a lado de Jaim, ¡sí! Él nos acompaña, ya que no me puede dejar solo y más aún que solo tengo pocos días para estar en esta ciudad.—Máximo, hace unos minutos me informaron que tendrás un par de reuniones —habla sin quitar la mirada del volante.—Cuanto tiempo tengo —dije seriamente.—Hice lo posible que tuvieras los cinco días, pero ahora tendrás solo tres días.¡Mierda! Lo que me faltaba, ahora tengo que hablar con Liliam, puesto que no pienso dejarla aquí.Sé que se escucha un poco posesivo y eCapítulo 33
—¿Quieres ir al hotel o dar un paseo? —pregunta Máximo.—Vamos a dar un tour y no es mala idea que empecemos por la “Basílica de la sagrada familia” —sonrió, tomando el brazo de Máximo—. Además está ahí—señaló.A unos metros está la “Basílica de la sagrada familia”. Cojo el brazo de Máximo y lo jalo para encaminarnos, para que Luciana se encamine en compañía del ruso Jaim.—Cómo te sientes después de ingerir bocado —susurra.—Bien, porque en el hotel probé unos bocadillos y después de dos horas que salimos estoy satisfecha con la paella.
(…)Media después salgo de la habitación en compañía de Luciana y Caramelo, ya que Máximo se quedó con Jaim y los demás. Era obvio que Máximo no me dejaría ir sola a la esquina del hotel y menos al médico.—No puedo creer que hayas olvidado nuestra cita —Luciana se queja—. La hora exacta era a las nueve de la mañana. ¡Nueve! —réplica.—Lo olvide y de paso me quede profundamente dormida —justifico cada una de sus quejas—. Además no tienes por qué preocuparte.—¡Nooo…! —abre los ojos—No sé por qué Máximo no te jala de las orejas para que veas la gravedad de tu situaci&oac
(…)Máximo.—Aló —insisto, ya que me han dejado hablando solo—. ¡Liliam!—Prepárate Máximo —susurra, llevándome la sorpresa que no es la voz de Liliam es más ni menos que la voz de Luciana.—¿Dónde puta están? —grito levantándome del sillón—… Habla y procura no mentirme hijo del demonio—sentencio.—No me grites, y lo único que te puedo decir es que en unos minutos estaremos en el hotel —balbucea.—¿Pasa algo Luciana? —bajo la voz.—Pasa más de lo que tú