Nota de autor: La canción es Siete Minutos de Dean Lewis.
Vania no sabía qué responder a eso. Era un insulto, maquillado como algo natural y no pudo sentirse menos que asqueada.—¿Acaso eres su mensajero? —preguntó con acidez y un poco de decepción.—Soy su hermano y haría cualquier cosa por él. Incluso algo como esto. No me respondas ahora, puedes pensarlo esta noche y sabremos tu decisión por la mañana. Ven, vamos a divertirnos con los demás. —No tengo nada que pensar, Javier. —Se lo debes —le dijo cerca del oído, mientras le rodeaba los hombros con un brazo—. Él comprende sus limitaciones y a lo que te estás comprometiendo al quedarse a su lado. No quiere que te sientas obligada por la niña y su bienestar. Como hombre lo entiendo. No es nada sencillo.—Es más sencillo de lo que creen todos —dijo con una sonrisa triste.Eran tan estúpidos si suponían que una mujer valoraba más un par de piernas ágiles que el respeto y la consideración, que el sacrificio y el amor, algo que ella había descubierto en sus ojos cuando la miraba.Las noches e
Vania corría detrás de Abi por la arena, iban seguidas por el pequeño Alexander, Andrea con el bebé en sus brazos y Casandra tras todos ellos. Su hermana era la loba que debía cazarlos mientras gritaban presas de los nervios.Él ansiaba compartir su diversión, pero con cada segundo en la que se movía la manilla del reloj, acercándose a la hora en que debía ver a su mujer partir, en busca de una apasionante despedida, se le comprimía el pecho lleno de angustia y desesperación. —Guarda la calma, parece que vas a vomitar —dijo Javier en voz baja, entregándole un jugo de naranja frío.—Me encantaría verte en mi lugar —respondió sin mirarlo y tomando un sorbo del líquido.Agradeció con un gesto el que le hubiese agregado un poco de alcohol, porque sin él habría estado más nervioso.—Papá dice que mi mamá se llevó todas las joyas de la caja fuerte del banco.Alexander se dio cuenta de su error. Javier había estado del otro lado hacía unos años, pero en una versión más macabra y con el sald
Por un momento creyó que Vania desistiría de su encuentro con Hunter, pero la angustia que lo embargó en cuanto la vio entrar a la casa con tanta prisa, también le obligó a recordar una de las pláticas que había tenido Angélica con Casandra hacía mucho.En ella, su pequeña hermana le confesó a su madre sobre lo seductor que era el guardaespaldas y su talento con las mujeres, de todos aquellos momentos íntimos en los que la hizo disfrutar antes de casarse con Fabio.¿Podía superar eso?La respuesta era obvia.No obstante, una fuerza invisible lo empujó a avanzar, sin ser capaz de meditarlo demasiado, pero Javier se interpuso en su camino al mismo tiempo.—¡Apártate! —exclamó entre dientes. —No la sigas, Alex. Te recuerdo que la dejaste elegir y prometiste no intervenir. No puedes detenerla.Él lo tenía claro y aunque la voz de Javier mostraba su propia batalla interna, volvió a apretar el botón para avanzar.Si hablaba, si le respondía, se quebraría frente a él, aunque al menos ya est
La sonrisa de Alexander lucía casi indeleble y al verlo junto a sus hermanos y sus cuñados, a Vania le pareció muy tierno. Cuando él no prestaba atención, ellos se veían demasiado emocionados como para retener sus miradas cómplices, además de unas cuantas lágrimas que retuvieron con cierta compostura. Estaban tan pendientes de él que incluso le pareció graciosos, Esa noche todo parecía ser demasiado bueno para ser verdad; una sensación que Vania experimentó varias veces cuando algo le decía por dentro que su ciclo en el último sitio elegido para su hija y ella llegaba a su fin. Era extraño estar consciente de que aquello que antes la agobiaba al volver a empezar en un lugar nuevo ya no lo experimentaría nunca más, porque ahora tenía un hogar, un hombre que la amaba y, sobre todo, el mejor padre para su hija. —¿Qué sucede? —le preguntó Alexander al acercarse de más a su oreja y ser escuchado a través del potente bajo. Ella negó y tuvo que sonreír como los demás, pero quería echarse
Miró el reloj del vehículo marcando las dos y treinta y cinco minutos de la mañana, así fue como Vania se dio cuenta de que estaban tardando demasiado en llegar al hospital. Se giró a su lado para pedirle explicaciones a Andrea. —¿Dónde vamos? —A casa —le respondió con los ojos cerrados. Se había acomodado en el asiento, pero abandonó su posición para acercarse y rodearla con su brazo. —Quiero ver a Alexander. Llévame al hospital, por favor. Tuvo que tragar con fuerza al verla negar. —Lo lamento, Vania, pero Javier dijo que te llevara con Abi y que nos mantendrán informadas. —¡Tú! —gritó metiéndose entre los dos asientos delanteros y sujetando la camisa del conductor con firmeza—. Llévame al hospital, ¡ahora! —Vania, lo siento —intervino Andrea desde atrás. —¡Es una orden! El hombre, en lugar de mirarla a ella, se dirigió a Andrea y eso la cabreó por completo y más cuando la castaña asintió y un par de minutos después giraron hacia el anillo periférico. —Tengo derecho a est
Cuando Vania regresó a casa para darse un baño y cambiarse después de no poder ver a Alexander en el hospital, Gloria le dijo que Abigaíl se había ido de paseo a la playa junto a sus primos y a su abuelo. Su plan era hablar con ella sobre lo que estaba pasando e ir por utensilios de higiene para él, pero de alguna forma se sintió liberada al no encontrar a su hija en casa y no tener que enfrentarse ni a ella ni a Pablo Herrera.Se sentía agotada, insegura y no sabía si insistir con su presencia era el mejor plan a llevar a cabo, pero qué otra cosa podía hacer.Volvió al hospital después de medio comer algo y se acomodó en el sofá de la sala de espera con el maletín en la mano, revisando por enésima vez los medicamentos que organizó junto a Gloria y se extrañó al no ver a ninguno de ellos rondando por los pasillos.Un cuarto de hora más tarde seguía a solas y en el mismo lugar, sin haber recibido ninguna respuesta al mensaje que envió al chat grupal de los Herrera (al que a regañadient
Vania no supo cómo reaccionar, porque consideraba que Casandra estaba de su lado, al menos por Abi. Sobre todo, por el gesto que tuvo en el hospital al mostrar su apoyo frente a los demás, pero con semejante revelación, era obvio que también se equivocó en eso.Cómo podía haber bajado tanto la guardia con esa familia. Estar entre ellos y convivir a diario no cambió nada y tampoco la benefició en absoluto como pensó. Ahora sí que no sabía qué hacer.—Bu, bueno, yo creo que te entiendo —balbuceó con nerviosismo y sin poder mantenerle la mirada.Casandra suspiró con fuerza y apretó su mano de igual manera para que levantara el rostro.—Entiéndeme, papá está a punto de divorciarse de mi mamá en muy malos términos. Al hermano de Andrea acaban de asesinarlo y lo están involucrando en temas de narcotráfico y un sinfín de delitos y, por si fuera poco, se filtró que Fabio y yo estábamos negociando la tutela de un bebé al margen de la ley, porque como sabrás, yo no puedo concebir. —Casandra, p
A Alexander no le gustaba que le hicieran esperar y menos cuando su hermano y su cuñado no paraban de fastidiarlo con demasiado entusiasmo, sobre el poco respeto que Vania le tenía, al dejarlo plantado por irse con Casandra y Andrea, en lugar de esperar para verlo.Aunque le complacía saber que intentaban integrarla a la familia, temía que la conversación que ella tuvo con Darla se hubiese salido de control y que con ello se dañara todo el avance que lograron en su relación desde su regreso.Lo ponía nervioso el pensar que su actitud la noche anterior pudo haber atribuido a empeorar el malentendido, pero solo le restaba esperar para mirarla a los ojos y aclararlo lo mejor que pudiera. La extrañaba demasiado y verla en su habitación por ese breve instante, fue todo lo que hacía falta para sentir que la situación no estaba tan perdida.Llegó y le llevó cosas que, aunque no necesitaba, le demostraron que se preocupaba por él.La discusión que tuvo con su familia esa mañana lo había deja