Una semana después, en una cafetería acogedora, Maddie se encontraba sentada en una mesa colocada junto a la ventana, mirando con ansiedad a las personas que caminaban en la calle. Finalmente había conseguido que Leo aceptara charlar con ella y eso le generaba demasiada emoción, al grado de sentir punzadas en el estómago cada vez que veía a un hombre pasar cerca del establecimiento. Habían acordado verse a las 5:30 de la tarde, pero en ese momento faltaban 15 minutos para las seis, lo que comenzó a preocupar a la ansiosa mujer. Como no podía más con la incertidumbre, escribió un mensaje de texto para confirmar que ya se encontraba en el lugar acordado. “Leo. Acabo de llegar a la cafetería. Te estoy esperando”. En el momento en que comprobó que el mensaje se había enviado, vio con decepción que el destinatario aún no lo había visto, lo cual incrementó más su temor a quedar plantada. Mientras pensaba en esto, un mesero se acercó y preguntó amablemente. —Señorita, ¿ya puedo tomar su
Al otro lado de la ciudad, Mike se encontraba a bordo de un taxi, ansioso por llegar a su encuentro con Luis. En ese momento del día, el tráfico lo estaba retrasando y esto incrementó más su inquietud por saber de qué hablaría con su ex mánager. La cita era en un restaurante lujoso ubicado en la zona norte de la ciudad. Cuando llegó, se acercó a un empleado para preguntar por Luis y este lo guió a la mesa correspondiente. —Hola, Luis, tiempo sin verte. Disculpa la demora, había mucho tráfico —exclamó entusiasmado. El mánager se levantó para recibir a su invitado y contestó con tranquilidad. —Buenas noches, Mike. Igualmente me alegra verte. Creo que la última vez fue el año pasado, ¿no? —¡Así es! Durante la competencia. Fue genial que escogieran a mi amigo, realmente merecía cambiar de aires —mencionó el desenfadado muchacho mientras tomaba asiento, para después preguntar—. Y, ¿para qué me pediste que nos encontráramos? Luis ignoró esto último, ya que en ese momento llamó al me
Por largo rato, Mike miró embelesado el rostro dormido de Maggie, que no se percató de que Claire estaba detrás de él, reclinada sobre el marco de la puerta. Cuando este dio la vuelta, se sorprendió ante su presencia. —¡Cielos! —exclamó sobresaltado—. ¿Cuánto tiempo llevas ahí? —No mucho —respondió mientras caminaba hacia él—. Realmente no quería asustarte y que Maggie se despertara. Tal observación hizo palidecer a Mike, que de inmediato se dirigió a la cuna para revisar que la bebé no se hubiera despertado. Para su fortuna, la pequeña dormía profundamente. —¡Uf! ¡Qué bueno que sigue dormida! —respiró aliviado. Claire sonrió con ternura al ver la expresión de Mike. Luego de esto, el chico gamer se dirigió a ella. —¿Necesitas algo? —No —negó Claire con la cabeza y añadió con curiosidad—. Sólo quería saber a dónde fuiste. No me dijiste nada al salir y pensé que había sido algo muy importante. —¡Oh! Lo siento, Luis me pidió encontrarnos en un lugar para charlar como los viejos ti
Mike sonrió cínicamente al escuchar que Leo había descubierto sus intenciones, así que decidió ir directo al grano. —¡Touché! Sí me encontré con Luis… —Entonces mis sospechas eran ciertas —interrumpió el pelirrojo, suspirando con tristeza—. Supongo que Luis te mencionó que si no me convences, puedo enfrentar líos legales con Master Games. Su amigo parpadeó asombrado, ya que no esperaba que Leonard estuviera enterado de las mañas de esa empresa. —¿Cómo es que tú…? —Lo sé. No soy tonto. Antes de firmar leí detenidamente el contrato y vi esas cláusulas. —¿Y por qué firmaste si sabías que sería perjudicial? —cuestionó Mike sorprendido. Ante esto, Leo suspiró de nuevo y respondió con resignación. —Porque quería escapar. Detestaba mi vida en ese momento. Ahora igual, pero ya no quiero seguir con esta rutina… Mike entendió a qué se refería su amigo, sin embargo, no estaba dispuesto a que fuera una víctima más de Master Games. —Sé que es duro, pero si aceptas… —Ya lo pensé, no piens
Leo se estremeció ante este cuestionamiento. Desde el día en que Mike le envió la fotografía de su hija recién nacida, no hubo un momento en que no dejara de lamentarse por haberle heredado sus genes malditos. Al ver que su amigo estaba consternado, Mike volvió a hablar. —Amigo, ¿qué sucede? ¿Acaso no te gustaría conocer a Maggie? Este señalamiento hizo que Leo volviera en sí y respondiera un tanto aturdido. —Realmente tengo miedo. No estoy seguro de que sea lo correcto. —¿Qué dices? Maggie es tu hija, tiene derecho de conocerte —cuestionó Mike exaltado. —No estoy seguro de qué pasará cuando la vea por primera vez —continuó hablando con ansiedad—. Incluso he evitado pensar en ella, porque no sé si tendré el valor de entrar a su vida. Es tan pequeña y frágil, que temo que salga lastimada si aparezco de repente. —¡Por favor, amigo! Ella es tu hija, tienes todo el derecho de conocerla y de estar a su lado, no tendrías motivo para lastimarla si estás a su lado. Además, si continúas
Mike se entusiasmó al escuchar que su amigo finalmente quería conocer a la bebé, que exclamó. —¿De verdad? Eso… eso es fantástico. ¿Cuándo te gustaría conocerla? —Bueno, no sé, aún no me siento listo… —¿Qué te parece mañana mismo? —¿Mañana? —Sí, Claire y yo iremos al registro civil mañana para finiquitar nuestro matrimonio. Así que será una excelente oportunidad para que te acerques… —¡Wow! Espera… Espera, ¿no crees que será demasiado invasivo si llego de repente? Claire estará… —Confía en mí, yo me encargo de que el encuentro entre ustedes sea casual —replicó Mike. Leonard estaba sorprendido porque su amigo se tomaba esas atribuciones, así que añadió: —Oye, ¿qué tal si Claire se enfada contigo por hacer esto? —No te preocupes, sólo llega al registro civil como si estuvieras de paso. Te aseguro que Claire no se sentirá intimidada con tu presencia —insistió Mike. Al ver que no podía con los planes de su atolondrado amigo, el pelirrojo suspiró y aceptó de resignación. —Bien
Al escuchar esto, Mike sintió un vuelco en el corazón. Era la primera vez que Claire manifestaba ese tipo de sentimientos hacia él, que en el fondo deseó regresar al registro civil para anular el divorcio, pero se contuvo y esperó a que ella terminara de hablar. En tanto, Claire se sentía tan triste por perder a un compañero de aventuras, que siguió desahogando su decepción. —Sé que lo nuestro fue falso, pero, sin querer, me acostumbré a tus atenciones y que siempre estuvieras a mi lado durante el embarazo y ahora con Maggie. Ahora que todo terminó, siento que no podré lidiar todo esto sola. —En ese punto se dio cuenta de que el aprecio hacia Mike era más que agradecimiento, así que se secó las lágrimas y aclaró—. Lo siento, creo que estoy bastante sensible con lo de la bebé, así que no me hagas caso. Esto último sacudió al muchacho y lo hizo darse cuenta de que Claire jamás sentiría por él algo más romántico, así que ocultó sus sentimientos y contestó con serenidad. —Tranquila, en
Cuando al fin lograron que Maggie se calmara, Claire recordó que Leo estaba frente a ellos e inmediatamente se dirigió a él. —Siento que hayas tenido que ver esto —comenzó a disculparse—. Regularmente Maggie es tranquila. —¿Por qué te disculpas? Creo que es normal que los bebés lloren, de seguro se asustó con mi apariencia —bromeó Leo. Aunque esta respuesta parecía convincente, Claire sentía la necesidad de aclarar las cosas con Leo. —¡Qué dices! Ella no hace eso, de verdad, espero que no te hayas sentido incómodo. Mike notó que Claire actuaba muy extraño, ya que no habían hecho nada más que calmar a la bebé, pero luego cayó en la cuenta de que la actitud de ambos había sido la de una pareja velando por su hija. «Tengo que intervenir, para que Leo no piense que sigo interesado en Claire», pensó e inmediatamente añadió. —Bueno, como verás, ya me había acostumbrado a cuidar de Maggie, que es instintivo ir corriendo con ella cada vez que llora. ¿No crees? —¡Exacto! Los bebés tien