Capítulo 18

Por otra parte, Luisana comenzó a disfrutar un poco más de sus días en Buenos Aires, había visitado el restaurante de su padre y arregló ciertos asuntos con su abogado.

—¿Ya te vas? —pregunta Mariano cuando entra a la casa

—Si, papá. Renzo me tiene que pasar a buscar en unos minutos, el vuelo sale pronto. ¿Todo bien?

—Todo bien, mi amor. Un poco cansado, pero nada que la cama no solucione. ¿Dónde se van a quedar?

—Él me dijo que su amigo había alquilado como unos departamentos que tenían el patio en común. Al menos me quedo ahí hasta la fiesta, después pensaba irme a la casa del bosque.

—La casa —dice él sonriendo—. Es tan hermoso ese lugar, hace mucho tiempo que no voy.

—¿Y por qué no venís? Podríamos descansar unos días.

—No, no puedo. Tengo mucho trabajo, pero disfruta de ese lugar —él acaricia su mejilla—. Prométeme que te vas a cuidar y que si necesitas algo me llamas.

—Te lo prometo. No tenés que preocuparte por nada —se escucha el sonido de la bocina de Renzo—. Ya llegó

—Vamos
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