Había llegado la hora de regresar a casa, aunque no quisiera. Sentía que sin su padre allí no podía hacer mucho, por más que quisiera a Claudia, no era lo mismo sin él.Tomó la decisión de irse de la casa desde hace tiempo, pero ocurrieron algunos asuntos que hicieron que sus planes se posterguen y no pudiera encontrar un departamento. De todas maneras, la finca era un lugar muy apartado, tenía que hacer mucho trayecto para llegar a la empresa y estaba absolutamente lejos de todo.—Señorita, me alegra verla por aquí —dice Gonzalo con una tenue sonrisa—Hola, Gonzalo ¿Está todo bien?—Si, por supuesto. Todo tranquilo como siempre. ¿Le sirvo el desayuno?—No, gracias. Ya desayuné, solo venía por mis cosas.—¿Por tus cosas? —Claudia aparece en escena, acomodándose la camisa mientras llega hacia ella—Clau, ¿Podemos hablar?—Si, ¿Pasó algo? —pregunta mirando el reloj de su mano—Si.—Gonzalo, servile un café, vamos a hablar en el comedor.Lena admiraba a esa mujer por estar tan entera des
Las oficinas quedaban arriba de una hermosa cafetería, José había pensado en ese momento que lo mejor era estar a la vista de todos, pero no tanto. Montar un negocio abajo había sido lo mejor, sabiendo que nadie estaba enterado de que el segundo piso pertenecía realmente a Claudia o él, sino que era un misterio para todos.A la oficina se entraba por un pequeño pasillo al lado de la cafetería, el cual tenía contraseña y también se avisaba al personal de seguridad que se encontrara arriba. La única conexión con la cafetería era un ascensor pequeño para subir lo que quisieran tomar o comer en las oficinas.Javier Galier era el dueño legal de ese lugar, el empresario era una pantalla para que nada estuviera a nombre de Claudia por allí. Él era el que se encargaba de que las cosas funcionaran bien, aunque la que estaba detrás de él en el negocio era Antonella. Ella era la encargada de aquel negocio, sabiendo que la jefa estaba arriba y que todo funcionara correctamente.En el tercer piso
Entre risas Luisana terminó llegando unos cuántos pasos antes, mientras Renzo luchaba con la idea de no chocar contra ninguna rama de un árbol.—¿Puedo preguntar que querés hacer en esta casa? —pregunta él mientras toma la botella de agua de su mochila—Vamos a entrar —él levanta una ceja—. Es de mi tía, no se asustes que no vamos a cometer ningún delito —ella le sonríe—. Le avisé al cuidador que estaríamos hoy, así que debe estar por algún lugar de la casa.Luisana abre el portón principal con un pequeño control remoto. La casa quedaba literalmente en el medio de la nada, no había ninguna otra alrededor por algunos kilómetros. Renzo le siguió el paso por detrás mientras miraba el lugar, estaba lleno de árboles y flores, muy bien cuidada, por cierto.La casa estaba en el medio, no era tan grande ni tan pequeña, pero lo hermoso no se le podía negar. Sus grandes ventanales seguro te daban una vista hermosa desde el interior, y Renzo pensó que no podía ser un lugar más perfecto que ese.
En la oficina del oficial Martínez se estaban dando por vencidos con el asunto del caso de Claudia Herrera. Después de conseguir el gran paso de hacer que Antana trabajara para ellos, entonces aparece muerto de un momento para el otro.—No hay ninguna prueba que confirme que la responsable de la muerte de José Antana y Karla Suarez sea Claudia Herrera —dice uno de su equipo mientras están en una reunión—Cuando envié a los dos oficiales de policía a custodiar a Antana a distancia, la última vez que lo vieron con vida fue cuando entró a ese hotel ¿Cierto? —Lorenzo comienza a reconstruir los hechos—. Después de eso, no sé cómo, pero el auto de José se trasladó desde le hotel que se encontraba en el centro de la ciudad, hasta este extremo de la ruta —comienza a señalar el mapa sobre la mesa.—Si, pero los dos oficiales a cargo dijeron que no vieron a José ni a su auto saliendo de ahí. Mucho menos en compañía de la señora Suarez.—Lo que yo no entiendo es cómo ese hombre fue tan desvergon
Claudia estaba demasiado estresada de por sí, después de hacerse cargo de las oficinas y de pensar en nuevos trayectos, le tocó tener que cumplir con su palabra de acompañar a Lena al departamento.Renata la estaba esperando como siempre dentro de la camioneta, ella apenas salía del edificio y todavía tenía que ir a la finca, y volver a viajar a la otra punta para mostrarle el lugar a Lena.—¿Hiciste lo que te pedí? —pregunta mientras el vehículo se pone en marcha—Si. Saqué todos los objetos personales de José del departamento y sustituí los colchones de las habitaciones. Todo está limpio, como si fuera nuevo, pero amoblado.—¿Estás segura de que no quedó nada?—Nada de nada —Claudia asiente—Ahora necesito que mientras esté en el departamento con Lena, comiences a investigar sobre las cuentas y los negocios de José en el exterior. Necesito encontrar la manera de sacar toda la plata de ahí, tengo que invertirla, y, a fin de cuentas, es mi plata. Todo lo que me robó.—Lo voy a tener l
Lourdes no estaba en su mejor momento tampoco, estaba llegando a su casa cuando escucha los gritos de su madre. No es algo que le sorprendiera, en los últimos meses se la habían pasado como perros y gatos, lo que le hacía pensar que quizás podría considerar irse de la casa.—¿Y qué problema tenés con que me vaya a un viaje de negocios? —dice Javier—No es que te vayas a un viaje de negocios, es el tipo de negocios que vas a hacer. ¿Tenés una idea de lo que estás haciendo con nuestra familia?—No les estoy haciendo nada malo, al contrario. Ustedes dos viven de la mejor manera, por mi trabajo.—¿Que estás diciendo, Javier? ¿Eh? —la mujer frunce el ceño—. Yo también trabajo y aporto mucho a esta casa, Lourdes se consiguió un trabajo en un bar para comprarse sus cosas. Tampoco nos trate de inútiles —Lourdes continúa caminando mientras traga saliva—Trabajo en un bar, lo que me faltaba —dice el hombre—. Mi hija no necesita de esa mierda, tiene todo lo que quiere.—Es que eso la hace sentir
Renzo sabía que la situación sería más fácil si estuviera saliendo con la hija de algún mafioso con los que su madre se frecuentaba. Ellas habían crecido en aquel mundo, al igual que él, y ni siquiera tendría que explicarles lo que ocurría. Luisana no era una de ellas, y jamás podría aceptar algo como eso. Y no porque ella estuviera mal, pero era su realidad. El hombre tenía claro que había muchos asuntos con los que no estaba de acuerdo, porque eran negocios, pero también había muchas cosas detrás. No se atrevió a mencionar ni una sola palabra. Y no tuvo idea de cómo su hermana apareció en ese momento para salvarlo, pero estaba llamando a su celular. —Qué milagro que estés llamando —dice él con una sonrisa— ¿Por fin te decidiste? —Algo así. Lourdes y su madre tienen que ir para un desfile, así que las acompañaré y de paso nos podemos encontrar. —Bastarda. Ahora porque es por ella venís —Lourdes comienza a reírse— ¿Te espero para la fiesta de Nicolás entonces? —¿Puedo ir con ella
La fiesta de Nicolás había comenzado y Renzo sabía muy bien que a su amigo no le gustaba hacer algo sencillo. Era un evento privado, pero aquel sitio estaba lleno de personas, muchos famosos, hombres importantes.Renzo la mira con una sonrisa en su rostro, detallando en su mente lo que aquella mujer traía puesto. Estaba claro que aquel vestido ajustado no iba a pasar por alto, ella tenía unas magníficas piernas para lucirlo y aquella actitud que lo sacudía.—¿Piensas mirarme por mucho tiempo más o iremos a la fiesta?El hombre sonríe de lado y le da una mirada antes de abrir la puerta del vehículo. Ella pensaba que quizás era muy torpe para disimular o no le importaba un carajo que ella supiera que le gustaba.Cuando ella rodea el auto para encontrarse con él, el hombre la espera con los brazos cruzados y una sonrisa en su rostro.—Estás preciosa esta noche —asegura—No te quedas atrás. Me gusta tu nuevo corte. ¿Sabes que sensación tengo justo ahora?—¿Qué sensación? —pregunta mientra