Y no solo John dejó de pensar, logró que Anabella se entregará y se perdieron en la lujuria que los atormenta desde la primera vez que se vieron. En cuanto los labios de él reclamaron los de ella, Anabella respondió gustosa con un murmullo de placer, la colonia de John la hacía alucinar, se sentía segura, más porque el corpachón de él la cubre por completo. John no podía parar, los murmullos de placer de Anabella eran adrenalina en su cuerpo, ahora no tenía dudas y su cuerpo estaba más que dispuesto pues sentía que solo colaboraba a que ambos se calmaran, sin tentar a su suerte no quería analizar nada, porque el asunto de la noche pasada lo dejó realmente asustado. Se dedicó a soltar los botones perlados de la blusa de Anabella y se encontró con un hermoso brasier negro con encaje rojo. John se mordió el labio inferior. —Esto es justo lo que le pedí a Santa. Anabella rio aun un poco nerviosa, pero no pudo reír más cuando John echó su cabello atrás y dejó bes
John se quedó solo en su despacho y aunque trata de concentrarse en los casos que tiene pendiente solo puede ver el cuerpo desnudo de Anabella sobre su escritorio, su sabor aun lo siente en su boca y ahora la erección no se le va. —Maldición, esta mujer acabó con mi paz —murmuró porque sabe que está solo—, ahora soy tan caótico como ella. Se levantó para observar por la ventana y concentrarse en el recuerdo de las túnicas anchas y pelucas que debía usar a veces en tribunales de Inglaterra para bajar la erección porque si llegaba alguien en este momento sería bastante incómodo exhibir la protuberancia. —Siempre supe que no era bueno ligar el trabajo con el placer, ¿qué haré contigo Anabella? John estaba seguro de que no se había cansado de ella, pero sí de que debía sacarla de su sistema rápido antes de que desorganizara aún más su vida. Anabella regresó con su café y desayuno y él no pudo evitar notar que no había traía nada para ella. — ¿Ya desayunaste? —pre
John es un experto blufeando y está tirando el farol del siglo. Entendió que debía tomar el asunto con sangre fría, no era malo haber mostrado su temperamento si de algo servía. Tenía muy claro que para Irina así como para él lo más importante era el trabajo; este caso era demasiado difícil de que lo ganara Irina, Anabella no tenía razones suficientes para perder la custodia de su hija. —Acepto el reto —exclamó Irina de inmediato muy segura y sonriendo. John no lo podía creer, apenas y pudo disimularlo. —No aceptaré semejante tontería —bramó Margot. Margot es una mujer dura y como su apodo en el gremio indica no es de las que sorprenden, pero en este momento está literalmente con la boca abierta. —Debes dejarlos Margot —comentó Harry con una sonrisa conspiradora—, es una regla que los duelos entre abogados deben respetarse. John entonces lo entendió, él no jugaba con Irina, él cayó en la red que ella tejió, Irina lo veía con cara de suficiencia y John quería pode
El primer sorprendido con su propia declaración fue John, pues él solo lo dijo en voz alta, como una ironía, o cosa tonta como quién declara que la tierra es plana, pero la cara de Anabella con las cejas alzadas y ojos como platos demuestra que le ha parecido que es cierto, como si no tuviera imágenes que demuestran que la tierra es redonda y que John es alérgico al matrimonio; Oliver se levantó con la cara roja y John no sabe si es porque aguanta la risa o porque en realidad está abochornado como parece. —Vaya, creo que esta es mi señal para salir —comentó Oliver caminando a la puerta, John lo observó con la boca abierta como niño que ve que su madre se va y lo deja el primer día de escuela. El sonido de la puerta al cerrarse de nuevo hizo reaccionar a John y ahora ve a Anabella; instintivamente le soltó la mano, ella ha dejado de verlo y como es su costumbre está ensimismada, se le nota que está analizando todo y John aguanta las ganas de decir: “era bromeando”. —John en
Anabella escuchó esas palabras como si tuvieran eco, aquello fue toda una revelación, ¿realmente quería casarse?, volver a pasar por todo esto, fueron sus pensamientos inmediatos, pues sintió las hiperactivas ganas de gritar: ¡Nooo! Ella reaccionó y en ese momento decidió que no podía casarse con John Campbell solo por la presión de Mark y su novia, no era justo para ninguno de los dos. —Lizzie, tu papá tiene novia y se casará —exclamó Anabella para dirigir la atención lejos de ella, pero de inmediato se arrepintió. «No debí decirlo así» se recriminó. La niña abrió mucho los ojitos tan iguales a los de Mark, pero en estos había inocencia y en los de Mark había tristeza y resentimiento. — ¿Cómo lo sabes?, él querrá llevarme con una malvada madrastra. Anabella estaba de acuerdo con su hija en que era una malvada madrastra, pero estaba dispuesta a ir al infierno por no permitir que su padre se llevara a su niña que es su tesoro. —Lizzie, tu papá tiene derecho a c
A Mark le subió la sangre a la cabeza y se puso muy rojo, apretó los puños e Irina lo sujetó por el codo cuando dio un paso hacia John, éste lo veía con una sonrisa irónica. —No caigas en las provocaciones de mi primo, es lo que desea —Mark mostró en su cincelado rostro las marcas de sus mandíbulas, Irina no lo dejó ir—. Busca a Lizzie, para eso vinimos, a pasar tiempo con ella para que se acostumbre a nosotros que seremos sus tutores, que mujer de él va a estar siendo esta, solo es su pasatiempo —Irina vio a Anabella y chasqueó la lengua negando con la cabeza—. En cuanto el juez te vea como la amante de tu abogado y jefe será peor para ti, lo mejor que te puede pasar para conservar un poco de dignidad es tener otro abogado, así que no te enojes mucho con él cuando te diga que ya no puede ser tu representarte. —A ti que te importa mi dignidad, preocúpate por la tuya que es bastante cuestionable —increpó Anabella. Irina se echó a reír y la miró con falsa ternura. —Cosita
Anabella dejó a Lizzie dormida y cansada luego de patinar, comer pizza y donas de chocolate, Teresa aceptó quedarse con Lizzie y ahora Anabella va con John en su auto, como siempre en silencio, pero hoy tienen mucho en que pensar. John ingresó al estacionamiento subterráneo de su edificio, estacionó y observó a Anabella. —En qué lío nos hemos metido señorita Díaz —comentó John mirándola de soslayo. Anabella jugó con sus manos y su corazón se aceleró, cuando estaba con él le costaba pensar y racionalizar que era mejor, después de verlo con el cariño que trata a su hija aún más. —Estaba dispuesta a no casarme contigo, pensé que no era justo para ninguno de los dos, entonces Mark con su egoísmo dijo… Bueno tú lo escuchaste y entonces ella se rio —Anabella calló un momento y bajó la cara negando con la cabeza—. Ahora no puedo rechazar tu propuesta, de verdad perdón por meterte en todo este enredo que es mi vida y perdón por haber contemplado retractarme antes, una vez más tom
Anabella estaba dispuesta a hacer lo que John dijera, pero en verdad se siente insegura respecto a su cuerpo, John pasó la lengua por su ombligo. —Son horribles —musitó Anabella ya resignada a que él estaba viendo cada detalle en su cuerpo y John entendió a qué se refería—. Debí especializarme en dermatología, algún día encontrarán la manera de eliminar definitivamente las estrías. —Apenas se ven —expresó John mirándola a los ojos. —Mi barriga de embarazo fue enorme, no me alimentaba correctamente y ahora mi cuerpo no es el mismo de antes de dar a luz. —A mí me gusta esta Anabella, la que eras antes no se hubiera topado conmigo. Anabella se echó a reír. John pasó la punta de la lengua y dibujó cada línea rojiza de su abdomen como un pincel en un lienzo y Anabella se sintió aceptada, incluso idolatrada, aunque para ella el dios era él. John continuó hasta llegar a su pezón rosado y anhelante, la punta dura como un diamante necesitaba de su boca y ahora Anabella no s