¡Hola! Para quienes van leyendo al ritmo que escribo me excuso por no haber actualizado seguido estos días, he estado complicada, pero ya estoy mejor, así que continuemos, se pone mejor; saludo especial para mis seguidores que se han comunicado conmigo y expresan su cariño, los quiero un montón. Karina Peña de Goncalves
Anabella dejó a Lizzie dormida y cansada luego de patinar, comer pizza y donas de chocolate, Teresa aceptó quedarse con Lizzie y ahora Anabella va con John en su auto, como siempre en silencio, pero hoy tienen mucho en que pensar. John ingresó al estacionamiento subterráneo de su edificio, estacionó y observó a Anabella. —En qué lío nos hemos metido señorita Díaz —comentó John mirándola de soslayo. Anabella jugó con sus manos y su corazón se aceleró, cuando estaba con él le costaba pensar y racionalizar que era mejor, después de verlo con el cariño que trata a su hija aún más. —Estaba dispuesta a no casarme contigo, pensé que no era justo para ninguno de los dos, entonces Mark con su egoísmo dijo… Bueno tú lo escuchaste y entonces ella se rio —Anabella calló un momento y bajó la cara negando con la cabeza—. Ahora no puedo rechazar tu propuesta, de verdad perdón por meterte en todo este enredo que es mi vida y perdón por haber contemplado retractarme antes, una vez más tom
Anabella estaba dispuesta a hacer lo que John dijera, pero en verdad se siente insegura respecto a su cuerpo, John pasó la lengua por su ombligo. —Son horribles —musitó Anabella ya resignada a que él estaba viendo cada detalle en su cuerpo y John entendió a qué se refería—. Debí especializarme en dermatología, algún día encontrarán la manera de eliminar definitivamente las estrías. —Apenas se ven —expresó John mirándola a los ojos. —Mi barriga de embarazo fue enorme, no me alimentaba correctamente y ahora mi cuerpo no es el mismo de antes de dar a luz. —A mí me gusta esta Anabella, la que eras antes no se hubiera topado conmigo. Anabella se echó a reír. John pasó la punta de la lengua y dibujó cada línea rojiza de su abdomen como un pincel en un lienzo y Anabella se sintió aceptada, incluso idolatrada, aunque para ella el dios era él. John continuó hasta llegar a su pezón rosado y anhelante, la punta dura como un diamante necesitaba de su boca y ahora Anabella no s
La noche había caído hace rato, pero John y Anabella aún estaban en la cama, Anabella siempre notó que él era un hombre en extremo reservado, pero ahora se da cuenta que solo lo es para expresar sus pensamientos, porque han pasado al menos diez minutos y él continúa en silencio, su mano hace círculos en su brazo porque ella está acostada en su pecho, no quería ser la primera que hablara, pero el silencio la tiene impaciente, ya todos sabemos que ella es una mujer sumamente expresiva. — ¿Cómo lo haremos? —Preguntó Anabella. John movió los dedos en su brazo más rápido y entendió a qué se refería ella, acaso no estaba él también dándole vueltas a la cabeza y aún no entiende cómo permitió llegar a este punto; John suspiró. —No puede ser en Las Vegas, Irina tratará de hacer ver que es algo falso y preparado. —Pero su matrimonio también es algo preparado —replicó Anabella y se sentó en la cama. —Pero ella se comprometió antes de la demanda, en una fiesta muy pública con
John se echó a reír, se sorprende de que dada las circunstancias pueda reír, eso le da esperanza de que el tiempo con Anabella al menos sea interesante. —Bueno estoy seguro de que Jeremy se reirá mucho de mí cuando se entere. —Pero ¿te apoyará? —Inquirió Anabella con duda—, porque sé que Viviana enloquecerá. —Jeremy está divorciado, pero ya sanó o lo que sea, en realidad creo que está listo para dar ese paso de nuevo, ya sabes casarse y hacer picnics en el parque. Anabella abrió mucho los ojos y soltó una carcajada. —Déjame decirte que si Viviana supiera que él es un hombre que ha abierto de nuevo esa puerta no se le acercaba ni a diez metros. —Obviamente está muy cómoda con él. —Sí, porque lo cree un desvergonzado mujeriego. —Y sin duda lo es, no creo que le vaya a decir que él quiere intentar de nuevo casarse. —Ojalá no se le ocurra. —No se le ocurrirá, no es un novato… En los Hampton una nevada dejó varados a Jeremy y Viviana en una posa
Al día siguiente Teresa levantó a Anabella a las 4am, tenían mucho trabajo pendiente, aunque el ama de llaves de Viviana estaba ayudando, Viviana llegó casi a las 7am, Anabella suspiró, era el temido momento, debía decirle a Viviana. —¡Lo logré!, no creerán la noche de perros que pasé y no como lo pasan mis bebés, la casa de ellos es más grande que el cuchitril donde tuve que pasar la noche —exclamó Viviana feliz de regresar. —Te estaba esperando, tengo noticias muy interesantes —declaró Anabella—, preferí esperar que llegaras y decirle juntas. Ambas miraron a Anabella temerosas y ellas les contó lo mejor que pudo todo lo que había ocurrido finalizando con el definitivo: —Me voy a casar con John… — ¡Qué! —Exclamó Viviana–, no puedes hablar en serio, contrata otro abogado, te conseguiré el mejor del país. —Vivi, John se ha dedicado, le importa mi caso al punto de arriesgar su futuro y el de su madre en su firma, ¿qué más podría hacer? —Rechazar casarte, p
Anabella está frente al espejo, su vestido es rosado claro, regalo de Viviana; es de corte corazón y sin mangas, ella está levantando la melena y no sabe como ponerla, tampoco quiere decir a Viviana que es la mejor haciendo peinados en su abundante cabellera larga. —Sabía que ese vestido te quedaría precioso —comentó a su espalda Viviana. Anabella volteó, Viviana tenía un hermoso vestido que brillaba por la pedrería que tenía sobre la tela que parecía una tela de araña donde se ataban millones de piedrecitas, era elegante y muy sexi. Su cabello corto permitía ver su cuello aún más elegante. —Estás impresionante Vivi. Viviana entró a la habitación y le señaló la butaca de la peinadora para hacerle el recogido del cabello. —Sabes que no me retractaré en mi pensar, pero tengo la impresión que lo que expresé lo interpretaste como si te dijera que estabas necesitada de un hombre que te represente y no es así —Anabella la miró a través del espejo—; de hecho mientras estuvist
Teresa sentía tanta rabia e impotencia por el atrevimiento y descaro de Emiliano que está temblando y de sus ojos se derraman lágrimas de ira. Emiliano sin que le importe nada se acerca a ella, pero Teresa levanta una mano. —No te me acerques o no respondo. —Teresa, por favor, ¿después de tantos años no podemos hablar como personas civilizadas al menos? —Pues recuerda que yo no soy alguien civilizado, yo soy solo una “cachifa” —acentuó Teresa y odió pronunciar el apelativo despectivo favorito de la madre de Emiliano para referirse a su trabajo como servicio doméstico, pero más odió que sus palabras dejan ver como aún le duele, igual que hace veinte años. —No hables así, esa era mi madre y hace años que murió, pero yo jamás te traté de manera despectiva. —Pero no me defendiste cuando tu madre lo decía… —No me importaba su opinión que era muy distinto —exclamó Emiliano—, mi madre pudo haber dicho que eras cualquier cosa, pero yo igual me iba a ir contigo, solo quería lo mej
Anabella se quedó viendo la escena de los primos y la recién llegada misteriosa a lo lejos, se sorprende por sentir semejantes celos, pues está al lado de quien creía amar, pero John se ha metido en su corazón de una manera que aunque trató de evitar es evidente que no lo logró; ahora solo le queda aceptar que no es lo que le ocurre a John y le parece muy obvio con solo verlo. —Mami, ven a ver qué gordos están —exclamó Lizzie admirada con los peces de lo que ella llamó fuente y era casi un estanque, una especie de riachuelo artificial con cascada y fuente decorativa al medio. Anabella caminó hacia la fuente. — ¿Qué te pasa Anni?, no me digas ¿problemas en el paraíso? —comentó Mark en voz muy baja para que Lizzie no escuchara. Anabella lo observó y sintió rabia por su egoísmo que ahora no lo deja pasar. —Eso quisieras —objetó Anabella—, hay veces que pienso que te complementa hacerme la vida difícil. Mark alzó las cejas y negó con la cabeza sintiéndose herido por e