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Capítulo 32. Raíces humildes

John presionó el botón del Penthouse, en cuanto llegaron una señora con un moño severo con canas se sorprendió al verlos.

—Señor John, que raro que usted esté de vuelta tan temprano.

John se acercó a ella y le dio un beso en la frente, eso impresionó a Anabella que de inmediato sonrió, la anciana la observó y también sonrió.

—Son días festivos después de todo nana —expuso John elevando los hombros.

—Buenas tardes —saludó Anabella.

—Ella es una amiga— dijo señalando a Anabella.

—Mucho gusto señora, mi nombre es Anabella.

La doña vio la palma de la linda joven extendida y por un momento se quedó perpleja, pero se recuperó rápido y le dio la mano a Anabella que seguía sonriendo.

—Mucho gusto, Paula —contestó la doña en voz baja y aún sorprendida porque las pocas novias de John que conoció antes no eran tan amenas, porque aunque John la ama ella es parte del servicio.

—En realidad soy secretaria del señor John.

—Y mi clienta, pero en general es mi amiga —
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