John rio por lo bajo. —Eres mujer, es tu naturaleza querer tomar ventaja —Anabella arqueó las cejas y le iba reclamar—, te ofrezco algo mejor —se defendió John—, algo para adultos y no para niños. —Oh sí ser tu amante contratada —ironizó Anabella ¿Cómo te presentaré delante de mi hija? ¿Cómo me presentaría delante de tu familia? ¿Qué hay de la sociedad?, debo ser un ejemplo de conducta y principios, no quiero que el juez piense que soy una mujer poco conveniente para cuidar de mi propia hija. —Para empezar solucionar las cosas con tu ex solo se llevará un instante en cuanto se fijen acuerdo de visitas de nuevo, en caso de mis padres, a ellos no les importa con quién me acuesto, en caso de tu hija, soy su amigo y tu jefe, ¿para qué complicarle las cosas? —Tienes una respuesta para todo. John se levantó del sofá. —Mañana la veo en el trabajo señorita Díaz —dijo sonriendo y se acercó para pellizcar su mentón—. No lograrás que discuta contigo ahora. Anabella neg
— ¡Esto es el colmo! gritó Anabella ya incapaz de contenerse… —Anabella —advirtió John en voz baja y ella se sentó, pero continuó hablando. —Es que es inaudito, primero Mark me demanda custodia y ahora sus padres también —Anabella respiraba de forma agitada y es que hace un esfuerzo para no bufar como un toro. —Mark Nixon fue contrademandado esta mañana, me parece que esta cita está un poco fuera de lugar, ya que quien quiere paz no amanece disparando —acotó Irina. —Mark, acaba con esto, te lo suplico —imploró Anabella inclinada en la mesa mirando al hombre que era su luz y que pensó amar para toda la vida y en este momento odia con la misma intensidad. —Pienso que Lizzie estará mejor con mis padres que contigo — pronunció Mark por primera vez participando en la reunión. —Por supuesto nuestra intención es el bienestar de la niña —puntualizó Irina—, así que ofrezco que la niña esté con sus abuelos y que la madre la tenga fines de semana y vacaciones. John se lev
John presionó el botón del Penthouse, en cuanto llegaron una señora con un moño severo con canas se sorprendió al verlos. —Señor John, que raro que usted esté de vuelta tan temprano. John se acercó a ella y le dio un beso en la frente, eso impresionó a Anabella que de inmediato sonrió, la anciana la observó y también sonrió. —Son días festivos después de todo nana —expuso John elevando los hombros. —Buenas tardes —saludó Anabella. —Ella es una amiga— dijo señalando a Anabella. —Mucho gusto señora, mi nombre es Anabella. La doña vio la palma de la linda joven extendida y por un momento se quedó perpleja, pero se recuperó rápido y le dio la mano a Anabella que seguía sonriendo. —Mucho gusto, Paula —contestó la doña en voz baja y aún sorprendida porque las pocas novias de John que conoció antes no eran tan amenas, porque aunque John la ama ella es parte del servicio. —En realidad soy secretaria del señor John. —Y mi clienta, pero en general es mi amiga —
John la miró de manera reprobatoria y ella se sonrojó. —Bueno John, qué puedo decirte, pierdo la paciencia en cuanto veo la injusticia y me vuelvo un poco tosca. —Sí, ya me he dado cuenta —comentó John siendo sarcástico. — ¿Y qué hay de ti? John río y negó con la cabeza. —Nada tan dramático, soy un frío como mis antepasados ingleses. Anabella le dio un empujoncito con su cuerpo ya que ambos están con las manos ocupadas. —Algo debe haber, ¿alguna novia que amaras demasiado y te hizo cínico? —Para nada, tuve un par de novias mientras estuve en la universidad y una en Londres. —La de Londres, ¿fue algo serio? —Más o menos, bueno, su padre era sucio director, así que tuvimos una relación que se vio como un noviazgo, pero ambos sabíamos que no podía ser tan serio, ella también es abogada y para ambos nuestras carreras era más importante que nada. — ¿Estás seguro de eso?, quizás solo te decía eso por orgullo. —Éramos rivales la mayor parte
John no lo podía creer, esta pequeña ladina que no se cansa de hacerlo sufrir ahora quiere marcar las reglas, a él nunca ninguna mujer le había exigido con tal ínfula; él era millonario, joven, sexi y generoso con sus mujeres, pero Anabella se atreve a desafiarlo y contrario a su buen juicio eso le encanta de ella. —Maldición Anabella, estoy a esto de arrancarte la ropa y hacer contigo lo que me venga en gana hasta dejar tu juicio nulo —declaró John casi uniendo el dedo pulgar e índice. Anabella cruzó los brazos en su pecho y descruzó y volvió a cruzar las piernas. —Esa declaración no ayuda en nada a tu caso, sería coacción y mala fe. John puso los ojos en blanco, no quería pelear, quería tener sexo duro y salvaje de una vez por todas con ella. —Está bien, a tus padres y a mis padres les daremos una verdad plausible —masculló John. —Por mi padre ni te preocupes, no vendrá a querer saber tus intenciones —comentó Anabella con ironía—, ahora está Lizzie —musitó pr
Al día siguiente era viernes; Anabella le pidió a Viviana llevarla al trabajo, sería un día importante y decisivo, hoy presentaban el caso al juez. Anabella despertó con enormes ojeras que tuvo que disimular con maquillaje. —Cómo quisiera torcer el pescuezo de la rana fría —exclamó Viviana con vehemencia. —Mark solo busca congraciarse con sus padres, bien sabemos que siempre ha querido utilizar a Lizzie para ablandarlos. —Pero tú estás muy bien representada —expresó Viviana elevando las cejas de forma sardónica. Anabella miró por la ventanilla. —Lo he contemplado y no sé si lo mejor es que John sea solo mi jefe y que no lleguemos más allá. Al parecer el universo no permite que ocurra. — ¿Desde cuándo crees en el universo? —inquirió Viviana —Bueno, es una manera de decirlo, no sé cuántas veces hemos estado a punto y siempre algo ocurre. —Sí vas a creer en tonterías del destino deberías incinerar tu auto que no logra llevarte y traerte. El universo te expresa
Y no solo John dejó de pensar, logró que Anabella se entregará y se perdieron en la lujuria que los atormenta desde la primera vez que se vieron. En cuanto los labios de él reclamaron los de ella, Anabella respondió gustosa con un murmullo de placer, la colonia de John la hacía alucinar, se sentía segura, más porque el corpachón de él la cubre por completo. John no podía parar, los murmullos de placer de Anabella eran adrenalina en su cuerpo, ahora no tenía dudas y su cuerpo estaba más que dispuesto pues sentía que solo colaboraba a que ambos se calmaran, sin tentar a su suerte no quería analizar nada, porque el asunto de la noche pasada lo dejó realmente asustado. Se dedicó a soltar los botones perlados de la blusa de Anabella y se encontró con un hermoso brasier negro con encaje rojo. John se mordió el labio inferior. —Esto es justo lo que le pedí a Santa. Anabella rio aun un poco nerviosa, pero no pudo reír más cuando John echó su cabello atrás y dejó bes
John se quedó solo en su despacho y aunque trata de concentrarse en los casos que tiene pendiente solo puede ver el cuerpo desnudo de Anabella sobre su escritorio, su sabor aun lo siente en su boca y ahora la erección no se le va. —Maldición, esta mujer acabó con mi paz —murmuró porque sabe que está solo—, ahora soy tan caótico como ella. Se levantó para observar por la ventana y concentrarse en el recuerdo de las túnicas anchas y pelucas que debía usar a veces en tribunales de Inglaterra para bajar la erección porque si llegaba alguien en este momento sería bastante incómodo exhibir la protuberancia. —Siempre supe que no era bueno ligar el trabajo con el placer, ¿qué haré contigo Anabella? John estaba seguro de que no se había cansado de ella, pero sí de que debía sacarla de su sistema rápido antes de que desorganizara aún más su vida. Anabella regresó con su café y desayuno y él no pudo evitar notar que no había traía nada para ella. — ¿Ya desayunaste? —pre