Al despertar por la mañana, me sentí más agotada que nunca. Había pasado la peor de mis noches. Las lágrimas aún parecían estar frescas en mi rostro, como si la tristeza no me hubiera dejado ni un solo momento de respiro. Había llorado más de lo que imaginé posible, mientras mi alma se desmoronaba lentamente. El amor que una vez creí que era eterno había salido por la puerta, y la traición que Jacobo había cometido era tan profunda, tan devastadora, que resultaba imperdonable. Me había herido de una manera que ni yo misma alcanzaba a comprender. Había roto en pedazos lo que con tanto esfuerzo habíamos construido juntos. Me levanté con lentitud, como si mi cuerpo se resistiera a abandonar la cama. Mi alma seguía allí, perdida entre las sábanas, mientras mi cuerpo avanzaba, obligado a afrontar un nuevo día. Tenía que salir de ahí. Tenía que ir al trabajo, aunque mi corazón no estuviera en ello. No podía darme el lujo de dejar de cumplir con mis responsabilidades, aunque todo dentro
El aire se volvió pesado cuando las palabras de mi confidente se deslizaron entre nosotros como un adiós anticipado. Mi corazón tembló, aferrándose a un vínculo que se desvanecía sin remedio. Había tomado su decisión: marcharse de mi vida. ¿Había cometido un error? ¿Acaso mi amor por Jacobo estaba empujándolo lejos, sin posibilidad de retorno?Era una verdad amarga, imposible de disfrazar. Él era una persona magnífica, alguien que había estado a mi lado en las sombras y en la luz. Pero si no comprendía por qué necesitaba estar con Jacobo, ¿cómo podría entenderlo después? No había más que hacer. Lo vi marcharse con una impotencia que me carcomía por dentro, mientras me quedaba con la frágil relación que aún me ataba a Jacobo.Las horas se deslizaron con una lentitud exasperante. Cada minuto pesaba en mi pecho como una piedra, haciéndome temer el regreso al apartamento. Entonces, un mensaje en mi teléfono rompió el letargo de mi angustia.“Aurora, te esperaré a la salida, por si quiere
—Aurora— se detuvo frente a mí, su voz apenas un susurro apagado, como si cargara el peso de un secreto que estaba a punto de desbordarse. Sus ojos evitaban los míos, y en ese instante supe que algo en él había cambiado.—Hola, Jacobo… —susurré, sintiendo cómo las palabras se atoraban en mi gargantaLos momentos difíciles nos habían rodeado como sombras persistentes, y este no era la excepción. Pero ella, con ese tono de arrepentimiento.—Acompáñame, cenemos algo mientras arreglamos estos malos entendidos… —pidió, su voz teñida de un remordimiento sutil, como si hasta ese momento hubiese comprendido lo cerca que estábamos del abismo.Asentí. No porque estuviera segura de que las cosas podían solucionarse, sino porque una parte de mí aún quería intentarlo y realmente quería que esto funcionada bien.—Claro, vamos.Subimos al auto, y él, con esa galantería que nunca había perdido, abrió la puerta para mí. Pequeños gestos como aquel eran la prueba de que, a pesar de todo, aún quedaban ra
La primavera vestía la Ciudad de México con un esplendor vibrante. Las flores moradas de las Jacarandas de Reforma, en su máximo apogeo, llenaban el aire con su fragancia dulce, mientras el sol acariciaba la ciudad con un calor suave y reconfortante. Aquella tarde, habíamos organizado una salida entre amigos; era una de esas ocasiones en las que el tiempo parecía detenerse, dejando solo risas, conversaciones y el placer de compartir momentos.Tú, como siempre, eras el alma del grupo. Tu risa resonaba como una melodía que todos querían escuchar, y tu presencia irradiaba un magnetismo imposible de ignorar. Todos querían estar a tu lado, seguirte, compartir, aunque fuera un instante de tu atención. Y yo, fiel a nuestra amistad, me mantenía cerca, envuelta en tu carisma, pero también en una sombra sutil que solo yo parecía notar.A veces, te alejabas por momentos, envuelto en el bullicio de los demás, pero siempre volvías a mí. Si alguien se atrevía a entablar conversación conmigo, no tar
Desde nuestra última despedida, el mundo que compartíamos había cambiado de manera irrevocable. Recuerdo bien aquel día: Ella me despidió con flores, su gesto cargado de una amabilidad que, en ese entonces, agradecí con sinceridad. Siempre había sido una mujer de presencia arrolladora, de esas personas cuya energía llena una habitación sin esfuerzo. Extrovertida, luminosa, indomable. Tal vez por eso Jacobo la amaba. Y yo, en aquel entonces, me sentía en paz con ello.Pero ahora el destino nos vuelve a reunir, y no puedo evitar que el miedo se enrede en mis pensamientos. ¿Cómo reaccionará al saber que ahora yo estoy con él? Peor aún, ¿cómo podré explicarle que Jacobo me ha pedido matrimonio? Una pregunta aún más inquietante me persigue: ¿Estoy realmente dispuesta a decir que sí?Tengo miles de pensamientos en mi cabeza, primero tengo que hablar con ella y que me aclare muchas cosasMis pensamientos me absorbieron por completo, tanto que no me di cuenta de cómo el tiempo se me escapaba
El murmullo de las conversaciones y el tintineo de las copas llenaban el elegante restaurante, pero para mí, todo aquello se desvanecía en un segundo.Ella ya estaba allí, sentada en una mesa en el centro del salón, con la espalda recta y una elegancia natural que parecía envolverla como un aura. Su larga cabellera rubia caía en cascada, resplandeciendo bajo la tenue luz de las lámparas. Cada uno de sus gestos era impecable, medido, como si hubiera nacido para ocupar aquel lugar con una gracia inalcanzable.En cambio, yo… Yo apenas lograba mantener la compostura. Sentía cómo el esfuerzo por no verme insignificante a su lado se convertía en un peso insoportable. No podía evitarlo: su belleza era deslumbrante, imponente, casi irreal. Y aun así, no lograba entender por qué Jacobo había decidido dejarla ir.El aire era denso, cargado de preguntas sin responder y una tensión que se sentía casi palpable. No podía negar que mi interés por conocer la versión de Melody sobre todo esto me consu
Abrí la boca para responder, pero Melody levantó una mano con sutileza y determinación, deteniéndome antes de que pudiera articular palabra.—Querida… —su voz sonó serena, pero había una dureza en sus ojos que me hizo estremecer—. Me dijo que se quedaría contigo porque lo amas con locura porque estabas muy enamorada de él, porque has dado todo de ti para retenerlo, porque te has esforzado hasta el límite para que fuera tuyo.Cada palabra pesaba porque no era la realidad en la que yo vivía, pero ella no había terminado.—Además… —hizo una pausa, como si estuviera eligiendo con cuidado sus siguientes palabras—, me confesó que habías cruzado la línea. Que te entregaste a él aun sabiendo que seguía conmigo.El aire pareció evaporarse de mis pulmones.Su mirada se clavó en la mía, esperando una reacción, pero yo solo sentía cómo mi mundo se desmoronaba a mi alrededor.Su voz se volvió más firme, más cortante, como una hoja afilada deslizándose sobre mi piel.—Tú tenías todas las intencione
Deje atrás el restaurante con miles de pensamientos en la cabeza, las palabras que me había dicho Melody resonaban en mi mente una y otra vez.No podía creer todo lo que me había dicho de Jacobo, la manera de actuar y de decir las cosas jamás lo hubieran delatado.Ahora lo sé, en ningún momento Jacobo había déjalo a Melody, seguían siendo pareja siempre, a pesar de que él me había dicho todo lo contrario.Tenía todas las opciones del mundo, él tenía el poder de no quedarse conmigo y regresar a México con ella y ser felices juntos.Además de que me ha estado engañando con todo lo que me decía, era como si yo fuera solo un premio más en su colección de parejas, ¿realmente quería casarse conmigo?Todas sus palabras habían sido una gran farsa, cuando decía que quería quedarse conmigo porque se había dado cuenta que yo era el amor de su vida, eran una completa mentira. Pero después no tenía otra opción más que retenerme a la fuerza, su orgullo le impedía soltarme, no podía perder en esta