Y no podía evitar pensar en que podía ser posible que recupere a su hermana y, no conforme aún con eso, también se vería beneficiada de una gran cantidad de dinero, muchísimo mayor incluso a lo que estaba acostumbrada a conseguir. Asintiendo con su cabeza, estrechó la mano de Charles con una tímida sonrisa. Éste se la devolvió casi al instante, notablemente animado de ver que había aceptado su propuesta. _¿Esto es en serio? Comentó de fondo Oliver, aún perplejo. Charles giró su mirada hacia él, frunciendo su ceño. _Sigo sin comprender qué es lo que tanto te molesta sobre esto, Evans. _Me resulta absurdo. Si vamos al caso, estoy seguro de que cualquier mujer puede hacer lo que ella hace. Charles movió su cabeza hacia un lado mientras le escuchaba. _¿No crees que quizás la estés subestimando un poco? Lola tocó delicadamente el brazo de Charles captando su atención y pidiéndole sutilmente que se detenga. Luego, de manera delicada se puso de pie lentamente. _Tranquilo, no hac
Finalmente, luego de ingresar por aquella puerta dieron con un largo pasillo un tanto más oscuro que el resto del edificio. Al final de éste, se encontraba lo que parecía ser un amplio salón con diferentes elementos de entrenamiento físico. Incluso, para el momento en el cuál ellos habían entrado dentro se encontraban dos personas entrenando dentro de un ring de pelea, mientras una tercera persona se encontraba desde afuera dándoles diferentes indicaciones. Al caminar ambos dentro, captaron rápidamente la atención de los presentes, quienes saludaron alegremente a Oliver, que les devolvió el saludo con una sonrisa mientras sacudía su mano de un lado a otro. La mujer que se encontraba dando indicaciones por fuera del ring se acercó a ambos con una simpática sonrisa, dispuesta a saludarles. _Este es el salón de equipo de ataque. -Indicó Oliver. -Aquí vendrás a entrenar al menos tres días a la semana, hasta que notemos que estás físicamente acorde a lo que se requiere para la misión
_Eres bastante extraña a veces. Respondió él, siguiéndola. _Estás confundido, yo no soy quien metió un puñetazo al aire como respuesta ante un chiste. Le reprochó rápidamente Lola, caminando despreocupada delante de él. Oliver notó que, a pesar de que pudiera estar o no de acuerdo con el plan de su jefe en incluirla a la misión próxima, ella definitivamente tenía algo particular que no concebía en otra mujer. Suponía por el momento que se trataba de la voraz manera en la que no tenía miedo a responder a las cosas, incluso si eso atraía controversia. Algo dentro suyo no dejaba de pensar que, entre el carácter de ambos, sólo podrían ocurrir dos cosas: podrían volverse una dupla realmente explosiva o, al contrario, encender todo en llamas ante el mal hábito de ambos en querer tener la última palabra siempre. Volviendo en si, intentó alcanzar el paso de su nueva compañera que ya había conseguido pasarle por varios metros delante. Caminando a su lado, chasqueó su lengua captando la
El camino de ida fue silencioso, pues lejos de comenzar una conversación con el chofer, Lola se encontraba demasiado ocupada con su vista sobre los inmensos-y desde su perspectiva, infinitos- edificios que se erguían a lolargo de su camino. No pasaron más de unos veinte minutos cuando finalmente el auto estacionó frente a un gran hotel de aspecto increíblemente lujoso. El chofer se encargó de abrir la puerta de ella de forma caballerosa para que pudiera bajarse, y luego de un cordial saludo de despedida, se quedó unos momentos de pie contemplando la imponente edificación a su frente. El hotel en cuestión, tenía escrito “Hillton” en unas grandes letras luminosas, que acompañaban la entrada de puertas de cristal. Una alfombra desde la calle te daba la bienvenida hasta la entrada, en donde la recepcionista aguardaba con una gran sonrisa a que pidieras por tu habitación. Lola, aún sorprendida ante el llamativo hotel, dio unos pequeños y tímidos pasos hacia adelante hasta quedar baj
El camino de ida fue silencioso, pues lejos de comenzar una conversación con el chofer, Lola se encontraba demasiado ocupada con su vista sobre los inmensos-y desde su perspectiva, infinitos- edificios que se erguían a lolargo de su camino. No pasaron más de unos veinte minutos cuando finalmente el auto estacionó frente a un gran hotel de aspecto increíblemente lujoso. El chofer se encargó de abrir la puerta de ella de forma caballerosa para que pudiera bajarse, y luego de un cordial saludo de despedida, se quedó unos momentos de pie contemplando la imponente edificación a su frente. El hotel en cuestión, tenía escrito “Hillton” en unas grandes letras luminosas, que acompañaban la entrada de puertas de cristal. Una alfombra desde la calle te daba la bienvenida hasta la entrada, en donde la recepcionista aguardaba con una gran sonrisa a que pidieras por tu habitación. Lola, aún sorprendida ante el llamativo hotel, dio unos pequeños y tímidos pasos hacia adelante hasta quedar
La mañana había arribado, igual que todas las anteriores en su semana. Sin embargo, él sabía que esa era una mañana particularmente diferente, ahora que debía lidiar con su nueva pupila aguardándole en el hotel. Por lo que, sonando su alarma a primera hora, dio un salto sobre su cama y comenzó a preparar su café. Mientras se preparaba la infusión en su máquina cafetera, se dirigió al baño en dónde se dio una ducha rápida y luego lavó sus dientes. Ya preparado, salió hacia la cocina en dónde su mascota salió a saludarle. Dándole una pequeña palmada en el lomo, tomó una taza de su alacena y se sirvió aquél café negro recién hecho mientras miraba indistintamente un punto en su cocina. Sin embargo, se vio distraído rápidamente por una foto en su pared, de él y
Dieron las ocho, y el anochecer comenzaba a caer en el fresco otoño de la gran ciudad. Ella miró el reloj en su muñeca por última vez antes de terminar de acomodar sus grandes aretes de perlas, que combinaban a la perfección con su discreto escote y su brillante collar de oro. Cualquier persona que la visualizara a simple vista, podría decir que todo aquello era una buena imitación, pero lo cierto es que todas sus joyas eran genuinas y habían sido obsequio de uno de los tantos hombres que lograron pasar de manera fugaz por su vida. Inevitablemente, sonrió al recordar el suceso mientras acomodaba el exceso de labial en el borde de sus labios, ayudándose de su dedo pulgar. Sonrió frente al espejo, dándose una mirada de aprobación a sí misma. Mientras dejaba que una estela de perfume se alojara en su piel, sintió la presencia de su hermana pequeña asomándose de forma curiosa por el marco de la puerta. _ ¿Hoy también te toca trabajar? - Preguntó frotando su ojo, algo adormecida.
En cuestión de minutos, se encontraban hablando animadamente de la vida bajo unas copas de vino tinto que debía de costar al menos, lo que Lola pagaba de renta en su hogar. Estuvieron en una larga charla por más de una hora luego de cenar, en la que en realidad él se encontraba contándole su vida de forma entusiasta mientras Lola simplemente fingía oírle con gran interés. Poco y nada hablaron sobre ella, que tampoco acostumbraba a responder a preguntas que no le hicieran. Y, aun las que si le hacía, simplemente se inventaba alguna creativa respuesta para darle. De todas formas, no tenía por qué recordar sus propias mentiras una vez que desaparecía en cuánto su objetivo era cumplido. A veces, le impresionaba la cantidad de tiempo que alguien podía estar hablando de sí mismo. Y aunque solía ser la parte más aburrida del plan, fingía con las mejores de sus fuerzas que estaba completamente interesada en oír sobre cómo era el jefe de una gran y exitosa empresa fuera del país. En