Secuestrada

Luz Marina Hoffmann.

Convencer a Maxon de que me permita ver a mi hermano una última vez fue una batalla. Ben está grave, y los médicos creen que no pasará la noche. Han investigado y descubierto que el cuerpo en el ataúd no corresponde al de mi hermano. Logré maquillar el golpe que me dio Maxon y también me coloqué anteojos de sol para que no se noten mis moretones.

—Llevas tu anillo —pregunta Maxon, mirándome con esos ojos que nunca sé si me estudian o me condenan.

—Sí, mi amor —respondo, intentando que mi voz no tiemble.

Él deja un beso en mi mejilla. —Me costó una fortuna, pero vale la pena —dice, como si eso justificara todo.

Es verdad que el diamante de mi anillo de compromiso es muy valioso, me pesa la mano al llevarlo. En la mente de Maxon, él cree que con el anillo olvidaré sus golpes o maltratos. Es increíble cómo algunos días puede ser un amor y otros me ofende en la primera oportunidad. Si lo amara, estaría destrozada por su actitud, pero él solo me inspira odio. No compre
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