Maxon Chrysler Cuando me cansé de escuchar hablar a Jaqueline, me dirigí al consultorio de la ginecóloga. Sin embargo, fui sorprendido al escucharla decir que Luzma se fue al baño hace algunos minutos. Le pedí a dos de mis hombres que me ayuden a buscarla, pero no hay rastro de ella.De inmediato me dirigí a la salida para preguntarle a los hombres que vigilan, pero ellos no la vieron salir en ningún momento. Solamente algunos pacientes y dos ambulancias dejaron el lugar. Regresé a la clínica, donde me espera Jaqueline. Solo con verla, sé que ella está detrás de la desaparición de mi Fernanda.—¿No encontraste a Luzma? —pregunta Jaqueline, fingiendo preocupación.—Sabes perfecto que no —respondo con un tono amenazante.—¿Por qué lo sabría, Maxon? —replica ella con una sonrisa burlona.No me contuve y llevé mis manos a su cuello, sin importarme que varias personas me están observando.—¿Dónde está mi mujer, estúpida? —grité, apretando más fuerte.—No sé nada y suéltame. Existen demasi
Damon Chrysler Es increíble lo hermosa que se ve al estar completamente dormida, desde la primera vez que la vi he pensado que mi mujer tiene rostro de ángel. Es tan hermosa y tiene un carácter que me vuelve loco, pero últimamente se ha apagado. La veo tan vulnerable, tan diferente a la mujer fuerte y decidida que conocí.No puedo evitar unir mis labios a los suyos, extrañaba demasiado la dulzura y suavidad de sus labios. Ese simple contacto me hace sentir un poco más humano, me recuerda lo que estoy luchando por proteger. Me centro en su estómago, es muy pequeño, pero puedo comenzar a notar cómo está creciendo. No puedo creer que ya los tengo conmigo y dentro de pocos meses tendré a mi bebé conmigo. Haré lo que sea para protegerlos del demente de mi primo. No me importaría dar mi vida por ellos. Mis gemelas, mi nuevo bebé y Luzma son mi vida entera.Dejo un beso en su vientre y murmuro, "Mi bebé, sé que me equivoqué demasiado, pero te amo y haré lo que sea para que tú y tu mamá est
A pesar de que soy libre nuevamente, me siento presa. Maxon Chrysler me sigue asechando como siempre. Creo que nunca podré ser libre por completo; siempre me sentiré paranoica.La casa de campo tiene un tamaño normal. En la planta baja están la biblioteca, la sala, la cocina, y un despacho. En el primer piso, las habitaciones, cada una con su respectivo baño. Luego está el jardín, repleto de rosas, jazmines, tulipanes y diferentes tipos de flores, con un enorme árbol y una hamaca en la que estoy sentada ahora.—Te debo querer mucho para soportar estar en este lugar sin wifi —bromea mi hermano, Benjamín, con una sonrisa torcida.Él camina con dificultad, siempre acompañado de una enfermera. Cuando esta locura acabe, deberá tomar rehabilitaciones para volver a caminar.Reí fuerte. —Nunca cambiarás, Benjamín.—Soy único e inigualable —replica, inflando el pecho con orgullo falso.—Además de modesto. Extraño demasiado a mis gemelas. No tienes idea de lo traviesas que son las dos.—Ya me l
Luzma Han transcurrido más de tres meses y tengo el estómago enorme, pero finalmente ha llegado el momento del juicio. Con seis meses de embarazo, mi bebé no deja de pegar patadas. Acompañada de varios escoltas, hemos regresado a la ciudad. Mientras camino hacia la casa, veo los rostros de mis gemelas, Amina y Alisson, quienes corren hacia mí y me abrazan las piernas. Las he extrañado tanto. —Cuidado con el estómago de mamá. Mis princesas —dice Damon una sonrisa, abrazándome. —Te extrañé muchísimo, princesas hermosas. Las amo a las dos, mi Amina y mi Alisson —les digo, agachándome con dificultad para abrazarlas. —El abuelo Harry nos dijo que papi y tú estaban de viaje y nos traerían un hermanito de regalo —dice Amina, con ojos llenos de curiosidad y emoción. La ternura de sus palabras me desarma. Me esfuerzo por no llorar mientras las abrazo con más fuerza, sintiendo el amor que tengo por ellas crecer con cada día. —Sí, mi amor, un hermanito —respondo, besándoles las f
Maxon Chrysler He estado un maldito mes en prisión. Debido a la gravedad del delito del que se me acusa, no tuve derecho a fianza. Sin embargo, finalmente ha llegado el momento del juicio. El tiempo en esta celda ha sido una tortura, no solo por el encierro, sino por la incertidumbre de lo que sucederá. Ni siquiera me han tocado los demás presos porque he pagado protección. Ahora estoy aquí, en la sala del tribunal, con las esposas aún apretadas alrededor de mis muñecas. Frente a mí está Luzma, y se ve tan jodidamente hermosa con ese vestido rojo. El rojo siempre ha sido mi debilidad, y mucho más cuando lo porta mi mujer. No puedo evitar sentir una mezcla de deseo y frustración al verla así. Pero mi mirada se desvía hacia Damon, ese miserable que se atreve a rodear su cintura y tocar su pequeño vientre abultado. Siento cómo la rabia me consume. Odio que mi mujer esté embarazada, que esté esperando un hijo de ese miserable. Yo debería ser el padre de sus hijos, nadie más. Prim
Luz Marina Estaba muy nerviosa por el juicio porque algo dentro de mí me gritaba que ese miserable se saldría con la suya. Él era un peligro para mí y mis cuatro bebés. No me imaginaba lo que pasaría si ese infeliz estaba libre, antes que toque a mis hijos yo sería capaz de matarlo. — Señorita Hoffman , ¿es verdad que usted mantuvo una relación con el señor Maxon Chrysler? —pregunta Mark, el abogado de Maxon sacándome de mis pensamientos. — Sí, es verdad —respondi, manteniendo la calma. — ¿Cuántos años duró esa relación? —pregunta Mark. — Dos años —respondi automáticamente Mark prosigue.— ¿Y en algún momento el señor Chrysler la lastimó de forma violenta? . Dude por un instante.— De forma violenta, no, pero me manipulaba y me... Mark interrumpe rápidamente. — Por favor, señorita, limítese a responder. ¿Mi defendido en algún momento la golpeó? —pregunta Mark. — No, nunca —respondi, claramente incómoda. — Muy bien, señorita. Actualmente, usted mantiene una relaci
Luz Marina Hoffmann. Cuando Damon y yo llegamos a casa, nos sentamos en la sala, donde él me abrazó con fuerza. A pesar de sentirme destrozada por dentro, intentaba mantenerme calmada. Mi padre, mi hermano Benjamín, y Karina también estaban allí, sus rostros reflejando la tensión del día. Damon no soltaba su abrazo, brindándome un consuelo silencioso. Su presencia me ayudaba a mantenerme firme. —Todo saldrá bien, Luzma —me susurró al oído, acariciando suavemente mi espalda. Mi padre se acercó y se sentó frente a mí, su mirada llena de preocupación. —Hija, sé que esto ha sido muy difícil para todos nosotros, pero estamos más cerca de la justicia. Tienes que mantenerte fuerte.— Me sugiere mi padre. Asentí, sintiendo las lágrimas arder en mis ojos. Miré a Karina, quien estaba hablando en voz baja con Benjamín. Ella se volvió hacia mí, su expresión profesional pero comprensiva. —Luzma, sé que estás preocupada por tu madre. Pero su testimonio fue crucial. Sin su colaboració
Luz Marina Hoffmann. Me miré al espejo una última vez, ajustando el vestido blanco que había elegido para la ocasión. Damon insistió en que no era necesario que yo fuera, pero necesitaba estar allí. Necesitaba ver a Maxon una última vez y escuchar cuando lo condenen. Quiero ver su rostro cuando el juez dicte sentencia y él pague por todos los delitos que ha cometido, por lo mucho que lastimó a nuestra familia. —Luzma, ¿estás segura de que quieres ir? —preguntó Damon, su voz llena de preocupación mientras me miraba con sus ojos intensos. —Sí, Damon. Necesito estar allí. Quiero ver cómo paga por todo lo que nos hizo —respondí con firmeza, aunque sentí un nudo en la garganta. Cuando las puertas de la sala se abrieron, todos entramos y tomamos nuestros asientos. Maxon estaba allí, esposado y con una expresión desafiante. Mi corazón latía con fuerza al verlo, pero me mantuve firme. Este era el momento que había estado esperando. El juez tomó su lugar y el juicio comenzó. Las de