Damon Chrysler.Después de dejar a Luzma en su casa, me dirigí a la oficina para hablar con Rodrigo. Sabía que para ella, él era más importante que su propio padre, y deseaba que él la entregara en el altar.Mientras conducía, mi mente daba vueltas. No sería nada fácil planear una boda en menos de un día, pero no quería esperar más. Luzma ya era mía, llevaba a mis hijas en su vientre, y nada deseaba más que hacerla mi esposa. No sabía si era amor o qué era lo que sentía por Luz Marina Hoffmann, pero solo era consciente de que no permitiría que ella fuera tocada por nadie más. Su embarazo me había caído como anillo al dedo para atarla definitivamente a mí.Llegué a la oficina y encontré a Rodrigo revisando algunos documentos en su escritorio. Levantó la mirada al verme entrar, y una sonrisa se dibujó en su rostro.—¿Qué te trae por aquí, Damon? —preguntó, levantándose de su silla para saludarme.—Necesito hablar contigo sobre un asunto importante —respondí, cerrando la puerta detrás de
Luz Marina HoffmanDescendí las escaleras con pasos temblorosos, la emoción palpitando en mi pecho con cada latido. Al llegar a la sala, mis ojos se posaron en el paquete que reposaba sobre la mesa de centro. Mis manos temblaban de anticipación mientras me acercaba con cautela, como si el simple acto de tocarlo pudiera desvanecer el sueño que estaba a punto de hacerse realidad.Con dedos ansiosos, desaté el lazo que envolvía el paquete y deslicé la tapa con cuidado. Mi aliento se detuvo en mi garganta cuando vi el contenido: un vestido de novia resplandeciente, como sacado de un cuento de hadas. El blanco brillante iluminaba la habitación, y las telas lujosas parecían susurrar promesas de amor eterno.No pude evitar dejar escapar un suspiro de asombro mientras mis manos acariciaban la suavidad del tejido. Era el tipo de vestido con el que había soñado desde que era una niña.Aún estaba muy abrumada por la situación. Era evidente que Damon Chrysler era todo menos romántico y no estaba
— No me interesa lo que desees decirme. — Respondí.—Estoy aquí para asegurarme de que estés bien y de protegerte de los errores que puedas cometer.— Sentenció Maxon.— Vete o haré que te saquen.— Gruñó DamonMaxon, visiblemente molesto, no tardó en marcharse, dejando una atmósfera tensa a su paso. Sus palabras resonaban en mi mente mientras observaba cómo se alejaba entre la multitud de invitados. A pesar de su partida, su presencia había dejado una huella incómoda en el ambiente.Los invitados permanecieron para la cena, compartiendo risas y conversaciones animadas. Mi padre también se quedó un poco más, aunque su presencia parecía distante y ensombrecida por la tensión anterior. Sin embargo, eventualmente se despidió y se marchó a su casa, dejándome con un sentimiento agridulce de gratitud y decepción.Una vez que todos se hubieron ido, me dirigí a la habitación que los sirvientes me habían preparado para la noche. El vestido blanco, tan hermoso como era, comenzaba a sentirse opres
Él no respondió de inmediato. En lugar de eso, sus ojos recorrieron la habitación, tomando nota de cada detalle antes de volver a fijarse en mí. La tensión en el ambiente era palpable, y Jaqui, sintiendo la incomodidad, se levantó lentamente, ofreciéndome un apoyo silencioso.— Conozco esta mansión desde que era niño y sé perfectamente como entrar sin ser visto.— Presumió.— A mi esposo no le gustará verte así que lárgate — Espeté molesta.— ¿Así que es verdad que te revolcaste con él?— Pregunta en un tono molesto; sin embargo, en lugar de preocuparme simplemente reí fuerte.— Deja de hacerte la víctima, Maxon.No tengo que recordarte todo lo que me has hecho.— Rodee los ojos.— ¡Ese imbécil solamente te está usando!— Si repetirás la historia de que él desea vengarse de mi mamá y de tu papá ya me sé el cuento — Rodee los ojos.— No se trata de eso, Luzma. Damon y yo nos reencontramos hace dos años. ¿Recuerdas la mujer con la que te fui infiel?Asentí.Aún podía recordar ese momento co
Era el primer día que entraba a trabajar a la empresa y estaba muy nerviosa. Sabía que mi madre jamás estaría de acuerdo, sin embargo, no me importaba. La tensión me recorría desde la punta de los pies hasta la cabeza mientras subía las escaleras hacia la sala de juntas. Me repetía a mí misma que debía mantener la calma, aunque el murmullo de los empleados y las miradas curiosas aumentaban mi ansiedad. Sentí un nudo en la garganta mientras me preparaba para hablar. Damon estaba sentado al otro extremo de la mesa, mirándome con una mezcla de orgullo y aliento. Asentí levemente hacia él y comencé. —Buenos días a todos, —dije, intentando mantener la voz firme. —Agradezco la oportunidad de estar aquí hoy. Sé que para algunos de ustedes esto puede parecer inesperado, pero estoy aquí para trabajar arduamente y demostrar que puedo contribuir significativamente a la empresa. Un murmullo recorrió la sala. Mi tío Rodrigo, siempre el más directo, fue el primero en romper el silencio. —E
Han pasado más de cuatro meses desde que entré en la empresa. Siento que mi estómago está a punto de estallar. Tengo seis meses de embarazo y las gemelas no dejan de patear. Ya mis dos niñas tienen su propia personalidad, incluso antes de nacer. Hace unas semanas confirmaron que son dos niñas. Con Damon hemos pensado en los nombres, pero no nos decidimos. Damon es el mejor de los esposos: amoroso y feroz en la cama, además del mejor padre. Está atento a cada ecografía y a cada momento de la vida de mis gemelas, aunque aún no hayan nacido. No sé ni cómo ni cuándo, pero me he enamorado profundamente de él. Sin embargo, no me he atrevido a decírselo porque nos casamos por las bebés y no sé si él siente lo mismo. En este momento, me encuentro en la oficina con mi compañera de trabajo, Laura. Ella ha sido un gran apoyo desde que llegué. —¿Cómo te sientes hoy? — pregunta Laura, mirándome con preocupación. —Como si estuviera a punto de explotar, — respondo con una sonrisa cansada
A punto de irme de la oficina, esperaba a Damon en el estacionamiento. Sin embargo, me detuve cuando Maxon me sujetó del brazo. No había dejado de acosarme durante los últimos meses. Sabía que no le debía nada a mi esposo, Damon, porque se armaría una gran pelea, y era lo último que deseaba. —Cada día estás más hermosa, mi amor—, dijo Maxon. —Déjame en paz, Maxon—, le respondí, tratando de mantener la calma mientras me soltaba de su agarre. —No quiero problemas. Maxon esbozó una sonrisa burlona. —Sabes que no me rindo fácilmente. —¡Déjame en paz de una m*****a vez, Maxon!— le grité, harta de su acoso constante. —Jamás me rendiré contigo, Luz Marina. Eres mi mujer y la madre de mis hijas—, respondió con un tono desafiante. Él me entregó un sobre manila. —¿Qué es esto, Maxon?— pregunté, con el corazón acelerado y una mezcla de ira y miedo. —Es una orden para realizarme una prueba de ADN cuando las gemelas nazcan—, dijo, con una sonrisa triunfante. Sentí que el suelo se
Me encontraba en mi oficina charlando con mi tío Rodrigo. Tanto él como mi papá siempre me llenaban de chocolates y regalos para las gemelas. Ya tenía la casa repleta de ropa y juguetes. Mi abuela también estaba feliz, constantemente tejiendo pequeños suéteres y mantas para las niñas. —¿Cómo te sientes hoy?— preguntó mi tío Rodrigo, sentándose frente a mi escritorio con una gran caja de chocolates en la mano. —Un poco abrumada, pero feliz—, respondí con una sonrisa. —Gracias por todos los regalos, tío. No sé dónde voy a poner todo.— Él rió. —Solo queremos asegurarnos de que no te falte nada. Las gemelas van a ser muy consentidas, eso seguro.— Asentí, sintiendo una ola de gratitud. A pesar de los problemas con Maxon, me sentía afortunada de tener una familia tan unida y amorosa. Con ellos a mi lado, sabía que podría enfrentar cualquier desafío que viniera. Luego de que mi tío se marchara de mi oficina, me di cuenta de que mi madre estaba llegando. Su visita jamás era una