Él no respondió de inmediato. En lugar de eso, sus ojos recorrieron la habitación, tomando nota de cada detalle antes de volver a fijarse en mí. La tensión en el ambiente era palpable, y Jaqui, sintiendo la incomodidad, se levantó lentamente, ofreciéndome un apoyo silencioso.— Conozco esta mansión desde que era niño y sé perfectamente como entrar sin ser visto.— Presumió.— A mi esposo no le gustará verte así que lárgate — Espeté molesta.— ¿Así que es verdad que te revolcaste con él?— Pregunta en un tono molesto; sin embargo, en lugar de preocuparme simplemente reí fuerte.— Deja de hacerte la víctima, Maxon.No tengo que recordarte todo lo que me has hecho.— Rodee los ojos.— ¡Ese imbécil solamente te está usando!— Si repetirás la historia de que él desea vengarse de mi mamá y de tu papá ya me sé el cuento — Rodee los ojos.— No se trata de eso, Luzma. Damon y yo nos reencontramos hace dos años. ¿Recuerdas la mujer con la que te fui infiel?Asentí.Aún podía recordar ese momento co
Era el primer día que entraba a trabajar a la empresa y estaba muy nerviosa. Sabía que mi madre jamás estaría de acuerdo, sin embargo, no me importaba. La tensión me recorría desde la punta de los pies hasta la cabeza mientras subía las escaleras hacia la sala de juntas. Me repetía a mí misma que debía mantener la calma, aunque el murmullo de los empleados y las miradas curiosas aumentaban mi ansiedad. Sentí un nudo en la garganta mientras me preparaba para hablar. Damon estaba sentado al otro extremo de la mesa, mirándome con una mezcla de orgullo y aliento. Asentí levemente hacia él y comencé. —Buenos días a todos, —dije, intentando mantener la voz firme. —Agradezco la oportunidad de estar aquí hoy. Sé que para algunos de ustedes esto puede parecer inesperado, pero estoy aquí para trabajar arduamente y demostrar que puedo contribuir significativamente a la empresa. Un murmullo recorrió la sala. Mi tío Rodrigo, siempre el más directo, fue el primero en romper el silencio. —E
Han pasado más de cuatro meses desde que entré en la empresa. Siento que mi estómago está a punto de estallar. Tengo seis meses de embarazo y las gemelas no dejan de patear. Ya mis dos niñas tienen su propia personalidad, incluso antes de nacer. Hace unas semanas confirmaron que son dos niñas. Con Damon hemos pensado en los nombres, pero no nos decidimos. Damon es el mejor de los esposos: amoroso y feroz en la cama, además del mejor padre. Está atento a cada ecografía y a cada momento de la vida de mis gemelas, aunque aún no hayan nacido. No sé ni cómo ni cuándo, pero me he enamorado profundamente de él. Sin embargo, no me he atrevido a decírselo porque nos casamos por las bebés y no sé si él siente lo mismo. En este momento, me encuentro en la oficina con mi compañera de trabajo, Laura. Ella ha sido un gran apoyo desde que llegué. —¿Cómo te sientes hoy? — pregunta Laura, mirándome con preocupación. —Como si estuviera a punto de explotar, — respondo con una sonrisa cansada
A punto de irme de la oficina, esperaba a Damon en el estacionamiento. Sin embargo, me detuve cuando Maxon me sujetó del brazo. No había dejado de acosarme durante los últimos meses. Sabía que no le debía nada a mi esposo, Damon, porque se armaría una gran pelea, y era lo último que deseaba. —Cada día estás más hermosa, mi amor—, dijo Maxon. —Déjame en paz, Maxon—, le respondí, tratando de mantener la calma mientras me soltaba de su agarre. —No quiero problemas. Maxon esbozó una sonrisa burlona. —Sabes que no me rindo fácilmente. —¡Déjame en paz de una m*****a vez, Maxon!— le grité, harta de su acoso constante. —Jamás me rendiré contigo, Luz Marina. Eres mi mujer y la madre de mis hijas—, respondió con un tono desafiante. Él me entregó un sobre manila. —¿Qué es esto, Maxon?— pregunté, con el corazón acelerado y una mezcla de ira y miedo. —Es una orden para realizarme una prueba de ADN cuando las gemelas nazcan—, dijo, con una sonrisa triunfante. Sentí que el suelo se
Me encontraba en mi oficina charlando con mi tío Rodrigo. Tanto él como mi papá siempre me llenaban de chocolates y regalos para las gemelas. Ya tenía la casa repleta de ropa y juguetes. Mi abuela también estaba feliz, constantemente tejiendo pequeños suéteres y mantas para las niñas. —¿Cómo te sientes hoy?— preguntó mi tío Rodrigo, sentándose frente a mi escritorio con una gran caja de chocolates en la mano. —Un poco abrumada, pero feliz—, respondí con una sonrisa. —Gracias por todos los regalos, tío. No sé dónde voy a poner todo.— Él rió. —Solo queremos asegurarnos de que no te falte nada. Las gemelas van a ser muy consentidas, eso seguro.— Asentí, sintiendo una ola de gratitud. A pesar de los problemas con Maxon, me sentía afortunada de tener una familia tan unida y amorosa. Con ellos a mi lado, sabía que podría enfrentar cualquier desafío que viniera. Luego de que mi tío se marchara de mi oficina, me di cuenta de que mi madre estaba llegando. Su visita jamás era una
Mientras esperaba noticias de mi esposa en la sala de espera de la clínica, sentí una angustia abrumadora que amenazaba con ahogarme. Mis pensamientos se agolpaban en mi mente, llenos de temor y ansiedad ante la posibilidad de perderla a ella y a nuestras hijas. La idea de enfrentar la vida sin ellas era insoportable, como si me arrancaran el corazón de cuajo. Observaba a los padres de Luzma y Rodrigo, quienes compartían el mismo espacio de preocupación y esperanza. En ese momento, éramos extraños unidos por el mismo miedo, la misma incertidumbre sobre el futuro de nuestros seres queridos. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, cada latido resonaba con el nombre de mi esposa, con el amor que sentía por ella. Ella era mi luz en la oscuridad, la fuerza que me sostenía en los momentos más difíciles. Nunca imaginé que podría volver a amar de esa manera, pero ella había llegado a mi vida y la había transformado por completo. Si algo le pasaba a ella o a nuestras hijas, no sabía cóm
Me desperté completamente aturdida, con los ojos hinchados de tanto llorar. No podía dejar de pensar en la revelación que había cambiado mi vida para siempre. ¿Cómo podía asimilar que soy producto de una violación? El hombre que me crió, a quien siempre consideré mi padre, no era realmente mi padre. En cambio, mi verdadero progenitor era un asesino. Sentía que mi identidad se desmoronaba. Las lágrimas seguían cayendo mientras trataba de juntar los fragmentos de mi vida destrozada. El sonido de la puerta abriéndose me hizo levantar la vista. Era mi papá James. Por un momento, me llenó de un sentimiento contradictorio: necesitaba su presencia, su consuelo, pero al mismo tiempo no quería verlo. Me sentía rota y traicionada, aunque no era su culpa. — Luzma, mi amor, ¿cómo te sientes? —preguntó James, con una mezcla de preocupación y amor en su voz. Intenté responder, pero las palabras se atoraban en mi garganta. Finalmente, logré murmurar: — No lo sé, papá. Me siento… perdida. S
Estaba a punto de anochecer cuando me di cuenta de que alguien había entrado en la habitación. Al levantar la vista, vi que se trataba de Maxon Chrysler, la última persona que deseaba ver. Cuando desperté, él estaba besándome. Sin pensarlo, le pegué una bofetada. —¿Cómo te atreves a venir aquí, Maxon? —le espeté, furiosa. —Luz, mi amor... —intentó decir, pero lo interrumpí. —¿Te das cuenta de que puedo ser tu hermana? ¡Y eso no te importó para llevarme a la cama! —grité, sintiendo una mezcla de repulsión y dolor. Maxon me miró con desesperación, sus ojos llenos de angustia. —No lo sabía, Luz. No tenía idea... —trató de justificarse, pero no quería escucharlo. —¡Vete, Maxon! ¡No quiero verte nunca más! —le grité, señalando la puerta. Maxon se detuvo en seco, sus ojos suplicantes. —Luz, por favor, déjame explicarte. Yo nunca hubiera hecho nada si hubiera sabido la verdad. ¡Te lo juro! —dijo, su voz quebrándose. —¡Ya basta! No quiero escuchar tus excusas. Todo esto es u