Me encontraba en mi oficina charlando con mi tío Rodrigo. Tanto él como mi papá siempre me llenaban de chocolates y regalos para las gemelas. Ya tenía la casa repleta de ropa y juguetes. Mi abuela también estaba feliz, constantemente tejiendo pequeños suéteres y mantas para las niñas. —¿Cómo te sientes hoy?— preguntó mi tío Rodrigo, sentándose frente a mi escritorio con una gran caja de chocolates en la mano. —Un poco abrumada, pero feliz—, respondí con una sonrisa. —Gracias por todos los regalos, tío. No sé dónde voy a poner todo.— Él rió. —Solo queremos asegurarnos de que no te falte nada. Las gemelas van a ser muy consentidas, eso seguro.— Asentí, sintiendo una ola de gratitud. A pesar de los problemas con Maxon, me sentía afortunada de tener una familia tan unida y amorosa. Con ellos a mi lado, sabía que podría enfrentar cualquier desafío que viniera. Luego de que mi tío se marchara de mi oficina, me di cuenta de que mi madre estaba llegando. Su visita jamás era una
Mientras esperaba noticias de mi esposa en la sala de espera de la clínica, sentí una angustia abrumadora que amenazaba con ahogarme. Mis pensamientos se agolpaban en mi mente, llenos de temor y ansiedad ante la posibilidad de perderla a ella y a nuestras hijas. La idea de enfrentar la vida sin ellas era insoportable, como si me arrancaran el corazón de cuajo. Observaba a los padres de Luzma y Rodrigo, quienes compartían el mismo espacio de preocupación y esperanza. En ese momento, éramos extraños unidos por el mismo miedo, la misma incertidumbre sobre el futuro de nuestros seres queridos. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, cada latido resonaba con el nombre de mi esposa, con el amor que sentía por ella. Ella era mi luz en la oscuridad, la fuerza que me sostenía en los momentos más difíciles. Nunca imaginé que podría volver a amar de esa manera, pero ella había llegado a mi vida y la había transformado por completo. Si algo le pasaba a ella o a nuestras hijas, no sabía cóm
Me desperté completamente aturdida, con los ojos hinchados de tanto llorar. No podía dejar de pensar en la revelación que había cambiado mi vida para siempre. ¿Cómo podía asimilar que soy producto de una violación? El hombre que me crió, a quien siempre consideré mi padre, no era realmente mi padre. En cambio, mi verdadero progenitor era un asesino. Sentía que mi identidad se desmoronaba. Las lágrimas seguían cayendo mientras trataba de juntar los fragmentos de mi vida destrozada. El sonido de la puerta abriéndose me hizo levantar la vista. Era mi papá James. Por un momento, me llenó de un sentimiento contradictorio: necesitaba su presencia, su consuelo, pero al mismo tiempo no quería verlo. Me sentía rota y traicionada, aunque no era su culpa. — Luzma, mi amor, ¿cómo te sientes? —preguntó James, con una mezcla de preocupación y amor en su voz. Intenté responder, pero las palabras se atoraban en mi garganta. Finalmente, logré murmurar: — No lo sé, papá. Me siento… perdida. S
Estaba a punto de anochecer cuando me di cuenta de que alguien había entrado en la habitación. Al levantar la vista, vi que se trataba de Maxon Chrysler, la última persona que deseaba ver. Cuando desperté, él estaba besándome. Sin pensarlo, le pegué una bofetada. —¿Cómo te atreves a venir aquí, Maxon? —le espeté, furiosa. —Luz, mi amor... —intentó decir, pero lo interrumpí. —¿Te das cuenta de que puedo ser tu hermana? ¡Y eso no te importó para llevarme a la cama! —grité, sintiendo una mezcla de repulsión y dolor. Maxon me miró con desesperación, sus ojos llenos de angustia. —No lo sabía, Luz. No tenía idea... —trató de justificarse, pero no quería escucharlo. —¡Vete, Maxon! ¡No quiero verte nunca más! —le grité, señalando la puerta. Maxon se detuvo en seco, sus ojos suplicantes. —Luz, por favor, déjame explicarte. Yo nunca hubiera hecho nada si hubiera sabido la verdad. ¡Te lo juro! —dijo, su voz quebrándose. —¡Ya basta! No quiero escuchar tus excusas. Todo esto es u
Mientras besaba los labios de Luz Marina, sentí una oleada de felicidad recorrerme. Verla más tranquila me llenaba de alivio y gratitud. La amo con cada fibra de mi ser y me reconforta saber que ella está nuevamente encontrando la felicidad después de todo el sufrimiento que ha enfrentado. No puedo evitar sentir una profunda indignación por todo el daño que le han causado. Como su esposo, mi deber es protegerla y cuidarla, y haré todo lo que esté en mis manos para asegurarme de que nadie más le haga daño. Estoy decidido a ser su roca, su refugio seguro en medio de las tormentas, y a amarla con toda la intensidad que mi corazón pueda ofrecer. — Amor, quiero ir a casa contigo. — Anunció Luzma. —Tranquila, pelirroja, ahora debes estar en observación, pero me quedaré contigo todas las noches. — Le asegure — ¿Y la empresa? — Pregunta ella —Nada es más importante que mi mujer y mis hijas. La empresa tendrá que esperar. Mis labios recorrieron suavemente las curvas de las me
Desperté cerca de la tarde, confundida por el tiempo transcurrido en mi sueño. Los rayos de sol se filtraban débilmente por las cortinas, revelando mi desorientación. Jaqueline, mi prima, apareció preocupada. Su rostro reflejaba inquietud al ver mi palidez. Con manos expertas, me ayudó a arreglarme, aplicando maquillaje ligero para ocultar mi aspecto fatigado. Me sentía agradecida por su apoyo, sabiendo que no quería alarmar a Damon, quien llegaría pronto. Mientras esperaba, sentía nerviosismo y anticipación. Finalmente, su presencia llenó la habitación con un aura de calma. Su sonrisa reconfortante y el suave roce de sus labios al saludarme disiparon mis temores, dejándome en paz. — Me encanta verte, Jaqui, pero creo que deberíamos limitar la cantidad de personas en la habitación. Dos personas desean conocer a mi esposa.— Anunció Damon. — ¿Quiénes son los dos que desean ver a Luzma?— Indaga Jaqui — Tus suegros, mis padres, pelirroja, desean conocerte.— Informa él esbozando una
Al día siguiente, me desperté muy temprano. Me encantaría pensar que lo que me ha dicho la señora Alicia es verdad, pero de todas formas me realicé una prueba de ADN con James. La ansiedad y la incertidumbre me acompañaban mientras esperaba los resultados que podrían cambiar mi vida para siempre. Sin embargo los resultados estarían para dentro de un par de horas. Damon tenía una reunión en la empresa, así que estaba esperando a que viniera a buscarme para llevarme a nuestra casa. Sus papás se quedarían con nosotros unos días y estaban preparando toda la mansión para recibirme. Mientras tanto, me encontraba con James en la sala de la clínica. Le estaba preguntando por qué nunca me habían dicho que fui secuestrada cuando era un bebé y todo lo que pasó con Raúl. —Solamente buscábamos protegerte. Teníamos mucho miedo de que pudieran lastimarte durante los días que estuviste secuestrada, por eso te realizaron diferentes análisis. Por suerte, Nicolás nunca te tocó. — Explico mi papá —Ra
Han transcurrido horas maravillosas desde que llegamos a la mansión Chrysler. Los padres de Damon y Lucía me han recibido con los brazos abiertos y han hecho todo lo posible por hacerme sentir como en casa. La señora Alicia, con su habilidad culinaria excepcional, nos ha deleitado con platos deliciosos que han inundado la casa con aromas tentadores. Lucía, mi nueva hermana, es una joven parlanchina y vibrante, siempre lista para compartir anécdotas y risas que llenan la atmósfera de alegría. En cuanto al señor Harry, su presencia imponente es contrarrestada por su amabilidad y atención hacia mí, lo cual me hace sentir cómoda y valorada en su hogar. Ahora mismo me encuentro recostada en la cama, envuelta en la calidez reconfortante de las sábanas, mientras Damon me abraza con ternura, sus labios dejando suaves besos en mi cuello. Cada caricia suya es como un bálsamo para el alma, y en este momento, no puedo evitar sentirme profundamente agradecida por haber encontrado un lugar donde