LuzmaAnoche, Maxon me llevó a casa y todo lo que pude hacer fue darme una ducha e irme a la cama. Cuando llegó Damon, fingí que estaba dormida. No dejaba de pensar en todo lo que había pasado con Maxon. No podía creer que ese miserable me estuviera amenazando, que fuera un asesino.Al despertar, Damon me comentó que el señor González le envió un email con su renuncia. Al parecer, se mudó del país con su esposa. La noticia me golpeó como un ladrillo. ¿González, mudándose así de repente? Algo no cuadraba. Mi mente no dejaba de girar en torno a las revelaciones de anoche. Maxon no solo había matado a Ben, sino que ahora parecía estar manipulando todo a su alrededor para cubrir sus huellas.—¿Estás bien? —me preguntó Damon, notando mi distracción.—Sí, solo estoy un poco cansada —mentí, esforzándome por mostrar una sonrisa.Mi mente estaba a mil por hora. ¿Qué más estaba haciendo Maxon? ¿Cuánto control tenía sobre nuestras vidas sin que nosotros lo supiéramos? Y lo más importante, ¿cómo
La tarde caía lentamente cuando Maxon apareció inesperadamente en mi oficina. El corazón me dio un vuelco al verlo entrar, sus ojos fríos y su presencia imponente llenaron el espacio con una tensión palpable. Me puse de pie, intentando mantener la compostura a pesar del miedo que me invadía. —Maxon, ¿qué estás haciendo aquí? —pregunté con voz firme, aunque mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Él se acercó lentamente, su mirada penetrante clavada en mí como si pudiera leer cada pensamiento que cruzaba por mi mente. —Luzma, no me has dejado otra opción. Ayer debías hablar con Damon y yo no soportare que él toque lo que es mío otra noche.—dijo con una calma inquietante, pero con una determinación que me hizo estremecer. —No puedo hacer eso, Maxon. No pude hablar con Damon.—respondí, tratando de mantener mi voz estable a pesar del miedo que sentía. Maxon se detuvo frente a mí, demasiado cerca para mi comodidad, y su rostro se endureció. —No estoy pidiendo tu opinión, Luzma. Esto
Damon Chrysler.Me sentía completamente destrozado. No podía creer que Luzma me había dejado y se había marchado con Maxon. Era inconcebible para mí que hubiera hecho algo así, pero ahí estaba la realidad golpeándome en la cara. Sé que he sido una mierda con ella. La he tratado mal demasiadas veces y, para colmo, le fui infiel con Azula. Pero estoy intentando cambiar. Estoy haciendo todo lo posible por convertirme en un mejor hombre porque, a pesar de todo, la amo. Amo a Luzma más de lo que nunca había amado a nadie.Mientras me hundía en estos pensamientos, escuché una vocecita que me sacó de mi ensimismamiento. Era Diego, mi hijo, parado en la puerta de la sala, mirándome con esos grandes ojos curiosos y preocupados.—Papi, ¿por qué lloras...? —me pregunta, su voz cargada de inocencia y preocupación.Tragué saliva, intentando que las lágrimas no cayeran. Me forcé a sonreír, aunque sabía que la sonrisa no alcanzaba mis ojos.—No, no es nada, campeón. Todo está bien. Todo está perfe
Luz Marina Llegué a la imponente mansión de Maxon, con las mellizas aferradas a mis manos temblorosas. El corazón me latía con fuerza, incapaz de creer que me encontraba en esta situación. Maxon, el hombre que alguna vez conocí bien, ahora parecía una sombra de lo que fue. —Princesas, corran a ver sus habitaciones. Es la primera puerta a la derecha —les dijo Maxon con una voz que intentaba sonar calmada. —Podemos, mami —respondieron las niñas, aún sin comprender del todo lo que estaba sucediendo. —Claro, suban —les animé, tratando de mantener la normalidad mientras las veía alejarse. Maxon se acercó a mí con una mirada fría, y me enfrenté a él con valentía, aunque mi voz apenas salía por el nudo en mi garganta. —Maxon, te suplico que dejes ir a las niñas. Ellas no tienen la culpa de nada. — Le pedí. Él me miró fijamente, como si estuviera evaluando mis palabras y mi determinación. —Luzma, yo jamás las lastimaría, siempre y cuando tú obedezcas —dijo con una seri
Luz Marina. No podía creer lo que estaba viendo. Mi hermano Ben, quien yo creía muerto por mi culpa, yacía dormido en una cama, conectado a varias máquinas en una cabaña abandonada. Durante años, la culpa por su supuesta muerte me había atormentado, llevándome incluso al borde de la desesperación. Recordaba vívidamente aquel fatídico día en que los frenos de mi auto fallaron. Había sido un accidente, o eso creía entonces. Desperté en la clínica, devastada por la noticia de la muerte de Ben. Asistí a su funeral, enfrentando el dolor y la culpa, sin imaginar que todo este tiempo él había estado vivo, oculto en este lugar. —Maxon, no entiendo nada. ¿Cómo puede ser que Ben esté vivo? —pregunté con voz temblorosa, enfrentando a mi captor con la mirada llena de incredulidad y dolor. Maxon me miró con frialdad, una sonrisa siniestra en los labios. —Ben nunca murió, Luz Marina. Fue conveniente que todos creyeran eso. Y ahora, si quieres que siga vivo, tendrás que colaborar conmigo —
Un mes después Ha sido un mes muy intenso. Hace un mes que perdí a mi Damon y siento el corazón destrozado. Mi única ancla a esta vida son mis mellizas. Él ni siquiera me dirige la palabra en la empresa. Únicamente nos vemos cuando el viene a recoger a las gemelas.Visito a Ben todo lo que puedo; sin embargo, él la mayoría del tiempo está sedado.Oficialmente soy la pareja de Maxon. He asistido a varias entrevistas, fiestas, eventos y demás. No me ha tocado. No lo he permitido porque duermo con mis hijas.Hace mucho tiempo no veo a Jaqueline y con mi familia casi no tengo contacto. Mi mundo son Maxon y las mellizs. Muchas personas me juzgan por tan rápido aceptar ser pareja de Maxon, pero nadie se percata de que me tiene amenazada.Estoy intentando relajarme en la piscina. Estaba a punto de meterme al agua para nadar, pero Maxon me sostuvo de la cintura. Giré mi rostro y él unió sus labios a los míos. Debería seguirle el beso como correspondo en cada ocasión, para mantener las apar
LuzmaCuando desperté me percate de que me encuentro en mi habitación de la mansión. Mis recuerdos están borrosos y siento que la cabeza está a punto de explotarme.A mi lado se encuentra Maxon. Además en el cuarto hay un segundo hombre vestido de bata, supongo que es el médico.—Al fin despiertas mi amor — él esboza una sonrisa fingida.— Como le comunique a su esposo. Son normales los mareos y las náuseas en su estado. Le recete unos medicamentos y vitaminas, es importante que consulte con su ginecóloga.— Anunció el médico.—¿Que estado doctor?— Pregunté.—Usted tiene seis semanas de embarazo.No puede ser que estoy embarazada, eso no es posible. Si tengo casi meses, eso solo pudo haber ocurrido cuando me reconcilie con Damon. . Esa semana nos entregamos el uno al otro con pasión y desesperación, por supuesto no nos cuidamos. Estoy esperando otro bebé del amor de mi vida.Estaba a punto de levantarme de la cama cuando el médico se marchó, dejándome a solas con mis pensamientos tumul
Maxon Chrysler.Me encuentro ansioso abotonando mi camisa. Ya me he duchado y perfumado, únicamente falta terminar de vestirme.Luzma se está duchando, me estoy conteniendo para no meterme en su ducha y tomarla. Es demasiado la tentación de no tocarla. Ya hace más de un mes que estamos en esta situación y comienzo a hartarme; ella es mía, mi mujer, y debería complacerme como es debido.Me fascina hacerle el amor. Sé que, aunque lo negó, lo disfruto tanto como yo.Me alejé cuando mi celular comenzó a vibrar. Respondí y me percaté de que se trataba de uno de mis socios, Emilio Grimaldi. — Buenas noches, Emilio — Saludé.— Solo quiero recordarte nuestros acuerdos. Dentro de unos días, mis amigos esperan la mercancía.Por supuesto, ya tengo todo preparado. La empresa de los Hoffmann es la fachada perfecta.— La mercancía es de calidad. Tus socios estarán fascinados. — Reí fuerte.— Muchacho, me agradas y por eso te haré una advertencia. Ve con mucho cuidado, hemos invertido demasiado din