TRES

A I L E E N

—Mea en el puto test, Aileen—espetó con furia la rubia.

— No puedo mear si me miras así, joder—me sincero yo con miedo.

— Que mees te digo—vuelve a ordenarme con fuerza.

— Que no, no sale—le insisto.

— ¿Te leo las instrucciones que hay en mi bebé y yo sobre los tests de embarazo? —hace una pausa burlona—Pues claro que quieres que te las lea: Se trata de dejar caer durante pocos segundos el chorro de orina en la tira contenida en el envase, o de sumergir la tira en un recipiente con orina. Un minuto después, las rayitas de control indicarán si se ha efectuado correctamente, mientras que 3-4 minutos después, indicarán si el test es positivo o negativo—de nuevo pausa con dramatismo mirándome con esos ojos redondos que ahora parecen afilados de mala manera—No pipi, no prueba. Sorpresón venir nueve meses, decir hola mamá—añade usando los verbos sin conjugar, eso significaba que ya había rozado el límite de su paciencia. La conocía tan bien, sus capacidades y su poder, que sabía que no me gustaría estar en mi lugar. Pero por desgracia no puedo abandonar mi cuerpo ni mi suerte, de haber podido lo habría hecho hace tiempo.

—Meo, meo— afirmo temblorosa. 

— ¿Cómo ha pasado?— pregunta ella caminando de un lado a otro como si no estuviéramos en medio de un cuchitril que hacían llamar baño de mujeres, si ese era el baño de mujeres no quería ver el de hombres.

— No lo sé, pero juro que estaba emocionada con el viaje a Londres, es final de curso, el año que viene la U-— ella me fulmina con la mirada, al parecer no le había gustado mi respuesta.

— ¡Mea!— me ordena de nuevo. 

Vuelvo apretar todo lo que puedo y la miro con miedo esperando que continúe con su lectura.

—No me sale cuando me estreso— susurro en un hilo de voz.

— Mea ya, en el grupo de w******p de clase dicen que ya volvemos a Bermen— afirma ella ahora sin mirarme, prefiere mirar las baldosas. Repugnantes y asquerosas, parecía que una rata fuera a salir en cualquier momento de cualquier lado de esa caja de zapatos.

— Ni yo se como ha pasado lo juro. Él estaba cansado, yo estaba chof después de la semana de exámenes finales, bebimos y sucedió…—confieso esperando que estalle en ira pero no sucede.

Mi mejor amiga se para en frente mío, yo trago saliva con fuerza, mis ojos se vuelven poco después redondos al sentir por primera vez el chorro de pis saliendo.

—¡Aleluya!— grita ella eufórica— Por fin meas. El autocar se va ir sin nosotras. Has disimulado bien con que los vómitos eran por tu supuesto estomago sensible, cualquiera que te conoce sabe perfectamente que eres capaz de comerte incluso comida caducada sin despeinarte— añade mirándome, el chorro sigue sonando mientras yo me mantengo neutral.

Pronto cuando empiezan a caer las últimas gotas nos miramos a los ojos y soltamos una carcajada limpia mientras aguanto el test.

—¿¡Cómo nos has hecho eso estúpida!?— grita ella intentando sonar enfadada aún así sin borrar la sonrisa de su rostro.

— Ni yo se como lo he hecho. He perdido la virginidad con una estrella del pop mundialmente famosa y todo ha sido por tu culpa— hago una pausa mientras me empiezo a limpiar para finalmente subirme las bragas, ella me mira con la boca abierta pero es incapaz de hablar—Ahora si me quedo embarazada…—Malena me interrumpe con el ceño fruncido.

—No vamos a abortarlo, ¿cierto?— pregunta hablando en plural como siempre hacíamos cuando una de las dos la cagaba más de la cuenta.

Yo la miro tomando aire con fuerza.

— No.

— Está bien, te apoyo igual, no es así como había imaginado que saldrían mis sobrinos, pero al menos sabemos que saldrá guapo o guapa por los genes del padre, si no quiere hacerse cargo, ese regalo que le ha hecho a su hijo— afirma ella, vuelve a bajar la cabeza al suelo y a caminar de un lado a otro y se que habla más para ella que para mi— Puedo hablar con Byron… Él cantará la dirección de la casa de Saywer, es su mejor amigo de la infancia— añade finalmente, todo el rostro se le ilumina.

Yo trago saliva con fuerza sabiendo que mi madre probablemente me matará o pedirá que lo mate o tal vez nos mate a ambos, incluso a los tres si consigue encontrar a Sawyer.

— El problema es mi madre…— susurro yo finalmente frente a ella mientras miro la prueba de embarazo de reojo— Ella no me dejaría tenerlo, ella quiere que vaya a la Universidad, y que me den la beca como siempre, quiere el dinero—añado seria.

—Ese dinero es tu dinero, que arrime el hombro, y ese niño o niña está en tu cuerpo, no hagas nada de lo que no te sientas cómoda, ya sabes que yo estoy aquí contigo en las malas y en las peores, saldremos de esta. Primero díselo a Sawyer, él tiene veinte y un años sabrá que hacer— añade.

— Mira el resultado tu, no puedo— afirmo con fuerza sin poder camuflar mi nerviosismo.

Ella asiente tomando aire con fuerza por la expresión que se le forma en el rostro se que las únicas esperanzas de que fuera gastroenteritis o algún cáncer terminal se disipan. Nos miramos serias durante unos segundos sabiendo que lo que iba a venir sería una de las etapas más complejas de nuestra existencia y que a pesar de ello, Malena, la loca fangirl con aires autoritarios iba a permanecer a mi lado exactamente de la misma manera que lo habría hecho yo. Definitivamente iba a ser madre.

Tomo la prueba y la hoja de instrucciones, un señor llamando a la puerta hace que ambas nos alertemos, busquemos nuestras maletas y salgamos corriendo en busca de nuestros compañeros de clase para volver a Bremen y así iniciar el último verano antes del primer año de Universidad. Sentía mil emociones y ninguna me alentaba buen final, eran una combinación de miedo, dolor, adrenalina y tal vez una pizca, diminuta, de felicidad. Pero esa última sensación la guardaba aparte, no quería que me cegara los ojos ante el desastre que se había abierto frente a mi sin que pueda hacer o decir nada para cambiarlo.

Tenía a Malena a mi lado y a todo el mundo en contra, o al menos lo tendría cuando se supiera la noticia. No se que demonios debo hacer… No es algo en lo que una piense ni se espere.

Tenía toda noción de esa noche borrosa, tan solo un par de mariposas y una sensación agradable que se paseaba por mi cuerpo, pero al parecer a partir de ahora tendría un recuerdo que duraría toda la vida… Nada más ni nada menos que un bebé como recuerdo y encima de una super estrella.

(***)

—¿Mi madre?—pregunto haciendo referencia a mi progenitora.

— Listo, mi madre ha llamado a la tuya diciéndole que te ibas a quedar a dormir esta noche, sin problema—me responde ella orgullosa con ir siempre por delante.

—¿La dirección?—insisto yo de mala manera. Mi humor había ido en decadencia.

En el fondo no quería encararme con ese hombre de nuevo, no recordaba mucho de esa noche, lo suficiente para saber que me hizo sentir cosas que nunca había sentido. Había tenido novios, tres en total, pero hasta esa noche era virgen. Con ninguno había querido pero al parecer con un extraño la tarea se hizo mucho más fácil.

Bob, Jamie y Logan, tres idiotas de cuidado. Bueno, al menos Bob me dejó de forma digna, al parecer yo le hacía dedicar mucho tiempo fuera de juego, y eso era un precio que un niño rata como él no se podía permitir. Por otro lado estaba Jamie… Ay, Jamie. Nada como fingir homosexualidad para no herirte y mantener una bonita amistad. Lastima que una semana después se declarara a Heather, una de las chicas más bonitas del instituto. Supongo que con ella si podría continuar fingiendo. Por último, Logan, fue el tercero, aún recuerdo su carita de cachorro mojado cuando vio que incluso después de siete meses de noviazgo no me abriría de piernas para él. Me dejó poco después. 

— Listo, aún recuerdo la cara de Byron suplicándome que no publicara sus fotos antes de la pubertad, esos granitos harían que más de una dejase de tocarse su chichi fantaseando con él—afirma ella orgullosa como si delante de sus pupilas se extendiera todo lo ocurrido—De hecho, nos llevara en su coche hasta la ciudad donde reside Sawyer—añade sin dejar la pose de orgullo ningún instante.

—Tenéis una relación peculiar— afirmo con una sonrisa sugerente que rápidamente hace que Malena capte la indirecta. Era imposible no darse cuenta de la química latente entre ellos dos, tan solo existían dos personas que no podrían darse cuenta de ello, ella y él.

Ella finalmente frunce el ceño de mala manera, esas cejas rubias que se torcían siempre.

—Es estrictamente profesional—responde ella mientras la sigo hacia el BMW blanco, un joven con gorra nos observa como si tuviese miedo de ser pillado por alguna fuerza extraordinaria que nosotras éramos incapaces de ver.

—¿Es ella?— pregunta cuando nos abre las puertas finalmente, me mira de a bajo a arriba. De pronto la confusión de su rostro se convierte en alegría, me abraza poco después.

— ¡Seré tío!— afirma entusiasmado.

Yo lo miro torciendo una sonrisa mientras me coloco el cinturón. No era la reacción que me esperaba precisamente, bueno, ni siquiera me había esperado alguna reacción. De hecho ni siquiera había dejado que mi mente empezara a rodar películas, sabría que todas tendrían un final trágico.

— No te encantes y llevanos— le ordena la rubia sin miramientos. 

— No entiendo porque mi madre te enseña esas fotos— responde él indignado haciendo un puchero mientras arranca el coche. Sin el chantaje de Malena no estaríamos aquí, ninguno de nosotros, no tendríamos si quiera un bebé del que preocuparnos. 

Ella se encoge de hombros divertida.

— Sencillamente porque me quiere no como a ti— afirma convencida— Ni siquiera se como compartís genes— añade ella con diversión.

Finalmente Byron empieza a dejar atrás el barrio de Malena y no para hasta llegar al centro y del centro toma la autopista para salir de la ciudad y conducir hasta la metrópoli. Un silencio se apodera de nosotros, parecía que en cualquier momento Byron fuera estallar en preguntas.

—¿Cuándo sucedió?— preguntó con curiosidad finalmente.

— ¿Te acuerdas de la noche de los polvos picantes?— pregunta Malena soltando una carcajada para mirarlo de reojo, los ojos avellana de él salen de sus órbitas y la mandíbula pronto se le desencaja. Él la mira durante los suficientes instantes para que mi amiga deje de reírse.

— Tuve que ir a urgencias— afirma él con dolor mirándola.

—Bien merecido que lo tenías—le responde ella sin una pizca de sentimiento.

—No se si sea buena idea ir a decirle a Sawyer— respondo trasladando mi miedo al exterior, Malena me mira seria y Byron cambia su tono a uno más frío.

— En caso de que no quiera hacer nada por ti, no te preocupes. Esa criatura tiene un tío— afirma él cuando finalmente llegamos a un barrio lleno de casas unifamiliares blancas con jardines privados adornados por palmeras y alguna que otra piscina. Era así como me imaginaba las casas de los ricos, costosas y… Costosas.

—El que no se tiene que preocupar eres tú, no quiero ni su dinero, ni el tuyo, ni el de nadie. Si he decidido no abortarlo es por voluntad propia—le respondo yo mientras finalmente aparca.

Él me mira asintiendo con una sonrisa.

—Perdoname si mis palabras no han llegado de forma correcta, como tío espero poder ofrecer mucho más que mi dinero y mi posición—habla con la seriedad que toda mujer quería escuchar de un hombre en una situación similar, casi no parecía poder ser el mejor amigo del idiota del que estoy esperando un hijo.

Malena mira la escena con los ojos fuera de órbita.

— Quien hubiera adivinado que Míster Sida tuviese tanta labia— habla ella con burla.

— No es labia. Tengo sentimientos pero ninguno es positivo cuando se trata de ti— le espeta él dejando a mi amiga sin palabras.

Me pongo la capucha, tomo aire y los dejo dentro del coche, seguramente se vendría una discusión de la que sinceramente no me sentía con animo de hacer frente. Esos dos eran un combo letal.

Finalmente camino sigilosa hasta llegar a la puerta de la casa de Sawyer.

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