A I L E E N
—Sawyer—lo llamo en medio de la oscuridad, la olor que desprendía la cama me hace pensar que está cerca aunque finalmente descubro que no es asi, que él no está conmigo. Por más que mi fiebre me hiciera pensar lo contrario.Me muevo a un lado y luego a otro sin abrir los ojos, intento explorar el sitio nuevo donde me encontraba, una larga, suave, cómoda y ancha cama matrimonial. No puedo evitar sonreír, después de dormir en ese endemoniado sofá, una cama era un lujo. Un jodido lujo, quiero hacer constancia de que cualquier problema relacionado con mi espalda es exclusivamente obra de la sala endemoniada de Sawyer Reed.El mareo no tarda en hacerse notar, parece ir en aumento a pesar de estar acostada, lo único que se le puede comparar es el dolor de cabeza inmenso, acompañado de nuevo con unas inmensas y demasiadas ganas de vomitar justo como las del viaje a Londres deS A W Y E REn la casa del gran Sawyer Reed por primera vez las cosas no estaban tranquilas, sentimientos a flor de piel que no dejan que el putón de verbenero pueda hacer algo por ordenarlos o controlarlos, es un constante derrape entre emociones que ni entiendo ni quiero entender. Por si no ha quedado claro, el putón de verbenero soy yo y los sentimientos son tan confusos que aunque los mencionara no resolvería mis problemas y supondría de algún modo legitimarlos. Y legitimar la locura nunca está bien. Aunque si sintetizamos el problema tiene un bebé en el vientre, pocas pecas en el rostro pero muchas en el pecho y también en otras partes que no quiero recordar por el bien de mini Sawyer, un matojo de insultos, los brazos casi siempre cruzados, labios fruncidos y unos ojos que me miran juzgándome prácticamente de forma constante como si yo volviera a la primaria y ella fuera mi maestra regañ&aa
A I L E E NLo tenía encima de mi en todos los aspectos, sus manos no paraban de tocar y acariciar cada parte de mi cuerpo como si eso se hubiese convertido en su mayor delirio, en la mejor de sus batallas. Y dios, no quería que parara. De hecho mi cuerpo le estaba pidiendo a gritos que me quitara este mismo pijama que me él mismo me había puesto… ¿En qué momento la situación ha llegado a este punto? Deja de besarme en los labios y decide deslizarlos por todo mi cuello encendiendo una hoguera en su trayectoria.De pronto recordé esa noche, recordé como me había tomado en brazos y como yo como todo una experta, siendo totalmente virgen, até mis piernas en sus caderas para que hiciera conmigo todo lo que quisiera justo como ahora. Solo dejo que haga conmigo lo que quiera en esta cama y con la luz de un nuevo amanecer llegando. La única diferencia es que esa noche estaba borracha y esta
S A W Y E RHay veces en las que un hombre debe correr sin mirar hacia atrás…Ni siquiera debe hacerlo cuando tiene a un señor mayor de ochenta años, corriendo con unas tijeras de jardinería, que por cierto, ay que ver lo rápido que corre el jodido…Ni siquiera cuando su único taparrabos sea su mano, y los ojos de medio vecindario, mayoritariamente formado por conservadores con mucho dinero, estén puestos en su culo, literalmente. Ni siquiera cuando pasa todo eso…Aunque un momento… Hagamos una pausa… ¿Os preguntaréis cómo he llegado aquí?Pues bien, ni yo lo sé. De verdad, que no tengo ni la remota idea. Todo ha pasado rápido. En teoría íbamos a salir la abuela, Pecas y yo. Al final pude excusarme con que al final me había surgido un imprevisto, el imprevisto era la cama de mi vecina, aunque sie
A I L E E NLas mejores lecciones de vida son las que no necesitan maestro. A veces, la primera escuela de la vida tu propia familia es la encargada de enseñarte que la vida no es un cuento de hadas. Si algo había aprendido de mi madre, es que de los hombres no te puedes esperar nada y menos en cuanto a compromiso se refiere. Siento un nudo en el estomago con tan solo recordar la escena anterior, el muy cerdo tenía recados mucho más importantes que atender, follar con la vecina. Eso ya es suficiente excusa para maldecir a Sawyer, maldecirme a mi misma y al destino que al barajar las cartas me ha dado unas tan pesimamente jodidas que ahora estoy empezando a perder la razón por un chimpancé que sabe tocar instrumentos y afinar al cantar.Me niego a tolerar esto. Podría contar con mis manos, de hecho me bastaría con una, las veces que he permitido a mi corazón tiritar algo llamado decepción, todas e
S A W Y E R—¿No te vas a disculpar?—la voz de la abuela suena de la nada, de mala manera encima, pillándome totalmente desprevenido a lo que ella blanquea los ojos disgustada. Llevaba ya puesta una de sus clásicas mascaritas y un vestido vaporoso que usaba de pijama desde que se casó con mi difunto abuelo. Eso siempre había sido suficiente material para que mi cerebro tuviera tramas para elaborar pesadillas durante mucho tiempo. Me costaba horrores reconciliar el sueño cuando íbamos a casa de la abuela o ella venía a casa. —¿Des de cuando me espías?—le respondo poco después sin entender, además solo se disculpa quien ha hecho algo malo y yo no he hecho nada malo. Excepto ser tan idiota que intentando aliviar ese fuego que había dejado encendido ella acabé encendiendo uno mucho peor, ese había sido mi error—Abuela, te he dicho que es
A I L E E N—No hace falta que hables, tus ojos ya me lo dicen todo—sus palabras son la última estocada que hace que todo mi autocontrol se hunda, rápidamente me lanzo a sus brazos, y ella me abraza con la misma fuerza.No había duda en las palabras de Malena, de lo que sí dudaba era de que alguien consiguiese conocerme con la misma perfección y de la misma manera que la dueña de ese pelo rubio rizado y esos ojos azules saltones. A veces desconocemos la necesidad real de un abrazo y menos aún su verdadero poder, nos olvidamos con que basta con un gesto tan pequeño, como el sentirse a salvo, para derrumbar paredes, para nada pequeñas, que asfixian… Pero ahí estaba, llorando en el pecho de mi mejor amiga cual niña pequeña en los brazos de su hermana mayor, sin que me importara nada más que saber que ella estaba ahí para mi, justo como yo lo estaría para ella de ser al revés.—¿Qué ha hecho ese hijo de p**a?—susurró ella sin apartarse de mi, en sus ojos veo la rabia y la impot
S A W Y E R Llegó la noche y las águilas salimos a cazar. Bonito inicio, me gusta. Tal vez haga una nueva canción con eso. Debería haberme traído la libreta para anotarla joder. Soy un jodido genio. Sí, señor. Un dios de la música y de la originalidad y de todo, soy Sawyer Reed. Lo que quiero decir en verdad es que soy un puto salido con problemas de autoestima, miedo al compromiso porque tengo miedo al abandono, el ego muy alto y una consciencia bipolar. Mi mirada se pasea por un edificio modernista, gris, alumbrado por focos, rodeado por una larga cola de invitados, música que dejaría sordo a cualquiera y guardaespaldas custodiando la puerta que ahuyentarían a todo el mundo excepto alguien que no tuviese más de dos millones en su cuenta bancaria. Nos encontrábamos en nuestra segunda casa, el gran y exclusivo club Jambo Stars, ahora que lo pienso no es muy buen n
A I L E E N El sonido insistente del timbre hace que vaya corriendo a la puerta, no eran horas. En mi trayectoria me encuentro a la abuela de Sawyer, me mira con la misma cara de pocos amigos que probablemente se había apoderado de mi rostro para finalmente bostezar y cerrar la puerta de su habitación de un portazo. Continuo caminando hacia la entrada, finalmente tomo las llaves de la entrada y abro la puerta encontrándome a un Sawyer totalmente borracho, ni siquiera se puede mantener de pie. Mis ojos se salen de órbita cuando este sonríe como el gato de Alicia al verme de frente con uno de los pijamas que habíamos comprados puesto, consistía en un short blanco de tela vaporosa y una camiseta fina de tirantes del mismo color. Rápidamente siento mis mejillas hervir al sentir sus ojos escanearme de arriba a bajo, probablemente de saber que dormiría en casa no me habría puesto esta ropa. —&iqu