A I L E E N
Ese extraño momento en que crees que nada puede ir a peor pero la vida te enseña que no, que cuando todo va mal, siempre puede ir a peor y entonces entiendes que tal vez lo que te pasaba antes comparado con lo nuevo es incluso algo positivo. Odio sentirme así, pensar así, porque sencillamente yo no soy así. Lo único que puedo decir es que en este punto el optimismo se ha vuelto una careta que no puedo adquirir por mucha fuerza de voluntad que ponga.
Mis sentimientos fluctúan entre tener unas ganas muy fuertes de abrazarme a mi misma o y de patearme el culo, no hay punto medio. Aunque ahora sentía que era más lo primero que lo segundo, suficientes golpes he recibido hasta aquí. He sido tan estúpidamente inútil, tal vez rozando lo patética, con mi escena de culebrón que mi móvil se ha caído en la trayectoria, y ahora, después de haber tropezado con una rama a kilómetros de distancia de mi casa, sin ningún modo de contactar a Malena siento que debería haber echo caso a mi primer instinto, no haber venido, haberme callado, sabía que sería un sin sentido. ¿Qué demonios esperaba? ¿Qué me recibiera con los brazos abiertos? Lo que de verdad me sorprendía es que me hubiese reconocido. Bueno, a pecas. Ese había sido el apodo que había usado conmigo ese maldito estúpido.
Somos dos extraños al fin y al cabo. Él es una super estrella. Yo una simple adolescente con muchas deudas, un gato gordo que deja preñadas las gatas del vecindario y una madre que es alérgica a ese mismo gato y con grandes problemas de autoestima, tacañería y miedo al abandono. Intento limpiarme las lagrimas pero pensar en mi madre y en bigotitos hace que de algún modo mi tristeza se multiplique. Me siento perdida y estoy perdida literalmente. Ni siquiera entiendo como he llegado a este punto. Ni siquiera recuerdo nada de esa m*****a noche pero esa noche parece no querer abandonarme, me llevo la mano a la barriga casi de forma instintiva.
Las lagrimas de nuevo invaden mi rostro y esta vez las dejo libres haciendo que algún que otro sollozo de lo más profundo de mi corazón salga también. La m*****a pierna no dejaba de doler, el frío de la noche comenzaba a azotar y mi sudadera azul de repente parece demasiado fina. Entonces noto los ojos de alguien clavados en mi nuca dejo de llorar al instante.
—¿Cómo es que no te han encontrado si estás coja?—pregunta con diversión.
Provocando que me voltee para encararlo con rabia, encontrándome con ese flequillo rubio haciendo que mi humor cambie de forma drástica.
—No es de tu inconveniencia. Déjame en paz—respondo con rabia para volver a darle la espalda.
—Eso intento pero eres tu la que parece no querer dejarme en paz—me responde, su voz suena demasiado seria como para que estuviese mintiendo, me pregunto si a parte de la banda se plantea entrar a Hollywood.
—¡Suéltame! ¡Socorro! ¡Socorro! ¡Un violador!—grito yo golpeándolo con toda la fuerza en su pecho. Pronto suelto un estornudo muy a mi pesar. Creo haberme resfriado, otra más a la lista. Eso junto a una rama pareció alterar su equilibrio dado que poco después caemos torpemente al agua.
El agua tenía una textura y un color poco agradable aún así no puedo evitar soltar una carcajada al ver que era la misma rama con la que yo había tropezado. Él acaba riendo también y yo no puedo evitar pensar en que inevitablemente el ambiente se había vuelto mágico.
—¿De qué nos reímos?—preguntó él finalmente como si no supiera realmente porque se había reído.
—Te has tropezado con la misma rama que yo—confieso mientras me rio de nuevo, sin querer se me escapa un gemido de cerdo, como siempre pasaba cuando me descontrolaba, Malena me llama por algo su cochina favorita. Eso hace que esta vez él sea el único que se ríe, incluso su risa era atractiva.
No dudo en tirarle un poco de agua para que a ver si esa oleosa y contaminada agua estropeara su cutis o yo que sé, que se vengara por mi de él.
—¿Sabes que es agua contaminada de la ciudad?—pregunta él mirando el agua con asco.
—¿Sabes qué no siento una pierna?—me sincero, a penas podía mantenerme de pie pero eso no significaba que la sintiera al menos de forma total.
—Justo como yo con mis pelotas.
Ni siquiera me deja responder a eso, él me toma como si en lugar de mis kilos pesara muy poco, me levanta tomándome por la cintura y me maldigo a mi misma por sentir sus manos ardiendo pero no del asco y me deja finalmente en la orilla, aunque en el fondo hubiese preferido que…Ya ni yo lo sé, sinceramente, creo que he empezado a delirar… Finalmente sale él. Me carga de nuevo pero esta vez a su espalda.
—¿A donde me llevas?—pregunto. Ni siquiera sabría ser capaz de deciros la razón de la pregunta.
—A casa—responde él como si de verdad él y yo tuviéramos un mismo hogar. Por un momento incluso parece real, como si sus palabras tuvieran algún peso, algún apoyo en realidad.
No puedo evitar que mis parpados empiecen a pesar tanto que acabo cerrándolos como si de algún modo en su cuerpo, el mío hubiese encontrado refugio.
(***)
Las teclas insistentes, las hojas pasar de una libreta y el sonido de una guitarra hace que mis ojos se abran de par en par. Me levanto en un sofá, duro y azul de terciopelo, mi espalda me duele, igual que mis pies. No es que fuera precisamente ancho ni espacioso. Aún así se por la olor que hay en todo el espacio que me encuentro cerca de Sawyer Reed.
No puedo evitar fijarme en la decoración de la habitación, no había ni un sitio donde respirar por la cantidad de discos, instrumentos, libretas, el sofá del demonio y el ordenador de última gama.
—Buenos días, pecas—responde la última persona con la que desearía toparme, al menos estaba dándome la espalda mientras sigue tecleando cosas seguramente inútiles en su portátil.
Un hombre entra en medio de la habitación, no puedo evitar observar el gran parecido que guardaba con Sawyer, mismos ojos, mismo pelo, excepto los labios. Los de ese hombre eran mucho menos carnosos. Un momento...¿Me he fijado tanto en sus labios como para poder compararlos?
—¡No!—gritó él con furia mirándome para finalizar mirando a su hijo de la misma manera—¡Ha dormido aquí!—añadió desesperado—Ni siquiera has sido capaz de llevarla a una cama.
—¿Cómo demonios has entrado?—en la voz de Sawyer se aprecia la desesperación y la confusión.
—¡Soy tu padre!—exclamó—Además tu abuela, me ha hecho copia de las llaves ayer después de nuestro pequeño incidente de noche—hace una pausa llevándose una mano a las sienes y yo no puedo evitar atar cabos, era obvio que habían tenido que intervenir terceros para que Sawyer decidiera ir a buscarme, ese animal no haría nada porque carece de algo como humanidad, su nivel de cinismo es tan grandioso que ya ha olvidado ese concepto—Volviendo al tema, hijo de put-
—¡Papá!—gritó Sawyer.
—¿Te molesta que te llame hijo de p**a?—preguntó Alan Reed con actitud burlona, me mira para hacer una pausa de mala manera—¿Cómo se le llama al tipo de hombres que embarazan a una mujer y la dejan tiradas?—añade usando un tono infantil para mirar a su hijo—Dime…¿Cómo se llaman?
—Pa-
—No, se les llama hijos de puta—lo interrumpe con firmeza, pasándose poco después la mano por su pelo un poco más largo que el de su hijo.
—No intentes justificarlo, me llamas hijo de p**a siempre—responde Sawyer serio.
—No—negó con contundencia—Solo cuando cometes bajezas. Al cesar lo que es del cesar—añadió encogiéndose de hombros para luego cambiar de nuevo su expresión a una mucho más hostil—¡No me lo puedo creer mamá, he criado a un hijo de p**a!—añadió hablando con alguien más.
Una señora mucho más mayor que Alan, con el pelo blanco totalmente, aparece en medio de la habitación estudio haciendo que Sawyer mire la escena desesperado.
—Ma-
La señora ni siquiera lo mira, niega con fuerza en desaprobación, pero para sorpresa de todos es al señor Reed al que acude, de inmediato lo estira de una oreja.
—¡Y ese vocabulario muchacho!—exigió la mayor con fuerza.
—¡Lo siento, no volverá a pasar!—respondió en un grito casi el señor Reed con miedo.
—Eso me parecía—añadió soltándolo para tomar la de Sawyer.
—Dime, niña. ¿Qué ha sucedido?—preguntó ella seria ahora mirándome como si esperara un mínimo quejido por mi parte para tomar la otra oreja de su nieto.
—Nada—afirmamos Sawyer y yo con fuerza, sabía que no me gustaría estar en la piel de Sawyer en esos momentos.
—¿Nada?—pregunta ella confundida mirando a su hijo, quien está en el marco de la puerta de la habitación mirando perplejo la escena. Finalmente deja ir la oreja de Sawyer dejándola más roja que el culo de un babuino.
—¿Nada?—repite el padre de Sawyer confundido.
—Nada—volvemos a afirmar con fuerza ambos para mirarnos poco después serios.
—¿Y esto qué es?—pregunta la abuela mostrándonos mi test y las instrucciones de ese mismo y jodido test.
Me llevo una mano a la cabeza incrédula para luego pasármela por el pelo, Sawyer me mira de mala manera. Y otra más a la lista de cosas que se me cayeron en mi estrepitosa y dramática huida, genial. Absolutamente genial.
—¿Eh? ¿Y eso qué es?—pregunta el padre de Sawyer de forma insistente mirando de reojo a la abuela Reed en busca de validación.
—¿Eso?—preguntó yo confundida.
—Está embarazada—afirmó Sawyer con fuerza
—Es de una amiga—respondo yo al mismo instante entrecerrando los ojos para sentir sus ojos encima de los míos.
—¿Pensabas mentirle a la abuela?—pregunta Sawyer sin esconder una sonrisa ladina.
—No. Obvio que no—niego yo para mirar a la señora Reed.
—¡Abuela, Pecas quería mentirte!—gritó él como si de repente tuviera cinco años, su abuela lo mira de mala manera para estamparle una bofetada.
—¿Abuela?—preguntó él llevándose una mano a la zona golpeada sin entender.
—¿Qué crees que estabas haciendo?—preguntó ella sin esconder el dolor en su mirada—¿Pensabas dejarla desamparada y ya?—añadió desesperada.
La verdad es que siendo honestos ya soy mujer muerta. Si mi madre se entera estoy más que muerta. ¿Qué digo? Muertisíma y enterrada.
El padre de Sawyer lo mira con dureza.
—Bueno…—intenté intervenir yo, no necesitaba a Sawyer en mi vida. Podía con mis cosas yo solita, al crecer sin padre y con las consecuencias que eso deja en una madre, una siempre aprende a sacarse las castañas del fuego ella sola.
—No me has dejado más remedio que esto hijo—afirmó ella negando cabizbaja.
De pronto el sonido de flashes, gritos de periodistas se amontonan alrededor rodeando toda la casa de Sawyer. Era como si ya estuvieran dentro prácticamente.
Sawyer horrorizado abre la gran ventana que da al jardín para salir al mismo y a través de la vaya ver que era lo que estaba sucediendo.
—¡Sawyer cuando decidiste casarte con tu fan!—gritó uno.
—¿Cuándo exactamente será la boda?—habló otra.
—¿Cómo la conociste?—respondió un tercero, veo como la desesperación se apodera del rostro de Sawyer.
—¡Abuela!—gritó él horrorizado sin responder a nada, se alejó del jardín, para finalmente cerrar la ventana de un portazo y poco después las cortinas de su estudio personal.
—¿Qué les has dicho?—pregunta con malhumor.
—Les he dicho que cumplirás como un caballero y te casaras con tu enamorada fan, nada de embarazos, obvio, no queremos que estresen a la madre de mi bisnieto—afirmó ella seria.
Cualquiera que conociera un mínimo a Sawyer Reed habría sabido que hubiese preferido mil patadas en los testículos que su boda fuera anunciada a la prensa. Incluso yo lo sabía. En sus ojos se apreciaba la sorpresa combinada con la peor de las miradas más letales. Poco después su móvil estalló en llamadas. No lo tomó, aún seguía como mi ordenador del año de la picor procesando la información.
—¿Qué?—preguntó Sawyer con los ojos desorbitados por fin.
—Lo que oyes. De aquí tres meses es la boda—afirmó ella.
—¿Qué?—ahora soy yo la que mira la escena incrédula—De aquí tres meses empiezo la Universidad...
S A W Y E RLo último que quería era tener que encontrarme con mi agente con esas pintas, pero ahí estaba. Podía ver a través de su cabeza suave, sin un solo pelo, suave como el culito de un bebe, el reflejo de mi rostro, aún así decidí centrarme y mirarlo a la cara. No era momento para distracciones absurdas, mi cuello era lo que estaba en juego.—¿Cómo ha sido esto posible?—preguntó él desesperado sin quitarse las gafas de sol aun estando en su despacho.—N-—No hables—respondió severo sin mirarme—De ti no me lo esperaba, podía soportar otro escandalo de drogas de Jerome, incluso que haya follado a mi mujer, otro feo de Kasem a alguna novia puesta por la discográfica, o que rechace a asistir a festivales, fiestas y otros acontecimientos importantes, otra metida de pata en público de Byron co
A I L E E N—¿Qué-demonios-ha-pasado?— preguntó Malena haciendo una pausa por cada palabra, la rubia me miraba igual o más confundida del que yo me encontraba.— ¿Ya te has enterado?— respondo yo intentando acomodarme en el maldito sofá de los demonios, ella toma asiento en unA de las sillas de Sawyer para componer. Podría decirle algo pero ver la cara de ese cabrón enfadado es un regalo que me quiero dar.— Pues claro, erestrending topicen twitter, Instagram no para de hablar de otra cosa, incluso en Facebook y ya sabes que nadie menor a treinta tacos usa esa red para cotilleos— añadió ella con desesperación.— Me caso de aquí tres meses— afirmo en voz alta para poco después tragar saliva con fuerza— ¿Qué hay de mi madre? ¿Sabe algo?&
S A W Y E RTal vez sea dura de roer pero como bien ha dicho ella, a mi ego no le gana nadie; vivo para mi y por mi, nada ni nadie más puede hacer nada por remediarlo o cambiarlo. Aún sabiendo que juega con la ventaja de que mini Sawyer sienta bastante simpatía por ella y que le baste tan solo su olor para activarse, no pienso dar la batalla por perdida. Cada mirada, cada roce, voy a hacer constancia de lo repulsiva que me parece toda su actitud de mosquita muerta, conocía muy bien a las chicas como ella, todo es inocencia, encanto y pureza hasta que te joden el corazón en mil pedazos. Todo es un cuento de hadas hasta que te das cuenta de que no lo era. Los sentimientos, el amor, todo es una jodida mierda. Un producto que quieren venderte toda la vida para que hipoteques tu felicidad y nada ni aun menos nadie debería poder ser dueño de tu felicidad.—¿Y bien?—preguntó ella
A I L E E N—Sawyer—lo llamo en medio de la oscuridad, la olor que desprendía la cama me hace pensar que está cerca aunque finalmente descubro que no es asi, que él no está conmigo. Por más que mi fiebre me hiciera pensar lo contrario.Me muevo a un lado y luego a otro sin abrir los ojos, intento explorar el sitio nuevo donde me encontraba, una larga, suave, cómoda y ancha cama matrimonial. No puedo evitar sonreír, después de dormir en ese endemoniado sofá, una cama era un lujo. Un jodido lujo, quiero hacer constancia de que cualquier problema relacionado con mi espalda es exclusivamente obra de la sala endemoniada de Sawyer Reed.El mareo no tarda en hacerse notar, parece ir en aumento a pesar de estar acostada, lo único que se le puede comparar es el dolor de cabeza inmenso, acompañado de nuevo con unas inmensas y demasiadas ganas de vomitar justo como las del viaje a Londres de
S A W Y E REn la casa del gran Sawyer Reed por primera vez las cosas no estaban tranquilas, sentimientos a flor de piel que no dejan que el putón de verbenero pueda hacer algo por ordenarlos o controlarlos, es un constante derrape entre emociones que ni entiendo ni quiero entender. Por si no ha quedado claro, el putón de verbenero soy yo y los sentimientos son tan confusos que aunque los mencionara no resolvería mis problemas y supondría de algún modo legitimarlos. Y legitimar la locura nunca está bien. Aunque si sintetizamos el problema tiene un bebé en el vientre, pocas pecas en el rostro pero muchas en el pecho y también en otras partes que no quiero recordar por el bien de mini Sawyer, un matojo de insultos, los brazos casi siempre cruzados, labios fruncidos y unos ojos que me miran juzgándome prácticamente de forma constante como si yo volviera a la primaria y ella fuera mi maestra regañ&aa
A I L E E NLo tenía encima de mi en todos los aspectos, sus manos no paraban de tocar y acariciar cada parte de mi cuerpo como si eso se hubiese convertido en su mayor delirio, en la mejor de sus batallas. Y dios, no quería que parara. De hecho mi cuerpo le estaba pidiendo a gritos que me quitara este mismo pijama que me él mismo me había puesto… ¿En qué momento la situación ha llegado a este punto? Deja de besarme en los labios y decide deslizarlos por todo mi cuello encendiendo una hoguera en su trayectoria.De pronto recordé esa noche, recordé como me había tomado en brazos y como yo como todo una experta, siendo totalmente virgen, até mis piernas en sus caderas para que hiciera conmigo todo lo que quisiera justo como ahora. Solo dejo que haga conmigo lo que quiera en esta cama y con la luz de un nuevo amanecer llegando. La única diferencia es que esa noche estaba borracha y esta
S A W Y E RHay veces en las que un hombre debe correr sin mirar hacia atrás…Ni siquiera debe hacerlo cuando tiene a un señor mayor de ochenta años, corriendo con unas tijeras de jardinería, que por cierto, ay que ver lo rápido que corre el jodido…Ni siquiera cuando su único taparrabos sea su mano, y los ojos de medio vecindario, mayoritariamente formado por conservadores con mucho dinero, estén puestos en su culo, literalmente. Ni siquiera cuando pasa todo eso…Aunque un momento… Hagamos una pausa… ¿Os preguntaréis cómo he llegado aquí?Pues bien, ni yo lo sé. De verdad, que no tengo ni la remota idea. Todo ha pasado rápido. En teoría íbamos a salir la abuela, Pecas y yo. Al final pude excusarme con que al final me había surgido un imprevisto, el imprevisto era la cama de mi vecina, aunque sie
A I L E E NLas mejores lecciones de vida son las que no necesitan maestro. A veces, la primera escuela de la vida tu propia familia es la encargada de enseñarte que la vida no es un cuento de hadas. Si algo había aprendido de mi madre, es que de los hombres no te puedes esperar nada y menos en cuanto a compromiso se refiere. Siento un nudo en el estomago con tan solo recordar la escena anterior, el muy cerdo tenía recados mucho más importantes que atender, follar con la vecina. Eso ya es suficiente excusa para maldecir a Sawyer, maldecirme a mi misma y al destino que al barajar las cartas me ha dado unas tan pesimamente jodidas que ahora estoy empezando a perder la razón por un chimpancé que sabe tocar instrumentos y afinar al cantar.Me niego a tolerar esto. Podría contar con mis manos, de hecho me bastaría con una, las veces que he permitido a mi corazón tiritar algo llamado decepción, todas e