Han pasado tres días desde que estuve con Mérida, Amy y Harley buscando a esa chica llamada Hannah.
Cuando pienso en la forma en que Mérida se aferró a mí cuando recibió la noticia de la muerte de su madre, mis sentimientos colisionan entre sí; sentir que me necesita, que soy parte importante de su vida y que puedo sostenerla cuando pasa por algo así, es una sensación que no cambiaría por nada, pero saber que al mismo tiempo soy yo la persona que más daño le ha hecho en la vida, me sigue atormentando tanto o más que antes.
Ha terminado el funeral y llevo a Mérida a mi departamento. Paulette y Adrien también están con nosotros, hacen algún juego en la parte trasera del auto y puedo notar el gesto de desagrado que se dibuja en el rostro de Mérida cuando la risa de Paulette tala el silencio.
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Hace un par de horas que hemos llegado. Mérida está descansando y Paulette no deja de insistir en que debo decirle la verdad. Y como si fuera
Patrick se ha dejado llevar por la rabia y ha escogido la peor manera de contarle el resto de la verdad a Mérida.
Mérida me mira confusa, mira a Adrien y de nuevo a mí. Se ha quedado atónita. ―Bueno, eehh… creo que ya me voy ―dice Harley al percatarse de lo que ocurre. Le da un beso en la mejilla a Mérida, no es un beso de amigos, ella se sonroja. Adrien me toma de la mano, la aprieta muy fuerte y ese contacto me hace entrar en razón. No tenía que ser así, no debí decírselo de esta forma, no ha sido correcto, no ha sido justo para ninguno de los dos. Mérida nos da la espalda y va a sentarse al sofá, recuesta la mitad superior de su cuerpo sobre el posabrazos. Adrien se suelta de mi mano y da dos pasos hacia Mérida. ―No tienes que ser mi mamá si no quieres―Adrien le habla a Mérida y las lágrimas empiezan destilar de sus ojos entristecidos. Mérida se levanta del sofá como un resorte, se pone de rodillas frente a Adrien y lo abraza con desembozo. Los dos lloran. Los tres lloramos. Permanecen así un buen rato. Yo no sé qué hacer, có
Después de preguntar por unos tres autos y quedar horrorizada con los costos, Mérida se ha decidido por uno. No es que le haya encantado, más bien le ha parecido lo suficientemente barato; en eso ha basado su elección. Trato de convencerla de que compre algo más… no sé, lujoso, le insisto en que puede comprar algo mejor, pero ella ya ha preguntado por “el auto rojo de allá” refiriéndose a un Nissan Versa y en cuanto el vendedor le lanzó un “ofertón”, se le han iluminado los ojos. Al menos, ahora tendrá un auto. ―¿Me sigues o te sigo? ―pregunta Mérida con el entusiasmo de un niño con juguete nuevo, apretando la llave en su puño cerrado y caminando a zancos hacia su nueva adquisición.―Tu conduces, pero voy contigo, enviaré a alguien por mi auto luego. Lo devolveré a la agencia de alquiler, ya tengo quien me l
―¿¡Mérida!? ¡Mérida! ―Patrick grita con un desespero que le da demasiada importancia a lo que ha pasado. Sofi tiene una pésima puntería, solo me ha rozado la pierna ¡Genial! Tendré que usar un maldito bastón hasta recuperarme; me veré como un anciano.Patrick pone sus manos sobre la herida y presiona causándome un dolor de mierda.―¿Dónde está Adrien? ¡Mérida! ¿Dónde está Adrien? ―Patrick sigue gritándole a quien cree que es Mérida, pero ella sigue ignorándolo, mirando lo que ha hecho con esa estúpida cara de satisfacción.―Está en tu departamento, está con Paulette ―responde ella y no logro descifrar su tono, no estoy seguro, pero me parece que no miente. ―Deja el arma en mi auto y vete de aquí Mérida, ve a tu departamento. Yo me encargaré
CAPÍTULO 24Un absurdo, un disparate de mierda; esa era la única forma de describir lo que acababa de pasar. Cuando salí de esa habitación pensé que nunca tendría que cuidar de Mérida otra vez, renunciaría a ese trabajo que me había autoimpuesto. Pero ese trabajo apenas comenzaba.―Johnny, no te duermas. Ya casi llegamos―¡Joder, Patrick! No estoy dormido. Solo estoy…pensando―¡Vale! Si no estás dormido, entonces explícame para qué me has llevado a ese estacionamiento. Se supone que me dirías quien mató a mi hermana, pero la verdad es que en estos momentos el principal sospechoso eres tú. Has matado a Hannah―¿Y eso quién te lo ha dicho? ¿Mérida? Mérida no sabe una mierda. Te dije que la dejaras en un lugar seguro―¿Y se supone que debía dejarla enc
―Pero si ella no lo sabe ¿cómo lo has sabido tú? ―Patrick se muestra curioso, pregunta y pregunta como un niño. Detesto a los niños―Ya había notado unas actitudes medio extrañas en ella antes; se supone que odiaba las fiestas, pero iba a muchas, a demasiadas diría yo. A veces no recordaba haber hablado de ciertos temas. Pero la noche en que pasó de ser violada a violar a un pobre infeliz que entró borracho a la habitación ―Patrick se sonroja. Sigo pensando que es un capullo, aunque de momento nos estemos llevando bien―, esa noche el asunto pasó a ser extraño a ser perturbador. Empecé a hacerle seguimientoNo sigo hablando, lo dejo hasta ahí y Patrick deja de preguntar, permanece abstraído, debe estar analizando toda esta novedad. No es para menos, yo mismo quedé en shock cuando conocí a Sofi hace unos cuatro años. Aparte del
CAPÍTULO 26 La parte que no le he contado a Patrick es quizás la más difícil de procesar. Por los momentos no he querido mencionárselo, me interesa mantenerlo concentrado en buscar a Mérida. Pero ha empezado a hacer preguntas y me he visto obligado a darle pequeñas dosis racionadas de verdad. ―Pero, ¿qué es lo que ha hecho Sofi que ha sido tan grave? ―me pregunta ―¿Aparte de dispararme? ― ¡Vale! Eso ha estado un poco mal, pero tampoco para tanto ― bah… este Patrick es un gilipollas ―El deseo de Sofi de proteger al sistema la ha llevado a hacer cosas que son difíciles de comprender. No pensaba con claridad y estaba convencida de que podría aliviar el dolor haciendo… ―trago saliva― haciendo sufrir a otros. Ella…no está bien, ella…―ya no sé que decir para seguir encubriendo la verdad. ―Hemos llegado ―dice Patrick estacionando el auto en la casa de Mérida, no en la casa que heredó de su padre, ni en su departa
Hace unos segundos estaba en el departamento de Patrick con Paulette y Adrien y sin saber cómo o por qué, ahora estoy en un auto con Patrick y Johnny. He escuchado a Patrick hablando con otra persona: hablaban de mí. Pero solo estamos él, Johnny y yo.―No te preocupes, lo entenderás todo pronto ―susurró una voz varonil a mi izquierda; la misma voz con la que Patrick conversaba antes.Busco con la mirada a la persona que me ha hablado, pero no hay nadie a mi lado. No es una voz desconocida, la he oído antes, en sueños, en esos sueños en los que estoy despierta. Pero tenía mucho tiempo que no oía estas voces, la sensación de estar siendo observada, vigilada y acosada que hace tiempo se había ido; vuelve de forma repentina.Siento el impulso de responderle a la voz, pero recuerdo que no estoy sola y la ignoro como siempre he ignorado las voces. Johnny me mira a lo
― ¡Jódete Ryan! Ya te dije que no lo haré otra vez ―la voz que sale de mí, no es mía, al menos eso me parece. Es femenina, de eso estoy segura, pero es algo grave. Ni siquiera sé por qué he contestado, no sé de qué habla este ser que parece haberme poseído.; no sé qué es eso que no haré otra vez, o lo que no hará otra vez.Con movimientos involuntarios de mi cuerpo, abro la ventanilla del auto y arrojo el teléfono. Cruzo los brazos y me pellizco, con fuerza, siento una frustración que no es mía. Por un par de minutos no soy yo.Patrick me mira horrorizado y en este momento, mis sentimientos por él, no son los de siempre; a una parte de mí le causa repulsión verlo tan cerca, pero no soy yo quien se siente así, yo quiero abrazarlo y olvidarme del mundo. No puedo hacerlo, no tengo control sobre mí, soy como una nube