Salí de la biblioteca dejándole allí solo y caminé por el largo pasillo, hacia las escaleras que daba a la parte de arriba, pues no me apetecía volver al salón y tener que explicarles a los presentes que estaba enfadada con el estúpido de Oliver Bloom.
Me eché sobre la cama, sin desvestirme si quiera y cerré los ojos, estaba cansada de aquella situación con Oliver. Se estaba volviendo realmente difícil hablar con él en estos días.
Sin apenas darme cuenta comencé a dormitar, en un extraño sueño, algo que conocía muy bien, algo que había olvidado.
Cuando desperté, era tarde, y él ya no se encontraba a mi lado, me encontraba envuelta en sábanas, con mis manos aferradas a la almohada, como si una parte de mí hubiese creído que era él al que me agarraba. Me senté sobre la cama y miré hacia la mesilla de noche, hacia el reloj que en esta se veía, observando que eran más de las doce de la noche. Mi estómago rugía de hambre, así que no podía hacer otra cosa que deambular por los pasillos en dirección hacia la cocina y picar un poco de lo que hubiese en el frigorífico sin ser vista. Abrí la puerta de la habitación y me escabullí de esta, para luego seguir mi camino por el largo pasillo de la planta de arriba, bajando las escaleras con sumo cuidado, intentando hacer el mínimo ruido posible al bajarla, observando entonces, al llegar a la parte de abajo, la puerta de la biblioteca que estaba ligeramente abierta. Miré a través de ella, vislumbrando a Oliver sentado en el escr
Caminé junto a Oliver hacia mi habitación, ya había cenado, el mismo me había preparado un emparedado de tortilla con bacon y mahonesa, con un zumo de zanahoria. Tenía entrelazada mi mano a la suya, caminábamos con sigilo, y no se detuvo hasta llegar a mi habitación. Me quedaré hasta que te duermas – aseguró, para luego caminar hasta el armario y coger uno de mis camisones, cediéndomelo para que me lo pusiese y durmiese más cómoda. Creo que he olvidado como murieron mis padres – alegué, tras coger el camisón, haciendo que él dejase de prestar atención a ello, y volviese la vista hacia mí – ya ni siquiera recuerdo como era mi relación con ellos… Tuvieron un accidente de coche – insistió, como si esa versión fuese la única real, cuando yo misma sabía que eso no era cierto. Sé que eso no es cierto – reconocí, o
Carolina celebró la gala en la biblioteca, ante el notario de la familia y el resto de nosotros, aunque los aludidos ya sabíamos el veredicto, aun así, ambos pusimos caras de sorpresas al enterarnos que la persona que había ganado la puja había sido Olivia Grint, y que nos casaríamos tan pronto como el notario preparase los papeles del matrimonio, aun así Oliver me propuso hacer una pequeña celebración en el jardín justo después de haber firmado los papeles, cosa que agradecí bastante, pues yo quería celebrarlo al menos de aquella manera. Sabía que sería el día más feliz de mi vida, tan sólo con saber que sería su esposa, sería suya, oficialmente. Caminaba por el jardín justo después de aquellos agradables acontecimientos, tocándome los brazos, pues había refrescado en los últimos días, se veía claramente que se estaba acercando el invierno, los días eran mucho más fríos. Olivia – me llamó la señora Martina, hacien
Todo era un caos en la mansión Bloom, las criadas entraban y salían de la habitación del patriarca, del miembro más anciano de aquella extraña familia, a la que en aquel entonces también pertenecíamos, mi hermano y yo.Voces e insultos provenían de aquella estancia, mientras iban y venían el resto de miembros de la mansión: la señora Martina entró la primera, y también fue la primera en salir, era obvio que la relación con su padre nunca fue buena, y en aquel estado en el que se encontraba el hombre, con aquella demencia senil ganándole la batalla, era imposible hacerle entrar en razón sobre cualquier cosa. Los únicos que parecían tener un don especial con aquel hombre, eran sus nietos, Carolina y Oliver, que entraron justo después de su madre, y ellos sí que se llevaron bastante tiempo en el interior, charland
Estábamos en el estudio, todos reunidos, la familia, esperando a que el abogado del señor Bloom leyese el testamento, justo como él lo había predispuesto, dos semanas después de su extraña petición, aquella que nunca llegó a contarme del todo.Carolina agarraba a mi hermano de la cintura, dejando caer la cabeza sobre su hombro izquierdo, afligida por la pérdida de un ser querido, pues a pesar de que no estaba muerto, el abuelo había perdido totalmente la cordura, y ya no podía recordar a ninguno de los allí presentes.Junto a ella, sentado en su silla, con una mirada indescriptible, estaba él Oliver Bloom, mirando hacia la nada, con los dientes apretados, como si hubiese algo que le estuviese molestando.Le observé durante unos minutos más, fijándome en cada detalle de su rostro. Su cabello alborotado despejaba su frente, de
Siempre había pensado que en aquella familia todos estaban locos, la única que se salvaba era Carolina, mi cuñada, pero en aquel momento me quedaba claro que ella también estaba como un cencerro.Nos pasamos semanas organizando la subasta, que, por supuesto se haría de forma anónima, por internet, y sólo el ganador tendría nombre y apellidos, según me había asegurado mi cuñada. Pero yo no lograba entender, quién, en su sano juicio querría casarse con Oliver Bloom.La primera vez que salí con él, tan sólo caminamos por los alrededores, cerca del bosque que había en la parte trasera de la mansión, y yo mantenía agarrado entre mis manos, fuertemente, un libro, aterrada por quedarme en blanco delante de él.El paseo fue mucho más agradable de lo que pensé, y cuando llegamos al final del
Me pasé casi dos días tranquila, en casa, sin entablar conversación con el estúpido de Oliver, metida en mi nube particular, leyendo Emma de Jane Austen, uno de mis libros favoritos. Todo habría sido perfecto, de no ser por mi hermano que no dejaba de insistir con la idea de que me fuese a estudiar lejos, decía que era una buena oportunidad, que debía aceptar el favor de Oliver, aceptar su dinero y marcharme a la universidad de la ciudad, donde podría continuar mis estudios. Pero yo lo tenía claro, no quería nada que viniese de él, aunque la idea de retomar mis estudios me pareciese atractiva, jamás aceptaría su dinero.Aquella mañana salí a la playa, temprano, quería caminar, y para nada quería que mi hermano volviese a atosigarme con sus constantes ruegos sobre la universidad, así que, antes de que hubiese salido el sol, e
No volví a ir a ninguna cita con él después de ese día, no quería volver a sentirme engañada, y cada vez que me cruzaba con él o con su hermana por los pasillos, fingía tener que ir a mi habitación porque había olvidado algo, y luego no volvía a salir de ella en todo el día.La situación me estaba haciendo más solitaria de lo que ya era, y el no poder relacionarme o hablar con nadie de la mansión me estaba volviendo loca.Es cierto que me gustaba la soledad y el silencio, adoraba tener tiempo para evadirme de la realidad y sumergirme en los mundos de los libros que leía. Jane Austen, Daniel Defoe, Edgar Allan Poe y Emily Bronte, eran algunos de mis escritores favoritos. Solía pasarme horas y horas enfrascada en la lectura de uno de sus libros, y hasta que no terminaba de leerlo no podía volver a centrarme en mi vida,