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Fuimos a conocer el departamento. Quedaba a quince minutos de la casa de Ángel. Era un edificio no muy grande, pero tenía buena fachada. Resultaba que también era un loft, solo que menos rústico y con un acabado más vintage.

— ¿Te gusta? —me pregunto él.

Las paredes estaban pintadas de color blanco, la cocina era amplia y me llamo mucho la atención que la cama estaba puesta en alto, como si estuviera flotando sobre una escalera de madera.

—Si. Es bonito.

El casero nos mostró todo y si me convenció. Lo mejor era que mis ahorros alcanzaban para pagar el alquiler.

— ¿Entonces?

— ¡Me mudare aquí!

Me entregaron las llaves del departamento. Regresé para empacar mis cosas. Le escribí a Román que me estaba mudando y se sorprendió muchísimo.

— ¿De verdad te quieres ir?

Ángel se había sent

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