Donatello no llevó a las chicas Coldwell a la villa principal de su familia, en su lugar, las condujo a su propia residencia privada, una imponente mansión de estilo clásico rodeada de extensos viñedos y jardines exquisitamente cuidados.—Serán mis invitadas especiales —declaró con una sonrisa amistosa mientras las limusinas se detenían frente a la majestuosa entrada— espero que se sientan cómodas y a gusto aquí.Las chicas descendieron del vehículo una por una, luciendo radiantes con sus ropas casuales pero elegantes.Donatello las observó con creciente desconcierto, percibiendo un increíble parecido entre todas ellas, eran como distintas versiones de la misma muñeca de porcelana, solo que cada una con matices únicos.—Disculpa mi curiosidad, Vanessa —la abordó cuando finalmente descendió— pero todas tus "amigas" parecen... bueno, bastante similares a ti, como si fueran de la misma familia.Vanessa le dedicó una sonrisa resplandeciente.—No te equivocas en eso, Don —admitió con aire
Los apuestos Damasco tenían toda su atención puesta sobre las chicas, las observaban con asombro.—¡Por Dios, jamás había visto una colección de cuerpos tan perfectos! —jadeó David dejándose caer pesadamente en uno de los camastros de mimbre— ¿Están seguros de que son completamente humanas?—Por supuesto que son humanas, tonto —gruñó Daniel echándose hacia atrás y sirviéndose un trago largo de su coctelera— pero hay que reconocer que estas mujeres no son como las demás, podría apostar que hay algo más que simple genética detrás de esos cuerpos esculturales.—Oh, vamos —al escucharlos, Vanessa se recostó con gracia felina sobre el borde de la piscina y les dedicó una sonrisa traviesa— después se dirigió a sus primas —no es que seamos modestas, chicas, pero por supuesto que somos pura genética Sanders al cien por ciento natural.Katrina resopló y sacudió su melena rubia con gesto desdeñoso.—Habla por ti misma, Vane, algunas de nosotras tuvimos que recurrir a un poco de... ayuda extra pa
Dina no podía creer que frente a ella estuviera su amada, tuvo que luchar por contenerse y no arrojarse a sus brazos.— Dina... —la voz temblorosa de Tanya rompió el silencio mientras daba unos pasos hacia su amada— por favor, te lo suplico, no cometas esta locura, no te cases con ese hombre, con ese desconocido. ¡Tú me amas a mí!Los ojos de Dina se llenaron de lágrimas al ver la desesperación reflejada en el rostro de Tanya, negó lentamente con la cabeza, incapaz de encontrar las palabras para responderle.— No puedes venir aquí a implorarme eso, Tanya, ya tomé una decisión, por el bien de mi familia —musitó con voz ahogada — debo casarme con Arien, no tengo otra opción.— ¡Siempre hay otra opción! —la contradijo Tanya con vehemencia, acortando la distancia entre ambas— ¿Es que nuestro amor no significa nada para ti?Sin poder contenerse más, la joven rubia envolvió a Dina en un abrazo apretado y la besó con pasión desatada, por unos instantes, Dina se quedó rígida pero luego sus la
Arien Santori dedicó a Tanya una sonrisa ladeada que pretendía lucir seductora, aunque sólo consiguió acentuar su expresión petulante y arrogante.— ¿Y bien, preciosa? Estoy esperando que me digas tu nombre —ronroneó con ese tono grave y desdeñoso que parecía querer intimidar.Tanya enarcó una ceja rubia y se tomó un momento para recorrer a Arien con la mirada, de arriba abajo, como evaluándolo fríamente.— Mi nombre es Tanya Sanders —respondió finalmente con voz seductora— y tú harías bien en recordarlo, Santori.El hombre soltó una carcajada grave, divertido ante su osadía, antes de que pudiera replicar algo, Dina se acercó a ellos mostrando preocupación en su rostro.— Tanya, querida, ¿Sería mucho pedir que dejes de incomodar a mi esposo? —intervino con un tono aparentemente tranquilo , posando una mano sobre el brazo de la rubia—este es nuestro día especial, no arruines las cosas por favor.— ¿Incomodarlo? Para nada, solo lo felicitaba, “amiga” —Tanya se esforzó en dedicarle una s
Un poco más allá, en una mesa cercana a la pista de baile, las chicas Coldwell eran el centro de atención de varios de los hermanos y algunos allegados de los Damasco. Daniel y Diego rondaban a Sarah y Katrina como lobos hambrientos, ofreciéndoles champaña mientras les lanzaban miradas pícaras y coqueteos apenas disimulados.— Vaya, vaya, ustedes sí que son la perfección hecha mujer —declaró Diego guiñándole un ojo a Katrina— diría que parecen gemelas, aunque con algo distinto, obviamente.— ¿Distinto en qué sentido exactamente? —la voz grave de Katrina interrumpió el coqueteo de Diego, mirándolo con una ceja enarcada.El apuesto italiano le dedicó una sonrisa ladina y recorrió su figura con la mirada de forma descarada.—Bueno, está claro que tú eres la más imponente de las dos —ronroneó inclinándose hacia ella— una auténtica diosa guerrera con esos ojos de fuego y esas curvas peligrosas.Sarah resopló con desdén fingido y le dedicó una mirada fulminante.—Ten cuidado con lo que dese
Arien se inclinó hacia su flamante esposa hasta que sus labios casi rozaron el delicado lóbulo de su oreja y susurró con voz grave:—Espero que estés preparada para nuestra noche de bodas, cariño. Porque pienso demostrarte lo que es un verdadero hombre entregado al placer.Dina se estremeció visiblemente ante sus palabras y un súbito rubor cubrió sus mejillas sonrosadas. Arien dejó escapar una risita burlona y la estrechó más contra su cuerpo con aire posesivo.—No te preocupes, preciosa —ronroneó arrastrando las palabras con deleite— te enseñaré todo lo que necesitas saber, después de esta noche, no querrás escapar nunca más de mis brazos.La joven desvió la mirada, incapaz de disimular la turbación que las descaradas insinuaciones de su ahora esposo le provocaban, una mezcla de vergüenza y repulsión se arremolinaban en su interior, provocando náuseas.Tanya observaba la escena desde uno de los rincones de la pista, apretando los puños con tanta fuerza que los nudillos se le pusieron
La no tan esperada noche de bodas resultó ser un tormento desgarrador para la pobre Dina. Arien, lejos de mostrarse tierno y considerado, cumplió al pie de la letra las lascivas promesas que había susurrado a su flamante esposa durante la fiesta.— ¡Por favor, Arien! ¡Me estás lastimando! —suplicó Dina entre lágrimas mientras su esposo la arrinconaba contra el cabecero de la cama.— Esa es precisamente la idea, preciosa —ronroneó él posando sus manos rudas sobre las muñecas delicadas de la joven— debes aprender a complacerme en todo desde esta misma noche.Dina se estremeció cuando los labios voraces de Arien descendieron por su cuello en una caricia grotesca y asqueante. Por más que luchó y se resistió, el peso del fornido Santori terminó por doblegarla.— ¡Basta! ¡No quiero seguir! —gimió haciendo un último esfuerzo por zafarse, pero él la inmovilizó por completo.— Lo siento, muñeca —le susurró Arien al oído con deleite— pero esto apenas comienza, te tomará toda la noche aprender a
La abuela Greta permaneció inmóvil por unos instantes, sus ojos azules estaban clavados en las caras expectantes de sus nietas. Un tenso silencio se apoderó de la estancia mientras las chicas aguardaban su reacción.— ¿Los Damasco, dices? —repitió al fin con voz grave, su ceño fruncido en un gesto de desaprobación— ¿Acaso se han vuelto locas? ¿Cómo se les ocurre elegir a los hermanos de un objetivo? Además, Donatello y Dante Damasco están compitiendo fuerte con nuestra empresa, le han dado a Darius verdaderos dolores de cabeza.— Abuela, por favor —la interrumpió Katrina — sé que puede parecer una elección sorpresiva, pero te aseguro que Sarah y yo lo hemos pensado muy bien.— ¿Pensado bien? —Greta negó con la cabeza, incrédula— ¡Pero si esa familia es nuestra mayor competencia! ¿Cómo pretenden que acepte que mis nietas se mezclen con ellos?Sarah dio un paso al frente, enfrentando a su abuela con la barbilla en alto.— No se trata de mezclar nada, abuela —declaró con firmeza— simplem