El corazón de Vanessa latía con fuerza mientras se dirigía a la mansión Coldwell junto a sus primas. La tensión podía sentirse en el aire, cada una se encontraba sumida en sus propios pensamientos.Al entrar en el imponente salón, la abuela Greta las esperaba, en su rostro se podía notar su disgusto, al verla, Vanessa sintió que se le secaba la garganta.— Vanessa —la voz de Greta resonó en la habitación— ¿Qué es esto que he oído sobre tu compromiso con un Damasco?Vanessa dio un paso adelante, sus manos temblaban ligeramente.— Abuela, yo...— ¡Silencio! —interrumpió Greta, golpeando su bastón contra el suelo— ¿Tienes idea de lo que has hecho? ¡Te eduqué para que tomaras mi lugar algún día, no para que te convirtieras en la esposa trofeo de nuestro enemigo!Las palabras golpearon a Vanessa como bofetadas. Sintió que las lágrimas amenazaban con caer, pero se obligó a contenerlas.— Es un malentendido —logró decir, con su voz apenas en un susurro— No pienso casarme con Donatello.Dariu
Vanessa permaneció en la cama por lo que parecieron horas, mientras su cuerpo era sacudido por los sollozos, ¿Cómo había podido ser tan tonta? ¿Cómo había creído que Dante realmente la amaba?Finalmente, cuando las lágrimas se secaron y solo quedó un dolor agudo en su pecho, se levantó y se vistió mecánicamente. Se miró en el espejo, apenas reconociendo a la mujer destrozada que le devolvía la mirada.— Eres una Coldwell —se dijo a sí misma, su voz ronca por el llanto— Eres más fuerte que esto.Con esa determinación, salió de la habitación del hotel, decidida a enfrentar lo que viniera..Mientras caminaba por las calles de la ciudad, su teléfono sonó, era Donatello.— Vanessa, amor —su voz sonaba alegre— ¿Dónde estás? Tenemos que hablar sobre los planes de la boda.Vanessa cerró los ojos, sintiendo que una nueva ola de dolor la invadía. Pero esta vez, en lugar de rechazarlo, lo abrazó.— Claro, Donatello —respondió, su voz sorprendentemente firme— ¿Dónde nos vemos?— En el Café Royale
La declaración de Vanessa cayó como una bomba en el estudio, por un momento, el silencio fue absoluto, como la calma antes de la tormenta. Luego, la abuela Greta explotó.— ¿Cómo te atreves?—rugió, levantándose de su asiento con una agilidad sorprendente para su edad. Sus ojos ardían con una furia que Vanessa no había visto.Antes de que Vanessa pudiera reaccionar, sintió el ardor de una bofetada en su mejilla. La fuerza del golpe la hizo tambalearse.— Abuela, yo... —comenzó, llevándose una mano temblorosa a su mejilla enrojecida.— ¡Silencio! —gritó Greta, su voz resonó en las paredes del estudio— No puedo creer que tú, mi nieta, en quien había puesto todas mis esperanzas, me hagas esto. ¡Eres una vergüenza para el nombre Coldwell!Celine, hasta ese momento había permanecido en shock ante las palabras de su hija, sus ojos, tan parecidos a los de Vanessa, ahora estaban llenos de una mezcla de dolor y furia.— ¡Eres una desagradecida! —gritó, acercándose a su hija con los puños apret
Donatello regresó al comedor, vio enseguida la escena frente a él. La tensión en el aire era palpable, Vanessa temblaba de rabia, mientras Dante se frotaba la mejilla enrojecida. Una sonrisa interna se dibujó en el rostro de Donatello, aunque exteriormente mantuvo una expresión de sorpresa."Perfecto", pensó, "Vanessa odia a Dante tanto como yo, será una excelente aliada para hundirlo".— ¿Está todo bien aquí? —preguntó, fingiendo preocupación.Dante se giró bruscamente, sus ojos ardían con furia.— Sí, todo está perfectamente —escupió entre dientes— Dame los malditos documentos y me largo de aquí.Donatello le entregó la carpeta con una sonrisa amable.— Aquí tienes, hermano, espero que sea todo lo que necesitas.Dante arrebató los papeles de las manos de Donatello y se dirigió a la puerta. Antes de salir, se detuvo y miró a Vanessa una última vez.— Espero que sean muy felices juntos —dijo con voz cargada de veneno— Se merecen el uno al otro.Con eso, salió dando un portazo que hizo
El mayordomo de los Coldwell, Jenkins, se acercó nerviosamente a la sala donde Celine se encontraba revisando algunos documentos.— Disculpe, señora —dijo con voz temblorosa— Hay un caballero en la puerta que insiste en verla. Dice que es urgente.Celine levantó la vista de sus papeles, frunciendo el ceño.— ¿Quién es, Jenkins?El mayordomo tragó saliva antes de responder.— Dice llamarse Vito Santori, señora.El color abandonó el rostro de Celine en un instante. Sus manos comenzaron a temblar, y los documentos que sostenía cayeron al suelo.— No —susurró, su voz apenas audible— No puede ser él.Se puso de pie abruptamente, su silla cayó hacia atrás con un estruendo.— Jenkins, escúcheme bien —dijo, agarrando al mayordomo por los hombros— Ese hombre no puede entrar en esta casa bajo ninguna circunstancia, ¿Me entiende? Dígale que se vaya, que no estoy, lo que sea, pero no puede pasar.Jenkins asintió, aunque la preocupación era evidente en su rostro.— Sí, señora, haré lo que pueda.E
Darius retrocedió, su mente luchando por procesar la información que acababa de recibir. Las palabras de Vito resonaban en sus oídos: "Soy tu padre". Cada fibra de su ser quería negarlo, rechazarlo, pero una parte de él, una parte que siempre había anhelado conocer a su padre, se aferraba a esas palabras.— No —murmuró Darius, sacudiendo la cabeza— Esto no puede ser cierto.Vito dio un paso hacia él, su mano extendida en un gesto conciliador.— Darius, hijo mío —dijo suavemente— Sé que es difícil de creer, pero es la verdad. Eres mi hijo, y he esperado tanto tiempo para conocerte.Darius retrocedió aún más, su espalda chocó contra la pared. Su mente era un torbellino de emociones y pensamientos contradictorios. De repente, la realidad lo golpeó fuertemente.— Espera —dijo, con voz temblorosa— Si eres mi padre, eso significa que... ¿Arien es mi hermano?Vito asintió lentamente, su rostro mostró una mezcla de culpa y resignación.— Sí, Arien es tu medio hermano —confirmó— Pero tú y Vane
La reunión familiar estaba en todo su apogeo en el lujoso jardín de la mansión Coldwell, Vanessa escuchaba horrorizada como sus primas se vanagloriaban de sus proezas sexuales al lado de hombres casados. Hombres a los que se encargaban de enloquecer de deseo, y que después de un tiempo botaban como trapo viejo, pero no sin antes provocar que se divorciaran de sus esposas, eso solo lo hacían porque les parecía divertido, era un plus que agregaban a su trabajo. —¿Se enteraron de la última noticia del medio? Sara ha logrado que Michael se divorcie de Mónica, esa actriz de quinta ha obtenido su merecido, y lo mejor es que nuestra querida prima está por dejar con un palmo de nariz al tipo. —Marianne disfrutaba al contar las primicias. —Eso quiere decir que nuestra hermosa prima pronto cambiará de objetivo, sí lo ha obligado a divorciarse, es porque se ha aburrido, él hombre ya no despierta sus deseos, eso les pasa a los hombres por ceder a sus bajos instintos. —Katrina conocía muy bien
Al otro día por la tarde, después de la comida, se reunieron todas las Coldwell, eran nueve mujeres, la abuela, sus tres hijas y sus cinco nietas, entre ellas Vane, solo faltaba Darius, él llegaría al día siguiente. Las mujeres se encontraban reunidas en el gran salón de la propiedad, ahí era en dónde llevaban a cabo todas sus reuniones, la abuela Greta fue la que se acercó a la gran pantalla que se encontraba al frente. Después de encenderla se pudo ver el rostro de un hombre, todas las mujeres concentraron su atención en aquella imagen, menos Vane que jugaba en su celular sin levantar la mirada. —Niñ*, por Dios, pon atención, cuando menos danos tu opinión, ¿Alguno de ellos te gusta? —¿Acaso tomarán mi opinión en cuenta? ¿No serán ustedes las que elijan qué hombre será el que se meta entre mis piernas? —¡Basta! Vanessa Coldwell, has crecido y te has educado entre puras mujeres, a excepción de tu hermano, por eso es que no tienes idea de lo cruel que puede ser un engaño, y creeme