Dina salió de la mansión familiar con el corazón latiendo aceleradamente, apenas había dado unos pasos cuando su teléfono sonó, era Dante.— Dina, ¿Dónde estás? —la voz de su hermano sonaba preocupada.— Acabo de salir de casa —respondió con su voz temblando ligeramente— Dante, no puedo quedarme aquí. Papá... él quiere casarme de nuevo.Se escuchó una maldición ahogada al otro lado de la línea.— Ese viejo terco —gruñó Dante finalmente, la frustración era evidente en su voz— escucha, Dina. Donatello y yo estamos en el hangar privado. Vamos a volver a Nueva York, ven con nosotros.Dina guardó silencio por un momento, la oferta de sus hermanos era tentadora, una salida fácil de la pesadilla en la que se había convertido su vida. — No lo sé, Dante. Yo... —dijo, pero su hermano la interrumpió.— Por favor, hermanita —la voz de Dante se suavizó, cargada de una emoción que rara vez mostraba— confía en nosotros, te mantendremos a salvo.Después de un breve silencio, durante el cual pudo esc
Donatello observaba con satisfacción apenas disimulada el caos que reinaba en la oficina de Dante. Su sonrisa se ensanchó al escuchar otro objeto estrellarse contra la pared.— Parece que mi querido hermano está teniendo un mal día —comentó con falsa preocupación, volviéndose hacia Vanessa— tal vez deberíamos ir a ver si necesita ayuda.Vanessa lo miró con una mezcla de incredulidad y algo de reproche.— Donatello, no creo que sea el momento para...Sus palabras fueron interrumpidas por la llegada repentina de Alice, la prometida de Dante. La mujer miró a su alrededor con evidente confusión, sus ojos se detuvieron en la puerta cerrada de la oficina de Dante.— ¿Qué está pasando aquí? —preguntó— ¿Por qué se escuchan ruidos extraños desde la oficina de Dante?Donatello se adelantó antes de que Vanessa pudiera responder.— Oh, no es nada de qué preocuparse, querida Alice —dijo con una sonrisa encantadora— Dante simplemente está... reacomodando su oficina. Ya sabes cómo es, siempre buscan
Dante llegó al departamento por la madrugada, después de tomar una copa con Alice, se sentía exhausto después de un largo día de trabajo. Al abrir la puerta, notó algo inusual: prendas de ropa esparcidas por el suelo, formando un camino desde la entrada hasta la habitación de Dina. Frunció el ceño, confundido por un momento, hasta que cayó en cuenta de lo que estaba viendo.— Tanya —murmuró para sí mismo, reconociendo que todas las prendas eran femeninas.Por lo visto, a Dina se le había olvidado que él también dormía en el departamento, Dante suspiró, demasiado cansado para lidiar con la situación en ese momento. Se dirigió a su propia habitación, decidiendo que hablaría con Dina por la mañana.A la mañana siguiente, muy temprano, Tanya salió silenciosamente del departamento. Tenía una misión importante, enfrentar a las Coldwell. Sabía que siendo sábado, todas estarían reunidas en la mansión familiar.Mientras tanto, en el departamento, Dina se levantó y se dirigió a la cocina. Prep
El silencio que siguió a las palabras de Tanya fue ensordecedor. Todas las miradas estaban fijas en ella, expectantes y confundidas, la abuela Greta, impaciente como siempre, fue la primera en romper el silencio.— Por todos los santos, Tanya —dijo, con su voz cargada de irritación— Di lo que tengas que decir de una buena vez, no nos tengas en suspenso.Tanya sintió que su rostro enrojecía bajo el escrutinio de toda su familia. Tomó una respiración profunda, consciente de que lo que estaba a punto de decir cambiaría su vida para siempre.— Yo... —comenzó, su voz temblaba ligeramente— estoy enamorada.Un murmullo de sorpresa recorrió la mesa. La abuela Greta frunció el ceño, claramente confundida por esta declaración.— ¿Enamorada? Niña, tu sabes muy bien que en esta familia está prohibido…Tanya la interrumpió, su voz fue ganando fuerza con cada palabra.— No, abuela, lo siento mucho, pero... no pueden prohibirme enamorarme, y ya no podré seguir cumpliendo misiones para la familia.El
Tanya llegó al departamento de Dina con el corazón pesado y los ojos hinchados de tanto llorar. Cuando Dina abrió la puerta y la vio en ese estado, inmediatamente la envolvió en sus brazos.— Oh, Tanya —susurró Dina, acariciando suavemente su cabello— ¿Qué pasó?Tanya no pudo contener más sus emociones y se derrumbó en los brazos de Dina, sollozando incontrolablemente. Dina la guió suavemente hacia el interior del departamento, cerrando la puerta tras ellas.— Shh, está bien —murmuró Dina, mientras se sentaban en el sofá— estoy aquí, cuéntame qué sucedió.Entre sollozos entrecortados, Tanya le relató todo lo ocurrido en la mansión Coldwell. Cómo la abuela Greta la había desheredado, cómo la habían echado de la familia, cómo nadie había defendido su amor.Dina escuchó en silencio, sentía su corazón romperse por el dolor de Tanya, cuando la rubia terminó su relato, Dina tomó su rostro entre sus manos, mirándola directamente a los ojos.— Escúchame, Tanya —dijo con firmeza— lo que hicist
Dina salió con paso firme, seguida de cerca por Donatello y Dante, los hermanos caminaban en silencio, cada uno lidiando con el peso de lo que acababa de suceder.Mientras se alejaban, Dina no pudo evitar mirar hacia atrás una última vez. La imponente villa que había sido su hogar durante tantos años ahora parecía fría y amenazante.El coche arrancó, llevándose a los tres hermanos lejos de la villa, fue entonces cuando Dina finalmente se permitió derrumbarse, las lágrimas que había estado conteniendo ahora fluían libremente. Dante, sentado a su lado en el asiento trasero, la envolvió en un abrazo protector.— Lo hiciste bien, hermanita —murmuró, su voz cargada de orgullo y pesar—Dina asintió, incapaz de formar palabras debido al nudo en su garganta. Donatello, al volante, mantenía la vista fija en la carretera, pero sus nudillos blancos por la fuerza con la que agarraba el volante revelaban su propia lucha interna.El viaje al aeropuerto transcurrió en un silencio cargado de emocione
Tanya pareció sorprendida por la pregunta.— Ellas... están bien —respondió rápidamente— Pero, ¿Por qué...? —preguntó haciendo como que no sabía.— Las extrañamos —interrumpió Diego, con voz cargada de emoción— no hemos podido dejar de pensar en ellas desde...Se detuvo, incapaz de continuar, Dina los miró con una mezcla de comprensión y tristeza. Ella no sabía que Sarah y Katrina estaban embarazadas, y que sus hermanos eran los padres.— Oh, chicos —dijo suavemente— No tenía idea.Daniel sonrió tristemente.— Nadie lo sabe —admitió— Y sospecho que David también está pasando por algo similar con Marianne.Tanya se inclinó hacia adelante, con expresión seria. Tenía que inventar algo para decirles.— Miren, sé que las chicas también los extrañan —dijo— Pero la situación es... complicada.— Lo entendemos, sus razones debieron de tener para irse —aseguró Diego— Solo queríamos saber si están bien. Si... si son felices.Tanya se sintió culpable, no era justo que Daniel y Diego no se enterar
La tensión en la habitación era tan densa que podría cortarse con un cuchillo. Dante, con los ojos ardiendo de furia, miró fijamente a su hermana.— Dina —gruñó, su voz temblando de rabia — ¿Aun así te casarás con ella? ¡Por Dios, es una Coldwell! ¡Son nuestros enemigos!Dina, con el corazón latiendo furiosamente, miró de Tanya a sus hermanos. El amor y el deber familiar libraban una batalla feroz en su interior.— Yo... —dijo, con su voz quebrándose.Tanya, con lágrimas en los ojos, tomó la mano de Dina.— Por favor, amor —suplicó— No dejes que esto nos separe, te amo más que a nada en este mundo.Dina cerró los ojos, tomando una respiración profunda. Cuando los abrió de nuevo, había una determinación férrea en su mirada.— Lo siento, Dante —dijo con firmeza— pero amo a Tanya, hemos pasado por demasiado para dejar que los problemas familiares nos separen ahora.Dante abrió la boca para protestar, pero Dina lo interrumpió.— Por favor, necesito que salgan, quiero hablar con Tanya a so