Dina salió con paso firme, seguida de cerca por Donatello y Dante, los hermanos caminaban en silencio, cada uno lidiando con el peso de lo que acababa de suceder.Mientras se alejaban, Dina no pudo evitar mirar hacia atrás una última vez. La imponente villa que había sido su hogar durante tantos años ahora parecía fría y amenazante.El coche arrancó, llevándose a los tres hermanos lejos de la villa, fue entonces cuando Dina finalmente se permitió derrumbarse, las lágrimas que había estado conteniendo ahora fluían libremente. Dante, sentado a su lado en el asiento trasero, la envolvió en un abrazo protector.— Lo hiciste bien, hermanita —murmuró, su voz cargada de orgullo y pesar—Dina asintió, incapaz de formar palabras debido al nudo en su garganta. Donatello, al volante, mantenía la vista fija en la carretera, pero sus nudillos blancos por la fuerza con la que agarraba el volante revelaban su propia lucha interna.El viaje al aeropuerto transcurrió en un silencio cargado de emocione
Tanya pareció sorprendida por la pregunta.— Ellas... están bien —respondió rápidamente— Pero, ¿Por qué...? —preguntó haciendo como que no sabía.— Las extrañamos —interrumpió Diego, con voz cargada de emoción— no hemos podido dejar de pensar en ellas desde...Se detuvo, incapaz de continuar, Dina los miró con una mezcla de comprensión y tristeza. Ella no sabía que Sarah y Katrina estaban embarazadas, y que sus hermanos eran los padres.— Oh, chicos —dijo suavemente— No tenía idea.Daniel sonrió tristemente.— Nadie lo sabe —admitió— Y sospecho que David también está pasando por algo similar con Marianne.Tanya se inclinó hacia adelante, con expresión seria. Tenía que inventar algo para decirles.— Miren, sé que las chicas también los extrañan —dijo— Pero la situación es... complicada.— Lo entendemos, sus razones debieron de tener para irse —aseguró Diego— Solo queríamos saber si están bien. Si... si son felices.Tanya se sintió culpable, no era justo que Daniel y Diego no se enterar
La tensión en la habitación era tan densa que podría cortarse con un cuchillo. Dante, con los ojos ardiendo de furia, miró fijamente a su hermana.— Dina —gruñó, su voz temblando de rabia — ¿Aun así te casarás con ella? ¡Por Dios, es una Coldwell! ¡Son nuestros enemigos!Dina, con el corazón latiendo furiosamente, miró de Tanya a sus hermanos. El amor y el deber familiar libraban una batalla feroz en su interior.— Yo... —dijo, con su voz quebrándose.Tanya, con lágrimas en los ojos, tomó la mano de Dina.— Por favor, amor —suplicó— No dejes que esto nos separe, te amo más que a nada en este mundo.Dina cerró los ojos, tomando una respiración profunda. Cuando los abrió de nuevo, había una determinación férrea en su mirada.— Lo siento, Dante —dijo con firmeza— pero amo a Tanya, hemos pasado por demasiado para dejar que los problemas familiares nos separen ahora.Dante abrió la boca para protestar, pero Dina lo interrumpió.— Por favor, necesito que salgan, quiero hablar con Tanya a so
El beso de Donatello y Vanessa fue como una bomba que explotó en medio de la pista de baile. Dante sintió que la sangre le hervía en las venas, sus puños se cerraron con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos. Tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no lanzarse sobre su hermano y separarlo a golpes de Vanessa.— Dante, ¿Estás bien? —preguntó Alice.Dante apenas la escuchó, sus ojos estaban clavados en la pareja que seguía besándose, ajenos a todo lo demás. Cuando finalmente se separaron, Vanessa parecía aturdida, con sus mejillas sonrojadas y sus ojos brillantes.— Vamos a sentarnos —dijo Dante entre dientes, arrastrando a Alice de vuelta a la mesa.El resto de los invitados también regresaban a sus asientos, murmurando y lanzando miradas curiosas hacia Donatello y Vanessa. Las recién casadas, Dina y Tanya, parecían ser las únicas ajenas al drama que se desarrollaba, pérdidas en su propia burbuja de felicidad.Donatello, con una sonrisa de satisfacción en su rostro, se
El corazón de Vanessa latía con fuerza mientras se dirigía a la mansión Coldwell junto a sus primas. La tensión podía sentirse en el aire, cada una se encontraba sumida en sus propios pensamientos.Al entrar en el imponente salón, la abuela Greta las esperaba, en su rostro se podía notar su disgusto, al verla, Vanessa sintió que se le secaba la garganta.— Vanessa —la voz de Greta resonó en la habitación— ¿Qué es esto que he oído sobre tu compromiso con un Damasco?Vanessa dio un paso adelante, sus manos temblaban ligeramente.— Abuela, yo...— ¡Silencio! —interrumpió Greta, golpeando su bastón contra el suelo— ¿Tienes idea de lo que has hecho? ¡Te eduqué para que tomaras mi lugar algún día, no para que te convirtieras en la esposa trofeo de nuestro enemigo!Las palabras golpearon a Vanessa como bofetadas. Sintió que las lágrimas amenazaban con caer, pero se obligó a contenerlas.— Es un malentendido —logró decir, con su voz apenas en un susurro— No pienso casarme con Donatello.Dariu
Vanessa permaneció en la cama por lo que parecieron horas, mientras su cuerpo era sacudido por los sollozos, ¿Cómo había podido ser tan tonta? ¿Cómo había creído que Dante realmente la amaba?Finalmente, cuando las lágrimas se secaron y solo quedó un dolor agudo en su pecho, se levantó y se vistió mecánicamente. Se miró en el espejo, apenas reconociendo a la mujer destrozada que le devolvía la mirada.— Eres una Coldwell —se dijo a sí misma, su voz ronca por el llanto— Eres más fuerte que esto.Con esa determinación, salió de la habitación del hotel, decidida a enfrentar lo que viniera..Mientras caminaba por las calles de la ciudad, su teléfono sonó, era Donatello.— Vanessa, amor —su voz sonaba alegre— ¿Dónde estás? Tenemos que hablar sobre los planes de la boda.Vanessa cerró los ojos, sintiendo que una nueva ola de dolor la invadía. Pero esta vez, en lugar de rechazarlo, lo abrazó.— Claro, Donatello —respondió, su voz sorprendentemente firme— ¿Dónde nos vemos?— En el Café Royale
La declaración de Vanessa cayó como una bomba en el estudio, por un momento, el silencio fue absoluto, como la calma antes de la tormenta. Luego, la abuela Greta explotó.— ¿Cómo te atreves?—rugió, levantándose de su asiento con una agilidad sorprendente para su edad. Sus ojos ardían con una furia que Vanessa no había visto.Antes de que Vanessa pudiera reaccionar, sintió el ardor de una bofetada en su mejilla. La fuerza del golpe la hizo tambalearse.— Abuela, yo... —comenzó, llevándose una mano temblorosa a su mejilla enrojecida.— ¡Silencio! —gritó Greta, su voz resonó en las paredes del estudio— No puedo creer que tú, mi nieta, en quien había puesto todas mis esperanzas, me hagas esto. ¡Eres una vergüenza para el nombre Coldwell!Celine, hasta ese momento había permanecido en shock ante las palabras de su hija, sus ojos, tan parecidos a los de Vanessa, ahora estaban llenos de una mezcla de dolor y furia.— ¡Eres una desagradecida! —gritó, acercándose a su hija con los puños apret
Donatello regresó al comedor, vio enseguida la escena frente a él. La tensión en el aire era palpable, Vanessa temblaba de rabia, mientras Dante se frotaba la mejilla enrojecida. Una sonrisa interna se dibujó en el rostro de Donatello, aunque exteriormente mantuvo una expresión de sorpresa."Perfecto", pensó, "Vanessa odia a Dante tanto como yo, será una excelente aliada para hundirlo".— ¿Está todo bien aquí? —preguntó, fingiendo preocupación.Dante se giró bruscamente, sus ojos ardían con furia.— Sí, todo está perfectamente —escupió entre dientes— Dame los malditos documentos y me largo de aquí.Donatello le entregó la carpeta con una sonrisa amable.— Aquí tienes, hermano, espero que sea todo lo que necesitas.Dante arrebató los papeles de las manos de Donatello y se dirigió a la puerta. Antes de salir, se detuvo y miró a Vanessa una última vez.— Espero que sean muy felices juntos —dijo con voz cargada de veneno— Se merecen el uno al otro.Con eso, salió dando un portazo que hizo