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Capítulo | • 2 • |

"Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti."

— Friedrich Nielsen.

Chanel:

Estoy sentada sobre mi cama, tengo tanta pereza de bajar, con el simple hecho de saber que debo estar rodeada de más personas y ponerles buena cara... No, no y no, que se jodan.

Unos toques en la puerta me irritan al instante.

— ¿Por qué no bajas? — menudo idiota ¿Quién le dio permiso de entrar?

— ¿No leíste el letrero de la puerta? — el ríe, provoca golpearlo.  — Dice no ingreses a menos de que quieras sufrir ¡En mayúsculas!

Rhett me mira divertido mientras relame sus labios, me gustaría que esa lengua estuviera sobre los míos, definitivamente.

— Es más divertido molestarte. — me levanto para sacarlo de la habitación, pero él es más rápido y me taclea hacia la pared.— Tu olor es putamente embriagador.— mete su rostro en mi cuello y un escalofrío me recorre al instante.

Lleva sus manos a mi feminidad y la roza de manera lenta.

— No andes con juegos.— siseo entre dientes.

— Con ese vestido te ves jodidamente deliciosa.— sonrío con suficiencia, eso ya lo sabía.

Me frota por encima de la ropa y luego me besa con desesperación, un beso salvaje dónde él quiere llevar el mandó, pero definitivamente no lo dejo y yo soy la que tomo el control de la situación.

Me separó de golpe y el me mira con estupor, me río por su expresión, y me giro.

— Oh no.— dice trayéndome de nuevo a su cuerpo, pero soy mucho más rápida y lo empujo.

— Me están esperando abajo.— digo mientras salgo por la puerta de mi habitación.

Camino por el pasillo largo y luego bajo las escaleras, ruedo los ojos al ver todo ese poco de gente. Todas las miradas se posan sobre mí, no se pueden resistir, siempre soy el centro de atención.

— Hija...— dice mi padre levantándose y dándome un abrazo, me quedó quieta y me muerdo el labio con las ganas de separarlo de mí.

— Si, si, ya fue mucho.— se ríe y luego se sienta.

Barro mi vista por todo el lugar, resoplo al ver a la estúpida de Abigail, no me agrada en lo absoluto, bueno, al final nadie me agrada realmente.

Me siento junto a ellos y resoplo con frustración, realmente no quiero estar aquí, pero que más, ya bajé, al menos debo fingir.

— ¿Chanel?— me giro fingiendo una gran sonrisa, realmente quiero que se larguen.

— ¿Sí?— las miradas se intercalan entre mi padre y yo.

— ¿Ya elegiste el psiquiátrico?— mi ceño se frunce ante su pregunta, creí que me diría algo más.

— Por supuesto. — algunos me miran con desinterés, otros me prestan atención.

— ¿Puedo saber cuál?— creí que ya lo sabría, me abstengo de rodar los ojos.

— Hospital Northwestern. — puedo ver la sonrisa de Rhett extenderse por sus labios, pendejo ese.

— ¿Segura de eso? — cómo me enoja que me cuestionen, solo me encojo de hombros.

— Tengo la carta de recomendación, sobre todo el jefe de este, está encantado de que me les una. — aunque... ¿Quién no lo estaría? O sea, hablamos de mí, después de todo.

— De acuerdo. — el silencio se hace presente en la sala, siento una tranquilidad llenarme, hasta que alguien destruye eso.

— De seguro se lo tiró. — vuelvo a permanecer quieta, sin girarme, puede irse muy al carajo. — Claro, para que la dejaran entrar.

— ¡No le hablarás así a mi hija! — la voz de mi padre resuena por encima de las demás. — ¡Y mucho menos en mi casa! — la mujer se tensa y yo sonrío con arrogancia. — Si no te gusta, la puerta está allí. — la señala. — Nadie te está reteniendo. — se queda callada y no dice más.

Sonrío triunfante, se lo merece por metida y estúpida.

— Como le quedo el ojo. — le susurro, me mira de manera despectiva.

La comida transcurre en total silencio, no sé qué esperaba al venir aquí e intentar humillarme, le salió el tiro por la culata. Esa pendeja es la única hermana de mi madre, pero se cree más buena que el mismo Jesucristo, solo es una ridícula.

— Mañana me darán mi título. — digo cortando el silencio, me encanta que la atención este sobre mí.

— ¿Te gradúas? — ni siquiera me giro, solo asiento.

— Se los tiró... — me río fuertemente y me levanto rápido de la mesa.

— Eso no es su problema, métase en sus asuntos, vieja metiche. — me mira mal y se levanta rápido.

— ¿Cómo me hablaste, pecadora?— me burló en su cara ¿De verdad quiere incluir la religión en esto?

— ¿Yo pecadora? Tal vez, pero tengo entendido que los chismosos y murmuradores no entrarán al reino de Dios, ¿no? — su mandíbula se vuelve rígida y ella se tensa por completo.

— ¡TE IRÁS AL INFIERNO! — me acerco a ella y esta retrocede.

— Nos encontraremos allí abajo. — no digo más, tomo las llaves de mi auto y me largo de allí.

«Debo calmarme.»

Tomo una respiración profunda y conduzco lejos de ese lugar, es casi de noche y a mí solo me dan ganas de ir a un solo sitio. Así que sin perder mucho tiempo me dirijo a mi departamento para cambiarme de atuendo y poder ir allí.

Un lugar el cual puede ser una locura para muchos, pero para mí no.

Me miró al espero cuando estoy lista, llevo uno de mis vestidos púrpuras, labios del mismo color y me he puesto una peluca, color avellana. Mis curvas resaltan muchísimo con este vestido y no puedo negar lo buena que estoy, desde mis piernas las cuales son bien proporcionadas, mis grandes muslos, mis caderas, las cuales hacen que todo me quedé fantástico.

Mis pechos bien voluptuosos y que decir de mi trasero... ¡Es jodidamente grande! Y hermoso, pero si debo elegir una parte de mí, sería sin duda mi pequeña cintura, preciosa, así me hace ver.

Mis ojos azules resaltan con el color púrpura de mi atuendo, me maquillo los labios de púrpura intenso y solo me pongo un poco de máscara de pestañas.

— Quiero hacérmelo duro. — me digo mientras me observó en el espejo.

Tomo las llaves del auto, junto con mi cartera y algo de dinero y me encaminó al lugar.

Tal vez sea una media hora desde donde estoy, solo quiero ir a desestresarme. Todavía fui a pasar el fin de semana allí y salen con esas burradas, de verdad que solo provoca molerlos a golpes, a todos.

Las calles están algo vacías y el frío es algo molesto, no me importa, tampoco me interesa, el frío es mental cuando el outfit está chingón.

Luego de la hora predeterminada, la cual fue solo media hora. Bajo rápido de la camioneta y lo primero que me recibe es la música, el lugar está un poco apartado y sobre todo se ve elegante.

— Buenas noches. — dice el de seguridad, ni siquiera está mirándome a la cara, sus ojos están puestos sobre mis senos.

— Mi cara está arriba. — veo como se incómoda, en realidad ni siquiera me molesta que mire, solo me gusta incomodarlos.

— Eh... Lo siento, señorita. — solo asiento. — Disfrute su noche.

Me deja pasar y veo todo mi alrededor, hoy hay más gente de lo normal, pero no me quedaré en esta zona, yo vengo por algo en específico.

Veo a lo lejos el letrero que dice.

"Voyeur."

Y sonrió para mis adentros, muestro mi credencial, aunque no es necesario, solo con verme abren la puerta para mí y un mundo distinto se abre paso frente a mis ojos.

Las personas bailando no se hacen esperar, aquí puedes encontrar de todo, literalmente.

¿Qué es el voyeur? En términos de g****e, es el nombre que se le da a la parafilia que consiste en observar a otra persona o un grupo de personas, durante las relaciones sexuales o de carácter privado.

En mis propios términos es un lugar poco usual, dónde vienes a liberarte, experimentar en este mundo donde puedes mirar a tu antojo y complacerte o complacer a lo que miran. Soy la segunda, no vengo muy seguido, pero cada vez que vengo soy la más solicitada, sin ánimos de alardear... ¿A quién engaño? ¡Me encanta alardear sobre mí misma!

En una noche puedo hacer hasta 50 mil dólares, no juego con esto, este lugar es muy exclusivo y solo vienen los de poder y mucho dinero... Y a mí me encanta eso último.

— Acaban de solicitarte. — dice la mujer a mi lado y solo asiento, me pongo la pulsera que me indica cuando y donde debo ir.

Tomo el iPad y observó la persona que me solicita, sonrío para mis adentros al ver quién es, está noche será muy divertida. Le doy en aceptar y voy a dejar mis cosas en mi camerino, me coloco algo de perfume y sonrío al verme.

«Joder, estoy buenísima.»

Salgo rápido de allí y me encaminó hacia la habitación. Pidió como plato principal un baile y dejó lo demás a mi criterio, antes de entrar me entregan mi antifaz, me lo coloco muy bien y luego si ingreso.

Puedo verlo en el fondo de la habitación, las luces de allí están apagadas, así que no veo mucho de él, pero sé quién es, claro que lo sé.

Me subo rápido al pequeño escenario que está allí y comienzo a moverme al son de la canción, mis movimientos son lentos y atrayentes, subo y bajo mis manos por todo mi cuerpo, quiero empezar con algo suave.

Escucho como su respiración comienza a acelerarse. Llevo mis manos al tubo y me agitó mientras me sostengo de allí, me subo sobre este y mis piernas se abren dejando ver mi ropa interior, es de encaje negro, me queda ajustada. Luego de estar un rato allí, me bajo y me saco el vestido, puedo oírlo suspirar y soltar un M****a, no lo culpo, estoy bastante buena.

Me bajo y me acerco solo un poco, prosigo con mi baile, luego de eso me acerco más a su cuerpo y quedó a horcajadas sobre él, puedo sentirlo duro por debajo de mí, sé que el tiempo ya está por terminarse, así que comienzo a frotarme sobre él, le bailo, sus manos viajan a mis caderas y me sostiene con fuerza.

También lleva un antifaz pero puedo ver unos ojos grises muy intensos, su sonrisa se extiende en sus labios y antes de que pueda estampar sus labios con los míos la campana suena. Él maldice por lo bajo, pero como también quedé con las ganas, me abalanzó sobre su cuerpo y estampó mis labios sobre los suyos.

No es un beso lento, es un salvaje y feroz, me gusta la forma en la que me besa y como se mueve por debajo de mí, está intentando buscar fricción, quiere sentirme más cerca.

— Se acabó el tiempo. — digo y me aparto de él, puedo notar como gruñe, no me giro y salgo de la habitación.

Voy hacia una de las iPads del lugar y veo la cantidad que dejó.

No supera mi récord de una noche, pero tampoco está nada mal, cincuenta mil dólares en mi cuenta, sonrío para mis adentros, me encanta este lugar.

No tomo más números, me quito de la lista para que ya no puedan solicitarme, hasta que siento como alguien me toma del brazo.

— Dime que estás libre. — dice de manera agitada, yo niego. — ¡Joder! — Pidieron un número contigo, ambos. — él está realmente agitado.

— Jackson ya no estoy en la lista. — maldice. — Será para otra ocasión. — palmeo su hombro y voy directo al bar, necesito tomar algo.

Sigo con el antifaz puesto, pido un trago de bourbon y lo vierto de manera rápida en mi garganta, el líquido caliente y fuerte baja por esta.

Miró todo el lugar, no hay nada interesante, hasta que mis ojos se posan sobre él, es el mismo hombre al que le bailé, me mira desde lejos, puedo ver cómo intenta ocultar su erección, pero es casi nulo, esta amenaza con salirse.

Así que me levanto de donde estoy y voy hacia dónde él está, permanece quieto y tranquilo.

— Blauäugige Schönheit.— se había tardado en hablarme en alemán.

«Belleza de ojos azules.»

— Du bist entkommen ... interessant. — puedo notar como la sonrisa de sus labios se ensancha.

«Te escapaste... Interesante.»

— Debía encontrarte. — su voz en inglés es dura y ronca, es realmente sexy.

Me acerco a su oído, lamo su lóbulo, lo muerdo, él se remueve intentado tomarme, pero no lo dejó.

— Dejé que me encontraras. — le susurro suave y me separo de él. Me mira incrédulo, intenta tomarme, pero para ese punto yo ya he salido del lugar.

«Adoro los finales felices.»

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