Inicio / Romántica / Labios Púrpura / Capítulo | • 1 • |
Capítulo | • 1 • |

"Quién con monstruos lucha cuide a su vez de no convertirse en monstruo."

– Friedrich Nielsen.

— ¿Fue lo mejor que se les pudo ocurrir? — grita con tanta desesperación que los demás retroceden.

Se quedan callados, quietos, se sumen en un silencio gutural, es tenebroso y el lugar tampoco da una sensación estable.

— La quería, lo sabes, no se anda con juegos. —  dice uno de ellos. — Hablamos de esa pandilla, la más temida.

— ¡Joder! — sus manos tiemblan, sus nudillos están blancos y su mandíbula muy rígida.

— Los cobra nos ganan solo por unos pasos. — no responde, no los mira, la rabia en su interior es mayor.

— Nos buscará. — su voz tiembla. — Lo hará. — su respiración se agita.

— Tenemos eso controlado.— miente, nadie podría controlarla, no a ella, jamás a ella.

Pero dudan, por primera vez están atascados, la oscuridad en la que se sumergen es como si estuvieran en un gran hoyo negro, sin aire, sin nada. Lo saben, están seguros de lo que ocurrirá, aunque nadie lo dice, saben que cuando menos se lo esperen ella atacará.

— Es ágil. — dice con tanta lentitud que los demás tragan grueso.

— ¡Es una niña! — primera regla en este mundo frío, jamás subestimes a tu oponente.

Niña o no, el monstruo que vive dentro de ella, el monstruo que es ella, es real, tan real como el viento. El cual no se puede ver, pero está allí, latente y persistente cada día.

Caminan por los alrededores, la buscan con tanta desesperación que un dolor de cabeza los invade. No la consiguen. El asombroso lago titulado como Pozo negro, se abre paso frente a ellos, como su nombre lo específica, es como un pozo negro, uno que no parece tener fondo... Ni fin.

— ¿La ves por algún lado? — pregunta tratando de aligerar el ambiente, pero su compañero niega de inmediato.

— Mejor sigamos. — asienten recorriendo el lugar.

Están en un bosque largo y grande, decenas y decenas de árboles se extienden frente a ellos, están temblando, claro que sí, el lugar es inmenso y le han perdido la pista, ella es astuta y no se deja engañar.

— Nos matará. — dice entre dientes. — Estoy seguro de que lo hará.

Nadie responde, han perdido las agallas, han bajado la guardia, se les ha escapado de las manos, el asunto trascendió mucho más allá de lo que ellos pudieron hacer. Son tan estúpidos que su cerebro no da para más, los idiotas se juntan con otros idiotas, pero estos sobre pasaron los límites.

Mientras ellos buscan una pista nula, ella ha desaparecido por completo, no ha dejado rastro, no está cerca, su lejanía es segura y eso la enorgullece mucho.

— Cobra. — repite en voz baja, pero audible. — Nos volveremos a encontrar.

Mira a su alrededor y por unos segundos se encuentra perdida, no había nada, solo sus macabros pensamientos y ella.

Deseó en silencio volver a repetir la acción anterior, sentir el líquido carmesí le dio una descarga de adrenalina a su cuerpo tan pronunciada que la dejó con ganas de muchísimo más.

Bajó la mirada a su cuerpo, estaba manchada por completo de sangre, estaba seca, pero el simple hecho de tenerla sobre ella ocasionaba algo tan inefable que con desesperación busco un lugar para poder limpiarse.

Encontró un pequeño pozo, parecía una piscina natural, sonrío para sus adentros, quitó la asquerosa bata blanca, llevaba solo su ropa interior y era púrpura, su color favorito... Se dejó caer sobre este lago y se limpió con paciencia, quitando de ella todo rastro de sangre de su cuerpo. Talló y limpió bien, dentro de pocos minutos se encontraba lista como si nada hubiese ocurrido.

Salió de allí y se sentó sobre la roca, era dura y estaba fría. Miró el cielo estrellado y se vio reflejada en aquellas estrellas, brillante y jamás pasando desapercibida.

Le recorría un placer poco común al recordar las imágenes de lo acontecido, la sonrisa no se había borrado de su rostro, al contrario, con el pasar de los segundos solo se ensanchaba más.

Arrebatar esa vida había sido el inicio, uno el cual estaba lleno de cosas terroríficas e inimaginables, pero que para ella le resultaban fascinantes. De solo pensar en el terror de la expresión del rostro de la víctima la dejaba sedienta de más.

Se levantó de su lugar y se dio la vuelta para poder desaparecer.

Pero en vez de alejarse, simplemente regresó por donde había venido, el camino fue corto y el auto ya no estaba. Así que con mucha cautela ingresó de nuevo en la casa, la sangre seguía en el suelo, todo estaba tal cual ella lo había dejado. Se colocó unos guantes y fue directo al lugar donde provenía el ruido

¡Bingo! Pensó rápido al ver el teléfono allí.

Lo tomó entre sus manos y este le pedía que ingresará el patrón, rápidamente, sabiendo lo estúpidos que eran coloco 1 2 3 4 y al instante este se abrió revelando la información que tanto había querido. Sonrío con malicia y lo tomo prestado, claro sin derecho a devolución.

Se levantó rápido, con cautela observó el lugar para ver si encontraba algo de ropa, no podía irse de esa manera, a lo lejos vio alguna, no era suya, pero le serviría, de eso estaba segura.

Se vistió de manera rápida y con las mismas decidió irse, pero antes de salir observó la carpeta que había en la encimera, el color púrpura llamo su atención.

Expediente.

Fue lo primero que leyó al tenerlo en sus manos, sus ojos viajaron por todas las hojas dejándola anonadada de lo que estaba viendo ¿Era real? Así lo parecía y sin duda alguna era un plus para ella.

La malicia en ella era mucha, así que antes de poder irse fue a la estantería al final de la sala y leyó en voz alta.

— ¿Ácido sulfúrico o ácido clorhídrico? — fingió pensar, aunque ella ya sabía la respuesta. — Por supuesto, ambas.

Se acercó al cuerpo y con una sonrisa, vació el contenido sobre este. Sus pupilas se dilataron y la necesidad volvió a su cuerpo, pero por primera vez en la noche se calmó, lo único importante ahorita era desparecer.

Habiendo terminado salió del recinto sin apuro alguno y camino lejos de la cabaña...

Con los años aprendió a controlarse, aquella niña creyó que mucho más adelante lo de ese día le afectaría de forma muy notorio, pero no fue así, simplemente despegó una parte que ella escondía con toda sus fuerzas, pero que al final salió a la luz, cómo todo en esta vida.

Aquella pandilla titulada Cobra, siguió buscándola sin éxito alguno, quiso encontrarla, pero fue como si ella se la hubiera tragado la tierra, se esfumó por completo.

El tema murió allí, no volvieron a mencionar nada y dejaron que todo siguiera su curso.

Pero ella no olvidó, sabía que lo venía, su venganza apenas comenzaba, su juego estaba a punto de empezar y ellos serían el centro de atracción.

Vivían con miedo, pero no estaba preparados para lo que ella les tenía, sus vidas acabarían, nadie la humillaba y esta no sería la excepción.

¿Recuerdan la primera regla? Jamás subestimes a tu oponente, lamentablemente lo hicieron, les hizo creer algo, los dejó quietos, los envolvió en su juego y cayeron redonditos ante este.

Los días se contaban, las horas se acaba, el tic tac del reloj avanzaba y su venganza estaba más que lista.

Tenía todo en orden, el plan de venganza sería ejecutado y el juego sería terminado con ella de ganadora.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo