El ambiente en la mansión se había vuelto aún más tenso después de la inesperada aparición de Emma. Tara no podía dejar de pensar en el modo en que la chica había tocado el brazo de Rhidian con esa confianza absoluta, como si ya tuviera un derecho sobre él.Aunque había algo en su mirada que le parecía amigable, no podía evitar sentirse como una intrusa, como si ella fuera la última persona que debería estar allí. Después de todo, Rhidian la había llevado a la mansión para protegerla, pero ahora parecía que había otras presencias en el lugar, fuerzas y relaciones que Tara no comprendía por completo.Pero, ¿quién era Emma realmente?Emma había desaparecido en una de las habitaciones de la mansión poco después de la incómoda reunión. Tara había decidido que no podía seguir pensando en ella. Sin embargo, cada rincón de la mansión parecía serconde más preguntas, y la curiosidad de Tara era tan fuerte como el miedo que la invadía.De noche, cuando la mansión estaba envuelta en sombras, Tar
La campanada resonó en toda la mansión, vibrando a través de las paredes como un susurro antiguo que despertaba algo dormido. Tara sintió que el sonido le helaba la piel, como si anunciara que algo estaba a punto de cambiar.—¿Qué fue eso? —preguntó, deteniéndose en el pasillo mientras Rhidian la guiaba rápidamente hacia las escaleras.—No es normal que suene a esta hora —respondió él, con la mandíbula apretada—. Y cuando lo hace… significa problemas.Tara se tensó, sintiendo una corriente de ansiedad recorriéndole la espalda.—¿Problemas de qué tipo?Rhidian se detuvo al pie de la escalera, mirándola con intensidad.—Del tipo que no quieres conocer, pero no tendrás opción.La seriedad en su tono dejó claro que no estaba bromeando. Tara tragó saliva y asintió, siguiéndolo mientras descendían hacia el gran salón.La mansión, normalmente silenciosa, estaba ahora llena de una tensión que parecía palpable. Cuando llegaron al salón principal, Bella y otro hombre al que Tara no había visto
El nombre de Lilith resonó en la mente de Tara como un eco interminable. Había algo en ella que la hacía sentir expuesta, vulnerable. Pero al mismo tiempo, algo en esa mirada violeta despertaba una curiosidad que no podía ignorar.—¿La verdad sobre quién soy? —preguntó Tara, intentando mantener su voz firme, aunque su corazón latía con fuerza.Lilith asintió, dando un paso hacia adelante, pero Rhidian alzó una mano, deteniéndola con un gesto.—No darás un paso más —dijo él con frialdad. Sus ojos estaban fijos en los de Lilith, y Tara pudo notar la tensión en su mandíbula, como si estuviera conteniendo una emoción que podría explotar en cualquier momento.Lilith lo observó con una sonrisa tranquila, como si estuviera acostumbrada a esa reacción.—Tranquilo, Rhidian. No estoy aquí para pelear… aún.—Entonces habla desde donde estás —replicó Bella, que sostenía su daga como si estuviera lista para lanzarla en cualquier momento.Lilith suspiró, como si estuviera tratando con niños obstina
El aire en la biblioteca era diferente. Era más denso, cargado de un olor a libros antiguos y algo más que Tara no podía identificar. Rhidian abrió la puerta de madera con cuidado, como si lo que había dentro necesitara respeto.—Aquí estamos —dijo con un tono grave mientras la luz de la luna entraba por los ventanales altos.Tara no pudo evitar mirar a su alrededor. Las paredes estaban cubiertas de estanterías llenas de libros con cubiertas de cuero gastado y grabados extraños. Había símbolos que no podía reconocer, pero que parecían vibrar con una energía peculiar.—¿Qué es este lugar? —preguntó, su voz apenas un susurro.—Es más que una biblioteca —respondió Rhidian, cerrando la puerta detrás de ellos—. Aquí es donde encontrarás respuestas, si tienes el valor de buscarlas.Tara lo miró con una mezcla de curiosidad y cautela. Había algo en su tono que sugería que esas respuestas no serían fáciles de aceptar.—¿Por dónde empiezo? —preguntó, acercándose a una de las estanterías.Rhidi
El aire en la mansión estaba cargado de tensión. Desde el entrenamiento en el claro, Tara no había podido sacarse de la cabeza lo que había sentido. Algo dentro de ella estaba despertando, algo que no podía controlar, pero que sabía que siempre había estado ahí.De pie frente al ventanal de su habitación, observaba el bosque. Era de noche, y las sombras de los árboles se mecían con el viento. Había una energía en el aire que parecía llamarla.El sonido de un golpe en la puerta la sacó de sus pensamientos.—¿Tara? —era Bella—. ¿Puedo entrar?—Adelante —respondió, girándose para recibirla.Bella entró con un libro grueso en las manos, cubierto de polvo y con un candado antiguo que ya había sido forzado.—Creo que esto es tuyo.Tara frunció el ceño.—¿Qué es?—Un diario, o algo parecido. Rhidian lo encontró en el archivo de la biblioteca. Dice que pertenece a tu familia.Tara tomó el libro con cuidado, sus dedos temblando al rozar la cubierta. Algo en su interior parecía agitarse al toca
El amanecer bañaba la mansión con una luz dorada, pero dentro de sus muros, la atmósfera seguía cargada de tensiones no resueltas. Tara no había dormido. Entre las palabras de Rhidian, la interrupción de Emma, y la aparición de Caleb y Seraphine, sentía que su vida había cambiado por completo en cuestión de días.Ahora estaba sentada en la biblioteca, con el diario abierto frente a ella. Los símbolos y palabras antiguas parecían cobrar vida a medida que los estudiaba. Su conexión con Lilith era más que evidente, pero la verdadera pregunta era: ¿qué significaba eso para ella?Un golpe en la puerta la hizo levantar la vista. Caleb apareció con su característico aire despreocupado.—Espero no estar interrumpiendo —dijo, entrando antes de que Tara pudiera responder.Ella cerró el diario de golpe, como si ocultarlo pudiera borrar lo que había leído.—¿Qué quieres? —preguntó, cruzando los brazos.Caleb levantó las manos en señal de rendición, pero había una chispa de diversión en sus ojos.
El sol ya comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de colores cálidos que contrastaban con la frialdad que Tara sentía en su interior. La mansión, a pesar de su grandeza, le parecía un lugar extraño, vacío, como si las paredes susurraran secretos que no estaba lista para escuchar.Había pasado toda la tarde entrenando, pero algo había cambiado. Mientras se encontraba en el claro, sus poderes se desbordaron de manera que no podía controlar. Y aunque intentaba centrarse en las instrucciones de Rhidian, algo en ella estaba empezando a despertarse.Mientras caminaba hacia su habitación, el eco de las palabras de Caleb y Seraphine resonaban en su mente: "Es solo el principio. Estás comenzando a comprender lo que llevas dentro." Pero Tara no estaba segura de querer comprenderlo.Entró en su habitación, cerró la puerta tras ella y se sentó en la silla frente al escritorio. El diario de su familia estaba abierto, pero su mente no podía concentrarse en él. En lugar de leer, se dejó llevar por las
La mansión estaba envuelta en silencio, salvo por el susurro del viento que se filtraba a través de las ventanas. Tara se encontraba frente al gran espejo de su habitación, observándose detenidamente, como si esperara encontrar una respuesta allí. Su mente seguía atormentada por los descubrimientos de los últimos días: los poderes que ahora comenzaban a desbordarse, las visiones extrañas que la acosaban, y la revelación de que su linaje estaba ligado a Lilith.Su mente vagaba entre los recuerdos recientes, el momento en que Lilith había aparecido ante ella, esa presencia intensa que parecía querer revelarle algo, pero no había dicho nada claro. Lilith no era una figura común. Su historia estaba rodeada de mitos, misterios y leyendas, pero poco se sabía de su caída y lo que realmente había sucedido con ella. ¿Por qué, si había sido tan poderosa en el pasado, ahora parecía tan vulnerable?Era tarde, y el resto de la mansión ya había quedado en silencio. Rhidian, Bella, Caleb y Seraphine