El sol comenzaba a ocultarse, bañando el cielo con tonos rojos y dorados mientras el grupo avanzaba a través del espeso bosque. Tras días de caminar y sobrevivir a los elementos, finalmente se encontraban a las puertas del Santuario que Elyndor había dejado como legado. La montaña que se alzaba ante ellos parecía casi inexpugnable, pero el rastro de antiguos símbolos que marcaban el camino les indicaba que estaban cerca de descubrir secretos que cambiarían todo lo que conocían.Tara, caminando cerca de Rhidian, sentía una extraña mezcla de ansiedad y emoción. El Santuario era el siguiente paso crucial en la misión que habían emprendido, pero a la vez, cada paso hacia él parecía abrir puertas hacia un futuro incierto. Mientras más se acercaba, más notaba la presión sobre sus hombros, pero al mismo tiempo, la llama dentro de ella se sentía más viva, más fuerte, como si estuviera guiándola hacia algo importante.—Es aquí —dijo Rhidian, mirando con determinación el camino que llevaban fre
El aire dentro del Santuario era denso, cargado de historia, magia antigua y una presencia inquebrantable. A medida que el grupo avanzaba, los pasillos de piedra se volvían más estrechos, las paredes cubiertas por símbolos que parecían moverse, cambiando de forma con cada paso que daban. Tara podía sentir cómo la energía fluía a su alrededor, pulsando con fuerza, como si el lugar mismo estuviera vivo. Y, en cierto modo, lo estaba. Rhidian caminaba a su lado, tomando su mano con firmeza, sintiendo también la tensión que se acumulaba en el ambiente. La llama que Tara había despertado dentro de ella continuaba resonando con fuerza, y aunque el viaje hasta aquí había sido largo, él sabía que lo más difícil aún estaba por venir. —¿Qué sientes? —le preguntó Rhidian, observando de cerca a Tara, que parecía hipnotizada por los símbolos que brillaban en las paredes. Tara respiró profundamente, intentando concentrarse. La conexión que sentía con ese lugar era más fuerte que nunca. Era como
La luz de la esfera se disipó poco a poco, dejando una sensación extraña en el aire. La revelación sobre Elyndor y su legado había cambiado por completo la perspectiva de Tara. El peso del pasado y del futuro caía sobre sus hombros como una carga que apenas comenzaba a comprender.El grupo se mantuvo en silencio por unos instantes, observando cómo Tara recuperaba el aliento tras la visión. Rhidian no la soltó en ningún momento, sus ojos llenos de preocupación y algo más profundo, una mezcla de admiración y respeto por lo que ella estaba enfrentando.—¿Qué fue eso? —preguntó Bella, rompiendo el silencio con su tono cauteloso.Tara cerró los ojos, intentando organizar los fragmentos de información en su mente.—Elyndor dejó algo más que un Santuario —dijo finalmente—. Dejó un camino. Algo que debemos seguir… algo que nos ayudará a enfrentar a los Tejedores.Alaric asintió, su expresión se endureció mientras se acercaba al altar.—Entonces, no podemos perder tiempo. Necesitamos saber exa
El amanecer llegó con una luz tenue que se filtraba a través de los ventanales del Santuario. El aire era fresco, cargado de un misticismo que solo aquel lugar podía ofrecer. Tara se despertó sintiendo un peso sobre su pecho. No era el colgante que había encontrado la noche anterior, sino la responsabilidad que conllevaba.Desde que llegaron allí, todo parecía llevarlos a un solo destino: la puerta de Elyndor.El grupo se reunió en el gran salón del Santuario. Alaric extendió el pergamino sobre una mesa de piedra mientras Emma, Kael, Bella, Rhidian y Tara lo observaban.—Si este mapa es preciso, la puerta no está en este Santuario, sino en las montañas detrás de él —explicó Alaric, señalando una marca en el pergamino—. Parece que hay un pasaje oculto que nos llevará hasta allí.Kael, con los brazos cruzados, dejó escapar un silbido.—Un pasaje oculto en una montaña encantada… ¿por qué no? Es como si Elyndor estuviera jugando con nosotros.Bella rodó los ojos y le dio un codazo.—No se
El aire dentro del Santuario de Elyndor era denso y cargado de energía antigua. Mientras el grupo avanzaba, las antorchas en las paredes se encendían solas, iluminando el largo pasillo de piedra con una luz azulada.—Bueno… esto sí que es impresionante —comentó Kael, girando sobre sus talones para admirar la arquitectura del lugar—. Casi me dan ganas de portarme bien.Bella sonrió, cruzándose de brazos.—¿Casi?—Lo intenté.Alaric avanzó hasta una gran puerta de madera con inscripciones doradas y puso la mano sobre ella.—Detrás de esto… debe estar el corazón del Santuario.Tara sintió un escalofrío recorriéndole la espalda. Había algo en ese lugar que la llamaba, como si su misma sangre respondiera a una antigua conexión.Cuando empujaron la puerta, lo que vieron los dejó sin palabras.Un enorme salón se extendía frente a ellos, con pilares de mármol negro cubiertos de inscripciones doradas. En el centro, un pedestal sostenía un cristal resplandeciente que pulsaba con una luz cálida.
El viento helado soplaba entre las montañas cuando el grupo dejó el Santuario de Elyndor. La luz del amanecer iluminaba los rostros de todos, reflejando una mezcla de determinación y preocupación.Tara guardó el pergamino de Elyndor en su bolso, sintiendo el peso de su legado sobre sus hombros. Ahora sabía que su linaje no solo provenía de Lilith, sino también de Edrian, el gran portador de la Llama. Eso significaba que ella era la única capaz de detener a los Tejedores, pero también la única a la que buscarían destruir.Rhidian notó su expresión y le tomó la mano.—Estás pensando demasiado.Tara le dedicó una sonrisa cansada.—Es difícil no hacerlo cuando tienes a un ejército de seres inmortales queriendo tu cabeza.Kael, caminando un poco más adelante, se giró con una sonrisa.—Si te sirve de consuelo, al menos eres la única con un ejército de amigos bastante guapos.Bella le dio un codazo en las costillas.—Hablas demasiado.—Y tú demasiado poco, pero por eso nos llevamos bien.Emm
El amanecer trajo consigo el sonido del metal chocando y la energía vibrante de la magia expandiéndose por el aire. En los terrenos del castillo, Tara y los demás entrenaban con intensidad.Los guardianes de la Llama eran maestros exigentes. Tara había mejorado en controlar el fuego de la Llama, pero aún le costaba mantener su poder estable sin que este amenazara con consumirla.Aldren la observaba con los brazos cruzados mientras ella intentaba formar una lanza de fuego.—Demasiada fuerza —advirtió—. Si sigues presionando, terminarás agotada antes de tiempo.Tara apretó los dientes. Sentía que cada vez que mejoraba en algo, aparecía un nuevo obstáculo.A su lado, Rhidian entrenaba con Alaric, intercambiando golpes con espadas encantadas. Cada movimiento era preciso, calculado, pero ninguno lograba imponerse sobre el otro.Kael, en cambio, había conseguido desesperar a su maestro con su actitud despreocupada.—Kael, ¿vas a pelear en serio o seguirás tratando de hacerme reír? —preguntó
El resplandor rojo del cristal en la mano de Tara iluminó el oscuro pasillo del santuario. La energía que emanaba era casi palpable, un cosquilleo ardiente recorriéndole la piel como si respondiera a su toque.—Definitivamente, esto no es un simple adorno —murmuró Emma, observando el objeto con atención.Kael, quien había sido el primero en tropezar con la losa oculta, se cruzó de brazos y asintió con una expresión exageradamente seria.—Sí, claro. Lo supe desde el principio. Lo dejé ahí a propósito para crear suspenso.Bella le lanzó una mirada incrédula.—Claro, genio.Kael sonrió y le guiñó un ojo.—Admitelo, estoy impresionando.—Si quieres que te golpee, solo dímelo.Rhidian ignoró la discusión y se enfocó en Tara.—Sientes algo más cuando lo sostienes?Tara no respondió de inmediato. En su mente, un murmullo comenzó a formarse. Voces antiguas, como ecos atrapados en el tiempo. Casi podía ver las figuras de Edrian y Elyndor, los dos hermanos enfrentados en su batalla contra los T