La mañana en el Santuario de la Sombra comenzó con el sonido del choque de espadas y el eco de risas en el aire. A pesar de la tensión por la inminente guerra, los chicos habían decidido afrontar el entrenamiento con la mejor actitud posible.Kael, con su eterna sonrisa despreocupada, giró su espada de madera en la mano mientras miraba a Emma, su oponente del día.—No quiero hacerte llorar, Emma —dijo con una sonrisa burlona—. No me gustaría que te deprimieras cuando veas que soy el mejor con la espada.Emma arqueó una ceja, aferrando su propia espada.—Voy a disfrutar cuando te calle de un solo golpe.Alaric, que supervisaba el entrenamiento, suspiró.—Dejen de hablar y concéntrense.—¡Exacto! —intervino Kael—. ¿Por qué hablar cuando puedo demostrar con hechos mi increíble habilidad?Dicho esto, se lanzó hacia Emma con rapidez.Emma esquivó con facilidad y, con un giro rápido, lo hizo tropezar.Kael cayó de espaldas con un golpe seco.—Bueno… eso no salió como esperaba —murmuró, mira
El ambiente en la biblioteca estaba impregnado de un aire tenso mientras todos se sumían en el contenido del libro sobre Elyndor, el hermano de Edrian. Tara, Rhidian, Kael, Emma y Alaric estaban inmóviles, sus ojos fijos en las páginas de la historia familiar que se desplegaba ante ellos. Elyndor, como se revelaba en los registros, fue una figura clave en la resistencia contra los Tejedores, pero su linaje había permanecido en las sombras, envuelto en misterio.Tara, aún sosteniendo el antiguo libro, murmuró el nombre del hermano de Edrian.—Elyndor…Alaric asintió, sus dedos rozando el texto mientras su voz grave llenaba el silencio.—Parece que Elyndor fue un portador de la Llama, igual que Edrian. Pero su destino fue diferente. Después de la caída de los Tejedores, se alejó del mundo y desapareció sin dejar rastro.Rhidian miró la página con atención, como si intentara desentrañar cada palabra.—¿Y por qué la historia de Elyndor fue olvidada? Si fue tan importante en la lucha, ¿por
El camino hacia el santuario en las montañas era largo y tortuoso. El grupo se encontraba ya a varias horas de viaje desde el Santuario de la Sombra, pero el peso de la misión parecía haber desaparecido un poco, especialmente entre los más cercanos, como Tara y Rhidian.El paisaje, bañado por la luz dorada del atardecer, proporcionaba el escenario perfecto para momentos más íntimos, aunque la travesía no permitiera muchos descansos. Sin embargo, el tiempo parecía detenerse cuando Rhidian y Tara se quedaban atrás, caminando juntos y sumidos en su propio mundo.El aire fresco y el sonido de los árboles moviéndose con el viento creaban una atmósfera tranquila. Tara, que había estado bastante absorbida en sus pensamientos y en el creciente poder de la llama dentro de ella, no pudo evitar sentirse aún más conectada con Rhidian en esos momentos de soledad.—¿Estás bien? —preguntó Rhidian en voz baja, sin apartar la vista de ella. A pesar de los días difíciles que habían vivido, su mirada se
El sol comenzaba a ocultarse, bañando el cielo con tonos rojos y dorados mientras el grupo avanzaba a través del espeso bosque. Tras días de caminar y sobrevivir a los elementos, finalmente se encontraban a las puertas del Santuario que Elyndor había dejado como legado. La montaña que se alzaba ante ellos parecía casi inexpugnable, pero el rastro de antiguos símbolos que marcaban el camino les indicaba que estaban cerca de descubrir secretos que cambiarían todo lo que conocían.Tara, caminando cerca de Rhidian, sentía una extraña mezcla de ansiedad y emoción. El Santuario era el siguiente paso crucial en la misión que habían emprendido, pero a la vez, cada paso hacia él parecía abrir puertas hacia un futuro incierto. Mientras más se acercaba, más notaba la presión sobre sus hombros, pero al mismo tiempo, la llama dentro de ella se sentía más viva, más fuerte, como si estuviera guiándola hacia algo importante.—Es aquí —dijo Rhidian, mirando con determinación el camino que llevaban fre
El aire dentro del Santuario era denso, cargado de historia, magia antigua y una presencia inquebrantable. A medida que el grupo avanzaba, los pasillos de piedra se volvían más estrechos, las paredes cubiertas por símbolos que parecían moverse, cambiando de forma con cada paso que daban. Tara podía sentir cómo la energía fluía a su alrededor, pulsando con fuerza, como si el lugar mismo estuviera vivo. Y, en cierto modo, lo estaba. Rhidian caminaba a su lado, tomando su mano con firmeza, sintiendo también la tensión que se acumulaba en el ambiente. La llama que Tara había despertado dentro de ella continuaba resonando con fuerza, y aunque el viaje hasta aquí había sido largo, él sabía que lo más difícil aún estaba por venir. —¿Qué sientes? —le preguntó Rhidian, observando de cerca a Tara, que parecía hipnotizada por los símbolos que brillaban en las paredes. Tara respiró profundamente, intentando concentrarse. La conexión que sentía con ese lugar era más fuerte que nunca. Era como
La luz de la esfera se disipó poco a poco, dejando una sensación extraña en el aire. La revelación sobre Elyndor y su legado había cambiado por completo la perspectiva de Tara. El peso del pasado y del futuro caía sobre sus hombros como una carga que apenas comenzaba a comprender.El grupo se mantuvo en silencio por unos instantes, observando cómo Tara recuperaba el aliento tras la visión. Rhidian no la soltó en ningún momento, sus ojos llenos de preocupación y algo más profundo, una mezcla de admiración y respeto por lo que ella estaba enfrentando.—¿Qué fue eso? —preguntó Bella, rompiendo el silencio con su tono cauteloso.Tara cerró los ojos, intentando organizar los fragmentos de información en su mente.—Elyndor dejó algo más que un Santuario —dijo finalmente—. Dejó un camino. Algo que debemos seguir… algo que nos ayudará a enfrentar a los Tejedores.Alaric asintió, su expresión se endureció mientras se acercaba al altar.—Entonces, no podemos perder tiempo. Necesitamos saber exa
El amanecer llegó con una luz tenue que se filtraba a través de los ventanales del Santuario. El aire era fresco, cargado de un misticismo que solo aquel lugar podía ofrecer. Tara se despertó sintiendo un peso sobre su pecho. No era el colgante que había encontrado la noche anterior, sino la responsabilidad que conllevaba.Desde que llegaron allí, todo parecía llevarlos a un solo destino: la puerta de Elyndor.El grupo se reunió en el gran salón del Santuario. Alaric extendió el pergamino sobre una mesa de piedra mientras Emma, Kael, Bella, Rhidian y Tara lo observaban.—Si este mapa es preciso, la puerta no está en este Santuario, sino en las montañas detrás de él —explicó Alaric, señalando una marca en el pergamino—. Parece que hay un pasaje oculto que nos llevará hasta allí.Kael, con los brazos cruzados, dejó escapar un silbido.—Un pasaje oculto en una montaña encantada… ¿por qué no? Es como si Elyndor estuviera jugando con nosotros.Bella rodó los ojos y le dio un codazo.—No se
El aire dentro del Santuario de Elyndor era denso y cargado de energía antigua. Mientras el grupo avanzaba, las antorchas en las paredes se encendían solas, iluminando el largo pasillo de piedra con una luz azulada.—Bueno… esto sí que es impresionante —comentó Kael, girando sobre sus talones para admirar la arquitectura del lugar—. Casi me dan ganas de portarme bien.Bella sonrió, cruzándose de brazos.—¿Casi?—Lo intenté.Alaric avanzó hasta una gran puerta de madera con inscripciones doradas y puso la mano sobre ella.—Detrás de esto… debe estar el corazón del Santuario.Tara sintió un escalofrío recorriéndole la espalda. Había algo en ese lugar que la llamaba, como si su misma sangre respondiera a una antigua conexión.Cuando empujaron la puerta, lo que vieron los dejó sin palabras.Un enorme salón se extendía frente a ellos, con pilares de mármol negro cubiertos de inscripciones doradas. En el centro, un pedestal sostenía un cristal resplandeciente que pulsaba con una luz cálida.